Esclavitud

Los santos son libres, aunque estén siendo vigilados y sean encerrados como nunca antes. Son vencedores y conquistadores, aunque estén atados y sean oprimidos. Y finalmente, gozan de los placeres más exquisitos, aunque sean vejados con los males más extremos. Sé que los hijos de este mundo se mofan y burlan de estos placeres y de la libertad de los creyentes fieles, como si fueran meros sueños y fantasías de gente tonta e imbécil; pero Dios les hace pagar por sus mofas y burlas, no únicamente en el mundo venidero, sino también en esta vida presente, cuando estando en una cautividad extrema como viles miserables, se creen en libertad y en la más absoluta felicidad. Porque ofrecen un servicio mugroso en medio de una esclavitud detestable, haciéndose a sí mismos esclavos de una prostitución abominable, de borracheras locas y bestiales, del maligno mamón y de otros de los placeres más viles, en los cuales mueren y se pudren con vergüenza e infamia perpetuas.

Esta es la característica de la ley eterna y justa de Dios, que el que no puede ser regido con gentileza por Dios, debe ser gobernado como un castigo por sí mismo. Y todos aquellos que voluntariamente han dejado de lado el yugo suave y la carga ligera de la caridad deben llevar involuntariamente la carga insoportable de su propia voluntad.

Aquel que ama las superioridades y dignidades, o la indulgencia de sus deseos, se encuentra delante de Dios, no como un hijo libre, sino como uno de baja condición, un esclavo de sus pasiones.