El Peor de lo Tiempos es el mejor de los tiempos 2

El Peor de lo Tiempos es el mejor de los tiempos 2  •  Sermon  •  Submitted
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Aprender a conocernos a nosotros y ser sinceros con Dios

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En tiempos inciertos de crisis, dolor es cuando Dios tiene toda nuestra atención ¿no es cierto? Tu historia, la mía y quizá de la mayoría es que, en tiempos difíciles por enfermedad, sin trabajo son las veces que empezamos a orar como nunca. Algo en esos momentos hace que miremos hacia arriba en lugar de ver a los lados.
Viendo al pasado pregunto ¿has experimentado crisis, dolor y Dios tuvo toda tu atención? Levanta la mano en una encuesta rápida. Por eso la necesidad de este tema. Escuchamos las noticias del mundo, el país, terremotos, inundaciones, balacera ¿qué pasa en esos momentos? Mucha gente dice ¡Dios ayúdame! Y nadie tiene que pedir que empiecen a orar, es la respuesta natural.
Si has estado en turbulencias en un avión o un terremoto mayor a 6º, sabes que la gente empieza a orar o hablar con lo que sea que crea y le oirá. Asombra lo espiritual que se vuelven, además, te enfocas, no te preocupa la casa sucia, que el negocio va mal ¡nada te preocupa! Y si eres tentado en ese momento ¡no le haces caso! El mismo diablo no tiene poder, en ese momento amas a todas las personas, confiesas todos tus pecados hasta los que negabas. Cuando la vida sale de control nuestra tendencia, para la mayoría, es ir en búsqueda de Dios.
En momentos de crisis Dios puede hacer su mayor obra en nuestras vidas que cuando las cosas van bien. La mayoría no aprendemos mucho cuando las cosas van bien; aprendes más de ti mismo, de la vida, de tu Padre Celestial en crisis ¡esto lo sabes! Aprendes más de los partidos que pierdes que de los que ganas. Algunos se la pasan aprendiendo mucho.
Es más probable que cuando todo va bien, empieces a alejarte de Dios, tienes salud, el negocio va bien, tienes dinero, pero cuando hay crisis, incertidumbre y cuestionas a Dios, aún en ese cuestionar te acercas a ÉL. Por eso este libro es más relevante ahora que lo que ha sido en toda nuestra vida. En crisis lees la Biblia y descubres que hasta hay mapitas en la parte final.
Este es el mejor tiempo para leer la Biblia, porque las historias escritas, sucedieron en tiempos de incertidumbre. Es un registro de la fidelidad de Dios en tiempos inciertos, registra la fidelidad de Dios con gente que ¡no tenía fe! Tu historia favorita es en las que hay conflicto y dices ¿ahora qué pasará? ¿los salvará Dios? ¡No respondió la oración! Registra hombres y mujeres que encontraron a Dios, descubrieron SU Mano y lo que hacía en medio de tiempos inciertos. Es nuestra historia, nuestro registro de lo que Dios hace. Por eso el tiempo para leer este libro es ahora.
El peor de los tiempos es el mejor de los tiempos. Ves la economía, crisis mundial, guerras y preguntas si Dios está haciendo algo ¿por qué no interviene como antes? ¿existe Dios?
La Biblia nos recuerda que, desde la perspectiva divina, lo que vivimos es normal, así es como ha acontecido la historia y precisamente por eso no debemos temer, porque Dios no ha cambiado, pero sí es señal que Dios es experto en cuidar a su gente en tiempos inciertos una y otra vez.
La semana pasada terminamos leyendo un verso de Romanos ¿recuerdan? No, ok lo leemos:
Y sabemos que Dios hace que todas las cosas...” (Romanos 8:28, NTV)
Todas las cosas ¡todas! La pérdida de trabajo, la enfermedad, la deuda que no disminuye, ese hijo rebelde, el cónyuge que no cambia, el negocio que no levanta, tu preocupación por ese hijo.
Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de los que lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos.” (Romanos 8:28, NTV)
Esto lo hemos experimentado en nuestras vidas ¡Dios siempre está trabajando! Pero olvidamos que SU propósito avanza más en tiempos de incertidumbre. Hoy preguntaremos ¿qué debo hacer mientras espero su respuesta? ¿qué hago cuando la incertidumbre se acentúa? Cuando el ahorro se acaba, cuando el negocio no mejora, cuando me siento más solo o sola ¿qué hacer cuando parece que las cosas van en sentido contrario a lo que creo que debe ir? Cuando parece que Dios no responde la oración ¿qué se supone que debo hacer mientras tanto? Y la Biblia nos responde.
El apóstol Pablo escribió una carta a la iglesia en Filipos, y esta carta es asombrosa por el contexto en que la escribe. Si lo hubiera escrito en su casa de campo ¡no lo tomarías en cuenta! Porque quizá no tiene ni idea de lo que tú estás viviendo; pero por todo lo que Pablo pasó y lo que vivió, eso hace que estos versos tengan credibilidad.
Pablo sale de Jerusalén después que Jesús se va al Padre, empieza iglesias en Europa y no es fácil, porque un judío llega al mundo helénico, romano y les dice: empezaré un nuevo sistema de creencias, quiero que lo crean, aunque sea difícil, además van a dejar lo que han creído. Me llamo Pablo, no han oído de mí, soy de Jerusalén y sigo a un Mesías judío y ustedes ¡síganme los buenos!
¿Cómo es posible que este mensaje salió de Palestina y prosperó? Es asombroso, de alguna manera la gente se convención que Jesús es Mesías y Salvador no solo de judíos sino de todo el mundo y así es como Pablo organiza iglesias en varias partes de Europa. Una iglesia está en Filipos, Pablo la empieza, deja un encargado y se va a otra ciudad.
Ahora Pablo va a Jerusalén, le advirtieron que no fuera porque los líderes judíos lo quieren detener por corromper el judaísmo, porque le habla a no eran judíos y les dice que: pueden adorar al Dios judío y pueden ser amados por el Dios judío, pero no tienen que convertirse al judaísmo, no tienen que circuncidarse, no tienen que comer como ellos, no tienen que cumplir ciertas leyes. Dios envió a SU Hijo para cubrir todo eso, sólo acepten y reconozcan a Jesús y sean salvos. Los líderes judíos se enojan, porque Pablo está corrompiendo y secuestrando el judaísmo, así que Pablo va al epicentro del judaísmo y del cristianismo.
Se dirige al templo y los líderes que ha ofendido entran en acción contratan una turba para atacarlo, lo arrastran fuera del templo, lo golpean para matarlo, están enojados, pero alguien llama a la policía que son romanos. Los guardias llegan, apartan a las personas y arrestan a Pablo, básicamente para protegerlo de ser asesinado.
Después esos líderes presentan cargos, dicen que ha violado la ley, ofendido a Dios y lo quieren correr, en algún momento Pablo logra decir a los soldados que él es ciudadano romano y esto cambia las cosas, porque el ciudadano romano tiene derecho a un trato diferente. Deciden enviar a Pablo a Roma para que allá sea juzgado, por esos cargos ridículos que no tienen nada que ver con el gobierno romano, pero cumplen con enviarlo y mantener la paz en Palestina.
Lo ponen en un barco a Roma, el navío es golpeado por una tormenta que lo empuja en medio del mar mediterráneo, por 2 semanas están perdidos. Imagina navegar en esa época, encadenado en el fondo del barco, después la tormenta destroza el barco y los avienta en la costa y Pablo se encuentra encadenado a guardas romanos.
Llegan a Roma, está en prisión domiciliaria, son muchos los que esperan juicio y pasa 2 años esperando su turno. Todo este tiempo prisionero escribe cartas a las iglesias que ha empezado en Europa. La carta de Filipenses es una de esas cartas. Esto es importante porque lo que dirá parece que no es nada práctico. Pero no puedes desecharla, porque tu dificultad, la que sea, no se puede comparar con la historia de Pablo; no creo que puedas superar sus historias de crisis, soledad, dolor. A menos que seas como el personaje que nadie supera ¡bajita la mano!
