Dios, Nuestro Refugio y Fortaleza

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Psalm 46 NBLA
Para el director del coro. Salmo de los hijos de Coré, compuesto para Alamot. Cántico. 1 Dios es nuestro refugio y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. 2 Por tanto, no temeremos aunque la tierra sufra cambios, Y aunque los montes se deslicen al fondo de los mares; 3 Aunque bramen y se agiten sus aguas, Aunque tiemblen los montes con creciente enojo. (Selah) 4 Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios, Las moradas santas del Altísimo. 5 Dios está en medio de ella, no será sacudida; Dios la ayudará al romper el alba. 6 Bramaron las naciones, se tambalearon los reinos; Dio Él Su voz, y la tierra se derritió. 7 El Señor de los ejércitos está con nosotros; Nuestro baluarte es el Dios de Jacob. (Selah) 8 Vengan, contemplen las obras del Señor, Que ha hecho asolamientos en la tierra; 9 Que hace cesar las guerras hasta los confines de la tierra; Quiebra el arco, parte la lanza, Y quema los carros en el fuego. 10 Estén quietos, y sepan que Yo soy Dios; Exaltado seré entre las naciones, exaltado seré en la tierra. 11 El Señor de los ejércitos está con nosotros; Nuestro baluarte es el Dios de Jacob. (Selah)

Introducción

Si alguien te preguntara hoy, ¿es posible cantar en medio de la tribulación?
¿Qué responderías?
¡Claro que sí, es posible!
Y diríamos que esa es precisamente una de las cosas que nos caracteriza como iglesia.
Somos un pueblo que aún en medio de las situaciones más difíciles somos capaces de levantar nuestra voz y elevar una alabanza al Dios del Cielo.
¿Alguien lo cree?
¿Alguien lo ha experimentado alguna vez en su vida?
¿Alguien lo ha experimentado esta semana?

Una alabanza en medio de la tribulación

Eso es precisamente lo que son la mayoría de los Salmos. Expresiones de alabanza a Dios de un pueblo en medio de circunstancias adversas.
Eso es precisamente lo que es el Salmo 46.
Este cántico de tres estrofas es considerado parte del grupo de los llamados Cánticos de Sión.
Y fue este salmo el que inspiró al reformador Martín Lutero a escribir ese maravilloso himno Castillo Fuerte es Nuestro Dios.
Si el Salmo 46 contestara una pregunta sería esta:
¿En quién está puesta la confianza de los hijos de Dios especialmente cuando se enfrentan a problemas monumentales?
¿Especialmente cuando estos problemas llegan de repente y de forma inesperada?
Este salmo se mueve de colapsos cósmicos en los versos del 1 al 3, a caos político en los versos del 4 al 7, a la intervención divina en los versos del 8 al 11.
Una de las cosas más gloriosas de este salmo, como de muchos otros, es que comienza y termina con una afirmación gloriosa acerca de quién es Dios para nosotros; para su pueblo; para sus hijos.
Psalm 46:1 NBLA
1 Dios es nuestro refugio y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
Psalm 46:11 NBLA
11 El Señor de los ejércitos está con nosotros; Nuestro baluarte es el Dios de Jacob. (Selah)
Estas son expresiones que han sido el fundamento de la fe del pueblo de Dios a través de todas las generaciones. Son expresiones que han sido un ancla para todo aquel que se siente que está a la deriva y un puerto seguro para todo aquel que está en medio de una tempestad.

Un cántico colectivo

Una de las cosas que caracterizan estos Cánticos de Sión es que no son cánticos individuales sino colectivos. Y esto es fundamental que lo entendamos.
Dios es NUESTRO refugió y fortaleza…NUESTRO pronto auxilio en las tribulaciones.
Esto no significa que usted no pueda declarar este salmo de manera individual. Pero cobra un significa mucho más profundo y especial cuando lo declaramos de manera colectiva.
El martes en la reunión de oración leímos este Salmo. Primero lo leímos y lo oramos de manera individual y eso fue muy especial. Pero cuando nos volvimos a unir y lo leímos en grupo y comenzamos a analizarlo en grupo y a orarlo en grupo, ahí fue otra cosa.
¿Qué es lo que implica esto? Que no estamos solos. Que somos parte y miembros de un solo cuerpo. Que somos parte de un pueblo; del pueblo de Dios. No solo del pueblo universal de Dios, sino también de un pueblo local de Dios.

