El Hijo de Dios debe aceptar ayuda
Lectura bíblica: Deuteronomio 1:9-17
Nombramiento de ayudantes para Moisés
¶9 Y en aquel tiempo os hablé, diciendo: «Yo solo no puedo llevar la carga de todos vosotros.
10 »El SEÑOR vuestro Dios os ha multiplicado y he aquí que hoy sois como las estrellas del cielo en multitud.
11 »QQue el SEÑOR, el Dios de vuestros padres, os multiplique mil veces más de lo que sois y os bendiga, tal como os ha prometidoa.
12 »¿Cómo puedo yo solo llevar el peso y la carga de vosotros y vuestros litigios?
13 »Escoged de entre vuestras tribus hombres sabios, entendidos y expertos, y yo los nombraré como vuestros jefes».
14 Y vosotros me respondisteis, y dijisteis: «Bueno es que se haga lo que has dicho».
15 Entonces tomé a los principales de vuestras tribus, hombres sabios y expertos, y los nombré como dirigentes vuestros, jefes de mil, de cien, de cincuenta, y de diez, y oficiales para vuestras tribus.
¶16 Y en aquella ocasión mandé a vuestros jueces, diciendo: «Oíd los pleitos entre vuestros hermanos, y juzgad justamente entre un hombre y su hermano o el forastero que está con él.
17 »No mostraréis parcialidad en el juicio; lo mismo oiréis al pequeño que al grande. No tendréis temor del hombre, porque el juicio es de Dios. Y el caso que sea muy difícil para vosotros, me lo traeréis a mí, y yo lo oiré».
18 En aquella misma ocasión os mandé todas las cosas que deberíais hacer.
9–18. yo os hablé entonces, diciendo: Yo no puedo llevaros solo—un poco antes de su llegada a Horeb. Moisés se dirige a la nueva generacién, como representativos de sus padres, a cuya vista y oído sucedieron todos aquellos eventos. Aquí se hace una referencia a la sugestión de Jethro (Exodo 18:18), y al tomar nota de la adopción práctica de un plan por el cual la administración de la justicia era encomendada a un número escogido de oficiales subordinados, Moisés, por una hermosa referencia a la bendición patriarcal, atribuía la necesidad de aquel cambio memorable en el gobierno, al inmenso crecimiento de la población. sois hoy vosotros como las estrellas del cielo en multitud—Esta no fué ni una hipérbole oriental ni una vana jactancia, porque se le dijo a Abraham (Génesis 15:5, 6) que mirara las estrellas, y aunque parecen innumerables, sin embargo las que son vistas por el ojo humano, no llegan en realidad a más de 3,010 en ambos hemisferios; de modo que los israelitas ya sobrepasaban por mucho aquel número, contándose en el último censo más de 600.000. Fué un recuerdo oportuno, capaz de animar su fe en el cumplimiento de otras partes de la promesa divina. (Los 600.000 contados en el censo eran sólo los varones aptos para el servicio militar. El número total de israelitas tal vez era superior a dos millones de almas. Nota del Trad.).
14. Jehová se enojó contra Moisés—El Ser Divino no está sujeto a arrebatos de pasión como los seres humanos; pero su disgusto se manifestó en la transferencia del honor del sacerdocio, que de otra modo habría sido conferido sobre Moisés, a Aarón, quien desde ahora estaba destinado a ser cabeza de la casa de Leví (1 Crónicas 23:13). Maravillosas habían sido la condescendencia y paciencia de Dios en su trato con Moisés: y ahora todos sus escrúpulos desaparecieron por la noticia inesperada pero grata, de que su hermano Aarón había de ser su colega. Dios sabía desde el principio qué podría hacer Moisés, pero reserva este motivo hasta el final como el más fuerte para despertar su corazón adormecido, y Moisés ahora plena y cordialmente obedeció el llamamiento. Si quedamos sorprendidos por su tardanza a pesar de todas las señales y promesas que le fueron dadas, tenemos que admirar su sinceridad y franqueza al expresarlas.
10–12. Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado … sustentaban sus manos—con la vara obradora de maravillas; él actuaba como portaestandarte de Israel y también como su intercesor, orando por que la victoria coronara sus armas, siendo manifestado conspicuamente el ardor de sus sentimientos entre la debilidad de la naturaleza. 13. Josué deshizo a Amalec—La victoria al fin se decidió a favor de Israel, y la gloria de la victoria, por un acto de piedad nacional, fué atribuída a Dios (comp. 1 Juan 5:4).