Pablo te diría: fui apedreado, pensaron que estaba muerto y me dejaron tirado en el campo afuera de la ciudad. Fui arrestado, naufrago y muchas otras cosas más; ahora está en Roma esperando el juicio y sabe que será declarado culpable. Después de 2 o 3 años llegan los soldados y le dicen ¡vamos a dar un paseo! Era lo que hacían con los prisioneros de alto perfil, lo sacan del pueblo a unos 4 km junto con otros prisioneros y lo decapitarían en privado. Fue el fin del apóstol Pablo.
Pero, entre tanto espera su juicio, escribe esta carta y lo que dice sobre los tiempos inciertos nos enseña la forma correcta de orar.
Estén siempre llenos de alegría…” (Filipenses 4:4, NTV)
Y dices ¡obvio que no sabe por lo que estoy pasando! Pablo no tienes idea. Pablo sigue:
Estén siempre llenos de alegría en el Señor…” (Filipenses 4:4, NTV)
Si quitas “en el Señor” y pones: “alegría por el nuevo trabajo”, ah, eso si lo entiendo. Alégrense porque el o ella te llamó; eso también lo entiendo. Alégrense por el nuevo carro, aumento de salario, todo esto lo entiendes y sabes qué es alegrarse en algo. Es enfocarse en esa buena noticia al punto que la emoción asociada con esa buena noticia empieza a inundarnos y si te preguntan ¿por qué estás contento? Porque entré al equipo, me dieron la beca, por fin propuso. Lo que quiero decir es que tú sabes qué es alegrarse por algo y cómo se refleja.
Pablo dice: quiero que pases el tiempo necesario para que logres que una emoción asociada al hecho que la Gracia y Misericordia de Dios, SU Amor están presentes en tu vida. Detente y comprende, date cuenta de la realidad de lo que Dios ha hecho por ti, enfócate tanto que empieces a sentir la emoción que está asociada con esa gran noticia.
Estén siempre llenos de alegría en el Señor. Lo repito, ¡alégrense!” (Filipenses 4:4, NTV)
Que tu emoción se equilibre con esa realidad, que reflejes la bondad de Dios en tu vida; esto es importante, porque la verdad es que ¡no nos detenemos a alegrarnos en el Señor! Porque hay otras cosas que puedes ver y te alegran. Domingos vas obligado a la iglesia, pero en casa te alegras por ver tu maratón Netflix, triste al dar tu ofrenda y diezmo, pero alegre en Liverpool. Ahora estás pensando dónde ir a comer y tan solo de pensarlo salivas y te alegras, hay tantas cosas que atrapan tu alegría, pero cuando las cosas se ponen difícil, Netflix, Liverpool, el dinero no te dan paz y hay menos razones para alegrarte. Pablo te dice: quizá ya es tiempo de ver algo más, reenfocarte en lo que siempre ha sido lo importante, por eso ¡detente! Disciplínate, se intencional para aprender a alegrarte en la bondad de Dios.
Por eso cantamos, porque la letra, las canciones nos recuerdan las verdades de Dios y la música es una expresión emocional de la bondad de Dios. Nos alegramos con los bautizos, nos emocionamos con lo que Dios hace en otras vidas es un reflejo de que ha hecho en las nuestras.
Pablo dice: aunque estoy prisionero, aunque las cosas no van bien ¡alégrate en el Señor! Sigue:
Que su amabilidad sea evidente a todos...” (Filipenses 4:5, NVI)
Esto es sorprendente, Pablo es súper inteligente y dice: que tu amabilidad, carácter sea evidente, o sea, no dejes que los momentos difíciles erosionen tu carácter. No dejes que la mecha se acorte sólo porque las cosas no van bien. No destruyas las relaciones que te rodean; la vida es dura, pero si tu alegría sólo la asocias con los tiempos buenos, tranquilos, si estás alegre solo cuando todo va bien y cambia cuando cambias las circunstancias y sale el mal carácter, no fuerte sino feo. Será difícil vivir contigo, tu rostro cambia y la gente te pregunta ¿qué tienes?
