El poder de una pequeña obediencia

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Dios quiere usar nuestra simple y sencilla obediencia

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Recuerda alguna vez en que Dios te haya hablado.
¿Cómo? ¿Dios te habló? ¿Quieres decir que el Todopoderoso, el Creador del universo, el Dueño de todo lo que existe, se ha dignado a hablarte?
Si nos ponemos a pensarlo seriamente, es algo que realmente nos tiene que sorprender y maravillar. Nos hemos quedado sin aliento cuando la persona que más nos gusta nos ha dirigido la palabra. Si alguna persona realmente famosa se comunicara con nosotros, lo recordaríamos por mucho tiempo. Todavía recuerdo cuando Dios me permitió estrechar la mano de un presidente y algunos senadores de una república sudamericana, tomarme una fotografía con un jugador de fútbol bien conocido (aunque del equipo contrario a mi favorito, Lolo Estoyanoff) o recibir una respuesta a un saludo de cumpleaños de parte de una famosa presentadora de TV. Sin embargo, todos esos privilegios quedan opacados hasta desaparecer al compararse con la experiencia de que Dios nos hable personal y directamente.
Y eso es justamente lo que Él hace.
¿Vino a ti la Palabra de Jehová?
A veces los cristianos no valoramos el privilegio y la responsabilidad que asumimos al considerar la Palabra de Dios tal como lo hacemos. En este mismo momento, meditando en la Biblia, la Palabra de Jehová está viniendo sobre nosotros. Llenémonos de temor y santo respeto ante esto. No es una experiencia cualquiera.
Jonás 3:1–3 RVR60
1 Vino palabra de Jehová por segunda vez a Jonás, diciendo: 2 Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y proclama en ella el mensaje que yo te diré. 3 Y se levantó Jonás, y fue a Nínive conforme a la palabra de Jehová. Y era Nínive ciudad grande en extremo, de tres días de camino.
Jonás 3:1–3 NVI
1 La palabra del Señor vino por segunda vez a Jonás: 2 «Anda, ve a la gran ciudad de Nínive y proclámale el mensaje que te voy a dar.» 3 Jonás se fue hacia Nínive, conforme al mandato del Señor. Ahora bien, Nínive era una ciudad grande y de mucha importancia.
Jonás 3:1–3 NTV
1 El Señor habló por segunda vez a Jonás: 2 «Levántate y ve a la gran ciudad de Nínive y entrega el mensaje que te he dado». 3 Esta vez Jonás obedeció el mandato del Señor y fue a Nínive, una ciudad tan grande que tomaba tres días recorrerla toda.
Jonás 3:1–3 NBLA
1 La palabra del Señor vino por segunda vez a Jonás: 2 «Levántate, ve a Nínive, la gran ciudad, y proclama en ella el mensaje que Yo te diré» 3 Y Jonás se levantó y fue a Nínive conforme a la palabra del Señor. Nínive era una ciudad muy grande, de un recorrido de tres días.

