Soli Deo Gloria
LAS 5 SOLAS DE LA REFORMA • Sermon • Submitted
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Introducción: Aquello que nos hace sentir bien y significantes, tu y yo invertiremos nuestro tiempo, esfuerzo y excelencia. La idolatría es un problema que viene con la caída, no es algo que se descubrió con la reforma. El papa León X era un diletante voluptuoso y hedonista, amante de los placeres de la carne, de la música, de la literatura, del teatro y de la pintura. Le encantaba dar banquetes y entretenimientos caros, acompañados de fiestas y reuniones, y a pesar de su indolencia sentía una fuerte pasión por la caza y los animales exóticos: el rey Manuel I de Portugal le regaló como motivo de su coronación papal un elefante blanco llamado Hanno, por ello surgió la venta de indulgencias, no importaba el costo para complacer sus deleites; pero sabes es un claro ejemplo de lo que nuestros corazones hacen.
Si bien ya quedó claro que solo Cristo Salva y que la salvación se recibe por pura gracia, por exclusivamente la fe sin obra alguna, puesto que es lo que enseña la Autoridad Máxima que es la Palabra de Dios. Hoy tenemos que dejar claro que Solamente a Dios sea la gloria y romper así con nuestro legalismo y orgullo y someternos a esta verdad eterna.
Oración: Padre damos gracias porque sin merecer nada más que el castigo eterno en el infierno, Tú nos diste a tu Hijo para que por medio de Él hoy tengamos comunión contigo, y si hoy cantamos es para Tu gloria, si hoy estamos sentados aquí con deseos de aprender más de tu Palabra es Para tu gloria oh Padre, por lo tanto que tu Espíritu nos guíe en tu Sagrada Escritura y nos lleve a humillarnos, y en arrepentimiento y gratitud tu Nombre sea enaltecido, por medio de Cristo Jesús, Amén.
Es el fin principal de Sí Mismo.
Es el fin principal de Sí Mismo.
¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!
Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?
¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado?
Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.
¿Cuál es el fin principal de Dios? Dicho de otra manera, ¿qué es lo que Dios busca en cada acción que realiza y permite, y en cada Palabra que ha salido de su boca? ¿Cuál es el fin de todas las cosas?
El fin principal de Dios es su propia gloria y esto es en lo que Él se deleita. De eso se trata Soli Deo Gloria. Todo lo que Dios orquesta, realiza y habla busca esta meta: que su nombre sea glorificado.
El apóstol Pablo habla de esto en el libro de Romanos. Los primeros once capítulos de la carta son la exposición teológica más profunda y amplia en la Biblia sobre la gran historia de la creación y redención.
Pablo aborda desde la forma en que la creación testifica del poder y la gloria de Dios, hasta el papel de la ley en la vida del creyente, la justificación por la fe sola y el rol de Jesús como nuestro segundo y mejor Adán. También habla del obrar del Espíritu Santo en los redimidos, la soberanía generosa de Dios en la elección de pecadores para salvación y el plan de Dios para Israel y las naciones del mundo, entre otros asuntos teológicos y doctrinales llenos de implicaciones prácticas para nosotros.
Pablo no puede evitar estallar en alabanzas a Dios y atribuirle toda la gloria a Él, reconociendo que todo existe por Él y para Él. Nosotros deberíamos responder de la misma manera al considerar quién es Dios y qué ha hecho y revelado en la historia para su gloria.
En la Biblia y en la teología reformada se habla de dos aspectos de la gloria de Dios: su gloria intrínseca y su gloria adscrita.
Ambos aspectos deben estar en nuestra mente al abordar el tema. La gloria intrínseca de Dios es el peso de todo lo que Dios es (la palabra hebrea para «gloria», kabod, tiene este significado en la Biblia). También es la belleza, exhibición y resplandor de su carácter y perfecciones (Éx 34:6-8). Por eso los serafines de la visión de Isaías cantan sin cesar: «Santo, Santo, Santo es el SEÑOR de los ejércitos, llena está toda la tierra de su gloria» (Is 6:3), pues la creación testifica de la gloria de Dios. Cuando hablamos de esta gloria, estamos pisando «terreno santo» en la teología.
