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PROVERBIOS 1–9
En esta lección queremos considerar a la Sabiduría y a la Insensatez, las dos «mujeres» que procuran atraer y ganar el corazón de las personas. Usted notará en el bosquejo sugerido de Proverbios que hay tres llamados de la Sabiduría y tres de la Insensatez. La Sabiduría nos llama
a Dios y a la vida; la Insensatez nos llama a pecar y al juicio. Queremos estudiar estas seis importantes invitaciones y contrastarlas.
I. Primer llamado de la Sabiduría: salvación (1.20–33)
Este es un llamado abierto en las calles, donde la gente puede ver y oír. El llamado de Dios a los corazones no es asunto secreto; su Espíritu invita a las personas abiertamente a venir a Cristo. Nótese que la Sabiduría invita a tres clases: a los simples, a los burladores y a los
insensatos (1.22). La sabiduría puede ver el juicio que se avecina y quiere que los pecadores escapen del mismo. Qué maravillosa oferta hace
a quienes quieren oír: el don del Espíritu y la Palabra de Dios (v. 23).
¿Cómo responden los pecadores a este llamado? Parece que lo rechazan totalmente. Los versículos 24–25 indican sus respuestas: rehúsan prestar atención; no consideran la mano de Dios que se extiende; incluso la tratan con ligereza. ¿Cuál será el resultado? Destrucción. Y
Dios se reirá de ellos, así como ellos se rieron de la Sabiduría. «Entonces me llamarán, y no responderé» (v. 28). Cosecharán lo que sembraron (v. 31). ¿Por qué rechazan la oferta de la gracia de Dios? El versículo 32 indica que el «desvío» (alejarse) de los simples y la prosperidad
de los insensatos les da una falsa seguridad; pensaban que nunca verían juicio.
Después del primer llamado de la Sabiduría tenemos tres capítulos que presentan el camino de esta. Las palabras «vereda», «camino» y
«senda» se usan veintiséis veces en estos capítulos. El mensaje del capítulo 2 es que la Sabiduría guarda nuestras veredas (2.8); el del capítulo
3, que la Sabiduría dirige nuestros caminos (3.5–6); y el del capítulo 4, que la Sabiduría perfecciona nuestras sendas (4.18).
La Sabiduría ofrece salvación a las personas, pero en el capítulo 5 vemos que la Insensatez les ofrece condenación. En dondequiera que
Dios extiende la invitación de su gracia, Satanás está allí con una seductora oferta propia. Léase esta descripción de la mujer perversa y se
verá cómo Satanás trata de hacer que el pecado aparezca atractivo. Pero nótese en 5.5: «Sus pies descienden a la muerte; sus pasos conducen
al Seol». Dios nos advierte a que ni siquiera nos acerquemos a su puerta (5.7–8). El pecado siempre es costoso: usted puede perder su reputación (5.9), sus posesiones (5.10), su salud (5.11) y hasta su vida (5.22–23). Las «cuerdas del pecado» atan lentamente, pero no cabe duda
de que atan, hasta que un día el pecador descubre que el escape es imposible.
II. El segundo llamado de la Sabiduría: riqueza (8)
La Sabiduría está de nuevo en las calles, llama a los pecadores a seguir el camino de Dios. En el versículo 5 llama a los simples y a los
necios, pero no al burlador. Este es el que se reía y mofaba (1.25–26), así que Dios lo soslaya. Cuán solemne pensar que los corazones sean
tan duros que ya ni siquiera oyen la voz de Dios.
La invitación es a una verdadera riqueza, la sabiduría que está por sobre la plata, el oro y las piedras preciosas (vv. 10–11). Véase en
Proverbios 4.1–10 una exhortación similar. Es más, conocer la sabiduría de Dios es reinar como un rey (vv. 15–16). Los versículos 18–19
afirman de nuevo que la sabiduría y la vida santa son de mayor valor que toda la riqueza mundanal. Después de todo, conocer al Señor y
obedecerle es tener a la disposición toda la riqueza del cielo y de la tierra. En los versículos 22–31 Salomón presenta un cuadro del AT de
Jesucristo, la Sabiduría de Dios (1 Co 1.24, 30). Al leer esta descripción ve a Cristo, el amado Hijo de Dios, el Creador del universo. Conocerle es tener verdadera sabiduría. (Por supuesto, Cristo no fue «engendrado» [vv. 24–25] en el sentido de ser creado por el Padre, puesto
que el Hijo existía desde la eternidad. Esto es lenguaje simbólico.)
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La Sabiduría nos invita a la riqueza, pero en el capítulo 6 la Insensatez nos invita a la pobreza (6.20–35). Aquí está de nuevo la «mujer
extraña», toda maquillada, lisonjeando al joven, tentándolo a pecar. En 6.26 vemos que el pecado lleva a la pobreza; véase también 6.31. Es
verdad que muchas personas malas hoy parecen prósperas, pero su riqueza no durará.