8–39. CATALOGO DE SUS HOMBRES VALIENTES. 8. Estos son los nombres de los valientes que tuvo David. Este versículo debería traducirse así: “El que se sienta en la silla de Tacmonita (Jasobam hijo de Hachmoni, 1 Crónicas 11:11), el cual era jefa entre los capitanes; era el mismo Adino el eznita; él levantó su lanza contra ochocientos, a los cuales mató en una ocasión”. En vez de “ochocientos” debe leerse “trescientos” (1 Crónicas 11:11). Bajo Joab él era jefe o presidente del consejo de guerra. El grupo principal consistía en él y sus dos colegas Eleazar y Samma. Parece que Eleazar fué dejado solo para pelear contra los filisteos, y cuando él hubo logrado la victoria, el pueblo volvió para tomar el despojo. De igual manera Samma fué dejado solo en su gloria, cuando el Señor por medio de él obró una grande victoria. No es fácil saber si las hazañas relatadas después, fueron hechas por los primeros tres que son mencionados o por los segundos tres.
1. el Señor—título adecuado aquí, pues este nombramiento fué un acto realmente regio. [Bengel]. otros setenta—más bien, “otros (también en número) 70”; probablemente con alusión a los setenta ancianos de Israel sobre quienes descendió el Espíritu en el desierto. (Números 11:24, 25). Esta misión, diferente de la de los Doce, fué evidentemente temporal. Todos las instrucciones están de acuerdo con una misión breve y rápida de exploración, proyectada para proporcionar lo que de preparación general para los acontecimientos venideros, no bastaría para conseguir, por falta de tiempo, una visita posterior del Señor a las mismas “ciudades y lugares” (v. 1); mientras que las instrucciones dadas a los Doce, además de incluir todas las dadas a los Setenta, contemplan efectos mundiales y permanentes. Por lo tanto, después de su regreso de esta única gira misionera, nunca volvemos a oír de los “Setenta”. 2. La mies … es mucha, etc.—Véase la nota acerca de Mateo 9:37, 38.
PREDICAR, PREDICACIÓN. La predicación es la proclamación de la palabra de Dios a los hombres por los hombres por mandato de Dios. Es el medio ordenado para la transmisión de la palabra de Dios al mundo, y sirve también como un medio de gracia oficial para la edificación de la iglesia de Cristo.
En el período patriarcal e incluso después de Sinaí, los creyentes debían comunicar las promesas y mandamientos de Dios a sus hijos (Gn. 18:19; Dt. 11:19). En Israel, esta instrucción privada debía suplementarse por una lectura pública de la ley cada siete años durante la Fiesta de los Tabernáculos (Dt. 31:9–13). Durante los avivamientos en los reinados de Josafat y Josías, los levitas fueron de ciudad en ciudad en Judea leyendo la ley públicamente (2 Cr. 15:3; 17:7–9; 35:3). Esdras y los que le ayudaban interpretaron la ley a medida que leían públicamente después del retorno del cautiverio (Neh. 8:7, 8). En las sinagogas, la lectura pública de porciones de la ley y de los profetas era seguida por interpretaciones homiléticas.
Los profetas estuvieron en actividad en Israel desde el tiempo de Moisés hasta los días de los reyes, pero el profetismo se constituyó en el modo más extraordinario de revelación divina en los días de la apostasía de Israel. Los grandes profetas fueron los heraldos de Dios que declaraban (formas de nāḡad) juicio y esperanza futura de salvación, y predicaban contra las iniquidades (formas de qārāʾ) del pueblo y de sus líderes. La predicación de los profetas era, a menudo, dada por Dios inmediatamente y transmitida a medida que se recibía, en tanto que la predicación de los levitas se basaba sobre la palabra escrita, la Torah.
En el NT, la predicación de Juan el Bautista, Jesús, los apóstoles y otros se describe por medio de treinta términos diferentes. Los más importantes son kērussein, «anunciar», «proclamar» (usado sesenta y una veces, kērugma cerca de nueve veces); euangelidseszai, «publicar las buenas nuevas» (usado sobre cincuenta veces, euangelion sobre setenta veces); y didaskein, «enseñar» (usado cerca de noventa veces, los sustantivos didaskalia y didachē también se usan, especialmente en las epístolas pastorales). Todos estos verbos y sustantivos, siguiendo el modelo del uso extrabíblico o el equivalente del AT, llevan una fuerte nota de autoridad. El predicador ha recibido su mandato y mensaje de Dios y llega con la autoridad del que lo envía. Los términos del NT para la predicación no pueden separarse de la idea del apostolado y su fundación en el archiapostolado de Jesucristo (Jn. 20:21). Esto es especialmente verdadero de la palabra usada con más frecuencia en Juan, marturein, significando «testimoniar judicialmente como un testigo».