En las Escrituras se dice que Dios está vestido con gloria y majestad (1 Cr 16:27; Sal 29:4 “Voz de Jehová con potencia; Voz de Jehová con gloria.” ; 96:6; Sal. 104:1 “Bendice, alma mía, a Jehová. Jehová Dios mío, mucho te has engrandecido; Te has vestido de gloria y de magnificencia.” ; Sal. 113:4 “Excelso sobre todas las naciones es Jehová, Sobre los cielos su gloria.” ). La creación manifiesta la gloria de su Creador (Sal 8:1-4 “¡Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos; De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza, A causa de tus enemigos, Para hacer callar al enemigo y al vengativo. Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las estrellas que tú formaste, Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites?” ; 19:1–2; Is 6:3)
No podemos pretender definirla por completo, pues eso es imposible. Esta gloria es infinita y abarca todo lo que Él es, no podemos añadir más gloria, le damos lo que le pertenece al cantar, admirar y contemplar. 1 Reyes 8:27 “Pero ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado?”
Piensa por un momento en lo más hermoso, justo, verdadero, gozoso, bueno, bondadoso, perfecto, íntegro, grande, sabio y poderoso que puedas imaginar. ¿Pudiste concebir algo que cumpla con todas esas características en el mayor grado posible en que puedas concebirlas? Lo dudo mucho, pero si lo lograste, entonces es «fácil» entender la gloria de Dios: es como la multiplicación al infinito de cada una de esas cualidades en aquello que imaginaste y todo otro atributo bueno que pueda existir eternamente en Él.
La gloria intrínseca de Dios es la fuente de la cual proceden todas esas cualidades buenas en sí mismas que hemos mencionado (y muchas otras).
¿La belleza de un atardecer en la playa? Procede en última instancia de la gloria de Dios y debe moverte a reconocerla en gratitud y alabanza a Él (cp. Ro 1:18-23). ¿La sonrisa de tu hijo a quién amas? ¿La justicia de una persona que se conduce en integridad? ¿El sabor delicioso de un helado de chocolate? Todo tiene en última instancia la misma fuente y propósito.
Al mismo tiempo, la gloria adscrita de Dios es el renombre que Él obtiene y recibe de su creación cuando Él despliega sus atributos revelándose a sí mismo a través de su Palabra y sus obras. La palabra griega para gloria, doxa, tiene esta connotación (de donde viene la palabra doxología, que nos habla de dar gloria). En este sentido, Él es glorificado por nosotros cuando le adoramos y reconocemos su majestad. Glorificar a Dios, es decir, atribuirle gloria y honor, no significa que lo estamos haciendo más glorioso —pues es imposible añadir algo a su gloria intrínseca—, sino que estamos reconociendo el despliegue de su gloria y adorándole por quién es Él
La gloria de Dios es la manifestación de la perfección de todos sus atributos. La doctrina de la gloria de Dios enfatiza su grandeza y trascendencia, su esplendor y santidad. .HAYKIN, MICHAEL A. G.: Gloria de Dios. En: WARD, M. ; PARKS, J. ; ELLIS, B. ; HAINS, T. (eds.): Sumario Teológico Lexham. Bellingham, WA : Lexham Press, 2018
Dios no es egocéntrico. Él no es un ser idólatra de sí mismo, sino que Él es Dios mismo, su carácter y esencia son innegables. Por lo tanto Él en sí mismo es fin supremo, y no hay nada por encima de Él.
Por lo que para nosotros las criaturas nuestro fin máximo es Él, nuestro mayor deleite es Él y todo lo que Él ha hecho. Aunque no todos lo verán así.
Entonces si no hay nada superior a Dios, entonces Él es nuestro fin máximo y nuestro mayor deleite.
Es revelada soberanamente por Él.
Es revelada soberanamente por Él.
Como ven, no andamos predicando acerca de nosotros mismos. Predicamos que Jesucristo es Señor, y nosotros somos siervos de ustedes por causa de Jesús.
Pues Dios, quien dijo: «Que haya luz en la oscuridad», hizo que esta luz brille en nuestro corazón para que podamos conocer la gloria de Dios que se ve en el rostro de Jesucristo.
Ahora tenemos esta luz que brilla en nuestro corazón, pero nosotros mismos somos como frágiles vasijas de barro que contienen este gran tesoro. Esto deja bien claro que nuestro gran poder proviene de Dios, no de nosotros mismos.