III. El tercer llamado de la Sabiduría: vida (9)
El primer llamado de la Sabiduría era al necio, al burlador y al simple; su segundo llamado fue sólo al necio y al simple (8.5); pero su
tercera invitación es nada más que al simple (9.4). El necio decidió seguir a la Insensatez y en 8.36 experimentó la muerte (véase 1.22). Es
triste, pero el simple también rechazará el llamado de gracia de la Sabiduría y acabará en las profundidades del infierno (9.1–18). Aquí están
los resultados de estas invitaciones:
(1) El burlador rechazó a la Sabiduría y encontró destrucción (1.24–27); atendió a la Insensatez y recibió destrucción (6.32).
(2) El necio rechazó a la Sabiduría y fue llevado a la muerte (8.36); atendió a la Insensatez y recibió muerte (5.22–23).
(3) El simple rechazó a la Sabiduría y fue al infierno (9.18), atendió a la Insensatez y acabó en el infierno (7.27).
La lección es obvia: rechazar la Sabiduría es aceptar la Insensatez. No hay terreno neutral. «El que no está conmigo, contra mí es», dijo
Jesús. «Nadie puede servir a dos señores» y nadie puede vivir sin tener algún señor. O seguimos a la Sabiduría, o seguimos a la Insensatez;
Cristo o el pecado.
Los versículos 1–6 muestran a la Sabiduría preparando un maravilloso banquete. Esto nos recuerda las varias parábolas de Cristo ref erentes a un «banquete», especialmente Lucas 14.15–24. La salvación no es un funeral; es una fiesta. «Dejad las simplezas, y vivid», es el
llamado de la Sabiduría, porque recibir a Cristo es la única manera de recibir vida (1 Jn 5.11–13). «Porque por mí se aumentarán tus días»,
promete la Sabiduría en el versículo 11.
Pero la Insensatez está atareada invitando a la gente a su banquete (cap. 7). Se requiere poca imaginación para ver al joven insensato
mientras juguetea con la tentación y finalmente presta oídos a la Insensatez y acude a su fiesta. Pero va como un buey al matadero (7.22).
Cuando usted cede a esta tentación en particular, se convierte en un animal torpe. La Sabiduría le ofrece vida, pero la Insensatez muerte
(7.26–27). La tentación se ve fascinante y agradable, y hay placer en el pecado «temporalmente» (Heb 11.25), pero al final el pecado lleva a
la muerte y al infierno. Véase Santiago 1.13–15.
Estas son entonces las invitaciones que enfrentamos en esta vida. Podemos escuchar a la Sabiduría y disfrutar de salvación, verdadera riqueza y vida; o podemos escuchar a la Insensatez (la tentación y el pecado) y experimentar condenación, pobreza y muerte. Hay varias lecciones prácticas que debemos notar antes de concluir este estudio.
A. No podemos evadir las decisiones.
«La decisión determina el destino». Podemos escoger, o bien la senda de la Sabiduría, o bien la senda de la Insensatez; no podemos
posponer esta decisión o evadirla. Escoger la una es rechazar la otra; rechazar la una es escoger la otra. ¿Cuál decisión ha tomado usted?
B. El pecado siempre es seductor.
La Insensatez hace todo lo que puede para hacer al pecado atractivo. Nunca revela su verdadera naturaleza; nunca le dice a la gente que
su casa es el camino al infierno. La única manera de detectar a la Insensatez es andar con la Sabiduría; léase cuidadosamente Proverbios
2.10–22. Los que andan con la Sabiduría, obedeciendo la Palabra de Dios, no serán engatuzados por la Insensatez con facilidad.
C. Lleva tiempo para que el juicio caiga.
El simple, el necio y el burlador pensaron que «se habían salido con la suya» cuando rechazaron a la Sabiduría, porque nada desastroso
ocurrió de inmediato. Pero el juicio a la larga los alcanzó. «Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará» (Gl 6.7).
D. Satanás apela a la carne.
Es claro que en estos capítulos la «mujer perversa» (o «mujer extraña») apela a los apetitos del joven. Le dice que puede usar su cuerpo
como le plazca y no sufrir nada. Pero Proverbios 5.1–14 aclara que el pecado sexual lleva a resultados trágicos, tanto en el cuerpo como en
el alma. En estos días de inmoralidad flagrante (en películas, televisión, música, publicidad, etc.), es importante que jóvenes y adultos conserven puros sus corazones y mentes.
E. Dios continúa llamando.
Mientras haya personas para oír, el Espíritu de Dios continuará llamando. Pero cuando los pecadores rehúsan obedecer, sus oídos son
sordos a la Palabra de Dios ¡Cuidado! «Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones» (Heb 3.7ss).
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