Refugio y fortaleza

En el verso 1 el salmista compara a Dios con tres cosas: con un lugar, con capacidades y con recursos:
Lugar - Refugio
Capacidad - Fortaleza
Recursos - Auxilio
Esto a su vez implica, en primer lugar, que nuestro refugio en tiempos de dificultad no es un lugar sino una persona.
En segundo lugar, que la capacidad y la fortaleza que necesitamos para enfrentar las circunstancias difíciles no vienen de nosotros ni de nada de lo creado, sino de una persona.
Y en tercer lugar que los recursos y el apoyo que necesitamos para enfrentar las tribulaciones no vienen de este mundo, sino de una persona.
Y esa persona es nuestro Dios.
Por lo tanto, no importa en dónde estemos, ni por las circunstancias que estemos atravesando, allí mismo podemos acudir a nuestro refugio con la confianza de que nuestro refugio siempre estará abierto y preparado para recibirnos.
Cuando nos sentimos que ya no podemos más, que no tenemos más ánimo, que se nos han agotado las fuerzas físicas, emocionales y espirituales, podemos acudir al Dios Todopoderoso y recibir de Él nuevas fuerzas.
Y enfrentamos nuestras circunstancias sabiendo que nuestro Dios tiene todo los recursos que necesitamos.
La pregunta clave es si creemos esto. Y no solamente si lo creemos, sino que si a la hora de la verdad acudimos a Él.
¿A donde primero acudimos es a nuestro Señor cuando necesitamos refugio? ¿O nos refugiamos en otras cosas o en otras personas que al fin y al cabo no pueden darnos la protección y el cuidad que nuestras almas necesitan?
¿A donde primero acudimos es a nuestro Señor cuando necesitamos fuerzas? ¿Cuando necesitamos ser animados y fortalecidos? ¿Cuando nos damos cuenta que nuestras propias fuerzas y capacidades no son suficiente para enfrentar los momentos difíciles?
¿A donde primero acudimos es a nuestro Señor cuando nos damos cuenta que nuestros recursos se han agotado? ¿Cuando nos damos cuenta que nuestra sabiduría no es suficiente, que ser sabios en nuestra propia opinión no nos funciona y que estamos en bancarota física, emocional y espiritual?
¿A donde primero nos acercamos es a nuestro Señor sabiendo que sus recursos son ilimitados y que Él está presto y dispuesto a ayudarnos?
¿A donde primero nos acercamos es a nuestro Dios sabiendo que Él no es como FEMA? ¿Que Él es nuestro PRONTO auxilio?

No estamos exentos de las tribulaciones

Si algo nos deja ver muy claro este Salmo es que no estamos exentos de las tribulaciones. La pregunta no es si vamos a pasar por tribulaciones. La pregunta es cuándo vamos a pasar por tribulaciones.
¿Y por qué? Porque este no es nuestro hogar. Porque vivimos en un mundo caído, profundamente dañado hasta el tuétano, lleno de pecado, de maldad, de corrupción e injusticia.
Porque la creación también recibió la maldición a causa del pecado del ser humano y gime como mujer con dolores de parto esperando su restauración en el día final.
Porque también los individuos y los gobiernos tomamos malas desiciones. Por un lado maltratando el ambiente y por otro lado estableciéndonos en lugares que tarde o temprano serán reclamados por los lagos, los ríos y el mar.

No temeremos

Pero a pesar de todo esto, el salmista dice en el verso 2, que no temeremos.
De nuevo aquí vemos el elemento colectivo. No dice, no temeré. Dice, no temeremos.
Imagine lo que pasa cuando una congregación declara a una sola voz: ¡No temeremos!
No es lo mismo que un soldado declare de manera solitaria, no temeré, a que ese soldado se una a su batallón y todos declaren, ¡No temeremos!
No temeremos aunque nos enfrentemos a las situaciones más terribles del mundo.
No temeremos aunque un terremoto sacuda nuestra tierra y se derrumben los montes, y se caigan los puentes, y se destruyan las casas, y se desboronen las estructuras.
Yo no sé si usted está de acuerdo conmigo pero de todo lo que hemos vivido como país, lo más aterrador ha sido el terremoto.
Pero no importa lo aterrador que sea la situación, aquellos que declaran este salmo, porque lo creen y lo viven, no temerán.
Mientras el verso dos nos habla de la destrucción que provocan los terremotos, el verso tres nos habla de la que provocan las aguas, los huracanes, las inundaciones.
Entonces, ¿cómo es posible vivir sin temor al enfrentarnos a las situaciones más terribles de la vida?
Reconociendo a Dios, y solo a Él, como nuestro verdadero refugio, nuestra verdadera fortaleza y nuestro verdadero pronto auxilio.