Pablo es alguien que ha quedado asombrado por esta gloria de Dios.
Pablo escribe esta segunda carta porque la iglesia de Corinto había sido orgullosa en un principio, pero después fue pasiva y aceptaban a los mal llamados apóstoles que surgieron en ese tiempo. Y llegaron a acusar a Pablo de que no era un siervo legítimo.
Muchos de los judíos no aceptaban el evangelio. Para ellos permanecía encubierto, porque Dios así le plació, que el enemigo cegara su entendimiento de la gloria de Cristo, la imagen de Dios.
Pues solo es por medio del Evangelio que nosotros podemos conocer la gloria de Dios.
Solo por medio de Cristo hemos de conocer esa gloria exclusiva de Dios.
Lo que hoy se nos ha presentado por medio de Cristo no fue solo algo del amor de Dios, sino EL AMOR MISMO, no solo vemos ahora lo que es malo nada más sino que EL ES LA SANTO, no solo vemos que las cosas se mantienen sino que vemos que Él es FIEL.
Son aquellas cualidades o atributos que Dios sí ha querido mostrarnos a través de su palabra y de su creación:
“Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó”. Romanos 1.19
“Pues habiéndole conocido, no le glorificaron como a Dios…” (Romanos 1.21).
Dios quiere manifestar su gloria, Su anhelo que cuando los hombres veamos su creación saquemos conclusiones respecto a su persona y le glorifiquemos. Pero hemos pecado Romanos 3.23 “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,”
El planteamiento de Lutero respecto a la revelación es maravilloso al tratar tanto el tema de la teología de la gloria, como el de la teología de la cruz. Para Lutero es posible tener un conocimiento de Dios por medios racionales, así que, se puede saber si Dios existe y se puede distinguir entre el bien y el mal.
La teología de la gloria pretende ver a Dios en aquellas cosas que los seres humanos consideramos más valiosas, es decir, en su poder, gloria, bondad, amor… Pero todo esto no es más que pretender que Dios sea como nosotros quisiésemos que fuese. En su revelación escrita, Dios se nos ha dado a conocer de un modo claro y preciso, y nos dice que es por medio de Cristo.
La suprema revelación de Dios se da en la cruz de Cristo. Allí Dios se manifiesta en la debilidad, en el sufrimiento, en el escándalo.
Esto quiere decir que Dios actúa de un modo radicalmente distinto a como pudiese esperarse y destruye nuestras ideas preconcebidas de la gloria divina. Así que, al pensar en la belleza de su gloria, no solo debemos pensar en el trono de Dios, sino en la gloria de su humillación. En Filipenses 2, Pablo nos invita a ver esa gloria.
El cristiano no mira solo un Dios poderoso, sino un Dios que se humilló, tomando forma de siervo en la persona de Cristo, y muriendo de la manera más vergonzosa y cruel. Por lo cual Dios le exaltó hasta lo sumo, por lo cual ha recibido un Nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesucristo se doble toda rodilla, de los que están en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra, y todo ser que habla, confiese que Jesús es el Señor para gloria de Dios Padre
El cristiano se enfoca más en las cosas grandes poderosas, pero esto nos demuestra que aun en las cosas más débiles Él es glorioso.
Me gozaré más bien en mi debilidad, es tener una actitud de ser un vaso de barro. Pues quien queremos que repose sobre nosotros la gloria del Señor.
Vemos lo que dice 2 Cor. 4. 16-18 “Es por esto que nunca nos damos por vencidos. Aunque nuestro cuerpo está muriéndose, nuestro espíritu va renovándose cada día. Pues nuestras dificultades actuales son pequeñas y no durarán mucho tiempo. Sin embargo, ¡nos producen una gloria que durará para siempre y que es de mucho más peso que las dificultades! Así que no miramos las dificultades que ahora vemos; en cambio, fijamos nuestra vista en cosas que no pueden verse. Pues las cosas que ahora podemos ver pronto se habrán ido, pero las cosas que no podemos ver permanecerán para siempre.”
Pablo no esta diciendo que no debemos sufrir o que no nos va a doler, porque sería contradictorio lo que dijo de haber sufrido y estar exhausto.