TU carácter es el resultado de lo que Dios hace dentro de ti, no dejes que las circunstancias controlen cómo tratas a los demás. A pesar de las circunstancias, la forma como tratas a los demás siempre es con amabilidad. Para muchos la amabilidad depende de las circunstancias, si la vida es amable conmigo, seré contigo, si la vida es dura, seré duro contigo, si la vida es cruel conmigo, será la excusa para ser cruel con todos. Pablo nos dice: no dejes que eso pase en tu vida, no dejes que algo que tú no controlas -las circunstancias- controlen tu carácter, éste debe ser un reflejo de la gracia de Dios dentro de ti.
Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca.” (Filipenses 4:5, NVI)
En otras palabras: ¡Dios no se ha ido a ningún lado! ¡está contigo!
No se preocupen por nada...” (Filipenses 4:6, NTV)
No se preocupen, no se distraigan, no estén ansiosos por nada. Este consejo no ayuda mucho, es más, como que cae mal. Si un amigo te dice: no te preocupes por eso; lo quieres matar y no dices: ah, claro ¿cómo no se me ocurrió antes? Ahora no me preocuparé, gracias por tu valioso consejo, es más por favor, cuando menos unas 4 veces al día dime que no me preocupe porque eso me ayuda mucho ¡no dices eso! Lo quieres ahorcar y dices: para ti es fácil decirlo porque no tienes idea de lo que me pasa, pero si te cuento, estarás igual o más preocupado que yo.
Pablo dice: no estés preocupado por nada y es tan inteligente que sabe que no puede quedar ahí nada más, así que el siguiente verso nos da el secreto, la perla para navegar tiempos difíciles, es la solución, la receta de ¿qué hacer en tiempos de ansiedad e incertidumbre? Para tiempos impredecibles cuando el carácter sufre cambios y te transformas. Y nos da la fórmula:
No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión...” (Filipenses 4:6, NVI)
En toda ocasión de deuda, problema matrimonial, en el trabajo, en ocasión difícil en tu relación, en la escuela. Lo que te diré es adecuado y aplicable en toda ocasión y con esto vas a remplazar tu ansiedad. Cada vez que algo te rebase, la preocupación o ansiedad, cuando te empieces a derrumbar por las circunstancias ¡esto debes hacer en lugar de lo que hasta ahora has hecho! No solo te digo que no te preocupes sino lo que debes hacer en lugar de preocuparte.
La implicación es que, al salir camino a tu casa, esta tarde, mañana al despertar y ver que el problema sigue ahí, esto es lo que tu Padre Celestial quiere que hagas en vez de preocuparte:
…en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.” (Filipenses 4:6, NVI)
Si lo lees en frío: no te preocupes y ora. Te pierdes el verdadero significado. Quizá alguien ya te dijo ¡ponte a orar! Y piensas ¿qué crees que he estado haciendo? He orado más que toda mi vida, me la paso orando y diciendo: ¡Dios sálvame, ayúdame! Haz algo; si me dices que la respuesta a la ansiedad es la oración ¡tampoco ayuda! Porque eso he estado haciendo: Vamos al verso despacio:
…en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.” (Filipenses 4:6, NVI)
oración y ruego como que son sinónimos. Pero hay algo más: denle gracias y en medio quedó: presenten sus peticiones. Literalmente es “revela, descubre”, la palabra griega es usada en el contexto de resolver un misterio. Pablo dice: no quiero que sólo oren diciendo ¡Dios ayúdame! Me siento solo; ahí puedes empezar, pero no te quedes ahí. Quiero que pases el tiempo necesario porque es importante, porque es lo que harás en vez de preocuparte. Debes entender, revelar, descubrir el misterio de ¿qué es lo que verdaderamente quieres? Y después se lo dices a Dios.
