Actitudes ante la Palabra de Dios (2021)
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[INTRD.] “Cuatro clases de oyentes”: embudo, esponja, filtro y criba. ¡Cuánto de verdad hay en esta parábola moderna! En el pueblo del Señor hay diversas clases de oyentes, que dependen de las actitudes que ellos tienen ante La Escritura.
[O.T.] ¿Cuáles actitudes ante la Sagrada Escritura, son las más convenientes y provechosas que es necesario que adoptemos para prosperar como pueblo de Dios a pesar de los obstáculos? El pasaje que leeremos, nos responde a esta pregunta.
Nehemías 8
Actitudes ante La Escritura
I.INTERÉS (vv.1,3,5,7)
El pueblo demostró interés en la Escritura. MENCIONAR BREVEMENTE TRASFONDO HISTORICO:
444 a.C. Tercer grupo de cautivos que retornan. Tercera generación de creyentes que no pueden avanzar en la restauración de la nación, están detenidos, frenados por diversos obstáculos, entre ellos la oposición de los pueblos alrededor.
Nehemías, copero del rey Persa y Esdras, sacerdote y escriba, intervienen e implementan varios cambios que se narran en este libro. Pero a mi parecer, el cambio más importante fue poner en el centro de la vida nacional, La Sagrada Escritura. Hay una renovación nacional del interés en ella.
Resultado de estos cambios: Nehemías reconstruye los muros físicos de Jerusalén; Esdras reconstruye los muros, las defensas espirituales, del pueblo de Dios.
En este episodio el pueblo renueva interés, apetito de la Palabra divina. Lo notamos en las varias ocasiones en que se menciona que el pueblo pidió su exposición, y estuvo ante ésta con sumo interés.
Ilustración: 303 d.C. Diocleciano destruye La Escritura en vez de a los creyentes, y afecta a una generación de cristianos.
Hoy, en el mundo libre, la estrategia del maligno es parecida. No destruye La Escritura (hoy día está más accesible que nunca); destruye nuestro interés en ella, a través del entretenimiento y los Mass Media.
Es impresionante cómo hay creyentes que pueden tener un maratón de fin de semana de sus películas y series favoritas y a la vez poner poca o ninguna atención en la Sagrada Escritura. Esto debía ser totalmente al revés.
¿Qué tanto apetito (interés) tenemos por La Sagrada Escritura? Es sencillo determinarlo: ¿Deseamos su lectura, estudio y exposición…
¿en privado? (en nuestras devociones). ¿Qué tanto tiempo invertimos de nuestro día en leer y meditar, en comparación con otros intereses que se tienen?
¿en el culto público? Cuando estamos en él, ¿cuáles son nuestras reacciones ante la presentación de la Palabra?
Ilustración: Gaby está recuperándose de una enfermedad: ella nos dijo: “He perdido el apetito”: una señal de que la salud no está bien, es la falta de apetito. Es lo mismo en el mundo espiritual. A los enfermitos con los que he estado en contacto en esta semana les he dicho: “Come, aunque no tengas apetito, esto te ayudará a recuperar la salud”.
Si es tu caso el que haya desgano y falta de apetito por La Escritura, te pido en El Señor: “Come, aunque no tengas apetito”. Recupera el interés por La Escritura a partir de hoy. Mateo 4.4: «Escrito está: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.»
La primera actitud para ser prosperados, para avanzar mejor que antes en los proyectos de Dios a pesar de la oposición, es tener un verdadero interés en Las Escrituras Sagradas. ¡Tener hambre, tener anhelo!
1 P 2:2: desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación,…
Sal 119:97: ¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación.
II.SENSIBILIDAD (vv.6,9,10,11)
Notamos en el pasaje, que el pueblo se quebrantó, a medida que se exponía La Escritura. El interés genuino en la Escritura, produce sensibilidad cuando hay disposición. El pueblo lloró por la conciencia de sus faltas, ya que comprendieron que lo que oían, tenía mucha relación con sus vidas. Y estaban comparando sus conductas, con el espejo de la Palabra de Dios.
Ilustración: San Agustín de Hipona escuchaba con gusto a Ambrosio de Milán, pero sólo por interés profesional (él mismo era profesor de retórica), todavía no era sensible al mensaje. Nuestra sensibilidad no debe ser sólo del intelecto o mente, sino una sensibilidad del corazón.
