La lucha por el crecimiento espiritual

Colosenses  •  Sermon  •  Submitted
0 ratings
· 105 views

Luchemos por nuestro crecimiento espiritual

Notes
Transcript

En la vida de cada uno de nosotros hay cosas que son bien importantes. La familia es importante, y así lo son el trabajo, los amigos, la salud, y cosas semejantes. Claro que los que creemos en Jesús sabemos que tenemos que reconocer la importancia de Dios por sobre todas las cosas, siendo que el mayor mandamiento es que lo amemos con todo nuestro ser. Es por eso que haremos bien al reconocer en este pasaje dos cosas que tienen que ser de mucha importancia para nosotros: la iglesia y la Palabra de Dios.
Empieza por considerar si estas son importantes para ti. ¿Es importante para ti la iglesia? Hay personas que se preguntan para qué necesitamos ir a la iglesia, para qué apoyarla, para qué considerarla parte de sus vidas. He escuchado a algunos decir: “¿Para qué necesito ir a la iglesia si Dios está en todas partes y puedo acercarme a Él en mi hogar o dondequiera que me encuentre?”. Bueno, justamente, esta es una de las áreas de nuestras vidas en las que tenemos que aprender a considerar importante lo que Dios considera importante.
Colosenses 1:24–29 RVR60
24 Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia;25 de la cual fui hecho ministro, según la administración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios,26 el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos,27 a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria,28 a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre;29 para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí.
Colosenses 1:24–29 NVI
24 Ahora me alegro en medio de mis sufrimientos por ustedes, y voy completando en mí mismo lo que falta de las aflicciones de Cristo, en favor de su cuerpo, que es la iglesia. 25 De ésta llegué a ser servidor según el plan que Dios me encomendó para ustedes: el dar cumplimiento a la palabra de Dios, 26 anunciando el misterio que se ha mantenido oculto por siglos y generaciones, pero que ahora se ha manifestado a sus santos. 27 A éstos Dios se propuso dar a conocer cuál es la gloriosa riqueza de este misterio entre las naciones, que es Cristo en ustedes, la esperanza de gloria. 28 A este Cristo proclamamos, aconsejando y enseñando con toda sabiduría a todos los seres humanos, para presentarlos a todos perfectos en él. 29 Con este fin trabajo y lucho fortalecido por el poder de Cristo que obra en mí.
Colosenses 1:24–29 NTV
24 Me alegro cuando sufro en carne propia por ustedes, porque así participo de los sufrimientos de Cristo, que continúan a favor de su cuerpo, que es la iglesia. 25 Dios me ha dado la responsabilidad de servir a su iglesia mediante la proclamación de todo su mensaje a ustedes. 26 Este mensaje se mantuvo en secreto durante siglos y generaciones, pero ahora se dio a conocer al pueblo de Dios. 27 Pues él quería que su pueblo supiera que las riquezas y la gloria de Cristo también son para ustedes, los gentiles. Y el secreto es: Cristo vive en ustedes. Eso les da la seguridad de que participarán de su gloria. 28 Por lo tanto, hablamos a otros de Cristo, advertimos a todos y enseñamos a todos con toda la sabiduría que Dios nos ha dado. Queremos presentarlos a Dios perfectos en su relación con Cristo. 29 Es por eso que trabajo y lucho con tanto empeño, apoyado en el gran poder de Cristo que actúa dentro de mí.
Colosenses 1:24–29 NBLA
24 Ahora me alegro de mis sufrimientos por ustedes, y en mi carne, completando lo que falta de las aflicciones de Cristo, hago mi parte por Su cuerpo, que es la iglesia. 25 De esta iglesia fui hecho ministro conforme a la administración de Dios que me fue dada para beneficio de ustedes, a fin de llevar a cabo la predicación de la palabra de Dios, 26 es decir, el misterio que ha estado oculto desde los siglos y generaciones, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos. 27 A estos Dios quiso dar a conocer cuáles son las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en ustedes, la esperanza de la gloria. 28 A Él nosotros proclamamos, amonestando a todos los hombres, y enseñando a todos los hombres con toda sabiduría, a fin de poder presentar a todo hombre perfecto en Cristo. 29 Con este fin también trabajo, esforzándome según Su poder que obra poderosamente en mí.