Dios quiero un trabajo, pero ¿qué esperas o anhelas del trabajo? En un nivel más profundo de tu corazón. En la superficie, quieres un trabajo, pero en lo más profundo ¿qué esperas que ese trabajo otorgue, satisfaga? Dios quiero vender el terreno, pero ¿qué hay más allá? ¿qué te lleva a esa petición? No solo le digas a Dios lo que quieres sino descubre, revela tu deseo más profundo, lo que verdaderamente anhelas. Esa es la solución, la respuesta correcta en tiempo de ansiedad.
En tiempos de incertidumbre sale a la superficie nuestra más profunda inseguridad, sale a relucir nuestro temor, el miedo. Pocas personas oran en este nivel de profundidad, la mayoría ni mencionamos miedo o inseguridad, sólo mencionamos lo que creemos que es la solución, pero ¡ni identificamos el verdadero problema!
Pablo dice: puedes orar así si quieres, pero no te ayudará a quitar la ansiedad. Cuando sientes que te mueven el suelo, que tienes dudas que antes no tenías, que sientes lo que antes no sentías, este es el momento de caer de rodillas y decirle a Dios: quiero esto, pero lo quiero por esto. Tengo miedo de que si no sucede esto no obtenga lo que realmente quiero.
La solución es: orar y presentar tu petición, ser agradecido, pero revelar, descubrir algo que quizá ni tú mismo sabías o no habías descubierto y ahora sí, decirlo a Dios.
Cuando nos invade la incertidumbre, inseguridad, ahí sale a la superficie el carácter o los valores, porque detrás de querer un trabajo, cerrar un trato, está la inseguridad por mi familia, por el futuro, mi necesidad de sentirme importante, aceptado, respetado, de ser amado, ser visto como un ejemplo por los hijos o el miedo que quizá Dios no se agrade de mí.
Pablo dice: escarba, descubre, ve a lo profundo. Ve a Dios, pasa el tiempo necesario para que seas tú quien empieza a entender tus miedos más profundos y oscuros, lo que es la base de tus miedos e inseguridades. Por eso debes pasar del sólo ¡Padre ayúdame! A decirle a Dios lo que provoca esa ansiedad ¿por qué te preocupa tanto? ¿qué hay debajo o detrás? Y cuando lo sepas ¡llévalo a tu Padre Celestial! Después sucederá algo hermoso
Y la paz de Dios….” (Filipenses 4:7, NVI)
La paz no de las circunstancias resueltas, no del negocio creciente, no del noviazgo, o de que el hijo ya llegó a casa. No es paz resultado de la circunstancia arreglada, puede que no suceda ahora.
Todos hemos sentido la paz de recibir el cheque, de que el embarazo va bien, la paz de tener trabajo o recibir una buena noticia, esa es la paz del mundo de las circunstancias. Pero la Paz de Dios es diferente:
Y la paz de Dios… cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:7, NVI)
Dios cuidará, vigilará. Estamos invadidos por la ansiedad porque NO hemos dejado que nuestro Padre cuide nuestro corazón ni pensamiento. Intentamos ser nosotros cuidando el trabajo, los hijos, negocio, la casa, el carro. Y Dios nos dice: Yo quiero cuidar ¡tu corazón y tus pensamientos! Puedes tener paz a pesar del hecho que hay incertidumbre. ¿Qué tal si puedes tener paz en medio de la crisis? ¿cómo sería si en este momento en vez de estar ansioso aprendes a orar de tal forma que al final de tu oración encuentres la paz que verdaderamente anhelas tener?
Pablo dice: en tiempos de incertidumbre, debemos orar hasta que llegue la paz, orar no hasta que las circunstancias cambien, porque ¡pueden no cambiar! No se trata de orar hasta que salga de la cárcel, porque Pablo no salió. No se trata de orar hasta que él o ella diga que sí, o que el negocio prospere, que el hijo tenga la beca porque puede que no suceda. Podemos orar hasta que llegue la paz y eso sucederá cuando no solo le digas a Dios qué quieres, sino la razón por la cual lo quieres: Tengo miedo del fracaso, miedo de que hablen mal de mi familia, temo el rechazo, soy inseguro y tengo miedo de no ser reconocido. Tengo miedo porque creo que aún no he aprendido a confiar en ti.
