Hijos de Dios
Sermon • Submitted
0 ratings
· 22 viewsNotes
Transcript
Un amor incomprensible; una respuesta genuina.
Un amor incomprensible; una respuesta genuina.
Que grande es Dios; es tan grande que nuestra mente no puede comprender su grandeza pero si la podemos sentir.
Vamos a interiorizarnos en la palabra del Señor y nos daremos cuenta que, lo que somos ahora no es lo que Dios quiere de nosotros, porque él quiere mas de nosotros, para asi también a su vez darnos más de él.
1 juan 3:1 “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.”
1 juan 3:1 “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.”
Siempre debemos tomar atención a cada una de las palabras que el Señor dejó en su palabra para nosotros, porque todas y cada una de ellas tiene un profundo impacto en nuestras vidas. Comencemos.
La primera palabra que aparece en esta carta de Juan es la palabra “mirad” y es una palabra a la cual debemos estar atento porque es una palabra para despertarnos y estar atentos a lo que viene después; esta palabra es un verbo activo, y como ya saben significa que la acción la produce el sujeto, es decir que nosotros debemos estar atentos, debemos estar alertas a todo lo que ocurre a nuestro alrededor, pero también debemos estar alerta con aquello que ocurre en nuestro interior. Pablo le dijo a Timoteo que debía “cuidarse de sí mismo y de la doctrina” porque a Timoteo ya le estaban bajando los brazos del animo en su ministerio, entonces Pablo lo anima con estas palabras de alerta para que se cuide de sí mismo y no vaya a deslizarse y termine perdiendo el premio; pero aquí es diferente, puesto a que esta alerta no es por un mal terrible, sino por mal que puede originarse por la falta de fe.
Juan nos invita que nos demos cuenta acerca del amor del Padre, nos dice “cual amor nos ha dado el Padre”, “cual” en otras palabras: “que clase (tipo) de amor nos a dado el Padre” meditemos en aquello ¿Nosotros merecíamos amor? ¿Nosotros eramos dignos de ser amados por Dios? Creo que la respuesta es no, no eramos ni dignos ni merecedores del amor de Dios, pero por un solo hecho nos hizo aceptos delante de él, este hecho es el haber puesto nuestra fe en el sacrificio de Jesús en el madero, el cual borró nuestros pecados y culpa delante de Dios y nos hizo nuevas criaturas para su gloria, porque nosotros no podíamos acercarnos a Dios limpios, pero con Cristo, ahora asi podemos. Es un amor tan grande que nos da el derecho legitimo de ser llamados “hijos de Dios” es decir, un nacido de Dios.
Es significativo lo que dice después, “por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él” la pregunta es ¿En qué sentido no le conoció a él? en el sentido del amor. El mundo no conoce realmente el amor, tiene un concepto manipulado de este creyendo que solo puede ser sexual, o solo entre padre e hijo, pero desconoce el verdadero amor, aquel amor que perdona todo sin rencor ni remordimientos. El Señor dijo que “en esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” el amor es el que une a dos persona para toda la vida, el matrimonio, el amor es el reconcilia; todo esto lo hace el amor, pero solo el amor de Dios nos limpia de todo pecado y nos hace hijos suyos para siempre, y como hijos tenemos herencia en los cielos junto con Jesucristo nuestro Señor y Salvador.
Con nuestra atención puesta ya en esta verdad, veamos lo que nos quiere decir Dios en los siguientes versículos.
1 Juan 3:2 “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.”
1 Juan 3:2 “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.”
Este versículo nos da aun mayor seguridad con el tema que se viene tocando en el primero, somos hijos de Dios; pero dice que “ahora somos hijos de Dios” y esta es la verdad, nos todos los seres humanos son hijos de Dios, sino solo aquellos que reciben a Jesús en su corazón, siguen sus mandamientos, y no vuelven a cometer los mismos pecados que cometían estando sin él.
Nos dice también que “no se ha manifestado lo que hemos de ser” esto habla de nuestro cuerpo glorioso que tendremos en el cielo; en otras palabras, aquí en la tierra seguimos teniendo el mismo cuerpo exterior, pero cuando él venga por nosotros, nuestros cuerpos terrenales serán transformados a cuerpos de gloria como el de él (Jesús) por eso es que aun no somos manifestados, revelados, sacados a la luz lo que realmente somos porque en el interior el hombre se va renovando, pero en el exterior se va envejeciendo.