El mensaje primario (kērugma, euangelion) de los apóstoles consiste en una declaración de los hechos histórico-redentivos de la vida de Cristo, su muerte, resurrección, ascensión y segunda venida, junto con el llamado al arrepentimiento (véase) y la fe (véase). El kērugma es fundamental a la vida de la iglesia y a la enseñanza apostólica lo cual sirve para la edificación de la iglesia (didachē, enseñanza, paraklēsis, exhortación, y nouzesia, admonición, etc.). «Los contenidos del kērugma y la didachē en el Nuevo Testamento son los mismos, pero la modalidad es diferente … lo que en el comienzo del Nuevo Testamento se identifica con el ‘kērugma’ del reino no de los Cielos, en la última parte adopta una forma diferente, es decir, de enseñanza religiosa y doctrina» (Herman N. Ridderbos, When the Time Had Fully Come, Eerdmans, Grand Rapids, Michigan, 1957, pp. 94 y 95).
15. Antes siguiendo la verdad—o “manteniendo la verdad”; palabra contraria a “error�� o “engaño” (v. 14). en amor—La “verdad” nunca debe ser sacrificada al amor; sin embargo, debe ser mantenida, o practicada, en amor. La verdad en palabra y en obra; el amor en manera y en espíritu, son la regla del cristiano (comp. vv. 21, 24). crezcamos—del estado de “niños” al de “hombres adultos”. Hay crecimiento sólo en los espiritualmente vivos, no en los muertos. en aquel—para ser incorporados más y más en él, y venir a ser uno con él. que es la cabeza—(cap. 1:22).
6–8. teniendo diferentes dones según la gracia que nos es dada—Notemos aquí que todos los dones de los creyentes se consideran asimismo como comunicaciones de pura gracia. si el de profecía—Sea que tengamos el don de la profecía: esto es, el don de la enseñanza inspirada, como en Hechos 15:32. Cualquiera que hablaba con autoridad divina—fuese con referencia al pasado, al presente, o al porvenir—se llamaba profeta (Exodo 7:1. etc.). úsese conforme a la medida de la fe—Más bien: “de nuestra fe.” Muchos expositores romanistas y algunos protestantes (como Calvino y Bengel, y aunque con mucha seguridad, Beza y Hodge) traducen esto de la siguiente manera: “en afinidad con la fe”, es decir, “según el sentido general,” o “la regla de fe”, divinamente entregada a los hombres para que se dirijan. Pero esto es contrario al contexto, cuyo objeto es enseñar que, como todos los dones son de acuerdo con las capacidades respectivas de cada uno para recibirlos, no han de sentirse orgullosos a causa de ellos, sino que deberán usarlos fielmente según el motivo de los mismos. O si ministerio [nos es dado, ocupémonos] en servir—La palabra empleada aquí (“diaconía”) significa cualquier clase de servicio, desde la dispensación de la palabra de vida (Hech. 6:4) hasta la administración de los asuntos temporales de la iglesia (Hech. 6:1–3). Este último parece ser el sentido aquí, en distinción de “la profecía,” “la enseñanza,” y la “exhortación.” o el que enseña—Los enseñadores, o doctores, se distinguen expresamente de los profetas, y se mencionan después de éstos como para demostrar que ejercían una función inferior (Hechos 13:1; 1 Corintios 12:28, 29). Probablemente su ocupación consistía en la exposición evangélica de las Escrituras del Antiguo Testamento; y en este aspecto, aparentemente, Apolos demostraba su poder y elocuencia (Hechos 18:24). en doctrina—“en la enseñanza.” El que exhorta—Puesto que toda predicación, ya fuese de parte de los apóstoles, los profetas, o los enseñadores, era seguida por la exhortación (Hechos 11:23; 14:22; 15:32, etc.), muchos opinan que aquí no se refiere a ninguna clase especifica. Pero si se concedía libertad a otros para exhortar ocasionalmente a los hermanos en general, o a grupos pequeños de los menos instruídos, puede ser que esta referencia se haga a los tales, el que reparte—en el ejercicio de la benevolencia privada probablemente, más bien que en el desempeño de servicios diaconales. en simplicidad—Tal es el probable sentido de la palabra. Pero como parece que se recomienda la simplicidad en la frase que sigue, acaso el sentido aquí es “con liberalidad,” como también en 2 Corintios 8:2; 9:11. el que preside—ya sea en la iglesia, o en su propia casa. Véase 1 Timoteo 3:4, 5, donde la misma palabra se aplica a ambos casos. con solicitud—con un propósito sincero y con ardor, el que hace misericordia, con alegría—No sintiendo el molestarse o privarse, sino reconociendo que “más bienaventurada cosa es dar que recibir,” ayudar que ser ayudado.