el dios que te conoce (2)

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Éxodo 6
Dios se a sus antepasados se dio a conocer como el : Shaddai Dios omnipotente
En la a.t se la llamaba de varios nonbres
Pero Aki Abram Isaac y Jacob como Dios omnipotente
Dios todopoderoso
Éxodo 6.1–13 (CBB:GDT1): .
Éxodo 6.1–13 (CBB:GDT1): pero Dios se había manifestado en el principio con el nombre de El Shaddai, Dios Omnipotente. Pero ahora, para esta gran liberación, Dios mismo estaba haciendo conocer la plenitud del significado de Yahweh, “el Señor”.
nombres de dios
A. Elohim
Elohim es plural y Eloah es singular. El nombre Elohim es el primer nombre utilizado en la Escritura para describir a “Dios.” “En el principio creó Elohim los cielos y la tierra” (Gn. 1:1). Este nombre es usado alrededor de 2.500 veces en el Antiguo Testamento.
1. EL: “Dios, dios, poderoso, fuerza” (Dt. 32:4).
2. EL ELYON: (Dt. 32:8) “El Altísimo” (De alah que significa “ascender”).
Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo [El Elyon], sacó pan y vino, y le bendijo diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo [El Elyon], creador de los cielos y la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo [El Elyon] que entregó tus enemigos en tu mano. (Gn. 14:18–20)
Fue el Dios altísimo que amó de tal manera al mundo que envió a su Hijo para redimimos, quien es nuestro sumo sacerdote para siempre siguiendo la orden de Melquisedec (Heb. 6:20). El Salvador se rebajó al nivel del pecador más culpable: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre …” (Fil. 2:9). Él está a la diestra del altísimo Dios.
3. EL OLAM: “El Dios eterno.”
El pensamiento representado por este nombre no fue sólo la eterna duración de Dios, sino también su eterna fidelidad. Como está registrado en Génesis, Abraham llama a Jehová, “Jehová Dios Eterno”, que guarda sus pactos (Gn. 21:33). El salmista, pensando en Dios como un eterno refugio, dijo, “Señor, tú nos has sido refugio de generación en generación. Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios [Él]” (Sal. 90:1, 2). Isaías, el profeta mesiánico, exhortó al pueblo en un momento de incertidumbre: “Confiad en Jehová perpetuamente porque en Jehová el Señor [Jehová] está la fortaleza de los siglos” [lit. “Roca eterna”] (Is. 26:4).
Adam Clarke comenta sobre Isaías 26:4: “¿No se refiere esto a los eternos arroyos de la roca en el desierto? Esa roca era Cristo
4. EL SHADDAI: “El Dios todopoderoso.”
“Era Abram de edad noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo, yo soy el Dios Todopoderoso [El Shaddai]; anda delante de mí y sé perfecto” (Gn. 17:1). (Ver también Gn. 28:3, 35:11, 43:14, 48:3; Ex. 6:3; Ez. 10:5). La forma compuesta, El Shaddai, se encuentra siete (7) veces; la palabra sola Shaddai significando “el Todopoderoso” se encuentra cuarenta y un (41) veces y treinta y un (31) veces en Job solamente. Algunos comentaristas antiguos tomaron la palabra Shaddai como derivada de shad que significa “pecho”, dándole al divino nombre el significado de “El que satisface” o “El todosuficiente.” Esta opinión parece haber sido derivada de una traducción incorrecta en la versión griega de la septuaginta. Casi todos los eruditos ahora derivan la palabra shad de la palabra que significa “montaña”, de ahí “El Todopoderoso”, que es su significado obvio en Génesis 17:1, donde aparece por primera vez el nombre. El énfasis procedente de este nombre es la omnipotencia de Dios.
B. Adonai
Adonai (Plural) y Adon (singular) se traducen como “Señor”, “amo”, “dueño”, o “governante”. Este nombre está expresado en los siguientes textos: “Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas Abram, yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. Y respondió Abram, Señor Jehová [Adonai Jehová] ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo …?” (Gn. 15:1, 2).