La ciudad de Dios

No temeremos, no solo porque sabemos que el Señor es nuestro refugio, nuestra fortaleza y nuestro pronto auxilio aquí y ahora, sino porque el verso 4 y 5 nos recuerda que un día Él restaurará todas las cosas. Que un día Él hará todas las cosas nuevas. Que un día su creación será renovada y libertada de la maldición que cayó sobre ella.
Que un día los gobiernos, los imperios y los sistemas de este mundo que ahora viven en tumulto, en caos y en confusión, serán reemplazados por nada más y nada menos que la ciudad de Dios.
Y esta será la ciudad de Dios porque Él mismo habitará en medio de ella y gobernará desde allí a su pueblo santo por siempre y para siempre.
Y como Él habitará en medio de ella, esta jamás será sacudida.
Esta es precisamente la promesa que encontramos en Apocalipsis:
Revelation 3:12 NBLA
12 ’Al vencedor le haré una columna en el templo de Mi Dios, y nunca más saldrá de allí. Escribiré sobre él el nombre de Mi Dios y el nombre de la ciudad de Mi Dios, la nueva Jerusalén, que desciende del cielo de Mi Dios, y Mi nombre nuevo.
Por eso cuando vemos destrucción, desesperanza y caos a nuestro alrededor, nosotros no tememos porque sabemos que todo esto es una evidencia de este no es nuestro hogar. Que nuestro Señor Jesús fue a preparar moradas para nosotros, para que un día podamos estar donde Él está; en la ciudad de Dios.
Esta ciudad se caracteriza no solo porque Dios habita en medio de ella sino también porque tiene un rio que la atraviesa. Pero no es un rio que se desborda para destrucción sino para la edificación y la bendición del pueblo de Dios.
Juan tuvo una visión de este rio y de esta ciudad en Apocalipsis:
Revelation 22:1–5 NBLA
1 Después el ángel me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, 2 en medio de la calle de la ciudad. Y a cada lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce clases de fruto, dando su fruto cada mes; y las hojas del árbol eran para sanidad de las naciones. 3 Ya no habrá más maldición. El trono de Dios y del Cordero estará allí, y Sus siervos le servirán. 4 Ellos verán Su rostro y Su nombre estará en sus frentes. 5 Y ya no habrá más noche, y no tendrán necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios los iluminará, y reinarán por los siglos de los siglos.

La ciudad de Dios y su rio hoy

Ciertamente la visión de este futuro glorioso nos trae esperanza hoy. Pero también hay una visión del presente que también nos llena de esperanza.
No solo el hecho de que reconozcamos al Señor como nuestro refugio, nuestra fortaleza y nuestro pronto auxilio hoy. O sea, que está disponible para nosotros en cualquier momento.
Psalm 46:7 NBLA
7 El Señor de los ejércitos está con nosotros; Nuestro baluarte es el Dios de Jacob. (Selah)
Él no solamente está disponible para nosotros, sino que Él está entre nosotros. No tenemos que esperar al futuro, a que finalmente se establezca la ciudad de Dios, sino que hoy, aquí y ahora Él está entre nosotros. Y que nosotros, su iglesia, somos la ciudad de Dios aquí en la tierra, hoy.
Y también hoy disfrutamos del rio de la ciudad de Dios.
En una ocasión Jesús dijo:
Juan 7:37–39 (NBLA)
37 ...«Si alguien tiene sed, que venga a Mí y beba.
38 »El que cree en Mí, como ha dicho la Escritura: “De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva”».
39 Pero Él decía esto del Espíritu, que los que habían creído en Él habían de recibir; porque el Espíritu no había sido dado todavía, pues Jesús aún no había sido glorificado.
A través de la obra redentora de Jesucristo, nosotros hemos recibido un rio, no solamente al cual podemos acudir, sino que brota de nuestras propias entrañas.
Ese rio es la persona del Espíritu Santo de Dios que habita permanente en nosotros y que es una fuente inagotable. Ese rio sacia constantemente nuestra sed, nos nutre y es quien nos ayuda a vivir confiados y sin temor.
El Espíritu no es un oasis al cual tenemos que ir a buscar agua. Él es una fuente que ya está dentro de nosotros.