I. Obedecer o no obedecer

El personaje bíblico que hemos estado estudiando fue una de estas personas que tuvo la experiencia de escuchar la voz de Dios. Por su propia experiencia había aprendido a distinguir claramente la voz de Dios, siendo que le hablaba con frecuencia, e incluso él transmitía a otros lo que Dios le decía. Veamos lo que nos dice aquí:
Vino palabra de Jehová por segunda vez a Jonás… (Jonás 3:1)
Esto es bien interesante. En realidad, esto no nos señala que aquella fuera la segunda vez en la vida que Jonás escuchaba la voz de Dios. Era un profeta, y muchas veces lo había escuchado a Dios, pero era la segunda vez que lo escuchaba en lo que se refiere a esta experiencia. Esto se compara con los primeros versículos del libro:
Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai… (Jonás 1:1)
La descripción del hecho es idéntica: Vino palabra de Jehová. Esta es una frase que se repite varias veces en la Biblia para referirse a ocasiones en las que Dios se comunicó con sus hijos. Una vez más, esta es una referencia a la experiencia que nosotros compartimos al recibir la Palabra de Dios. Dios está hablándonos, comunicándose con nosotros, tocando nuestros corazones y vidas, así como lo hizo con Jonás y tantos otros.
Ahora consideremos lo que Dios le dijo a Jonás en aquella ocasión en particular:
...diciendo: Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y proclama en ella el mensaje que yo te diré. (Jonás 3:1-2)
Cuando Dios habla, lo que dice queda claramente expresado y entendido, así como en aquella ocasión. Pero comparemos aquella Palabra de Jehová con la que había recibido antes:
...diciendo: Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí. (Jonás 1:1-2)
El mensaje que Jonás recibe es bien parecido al original. La orden directa es Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad... en las dos ocasiones, idénticas palabras. Jonás podía tener bien claro lo que debía de hacer en primer lugar, en las dos ocasiones. No había dudas en cuanto a dónde quería Dios que fuera.
¿Puede Dios dirigirnos de esta manera, indicándonos adónde ir? ¡Claro que puede! De hecho es posible que sientas a veces su impulso en tu corazón indicándote que vayas a un determinado lugar, te acerques a una persona o visites a un familiar o amigo en particular. Es como cuando Felipe fue llevado por el Espíritu al desierto y escuchó a Dios decir que se acercara al carro que venía pasando. Esto es algo que se ha repetido una y otra vez a lo largo de la historia.
En la revelación recibida por Jonás hay una sutil diferencia en cuanto al mensaje que tenía que comunicar. En la primera ocasión se le dijo:
...pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí. (Jonás 1:2)
Esto parece dejar una cierta libertad de expresión a Jonás en cuanto a las palabras que usar para comunicar el mensaje. Dios era testigo de la maldad que se generaba en aquella ciudad y entre aquella gente, y quería reprenderles. Sin embargo, en la segunda ocasión hay una diferencia en cuanto a lo que decir:
...proclama en ella el mensaje que yo te diré. (Jonás 3:2)
Ya no era simplemente pregona contra ella sino que ahora Dios le anuncia a Jonás que le comunicaría qué mensaje transmitirle a los ninivitas. Cuando Dios nos habla, lo hace con claridad y no deja dudas en cuanto a su intención. Yo te diré, dice Dios a veces, como cuando lo llamó a Abram a viajar a la tierra que te mostraré. Dios tiene más revelación para nosotros, más dirección personal, más para hablar a nuestros corazones. Nunca asumas que ya escuchaste todo lo que Dios tiene para decirte, porque te quiere seguir hablando. Jonás podía estar seguro de que tendría un mensaje que transmitirle a los habitantes de Nínive.
Cuando Jonás recibió el mensaje, en ambas ocasiones reaccionó de inmediato:
Y Jonás se levantó… (Jonás 1:3)
Y se levantó Jonás… (Jonás 3:3)
Sí, aquel siervo de Dios supo que el Padre le había hablado y reaccionó de inmediato. Sin embargo, su reaccion fue diferente en las dos ocasiones:
...se levantó para huir de la presencia de Jehová... (Jonás 1:3)
...se levantó Jonás, y fue a Nínive conforme a la palabra de Jehová. (Jonás 3:3)
Sí, su reacción fue opuesta. Como ya lo hemos estudiado antes, las direcciones de su viaje fueron opuestas en las dos ocasiones, en el primer caso hacia el occidente y en el segundo hacia el oriente.
Aquí tenemos una lección muy clara y poderosa. Dios habla, se revela, comunica su verdad y su voluntad, pero no opera en nosotros como si fuéramos robots incapaces de tomar decisiones propias. Los seres humanos no nos limitamos a obrar conforme a nuestros instintos. Se nos ha dotado con eso a lo que llamamos “libre albedrío”, la capacidad de tomar decisiones propias y personales. Creo que eso está muy relacionado con el hecho de que Dios nos creó a su imagen y semejanza. Dios nos creó con la capacidad de decidir qué hacer, y no vulnera esa capacidad que nos ha dado.
Es algo que cada uno de nosotros ya ha experimentado y puesto en práctica miles de veces en nuestra existencia: puede ser que nos quede muy claro lo que Dios nos está diciendo, cuál es su voluntad y su plan para nuestras vidas, pero siempre seremos nosotros los que decidamos lo que hacer. Dios no nos quitará esa capacidad, aunque el peso de nuestros errores y malas decisiones sea tremendamente duro. Dios no manejó a Jonás como un autómata, y no lo hará contigo. Siempre tendrás que decidir si quieres vivir conforme a su voluntad o no.

