Gobierno, política e identidad nacional

La mejor forma de gobierno es en un estado o reino donde uno es el depositario del poder para presidir sobre todos, mientras que bajo él otros reciben poder para gobernar. Un gobierno de esta clase es compartido por todos, tanto porque todos son elegibles para gobernar, como porque los que gobiernan son elegidos por todos. Esta es la mejor forma de gobierno, al ser parcialmente reino, dado que uno es el que preside; parcialmente aristocracia, porque son muchos los que participan en el ejercicio del poder; y parcialmente democracia, porque el pueblo es el que gobierna, ya que los gobernantes pueden ser elegidos por el pueblo, y el pueblo tiene el derecho de elegir a sus gobernantes.

Si aquellos que se dedican a trabajar y laborar en la administración pública de la justicia lo hacen sólo como un negocio, con una sed de ganancia insaciable e inconsciente, sin estar persuadidos en el corazón de que la justicia es la obra de Dios mismo, y que ellos son sus agentes en este asunto, que la sentencia es el veredicto de Dios mismo, y que ellos son sus sacerdotes para entregarlo, las formalidades de la justicia sirven para ahogar el derecho, y lo que fue ordenado necesariamente para el bien común es hecho causa de miseria común por medio del abuso vergonzoso.

Los cristianos están en paz con todos los hombres, y por tanto se abstienen de llevar la armadura; porque debemos hacer con los demás lo que deseamos que hagan con nosotros mismos. Pero debido a que no todos tienen esta forma de pensar, sino que existen muchas personas rebeldes, ladrones malvados y opresores de los pobres que viven y habitan entre los hombres honestos y de buenas intenciones, el Dios del cielo ha puesto la espada en la mano del magistrado, para defender a los inofensivos en contra de los criminales rebeldes.