Tampoco dice ignora las dificultades que vives y piensa en la gloria del futuro, 2 Cor. 1.8 dijo que esas dificultades eran mucho más allá. No las puede ignorar, no las minimiza, sino que las sufre, las acepta con gozo, porque ahora puede mirar una gloria que no se ven con los ojos físicos.
La esperanza y nueva perspectiva del Cristiano no es invisible o inventada de que algo mejor vendrá, sino que es la seguridad plena de lo que ve en este libro. Algo mejor ya viene, algo mejor obtendremos, algo mejor es Dios. Ap. 22.2-5 “En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.”
Entonces la respuesta de conocer su gloria y de encontrarnos con la gloria de Dios es que nosotros honremos al Dios de la gloria, que nosotros demos loor y alabanza porque Soli Deo Gloria.
Es el fin máximo del creyente.
Es el fin máximo del creyente.
Me has guiado según tu consejo, Y después me recibirás en gloria.
¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra.
Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.
Si algo nos muestra la historia es que ni Lutero, ni Calvino, ni los puritanos de Inglaterra, o los presbiterianos Escoceses muchos años después, descubrieron estas solas o las inventaron, más bien estaban regresando a ellas.
Estas son verdades Cristianas, estas verdades sobre nuestra fe clarifican muchas de las enseñanzas que llegan a nuestros días. No exaltamos a Lutero o a Calvino, Presbiterianos o Puritanos, todos somos meros vasos de barro, pero reconocemos la Excelencia de Cristo que nos revela la Soli Deo Gloria.
El ejercicio llamado catequesis o catecismo es una manera aprender a preguntas y respuestas.
En Westminster 1647, se sintetizó en un catecismo el fin supremo del creyente: ¿Cuál es el fin principal de la existencia del hombre? El fin principal de la existencia del hombre es glorificar a Dios, y gozar de Él para siempre.
Esto no es algo que sucedió de la noche a la mañana 130 años después de los debates con Lutero y los líderes de la iglesia católica, se escribió el Catecismo de Menor de Wensminster. Estas doctrinas tomaron su forma al seguir profundizando en la Palabra, ahora tenemos esta gran lluvia de información, que junto al estudio serio de la Palabra podemos comprender y practicar.
La biblia nos dice en el Salmo 73.24-26 (DERRUMBANDO NUESTRO ORGULLO DE YO PUEDO SOLO, YO LO HAGO BIEN, YO SOY MEJOR).“Me has guiado según tu consejo, Y después me recibirás en gloria. (Este es mi verso fav. en todas las capacitaciones de consejería que he recibido, y por la cuál me gusta conocer mejor las Escrituras y todo lo que integra a un ser humano. Pues el fin no es que yo sea muy sabio o entendido sobre las situaciones, sino que seas recibido en gloria, no verguenza, no fracoso.)
El Salmista hace una pregunta retórica y añade una afirmación ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra.
(Después parece que de aquí Pablo escribió lo que vimos en 2 Cor. 4. El Salmista admite, ya no estoy tan jóven, los cambios abrumadores en la sociedad, el trabajo, la familia, el mismo, lo hacen desfallecer.) Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.”
No hay digno en nosotros solo Cristo, solo su gracia, sola su fe, sola su Escritura. Pues el problema del corazón del hombre es ser usurpador del honor de Dios.
Así que lo que vimos antes de la Reforma y vemos en nuestros días es todo este sistema religioso que plantea la gloria del hombre (o sea, poniendo al hombre como el centro),
el Papa se ponía en el centro según él pudiendo “perdonar pecados”, con la capacidad de decidir quiénes irían al cielo o no, y el hombre buscando su gloria personal, ser alguien reconocido y famoso;
esto es lo que llevó a los Reformadores a responder bajo el hecho de que el único que merece toda la gloria, el único que tiene todo el control, dirige, organiza, plantea y predestina a los creyentes para salvación es solamente Dios, por tanto, SÓLO A DIOS LA GLORIA
Pero nuestra condición caída nos hace pensar que tenemos que embellecer el carácter de Dios,
pero fallamos porque exaltamos el amor por encima de su Santidad.
Nuestro deleite ya no es el Señor que salva, perdona y transforma, sino que buscamos el deleite en cosas tan vanas, que se acaban que se pierden en este mundo, haciéndonos traicioneros.