Esto lo podremos lograr solo cuando tengamos nuestro cuerpo glorioso ¿Qué cosa? verlo a él, a Jesús en todo su esplendor, porque si lo viéramos con nuestros ojos ciertamente moriríamos, o quedaríamos como Pablo, ciegos por un tiempo al ver la Gloria de Dios, asi que debemos ser paciente, corriendo esta carrera con paciencia hasta obtener el premio del supremo llamamiento, la salvación de nuestras almas.
Ahora pasaremos al meollo del asunto ¿Cómo es un hijo de Dios, que hace él, cómo se reconoce a un genuino hijo de Dios?
1 juan 3:3 “Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.”
1 juan 3:3 “Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.”
Primero que todo, un hijo de Dios tiene esperanza ¿Esperanza en qué? en ver un día a su salvador; esta esperanza debe estar arraigada en nosotros los que creemos, no puede desvanecerse o derramarse por ahí escapándose de nuestras manos o dejándola ir por descuido nuestro. Cuando se ocupa la palabra “tiene esta esperanza” la palabra “tiene” significa “aferrarse” es decir que el Señor nos dice que un hijo de Dios se aferra a su esperanza de ver y llegar al cielo mediante la fe, demostrándola con sus hechos y acciones.
Por tanto, el hijo de Dios tiene esperanza pero también tiene algo mas, demuestra su esperanza (recordando que todo lo que hacemos, lo hacemos para Dios, no para ser vistos por los hombres, sino para agradar a Dios) purificándose a sí mismo. Esta purificación viene del griego “hagnizei” (G48) esto habla de una limpieza ceremonial, es decir, un hijo de Dios se arrepiente día tras día, se acerca a Dios día tras día, habla con él día tras día, lee su palabra día tras día, por su mayor anhelo es serle agradable a él en todas las áreas, reconociéndose falto delante de él, llevando su cruz a todo lugar. Esta purificación es un verbo activo, por lo tanto, nosotros somos lo que debemos buscarla mediante la oración y la santificación (apartarse) del mundo y sus deseos; aquel que vive tal como vivía en el mundo esta demostrando que es mas hijo del diablo que de Dios.
“Él es puro” ésta es una verdad absoluta, Dios es puro, él es limpio en todo, no hay oscuridad en él, en él no hay pecado, en él no hay maldad ni engaño, en él no hay mentira, él es toda verdad y justicia; una pureza única en el universo cual nadie puede igualar; pero él nos pide que seamos puros como él ¿Cómo podemos lograr eso? En Jesucristo, todo es posible, él hijo de Dios puede porque tiene la simiente de Dios en él.
Por lo tanto, un hijo de Dios demuestra su esperanza purificándose de todo lo malo que traía del mundo y haciéndose limpio mediante el arrepentimiento y la demostración de sus buenas obras en Dios. Sigamos.
1 juan 3:4-6 “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley. Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él. Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido.”
1 juan 3:4-6 “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley. Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él. Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido.”
Aquí hablaremos acerca de algo de lo cual ya no debiera haber en nosotros, pecado, pero mas que el pecado en sí habla acerca de aquel que persevera en el pecado, que persiste en cometerlo aun después de llegar a la verdad y a la luz de la palabra.
Dice que “comete”, esta persona es un activo ser que, siendo ya conocedor de la palabra, sigue actuando y haciendo y diciendo lo mismo que hacia o decía en el mundo; esta infringiendo la ley. Esta frase esta retratada en otra parte de la escritura también, Hebreos 10:26 “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados,” El pecado rompe nuestra relación con Dios y destruye la comunión con él, es por eso que un hijo de Dios no vive en el pecado sino que se aleja de él, huye; asi demuestra uno que es hijo de Dios; ya no le llaman la atención las entretenciones del mundo ni sus deseos, sino de da su vida y su tiempo en entrega al Señor y su evangelio (con esto no quiero decir que no podemos pasar tiempo con nuestras familias, o salir de vacaciones, o disfrutar de un día libre, sino que lo hablo en el sentido de prioridad)
Sería incongruente para un hijo de Dios seguir en el pecado luego de que el Señor lo haya salvado de él; sería como el pueblo de Israel, que luego de ser rescatados de la esclavitud de Egipto quisieron volverse porque en el desierto no tenían las comodidades que tenían en sus casas, y la escritura dice en Hecho 7:39 “al cual nuestros padres no quisieron obedecer, sino que le desecharon, y en sus corazones se volvieron a Egipto,” La mejor manera de demostrar amor a Dios y demostrar que somos sus hijos es obedeciendole en todos sus mandamientos y poniéndolos por obra. Él quitó nuestros pecados para siempre ¿Cómo es posible que queramos volver a ellos? Por lo tanto un hijo de Dios no vuelve a atrás; se cae, pero no vuelve a atrás.
