Riquezas
Top Bible Verses about Riquezas
Deuteronomio 8.17–18
Proverbios 10.22
Proverbios 22.16
Mateo 13.22
Lucas 12.13–21
1 Timoteo 6.17
Famous Christian Quotes About Riquezas, Abundancia, Afluencia, Lujos, Prosperidad
Usando y abusando de las bendiciones materiales
El marfil, el oro y las riquezas de todo tipo son en realidad bendiciones de la providencia divina, que no sólo son permitidas sino expresamente diseñadas para el uso de los hombres. En ningún lugar se nos prohíbe reír, saciarnos de comida, añadir nuevas posesiones a aquellas que ya han sido disfrutadas por nosotros o por nuestros antepasados, deleitarnos con una armonía musical o beber vino. Esta es la verdad; pero en medio de la abundancia de estas cosas, está muy lejos del uso legítimo de las bendiciones divinas el que nos sumerjamos en deleites sensuales, que embriaguemos la mente y el corazón con placeres presentes y que perpetuamente vayamos detrás de nuevos placeres.
La afición por lo fino nunca es satisfecha
El amor por los manjares y el amor por el vino, aunque son grandes vicios, no son de tal magnitud que superen a la afición por lo fino. “Una mesa llena y reiteradas copas” son suficientes para satisfacer la avidez. Pero para aquellos que gustan del oro, la púrpura, y las joyas, ni el oro que está por encima de la tierra y debajo de ella es suficiente, ni el mar de Tiro, ni la carga que viene de la India y Etiopía, ni aun el río Pactolo fluyendo con oro, ni siquiera si un hombre fuera convertido en un Midas puede llegar a estar satisfecho, sino que sería aún pobre, deseando otra riqueza. Estas personas están dispuestas a morir con su oro.
Que cada uno de nosotros esté sujeto a su prójimo
Que todo nuestro cuerpo esté a salvo en Cristo Jesús, y que cada uno de nosotros esté sujeto a su prójimo, según el don que él nos ha dado. Que el fuerte atienda a los débiles y que los débiles respeten a los fuertes. Que los ricos provean a los pobres y que los pobres den gracias a Dios que les ha dado alguien que provee para su necesidad. Que el sabio demuestre su sabiduría no con palabras, sino con buenas obras. No dejemos que el humilde dé testimonio de sí mismo, pero permitámosle que otro testifique acerca de él. No dejemos que los puros se jacten de sí mismos, sabiendo que es otro quien les provee su autocontrol.