Depresión

Cuando la gracia de Dios viene a un hombre, éste puede hacer todas las cosas, pero cuando se aleja, se hace pobre y débil, abandonado en la aflicción por así decirlo. Sin embargo, en esta condición no se debe sentir abatido o desesperado. Por el contrario, debería esperar con calma la voluntad de Dios y cargar con todo lo que le acontece alabando a Jesucristo, para que después del invierno venga el verano, luego de la noche, el día, y después de la tormenta, una gran calma.

No existe nada más insufrible para el hombre que estar completamente en reposo, sin pasiones, sin negocios, sin diversión, sin estudio. Es entonces que siente que no es nada, siente su desamparo, su insuficiencia, su dependencia, su debilidad, su vacío. Inmediatamente brotará de lo profundo de su corazón hastío, melancolía, tristeza, displicencia, vejación y desespero.

El conocimiento de Dios sin el conocimiento de la miseria del ser humano es causa de orgullo. El conocimiento de la miseria del hombre sin el conocimiento de Dios es causa de desesperación. El conocimiento de Jesucristo constituye la postura intermedia, porque en él encontramos a Dios y también nuestra miseria.