En el versículo 6 nos dice que el hijo de Dios “permanece en él” esta permanencia se refiere al estado en el cual Dios nos deja cuando llegamos a él, es una permanencia continua de arrepentimiento, es una permanencia continua de demostración de que sin él, nada podemos hacer. El verbo está en activo, por ende, depende de nosotros estar aferrados a él para no perder nuestro titulo tan preciado; la consecuencia de permanecer en él es la protección y la fortaleza de no caer en pecado o de permanecer en él, recordemos las palabras del Señor Jesus cuando dijo en Mateo 26:41 “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.” Nuestra permanencia en él depende de nuestra vida de oración. Grandes predicadores que hay caído en pecado concuerdan en lo mismo cuando dicen el motivo de su caída “descuidé mi vida de oración” un hijo de Dios “permanece en oración”.
Lo de dice después es muy interesante, dice que “todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido”, profundicemos.
Aquel que peca no le ha “visto” ésta palabra viene de “heoraken” (G3708) y no trata solo de un “ver con los ojos y ser testigo de algo” sino que se refiere a que no ha experimentado el verdadero poder de Dios en su vida porque “no le ha prestado atención a lo que él ha hecho” este es el significado de esta palabra; el Señor dijo en Juan 3:3 “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.” por lo tanto un hijo de Dios ha visto y sentido y experimentado el poder de Dios en su vida, ha visto las maravillas que el Señor ha hecho en él y da testimonio de ellas, porque es nacido de Dios, por ende puede ver lo que Dios hace; pero el que peca demuestra que no es hijo de Dios y por lo tanto no puede decir que ha visto a Dios en su vida. Generalmente este tipo de persona se reconoce porque estan un tiempo en la iglesia y luego se aburren o se cansan de que Dios no les haya respondido sus oraciones, esto es porque nunca han nacido del espíritu y como viven en pecado y no quieren abandonarlo, no pueden ver lo que Dios hace en ellos, pues sus ojos estan puesto en las cosas de la tierra y no en las cosas del cielo; son creyentes carnales. Por tanto si no le ha visto, mucho menos “le ha conocido” porque este conocimiento viene también de la experiencia de estar “en” él, y para conocer a alguien debes pasar tiempo con esa persona hasta que ya tengas un correcto concepto de él sin dejar espacio a dudas.
1 Juan 3:7 “Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo.”
1 Juan 3:7 “Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo.”
Cariñosamente el Señor nos habla ahora y nos dice que “nadie nos engañe”, que nadie nos haga desviarnos de esta verdad que nos va a contar a continuación; “el que hace justicia, es justo”.
Podemos encontrar en muchos lugares gente que dirá que este o aquel es un hombre justo pero tal como dijo el Señor en Mateo 7:20 “Así que, por sus frutos los conoceréis.” Este mundo esta bajo un grande engaño el cual quiere hacernos creer que todos los que estan en la iglesia son hijos de Dios y que todos se irán al cielo pero esto no es así; una persona que ha sido justificada por Dios, sí o sí hará justicia, es decir, obrará en conocimiento de lo que es bueno y de lo que es malo, no confundirá los conceptos sino que se apegará con absoluta certeza a la palabra de Dios y dejando en evidencia los que es malo, aun cuando aquello sea en daño suyo dirá que es malo, aquel es justo tal como Dios es justo.
1 Juan 3:8-10 “El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.”
1 Juan 3:8-10 “El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.”
Y aquí ya vamos llegando a la conclusión de nuestro tema
Notablemente se hace dos diferencias, aquí existen dos personas, una es la que practica el pecado y otra es la que no practica el pecado, Según la R.A.E. Practicar significa: “Realizar varias veces algo que se ha aprendido, para adquirir habilidad o experiencia en ello.” Según el léxico bíblico, esta practica se refiere a un “comportamiento pecaminoso” es decir que es una persona la cual no se comporta como hijo de Dios sino como hijo del diablo demostrada en sus acciones y palabras y aun pensamientos. Con esto tenemos una idea mas completa de lo que quiere decir de aquel que “practica el pecado”.