Estos versículos nos presentan el testimonio de Pablo. Está hablando en primera persona, expresando lo que siente, compartiendo aun sus luchas. Tengamos en cuenta que Pablo está abriendo su corazón.
...me gozo en lo que padezco por vosotros ¿Cómo? ¡Vamos! ¿De qué habla este hombre? Sí, se había metido en problemas por andar predicando públicamente el evangelio y estaba preso por eso pero, ¿padecer por los colosenses, a quienes ni siquiera conocía personalmente? ¿No estará exagerando un poco? Además, ¿has notado que la Palabra de Dios es persistente en esto de que los hijos de Dios pueden alegrarse por sus problemas? Esto es interesante: casi todas las otras versiones de la Biblia utilizan aquí la palabra “sufrimiento” en lugar de “padezco”. Pablo sufría; ¿por qué? Por los cristianos en Colosas. ¿Por quién sufres o sufrirías tú? Por algún familiar cercano, por tu pareja si estuviera en problemas, por un niño… Pero, ¿por los hermanos de la iglesia? ¿Qué le pasaba a Pablo? Sentía una carga, llevaba una preocupación. Se estresaba por estos cristianos. Y era por el bien de ellos. ¿Tan importantes pueden ser los hermanos de la iglesia como para que uno se estrese por ellos? ¿Te has preocupado alguna vez por aquellos con quienes te congregas? Uno puede llegar a pensar que los líderes de la iglesia se preocupan porque todo esté bien en las reuniones, que no falten las comodidades necesarias para que todos estén bien, pero esto va más allá de eso. Se trata de padecer por las personas, preocuparse por ellos, batallar por su bienestar espiritual. Esa era la lucha de Pablo, y es una a la que cada uno de nosotros tendría que unirse.
...cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia ¡Vaya! Aquí sí parece que exageró, y mucho. ¿Cómo que está completando lo que faltaba de los sufrimientos de Jesús por su iglesia? Hasta donde yo recuerdo, cuando llegó el momento de entregar su espíritu Jesús clamó diciendo: “¡Consumado es!” (Juan 19:30). El sacrificio de Jesús es perfecto y no le falta nada. ¿Cómo entonces se atreve Pablo a decir que él estaba completando “lo que faltaba” de los sufrimientos de Cristo por su iglesia? Así de importante consideraba el apóstol a la iglesia, incluyendo a aquellos a quienes no había visto cara a cara. Pablo sufría por estar en prisión pero también al recibir noticias de los cristianos experimentaba el peso de su desarrollo espiritual, cargaba con la preocupación por su perseverancia y crecimiento. No se trata de que el sacrificio de Jesús fuera imperfecto, pero a lo largo de la historia, los cristianos comprometidos con el Maestro han dado sus vidas por su iglesia. ¿Qué das tú por tu iglesia? Bueno, es posible que hasta te quejes de que el servicio es demasiado largo… La iglesia tendría que ser tan importante para cada uno de nosotros que tendríamos que estar dispuestos a invertir nuestro esfuerzo, a pasar tiempo en oración por ella, a apartarnos de nuestra agenda para ayudar. Tú también, ¡aporta! Sufre también como Pablo, lleva la carga de la iglesia y colabora para que la obra de Dios sea hecha por medio de ella. ¿Quieres saber qué más puedes hacer? Habla con tu pastor.
Pablo no había llegado a la posición de liderazgo que ocupaba sobre la iglesia porque lo hubiera deseado o buscado. Dios lo había llamado y lo había puesto en esa posición, con todos los problemas que le acarreó. Dios ha invertido e invierte las vidas de personas por ti, por tu congregación, por tu buen desarrollo como parte de su obra (Isaías 43:4).
Y su plan es que se anuncie cumplidamente la palabra de Dios. Todo el sacrificio, la lucha, enfrentar la oposición y las consecuencias para que la Palabra de Dios sea conocida, Dios lo ha hecho a lo largo y ancho de la historia, y hasta el día de hoy lo sigue haciendo: envía a sus servidores a comunicar su verdad. La humanidad no va a poder decir que Dios no les habló. Hoy en día nos tiene a ti y a mí, y quiere enviarnos para que seamos sus mensajeros, transmitiendo una vez más su Palabra.
Pero observa esta descripción de la Palabra, tal como lo presenta Pablo en este pasaje. La describe como:
...el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles...