¿Qué tan sensibles somos ante la Palabra de Dios? ¿Qué sensaciones experimentamos, cuando la leemos o la escuchamos cuando se está exponiendo? ¿Estamos en actitud de oración, pidiendo al Señor que el mensaje aclare nuestras dudas, confirme nuestros pasos, corrija nuestras vidas y fortalezca nuestra esperanza? ¿Sentimos que el E.S. estremece nuestras almas, a medida que el mensaje se presenta? ¿Encuentro algo personal en lo que oigo? En una palabra, ¿hay pues sensibilidad ante La Escritura?
Sal. 119.103: ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca.
Sal.119.16: Me regocijaré en tus estatutos; No me olvidaré de tus palabras.
III.COMPRENSIÓN (vv.12,13 cf. vv. 2,3,7,8,9)
Vemos que en la exposición de La Escritura hubo comprensión, ya que Esdras y los levitas, se esforzaban por hacer entender su exposición (traduciendo o interpretando).
En este pasaje, el avivamiento espiritual no llegó hasta que el pueblo comprendió el texto. Tanto el que expone la Palabra, como el que espera aprenderla, debemos esforzarnos por hacer bien nuestro trabajo.
Vemos también que en el entendimiento de La Escritura por parte del pueblo,
el exponente, el maestro, juega un papel muy importante.
Pero también el que la escucha. Si ha puesto interés en el mensaje, y ha anhelado, suspirado y orado para que El Señor trate con usted, seguramente que Dios le dará entendimiento acerca de su voluntad.
Prov. 16.20: El entendido en la palabra hallará el bien, Y el que confía en Jehová es bienaventurado.
Mt 13:19: Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.
Mt 13:23: Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.
IV.OBEDIENCIA (vv.14-18)
Después de la lectura y comprensión de Las Escrituras, la Fiesta de los Tabernáculos (o Fiesta de las Cabañas) fue practicada adecuadamente, ya que de acuerdo a la enseñanza recibida, era algo que no estaban cumpliendo correctamente desde 1000 años atrás. Y aún el pueblo judío la celebra cada otoño en todo el mundo. Antes de este día, esta festividad no se practicaba desde los tiempos de Josué. Vemos pues, que las actitudes que anteriormente se han explicado, llegan a su clímax, a su meta, con la obediencia.
Me parece que las actitudes ante La Escritura anteriormente explicadas son progresivas: el interés lleva a la sensibilidad, la sensibilidad a la comprensión. Pero todas éstas: el interés, la sensibilidad y la comprensión, deben desembocar en la obediencia.
Si hemos experimentado interés en La Escritura, si hemos sentido que Dios nos habla a través de ella, y hemos comprendido lo que está bien y lo que no en nuestra vida, pero no lo hemos corregido, todo lo demás no vale, no tiene utilidad.
Los exponentes nos sentimos muy contentos, cuando vemos la presencia de Dios moviéndose en su pueblo después del sermón. Cuando vemos las lágrimas correr, deseamos que las vidas cambien. Que esas lágrimas se traduzcan en actos obedientes al Señor Jesucristo. Debemos comprender, que la exposición de La Escritura es un medio, no un fin en sí mismo. El fin último de ello, es que sea obedecida.
Stg. 1.22-25: Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos… 25 Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.
Ilustración: Agustín de Hipona se convierte en el huerto de Milán, cuando buscaba a una mujer ajena, al leer Romanos 13.12-14. Desde entonces, se le conoce como San Agustín”. Las actitudes correctas ante La Escritura deben terminar en un cambio de vida en nosotros.
La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.
[CONCL.]
El muro físico de Jerusalén, fue reconstruido en 52 días. Los muros espirituales lo fueron en 7 días de exposición y obediencia continua de La Escritura. Se hizo un trabajo que había estado detenido por años.
Es necesario que como pueblo de Dios, y como creyentes en lo individual, adoptemos estas actitudes ante La Palabra de Dios, que este capítulo nos enseña: Interés, sensibilidad, comprensión y obediencia. Solo así garantizaremos la edificación y prosperidad espiritual en nuestras vidas individuales, y en general como Pueblo de Dios.