II. El poder de una pequeña obediencia

Somos seres tan limitados, ¿verdad? Sí, así somos. Hay algunas cosas que podemos hacer, pero muchas que no. A veces quisiéramos que las cosas fueran diferentes pero, ¡es tanto lo qu no podemos cambiar!
Sí, es cierto. Tenemos muchas limitaciones, pero a veces solo las utilizamos como pretexto para no lanzarnos a la aventura de la fe tomados de la mano de Jesús. Porque Dios quiere y puede hacer más de lo que nosotros nos imaginamos.
¿Qué es lo que Dios puede y quiere hacer utilizándote a ti como su instrumento? ¡Dios puede hacerlo todo! Desde que decidimos creer en Jesús y aceptar que sea nuestro Señor y Salvador vivimos a otro nivel, nos movemos a una frecuencia diferente, conforme a los planes y proyectos de Dios, ya no los nuestros. Ya no somos “simples mortales”; ahora somos hijos de Dios.
Jonás 3:4–9 RVR60
4 Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y predicaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida. 5 Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos. 6 Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, se despojó de su vestido, y se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza. 7 E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua; 8 sino cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos. 9 ¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, y se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos?
Jonás 3:4–9 NVI
4 Jonás se fue internando en la ciudad, y la recorrió todo un día, mientras proclamaba: «¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!» 5 Y los ninivitas le creyeron a Dios, proclamaron ayuno y, desde el mayor hasta el menor, se vistieron de luto en señal de arrepentimiento. 6 Cuando el rey de Nínive se enteró del mensaje, se levantó de su trono, se quitó su manto real, hizo duelo y se cubrió de ceniza. 7 Luego mandó que se pregonara en Nínive: «Por decreto del rey y de su corte: »Ninguna persona o animal, ni ganado lanar o vacuno, probará alimento alguno, ni tampoco pastará ni beberá agua. 8 Al contrario, el rey ordena que toda persona, junto con sus animales, haga duelo y clame a Dios con todas sus fuerzas. Ordena así mismo que cada uno se convierta de su mal camino y de sus hechos violentos. 9 ¡Quién sabe! Tal vez Dios cambie de parecer, y aplaque el ardor de su ira, y no perezcamos.»
Jonás 3:4–9 NTV
4 El día que Jonás entró en la ciudad, proclamó a la multitud: «Dentro de cuarenta días Nínive será destruida». 5 Entonces la gente de Nínive creyó el mensaje de Dios y desde el más importante hasta el menos importante declararon ayuno y se vistieron de tela áspera en señal de remordimiento. 6 Cuando el rey de Nínive oyó lo que Jonás decía, bajó de su trono y se quitó sus vestiduras reales. Se vistió de tela áspera y se sentó sobre un montón de cenizas. 7 Entonces el rey y sus nobles enviaron el siguiente decreto por toda la ciudad: «Nadie puede comer ni beber nada, ni siquiera los animales de las manadas o de los rebaños. 8 Tanto el pueblo como los animales tienen que vestirse de luto y toda persona debe orar intensamente a Dios, apartarse de sus malos caminos y abandonar toda su violencia. 9 ¡Quién sabe!, puede ser que todavía Dios cambie de parecer, contenga su ira feroz y no nos destruya».
Jonás 3:4–9 NBLA
4 Entonces Jonás comenzó a recorrer la ciudad camino de un día, y proclamaba: «Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada» 5 Entonces los habitantes de Nínive creyeron en Dios, y proclamaron ayuno y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos. 6 Cuando llegó la noticia al rey de Nínive, se levantó de su trono, se despojó de su manto, se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza. 7 Y mandó proclamar y anunciar en Nínive, por decreto del rey y de sus grandes: «Ni hombre ni animal, ni buey ni oveja prueben cosa alguna. No dejen que pasten o beban agua. 8 »Cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios con fuerza, y vuélvase cada uno de su mal camino y de la violencia que hay en sus manos. 9 »¡Quién sabe! Quizá Dios se vuelva, se arrepienta y aparte el ardor de Su ira, y no perezcamos»