Estén quietos y sepan

Entonces finalmente llegamos al versículo 10 y nos encontramos con una expresión que es totalmente contracultura. Que es totalmente contraria al espíritu de este mundo.
Psalm 46:10 NBLA
10 Estén quietos, y sepan que Yo soy Dios; Exaltado seré entre las naciones, exaltado seré en la tierra.
¿Pero cómo es posible estarse quieto cuando hay tanto caos y tanta confusión a nuestro alrededor?
¿Cómo es posible estarse quieto cuando tenemos un ejercito acampando a nuestro alrededor?
¿Cómo es posible estarse quieto cuando anuncian un huracán?
¿Cómo es posible estarse quieto cuando vivimos en un país donde reina la incertidumbre?
Simplemente porque en el Universo solo existe un Dios y no soy yo.
El salmista utilizando este mismo vocabulario cuando dice en el Salmo 100:3
Psalm 100:3 NBLA
3 Sepan que Él, el Señor, es Dios; Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo Suyo somos y ovejas de Su prado.
Nos quedamos quietos porque simplemente reconocemos que nosotros no somos Dios.
Nos quedamos quietos porque simplemente reconocemos que Él es soberano.
Nos quedamos quietos porque simplemente reconocemos que Él sigue sentado en su trono.
Nos quedamos quietos porque simplemente reconocemos que el mundo está en sus manos.
Nos quedamos quietos porque simplemente reconocemos que nada de lo que ocurre a nuestro alrededor le toma por sorpresa.
Nos quedamos quietos porque simplemente reconocemos que Él ordena todas las cosas.
Él le dice al huracán, fórmate y le traza la ruta. Y también le dice, ya es suficiente, detente. Él le dice al rio, salte de tu cause y también le dice, ya es suficiente, regresa a tu cause. Le dice al mar, métete tierra adentro y también le dice, ya es suficiente, retírate. Él le dice a los vientos, soplen y también le dice ya es suficiente, cálmense. Él le dice a la tierra, tiembla y también le dice ya es suficiente, detente.
Nos quedamos quietos porque simplemente reconocemos que el Señor de los ejércitos celestiales está con nosotros.
Nos quedamos quietos porque simplemente reconocemos que el Señor es nuestro refugio, nuestra fortaleza y nuestro pronto auxilio en medio de las tribulaciones.
Y estarse quieto no es otra cosa que descansar.
Pero estar quietos no es parálisis. Seguimos haciendo lo que nos toca.
Estar quieto es dejar de creernos las mentiras del enemigo.
Estar quietos es dejar

Himno: Castillo Fuerte Es Nuestro Dios

Castillo fuerte es nuestro Dios Defensa y buen escudo Con su poder nos librará En este trance agudo
Con furia y con afán Satán, acosará Por armas deja ver Su astucia y gran poder Cuál él no hay en la tierra
Nuestro valor es nada aquí Con él todo es perdido Mas por nosotros luchará De Dios, el escogido
Es nuestro Rey Jesús Él que venció en la cruz Señor y Salvador Y siendo Él solo Dios Él triunfa en la batalla
Aunque estén demonios mil Prontos a devorarnos No temeremos, porque Dios Sabrá cómo ampararnos
Y muestra su vigor Satán, y su furor Dañarnos no podrá Pues condenado está Por la Palabra Santa
Esa palabra del Señor Que el mundo no apetece Por el Espíritu de Dios Muy firme permanece
Nos pueden despojar De bienes y hogar El cuerpo destruir Mas siempre ha de existir De Dios el Reino Eterno
Castillo fuerte es nuestro Dios Castillo fuerte es nuestro Dios
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