Claramente el Señor dice que el que practica el pecado es del diablo, no hay mas, no hay grises en la palabra del Señor, o eres, o no eres; y esto queda bien claro en esta porción de la palabra.
En el versículo 9 queda claro el porque un hijo de Dios no debe o no puede practicar el pecado; porque es nacido de Dios y estro significa que tiene los génes de Dios en él, es decir, tiene su naturaleza; y esto es mas notorio aun cuando nos vamos al original griego de la palabra “simiente”, esta palabra viene del griego “sperma” (G4690) que quiere decir “algo sembrado” el Señor explica que el sembrador salió a sembrar y la semilla es la palabra de Dios, esta “sperma” es la palabra de Dios en nosotros, es la naturaleza que Dios puso en nosotros para ser genuinos hijos de Dios.
Dios puso su ley en nosotros para que no nos volvamos a atrás y no seamos pecadores empedernidos sino hijos de Dios que podamos llevar esta semilla a otros y pueda ser implantada para que se vuelvan de sus malos caminos y lleguen al conocimiento del Todopoderoso.
Nosotros debemos ser verdaderos hijos de Dios practicando la justicia y no el pecado, para asi, como dice la R.A.E. obtengamos habilidad y experiencia en las cosas de Dios, tal como dice en Hebreos 5:14 “pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.” La palabra ocupada para “uso” es “hexis” que literalmente significa “práctica”; asi que, el hijo de Dios practica el discernimiento, la justicia de Dios en su vida y la aplica para alcanzar madurez en la vida y asi conducirse como un buen creyente en el mundo.
En el versículo 10 (el cual es nuestro ultimo versículo) nos da el resumen de todo lo que hemos hablado y de todas las características que demuestran quien es y quien no es hijo de Dios.
1 Juan 3:10 “En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.”
1 Juan 3:10 “En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.”
Todo esto, la justicia y el amor, traen a la luz la evidencia de si somos hijos de Dios o hijos del diablo.
Cuando dice que se “manifiesta” quiere decir que es “claramente visible a los ojos, tanto que se puede percibir con los sentidos o el juicio”. Nosotros somos carta abierta para el mundo, todo lo que nosotros hacemos esta a la luz de todos y todos están atentos a nuestras acciones, esto nos da una mayor presión de ejercer nuestra categoría de hijos de Dios.
Primero dice “el que no hace justicia” en otras palabras “el que no hace lo bueno, conociendo lo que es bueno” esto esta en Santiago 4:17 “y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.” A esto se refiere esta parte del que no practica la justicia; nosotros debemos ser rectos en todo nuestro caminar, cuando nos ven y cuando no nos ven, sabiendo que cuando no nos ven, físicamente, ahí esta Dios observando nuestro corazón; debemos saber como comportarnos delante del que no conoce a Dios para que puedan ver un verdadero cambio en nuestras vidas y no tengan nada que decir de nosotros, ni de Dios, cuando se les hable del evangelio.
Y segundo, dice también “el que no ama a su hermano” mas adelante da toda la descripción de este asunto el seria para otro estudio, pero en resumen, en 1 Corintios 13 está la completa descripción del amor; nuestro mayor mandamiento es amar al prójimo como a uno mismo, y eso incluye, primeramente a Dios, y también a nuestros hermanos, sean o no de nuestra congregación, sean o no de nuestra misión, sean o no de nuestra rama, debemos amarlos porque ellos también creen en Jesucristo como Señor y salvador de sus vidas.
En conclusión ¿Estamos demostrando que somos hijos de Dios? ¿Estamos siendo luz y sal en el mundo? o ¿Nos hemos escondido y no hemos demostrado lo que Dios ha hecho en nosotros ocultando nuestra nueva naturaleza y prefiriendo los afanes y los deseos que este mundo presenta delante de nosotros? Es momento de analizarnos y ser como David delante de Dios.
Salmo 139:23-24 “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno.”
Salmo 139:23-24 “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno.”
¡¡Que el Señor les bendiga!!