1. Nuestros pocos recursos en las manos de Dios

Dios puede tomar lo poco que somos y lo poco que hacemos para realizar maravillas, milagros portentosos, obras que superan nuestros sueños más audaces.
Solamente hace falta un gesto de obediencia, que demos los pasos que Dios nos está indicando que demos. ¿Estás listo?
Jonás tenía un problema con los asirios, la gente de Nínive. Sabía que eran gente injusta y violenta a la que no le importaban los demás. No les importaba matar, destruir, avergonzar y humillar a todos a su paso, habían herido profundamente la vida y el corazón de muchos, incluyéndolo a Jonás. Por eso, cuando Dios originalmente lo había enviado a predicarles quiso ir en sentido contrario, dispuesto a perderlo todo con tal de no llevarles un toque de Dios. Pero ahora, aquí está, llegando a Nínive para hacer la voluntad de Dios.
Esa es la clave: hacer la voluntad de Dios. Observa cómo cambia la situación entre el capítulo 1 y el capítulo 3 de este libro, simplemente porque nuestro personaje se dispuso a hacer lo que Dios requería de él. La situación y los resultados son opuestos.
Pero consideremos la actitud de Jonás al servir a Dios en Nínive. Aquella era una ciudad grande en extremo, de tres días de camino. Allí llega Jonás y empieza a cumplir con el plan de Dios. El Padre le había dicho que fuera y proclama en ella el mnsaje que yo te diré.
¿Sabes qué pasó? Jonás se dispuso a hacer el mínimo necesario de lo que Dios le pedía. Podía haber hecho un poco más, pero hizo lo mínimo; y lo mínimo alcanzó.
Jonás recibió de Dios el mensaje que tenía que transmitir, y se dedicó a predicarlo, ni una palabra más. De acuerdo a los originales, su mensaje constó de cuatro palabras:
CUARENTA DÍAS NÍNIVE DESTRUIDA.
Su mensaje podría haber sido un poco más completo, más elocuente, tal como los profetas solían presentar la Palabra de Dios. Podría haber dicho algo así como: “Escuchen habitantes de Nínive y todos los alrededores: el Dios Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra me ha enviado a comunicarles una poderosa verdad que harán bien si la reciben con humildad y fidelidad...”. No. Jonás no hizo nada de eso. No se presentó, no explicó, no ofreció un análisis ni se dispuso a aconsejar a nadie. Solamente presentó el mensaje, lo más básico que fuera posible.
El relato nos dice que llevaba tres días atravesar la ciudad. Jonás empezó a recorrer la ciudad presentando su mensaje, repitiendo su mensaje, por un día. Es decir, no terminó de recorrer la mitad de la ciudad y el impacto del mensaje ya había revolucionado a la comunidad. Considera que el mensaje no explicaba por qué venía la destrucción. Sin embargo ellos
...creyeron a Dios...
…proclamaron ayuno… (se dispusieron a buscar a Dios)
...se vistieron de cilicio… (expresaron públicamente su quebrantamiento)
No fueron unos pocos los que reaccionaron así, sino TODOS, dsde el mayor hasta el menor de ellos. Cuando la noticia llegó al rey, toda la ciudad ya estaba aplicando lo que él decretaría. Toda la ciudad estaba de duelo, esperando su inminente destrucción.
Lo que hizo el rey fue complementar el mensaje añadiendo una nota de esperanza.
Proclamó un ayuno estricto.
Ordenó el luto.
Decretó que clamaran a Dios.
Ordenó que se convirtieran (cada uno) de sus malos caminos.
La esperanza es la que expresa en el versículo 9, algo que Jonás no quería decirles y que probablemente no quería que ocurriera.
¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, y se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos? (Jonás 3:9)
Si quedaba alguna esperanza para aquellos hombres y mujeres que vivían en aquella ciudad, la respuesta estaba en el arrepentimiento. No necesitaron que les dijeran que estaban procediendo mal. Sus propias conciencias y el Espíritu Santo de Dios les cnvencieron de pecado. Supieron que la ira de Dios estaba sobre ellos, y que necesitaban volverse a Dios arrepentidos.
Cuando los oyentes recibieron el mensaje que se predicó el día de Pentcostés luego de la resurrección de Jesús, algunos de ellos reaccionaron así:
37Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? 38Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. (Hechos 2:37-38)
Sí, el arrepentimiento era el camino, la forma de presentarte ante Dios para restablecer la relación con Él. El rey de Nínive predicó lo mismo, pero la gente ya lo sabía, y lo estaban poniendo en práctica espontáneamente, convencidos por el Espíritu Santo ante el breve mensaje predicado por Jonás.
¿Te das cuenta de lo que sucedió? Un breve mensaje, en cierto sentido incompleto, comunicado por un solo hombre (y a desgana) produjo una revolucionaria transformación en miles de vidas.
Dios opera así muchas veces, utilizando lo poco, lo pequeñísimo que somos y tenemos los humanos, para hacer obras de dimensiones épicas, conforme a su poder y no el nuestro.
Dios utiliza lo pequeño para hacer grandes cosas.
1Entonces Moisés respondió diciendo: He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: No te ha aparecido Jehová. 2Y Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara. 3El le dijo: Echala en tierra. Y él la echó en tierra, y se hizo una culebra; y Moisés huía de ella. 4Entonces dijo Jehová a Moisés: Extiende tu mano, y tómala por la cola. Y él extendió su mano, y la tomó, y se volvió vara en su mano. 5Por esto creerán que se te ha aparecido Jehová, el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob. (Éxodo 4:1-5)
Que alguien me explique: ¿qué es una rama, una vara de pastor de ovejas, comparada con la tarea de liberar a un pueblo entero de la esclavitud de la nación más poderosa del planeta? Sí, puedes decirlo: ¡No es nada! ¡No sirve! ¡No alcanza! Pero Dios la utilizó poderosamente para hacer su obra. Y la clave es esa, que fue la obra de Dios y no la de los hombres.
Y allí está la pregunta: ¿Qué es esto que tienes en tu mano?. Moisés respondió con lo que él tenía en su mano pero, ¿qué tienes tú? ¿Qué tienes a tu alcance para que Dios utilice? Eso poco que tienes, tus pocos recursos, tus pocas habilidades, hasta tus pocas ganas (como Jonás), Dios los puede usar para hacer maravillas.
¿Recuerdas al joven que llevó su almuerzo de cinco panes y dos peces a la predicación de Jesús? ¡Dios lo usó para alimentar a todos! ¡Así también Dios te quiere utilizar a ti!