Dios dice: Ahora sí estás orando; si me dejas tomar tu vida, saldrás de este tiempo de oración para enfrentar el mundo que sigue igual que antes que entraras a orar, pero tú no serás el mismo, tú tendrás algo que no tenías al entrar a orar ¡tendrás la paz de Dios! Leemos el verso completo:
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:7, NVI)
O sea que la gente te verá y dirá ¿estás en negación? ¡no! Porque parece que estás bien ¡es que estoy bien! Pero las cosas no han cambiado o ya el negocio mejoró ¡no! La cosa está peor para ser honestos. Pero te vez tranquila y será verdad, no porque el mundo cambió sino tú cambiaste tu forma de orar y ahora tienes la paz de Dios.
C. S. Lewis dice: “He aprendido que la oración no es para cambiar a Dios, sino para cambiarme a mí”. Por eso ¡ora hasta que llegue la paz de Dios! El lugar para empezar es este, llena el espacio:
La oración empieza así: Padre Celestial necesito que _____________________________.
Cambies a mis hijos, el negocio mejore, me den un aumento, sane de esto, etc.
Pero sigue así: si no haces esto, tengo miedo de que ________________________________.
La gente me rechace, mis hijos no puedan estudiar, me muera, me quede sin comida, etc.
¿De qué tienes miedo? Quizá digas: ¡No tengo miedo! Sí tienes, para empezar, tienes miedo de reconocer que tienes miedo. ¿Por qué tu inseguridad? ¡no soy inseguro! Sí eres, pero quizá lo has bloqueado porque eres muy inseguro.
Empieza con tu ansiedad más grande, lo que más temes, lo que más te estresa, con eso que ya superó el límite ¿qué necesitas que Dios haga? Y después con lo que esa crisis provoca en ti. Dios tengo miedo si no haces esto, temo que suceda esto…
Al orar dile a tu Padre Celestial qué es lo que te da miedo, porque tu miedo es proporcional a tu más grande deseo. Y ¿sabes? La Paz de Dios está disponible para hombres y mujeres que dejan que su Padre Celestial los lleve a ese nivel de oración y honestidad.
Pablo el prisionero te dice esto. Además, estás rodeado de gente que ha experimentado esa paz de Dios en medio de circunstancias extraordinarias, terribles, dolorosas. Si tú has sentido esa paz en esos momentos ¡levanta tu mano! Esa paz sigue estando disponible.
Esta no es una plática motivacional, es Dios tu Padre quien te invita a un nuevo nivel de intimidad que quizá hasta ahora no has tenido y no tendrás hasta que tu mundo se derrumbe y sea el peor de los tiempos, pero si eres honesto con tu Padre, ÉL hace que el peor de los tiempos -en ÉL-, siempre es el mejor de los tiempos.
¿Qué hacer en tiempos de angustia? Orar hasta que llegue la paz de Dios. En esos momentos Dios tiene el control. Oremos y aprendamos a orar hasta que llegue la paz, Dios no se ha alejado, no se ha dormido. ¿Qué se supone que debo hacer? Puedes seguir con la ansiedad o aprender a orar hasta que llegue la paz. Cuando descubras esa paz que sobrepasa el entendimiento y desafía a la comprensión humana, ahí conocerás a tu Padre de forma como no lo has conocido antes.
Cuando pase la crisis y lo veas en tiempo pasado, dirás: nunca me apunté para eso y no lo deseo a nadie, pero ese tiempo me ayudó no porque la circunstancia cambió sino por lo que descubrí de mí mismo y lo que descubrí sobre el amor de mi Padre Celestial en tiempos difíciles, en tiempos inciertos. Nuestra responsabilidad es orar hasta que llegue su paz, porque El Peor de lo Tiempos, en ÉL, es el mejor de los tiempos.
Palabra de Dios
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