La palabra Adonai es usada en el Nuevo Testamento griego, muy semejante al sentido que nosotros damos a la palabra española “Señor.” Puede referirse a una persona que es un amo, dueño o gobernante; o al Señor Dios, porque El es el amo y dueño de todo: “Y el criado tomó diez camellos de los camellos de su señor [Adonai], y se fue …” (Gn. 24:10) “Se rió, pues, Sara entre sí diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor [Adonai] ya viejo?” (Gn. 18:12). Pedro se refiere a este versículo: “como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor [kurios]…” (I P. 3:6). Al creyente se le debería recordar que cuando llamamos a Jesús “Señor” lo estamos reconociendo como nuestro amo. Llamar a Jesús “Señor” y no obedecerle es una contradicción en lenguaje y en conducta.
C. Jehová o yahveh
Jehová es el nombre personal de Dios en su relación como redentor:
Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿Qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: Yo soy el que soy. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: Yo soy me envió a vosotros. Además, dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre, este es mi memorial por todos los siglos. (Ex. 3:13–15).
.dios se acordó de su pactó
Con Abram y Jacob isac
El Dios del Pacto no se va olvidar de no de su plan
Si se olvida de ninguno de nosotros
IV. El nuevo pacto establecido
El nuevo pacto fue predicho no sólo por Jeremías (Jeremías 31:31), sino también por Isaías: “Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones… y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová” (Isaías 2:2–3). Este nuevo pacto, distinto al antiguo, incluiría a “todas las naciones” (Isaías 2:2), no sólo a Israel. Estaría escrito sobre el corazón de los hombres y no en tablas de piedra (Jeremías 31:31; Éxodo 24:12). Acontecería en los postreros días o “lo postrero de los tiempos” (Isaías 2:2; Hechos 2:17). Esto se refiere a la era cristiana. El nuevo pacto comenzaría en Jerusalén y la palabra de Jehová saldría de allí (Isaías 2:3; Lucas 24:46–47). Isaías 2:2–3 se cumplió en Jerusalén el día de Pentecostés del año 30 d. C. Siete semanas antes de esto Jesús había clavado la ley en su cruz luego de haberla cumplido. Ahora en este día de Pentecostés, Jesús envió el Espíritu Santo del Cielo y bautizó a los apóstoles. El apóstol Pedro predicó el primer mensaje del evangelio completo, que se registra en Hechos capítulo 2. Tres mil judíos creyeron ese mensaje y arrepentidos obedecieron el evangelio en el bautismo. Esto fue el comienzo de la iglesia de Cristo y el nuevo pacto oficialmente se puso en marcha o en vigor. Este pacto continuará hasta que se reemplace por “el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2a de Pedro 1:11).
V. El nuevo pacto superior al antiguo
Para entender por qué reemplazó Dios el antiguo pacto por el nuevo, veamos algunas diferencias y la superioridad del nuevo pacto al antiguo.
A. Un mediador superior. La antigua ley: Moisés fue el principal mediador de la ley antigua (Deuteronomio 5:4–5; Éxodo 31:18; Juan 1:17). La nueva ley: el Cristo es el mediador del nuevo pacto (Juan 1:17; 1a a Timoteo 2:5). El antiguo pacto tuvo un mediador humano; el nuevo tiene un mediador divino.
B. Un sacerdocio superior. El antiguo Pacto - bajo el antiguo pacto el sumo sacerdote fue Aarón - un sumo sacerdote humano (Éxodo 28:1). Los subsiguientes sumos sacerdotes fueron descendientes de Aarón - también sacerdotes humanos.
En vista de que eran sacerdotes humanos tenían pecado como todos los hombres (Éxodo 32:1–6, 21–24; Levítico 10:1–2). Aarón se acordaba de esta debilidad el día de expiación cuando se le requería que tomara la sangre del becerro y la rociara primero sobre el propiciatorio. Esto era para hacer expiación por sí mismo y por su casa (Levítico 16:11–14). Después rociaba la sangre del macho cabrío sobre el propiciatorio por los pecados de Israel (Levítico 16:15; 9:7).