2. El mensaje transmitido

Pero hay otro paralelismo entre la obra que Dios hizo por medio de Jonás y nosotros. Jonás fue enviado a un público hostil y soberbio a comunicar el mensaje de que todo podía terminar bien pronto y muy mal para todos ellos, y estaba implícito el camino de regreso a Dios por medio del arrepentimiento. Permíteme recordarte que Dios nos envió a nosotros a hacer lo mismo.
18Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. 19Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. (Mateo 28:18-20)
Los “motivos” que podemos tener nosotros para no hablarle a la gente de Jesús se parecen a los que tenía Jonás para no ir a Nínive. Dios sigue queriendo levantar un ejército de hacedores de discípulos de Jesús. ¿Estás dispuesto a escuchar su voz y responder a su llamado? ¿O, tú también, estás huyendo de la obra que Dios quiere hacer usándote (Jonás)?
¿Qué fue Jonás para los habitantes de Nínive? ¡Fue SAL! ¡Fue LUZ! ¿Hace falta que te recuerde lo que Jesús quiere que seamos nosotros?
A veces, unas pocas palabras dichas en el nombre de Jesús, conforme a su voluntad y a su plan, pueden llegar a producir resultados poderosos e inesperados conforme al plan de Dios.
¿Que la gente no quiere escuchar lo que nosotros tenemos para decir? Es cierto, cada vez menos. Pero la verdad es que nosotros ni nos imaginamos lo que Dios puede hacer con lo poco que nosotros hagamos. Puede suceder que unas pocas palabras nuestras sin mucha explicación, como las de Jonás, puedan despertar toda la revelación que Dios está ya haciendo llegar al corazón de la gente. Por algo Él los está poniendo en tu camino, a tu alcance.
Además, LA INMINENCIA DE LA DESTRUCCIÓN QUE PREDICABA JONÁS SE PARECE A LA INMINENCIA DE LA VENIDA DE JESÚS PARA NOSOTROS AHORA. Jonás predicaba que la ciudad sería destruida en cuarenta días. Tenían poco tiempo para reaccionar, cambiar y volverse a Dios. Lo mismo sucede con esta generación. Cristo pronto regresa, y cuando eso pase ya no habrá más oportunidades. El tiempo es ahora.
¿Qué vas a hacer? Dios te está llamando y te quiere usar. Él puede hacer mucho más de lo que te imaginas, no para que te llenes de orgullo sino para que su gracia alcance a más personas. ¡Disponte a servirle de una vez!

Conclusión:

Jonás 3:10 RVR60
10 Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo.
Jonás 3:10 NVI
10 Al ver Dios lo que hicieron, es decir, que se habían convertido de su mal camino, cambió de parecer y no llevó a cabo la destrucción que les había anunciado.
Jonás 3:10 NTV
10 Cuando Dios vio lo que habían hecho y cómo habían abandonado sus malos caminos, cambió de parecer y no llevó a cabo la destrucción que les había amenazado.
Jonás 3:10 NBLA
10 Cuando Dios vio sus acciones, que se habían apartado de su mal camino, entonces Dios se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo.
Dios está mirando. Dios conoce todo lo que está sucediendo, aun en los lugares más remotos y escondidos.
Dios puede ver claramente cuando alguien se arrepiente y se vuelve a Él.
Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento. (Lucas 15:7)
No hay labor más grande ni urgente.
Si hay un pecador que se arrepiente y se vuelve de su mal camino, Dios lo ve y está listo para perdonar. Es su plan.
¿A cuántos salvaremos nosotros de la destrucción simplemente haciendo lo que Dios nos tiene para hacer en esta vida? Quiera Dios salvar a muchos, a esos que está poniendo ahora en nuestro camino.
Deja que Dios te use. Sé su instrumento.
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