El deleite del sexo y no en el Dios que ha creado en el sexo, por ello muchos inventos en la televisión de que la mayor satisfacción es el tiempo, las múltiples formas o las muchas personas que pudieras disfrutar. Pero somos limitados, somos muy diferentes a esos sueños, tan depravados nos volvemos en vez de valorar, amar y servir a esa persona, se trata como objeto, se avergüenza y se minimiza como si Dios no lo hubiese hecho para que le demos gloria.
El deleite en el dinero, se vuelve un ídolo, un ídolo es aquello que en lugar de Dios nos haga sentir significantes y bien. El deleite en el Dinero es evidente, no se ahorra, se desperdicia, o el otro extremo son tacaños, son mezquinos, dicen ahorrar pero la verdad no quieren invertir quieren que se le quede ese dinero en sus manos lo más que se pueda, pagar lo mínimo, regatear para no dar lo justo, es un deleite maligno que el ofrendar es una carga y que les pesa en el corazón dar generosamente.
El peor de todos los deleites es la vana gloria. Es el deleite de presumirse y sentirse superior a los demás, por eso murmura de todos, solo le caen bien las personas que inflan más su ego, se enoja si le señalan una falta y busca como justificar su error o echa culpas.
Pero gracias a Dios por Cristo, que nos pone en esa relación correcta con Dios, que nos da la mentalidad correcta pues entendemos que todo trata de Él Rom. 11.36.
Es Cristo lo que te puede transformar el corazón. No es una cosa, sino una verdad, la verdad de que Cristo es el Hijo de Dios, el único y verdadero Salvador. Eres llamado a confiar en una persona, no en una idea, religión o mantra, sino en una persona perfecta, gloriosa, santa, sin pecado, que se humilló y murió en tu lugar de la manera más vergonzosa y cruel por nuestra culpa, para que por medio de su sangre inocente recibiéramos el perdón de nuestros pecados y la reconciliación con Dios. Hoy en respuesta a ello podemos glorificar a Dios y deleitarte en Él por siempre.
El objetivo del Cristiano es glorificar a Dios y deleitarse en él para siempre jamás. 1 Cor. 10.31 “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.”
El cristiano no solo prueba esa gloria, sino que busca tal gloria, esta no proviene de los hombres sino de Dios. Por eso puede deleitarse en comerse unos ricos tacos de pastor con quesito, no por el taquero sino por que eso bueno proviene de Dios, eso es deleitarse en Él, reconocer que proviene de Dios.
Col. 3.18-25 “Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.[El matrimonio es un deleite, no una carga, es carga por nuestro pecado y falta de honrar a Dios por medio de ser fieles, amorosos, humildes, perdonadores, pues nuestro deleite es más por querer tener la razón, nuestro deleite es más en que nos valoren, que en ser valorados en Cristo]
Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten. [La dinámica familiar no se rige en ser robots, sino en agradar al Señor, en que se anime, no se solapen berrinches, quejas etc. se les da todos a los hijos, y por ellos se hacen las cosas y no para agradar al Señor, muchos no quieren enseñar a aprender resilencia quieren cambiar todos los entornos de sus hijos.]
Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios. [El trabajo en el que estás, empresa, hogar, negocio, aunque con sus adversidades y dificultades, el hacer tal trabajo es un deleite y una manera de darle gloria a Dios, porque ahora lo hacemos como para Él. ]
Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís... pero si hacen lo que está mal, recibirán el pago por el mal que hayan hecho, porque Dios no tiene favoritos.” Luchamos por deleitarnos en lo bueno, no en el pecado. Podemos ver a los clérigos de aquel tiempo que se sentían que podían pecar entrando a los burdeles como si no les fuera a pasar nada. Esta es la advertencia, no creas que Dios tiene favoritos, no hay princesas, ni hay juniors o consentidos.
Santificante en la Verdad de CRISTO y honra a Dios. Pues por medio de Cristo ahora bien podemos hallar ese deléite, y nuestra adoración será agradable. No como Nadab y Abiú en su primer momento de servir a Dios murieron Lv. 10.1-3 “Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó. Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová. Entonces dijo Moisés a Aarón: Esto es lo que habló Jehová, diciendo: En los que a mí se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado. Y Aarón calló.”