FE, PERSEVERANCIA Y SABIDURÍA... UNA TRÍADA PERFECTA PARA GOZARNOS EN DIVERSAS PRUEBAS
1. EL PROPÓSITO DE LAS PRUEBAS 2. LA PROVISIÓN DE DIOS EN MEDIO DE LAS PRUEBAS 3. EL EFECTO DE LAS PRUEBAS
INTRODUCCIÓN
Las Escrituras mencionan al menos ocho propósitos para que el Señor permitiera las pruebas en la vida de su pueblo. En primer lugar, es probar la fortaleza de nuestra fe.
En segundo lugar, se nos dan las pruebas para hacernos humildes, para recordarnos que no dejemos que nuestra confianza en el Señor se vuelva arrogancia y autosatisfacción espiritual.
En tercer lugar, Dios permite que suframos pruebas a fin de librarnos de nuestra dependencia de las cosas terrenales. Cuanto más bienes materiales y conocimiento, experiencia y reconocimiento terrenal acumulamos, tanto más tentados nos sentimos a confiar en eso en vez de confiar en el Señor
Un cuarto propósito de las pruebas es llamarnos a la esperanza eterna y celestial. Cuanto más duras sean nuestras pruebas y cuanto más tiempo duren, tanto más anhelamos estar con el Señor
Un quinto propósito de las pruebas es revelar lo que realmente amamos
En sexto lugar, se nos dan las pruebas para enseñarnos a valorar las bendiciones de Dios
En séptimo lugar, el Señor usa las pruebas para desarrollar en sus santos fuerza perdurable para servicios mayores.
En octavo y último lugar, el Señor usa las pruebas para capacitarnos para ayudar mejor a otros en sus pruebas
EL PROPÓSITO DE LAS PRUEBAS
Santiago se refiere a una excepcional plenitud de gozo que el Señor les da a sus hijos cuando de buena gana y sin quejarse soportan pruebas mientras confían en Él, a pesar de la causa, el tipo o la severidad de la aflicción. Él siempre las usará para nuestro beneficio y para su gloria.
LA PROVISIÓN DE DIOS EN MEDIO DE LAS PRUEBAS
Cuando los creyentes afrontamos tiempos de prueba, sea física, emocional, moral o espiritual, tenemos mucha necesidad de la sabiduría de Dios. En tales momentos uno debiera recordar las palabras de Salomón: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal” (Pr. 3:5–7)
EL EFECTO DE LAS PRUEBAS
Santiago primero se dirige al hermano que es de humilde condición, es decir, el santo que era económicamente pobre y que representaba la mayoría de los creyentes judíos, perseguidos y dispersos, a quienes les escribía.
Santiago se refiere a una legítima forma de enorgullecerse que aun los cristianos más desamparados pueden tener en su exaltación como hijos de Dios, y a las incontables bendiciones que ofrece esta posición.
Se le puede considerar “la escoria del mundo, el desecho de todos” (1 Co. 4:13) ante los ojos del mundo, pero ante los ojos de Dios es exaltado.
Pudiera tener hambre, pero tiene el pan de vida. Pudiera tener sed, pero tiene el agua de vida. Pudiera ser pobre, pero tiene riquezas eternas. Los hombres pueden rechazarlo, pero Dios lo ha recibido por la eternidad.
Pudiera no tener una morada en la tierra, pero tiene una gloriosa en el cielo
De la misma forma en la que el creyente pobre debía gloriarse en su riqueza espiritual, el hombre materialmente rico [debía gloriarse] en su humillación
La idea es que un creyente que tiene riquezas materiales, y por otra parte físicamente bendecido, debe gozarse cuando llegan las pruebas, ya que ellas le enseñan el carácter transitorio de esas cosas materiales y su incapacidad para dar satisfacción interior y perdurable o ayuda alguna, en especial ayuda espiritual.
La pérdida de las cosas materiales tiene el propósito de llevar al rico al Señor y a mayor perfección espiritual, bendición y satisfacción. Y al llegar a ese punto, los ricos y los pobres son exactamente iguales. Ni los bienes materiales ni la falta de ellos es de consecuencia fundamental alguna. Lo importante es una relación de confianza con el Señor, que da en abundancia a todos sus hijos la riqueza espiritual, que nunca disminuirá ni dejará de satisfacer.