El nuevo pacto: Jesús es ahora nuestro sumo sacerdote divino (Hebreos 4:14–16). Jesucristo que es “santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos… no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo” (Hebreos 7:26–27).
Otra superioridad es que Aarón continuó presentando cada año el sacrificio por la expiación; en cambio, Jesús ofreció el sacrificio de sí mismo, de una vez por todas, para obtener expiación total y definitiva en contra del pecado (Hebreos 9:26).
C. Un sacrificio superior. El antiguo pacto: bajo la antigua ley el sacrificio consistía de la sangre de los toros y los machos cabríos. Esta expiación se hacía anualmente (Éxodo 30:10; Hebreos 9:25). Ahora entendemos que estos sacrificios no quitaron completamente el pecado sino que simplemente lo acumularon hasta que Cristo muriera. La epístola a los Hebreos dice: “Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados; porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados” (Hebreos 10:3–4). Estos sacrificios por el pecado estaban incompletos sin el sacrificio de Cristo en la cruz.
El nuevo pacto: la sangre de Cristo, el Hijo del Dios viviente, fue el sacrificio completo, completo y eterno por los pecados: “Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención” (Hebreos 9:11–12). Fue un sacrificio superior con una eficacia superior.
D. Pacto superior en el que se incluye al mundo entero. El pacto en el Sinaí se hizo solamente entre Dios e Israel (Éxodo 34:27). “Y JEHOVÁ dijo a Moisés, ‘Escribe tú estas palabras; porque conforme a estas palabras he hecho pacto contigo y con Israel”. El pacto de Dios en la era cristiana es con el mundo entero (Mateo 28:18–20; Marcos 16:15; Hechos 1:8; 2:30). No hay barreras raciales ni geográficas (Hechos 10:34–35; Romanos 1:14; Gálatas 3:28). Desde luego que sólo los que cumplan con los términos de admisión al reino están en una relación de pacto con el Cristo. Los términos de admisión al nuevo pacto son la fe o confianza en el Cristo, arrepentimiento del pecado y bautismo (inmersión) en Cristo (Marcos 16:15–16; Hechos 2:38).
E. En todos los aspectos, el nuevo es un pacto mejor. No importa desde qué punto de vista se vea, el evangelio o el nuevo pacto es superior al antiguo. El mensaje de la epístola a los Hebreos es la superioridad del Cristo y del cristianismo sobre la antigua ley y el judaismo. La palabra clave de la epístola es “mejor”. Se encuentra 13 veces, pues el nuevo pacto tiene:
1. Una mejor revelación (Hebreos 1:1–4)
2. Una mejor esperanza (Hebreos 7:19)
3. Un mejor sacerdocio (Hebreos 7:10–28)
4. Mejores promesas (Hebreos 8:6)
5. Un mejor pacto (Hebreos 8:6; 7:22)
6. Un mejor sacrificio (Hebreos 9:23)
7. Mejor y perdurable herencia (Hebreos 10:34)
8. Una mejor patria - celestial - (Hebreos 11:13–16).
9. Mejor resurrección (Hebreos 11:35)
Al decir el Nuevo Testamento que la ley fue imperfecta o con defecto (Hebreos 8:8), de ningún modo se refleja sobre el valor e importancia de la ley de Moisés.
Fue perfecta para el propósito que se dio. En Romanos 7:12, Pablo dice: “De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno”. Jesús hizo resonar este modo de pensar cuando dijo: “Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido” (Mateo 5:18).
La ley nunca se planeó para salvar al hombre (Gálatas 3:11). Fue dada con los propósitos ya mencionados en este capítulo. Cuando la ley hubo cumplido su propósito divino, fue reemplazada por el evangelio que es “el poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1:16).
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La fe
Las “Certidumbres para la Fe” que encontramos en los versículos 1–8, incluyen: (1) El poder de Dios, 1; (2) El nombre de Dios, 3; (3) La respuesta de Dios, 5; (4) La relación de Dios, 7; (5) La promesa de Dios, 8.
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