Un misterio. Eso es lo que Dios dice para la mayoría de las personas. Pero este es un misterio, un secreto que Dios ha querido que sea dado a conocer. Este misterio había estado oculto desde los siglos y las edades. Es una realidad que muchos no lograron entender o descifrar, no por falta de capacidad o entendimiento, sino simplemente porque era un misterio oculto, un conocimiento al que no se puede acceder a menos que haya una REVELACIÓN. Es por eso que Pablo se refiere a que el misterio ahora ha sido manifestado a todos sus santos. No se trata de que fueran santos antes de recibir la revelación. Dios le hace la revelación a los injustos, nosotros, y cuando recibimos la revelación de Dios y respondemos comprometiéndole nuestra vida llegamos a ser santos conforme a su plan. Este es un misterio rico, generoso, representando las riquezas de la gloria de Dios.
Entiende, por favor, que si has sido capaz de entender que en Jesús hay salvación no ha sido porque seas muy inteligente o porque fueras tan bueno que merecieras comprenderlo. Ha sido porque Dios, en su gracia, te lo ha revelado, y te invitó a reaccionar, si aceptar o rechazar su regalo de gracia.
Pero, cuál es el contenido de este misterio revelado por Dios?
...es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria...
El misterio que la mayoría no percibe es que Jesús puede venir a transformar las vidas de los que creen en Él, concediéndoles una esperanza eterna. Dios nos reveló que Jesús sería el primero entre muchos que vencerían la muerte para experimentar la eternidad con Él.
Aun estando en la prisión, Pablo sigue y seguirá anunciando a Jesús, esa fuente interminable de esperanza, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre.
Es nuestro privilegio también, el de compartir aquel misterio, para que todavía más personas lleguen a esta perfección. Pablo le presentaría a Dios aquellas personas que habían creído y que habían sido perfeccionadas por el poder redentor de Cristo Jesús. ¿A quiénes presentaremos nosotros?
Pablo trabajaba y se esforzaba, no conforme a sus fuerzas sino de acuerdo al poder de Dios, para que más personas llegaran a la salvación y la vida eterna en Cristo Jesús. Dios te está invitando a hacer lo mismo. Conviértete en un mensajero de la esperanza eterna que hay en Cristo Jesús. Esfuérzate en eso. Dios te quiere usar.
Colosenses 2:1–3 RVR60
1 Porque quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros, y por los que están en Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro; 2 para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, 3 en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.
Colosenses 2:1–3 NVI
1 Quiero que sepan qué gran lucha sostengo por el bien de ustedes y de los que están en Laodicea, y de tantos que no me conocen personalmente. 2 Quiero que lo sepan para que cobren ánimo, permanezcan unidos por amor, y tengan toda la riqueza que proviene de la convicción y del entendimiento. Así conocerán el misterio de Dios, es decir, a Cristo, 3 en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.
Colosenses 2:1–3 NTV
1 Quiero que sepan cuánta angustia he sufrido por ustedes y por la iglesia en Laodicea y por muchos otros creyentes que nunca me conocieron personalmente. 2 Quiero que ellos cobren ánimo y estén bien unidos con fuertes lazos de amor. Quiero que tengan la plena confianza de que entienden el misterioso plan de Dios, que es Cristo mismo. 3 En él están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento.
Colosenses 2:1–3 NBLA
1 Porque quiero que sepan qué gran lucha tengo por ustedes y por los que están en Laodicea, y por todos los que no me han visto en persona. 2 Espero que con esto sean alentados sus corazones, y unidos en amor, alcancen todas las riquezas que proceden de una plena seguridad de comprensión, resultando en un verdadero conocimiento del misterio de Dios, es decir, de Cristo, 3 en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.
¿Cuáles son tus luchas? ¿Sostienes luchas en tu vida? Hay quienes podrían decir cosas como: “Casi todos los días lucho con la preocupación, con la ansiedad...”, y muchas veces es por cosas materiales que no merecerían el esfuerzo. ¿Por qué luchas tú? Seguro que luchas por tu familia, por el bienestar aquellos a quienes amas. Es posible que también luchas por alcanzar tus metas, cumplir tus sueños, obtener tus logros.
Pero, ¿lucharías por los cristianos, los que conoces y los que no conoces? ¿Qué aportas tú para el desarrollo de la obra de Dios en otras personas?
Pablo se venía refiriendo a esto al mencionar que sufría, que se estresaba, por el desarrollo espiritual de los que escuchaban el evangelio de Jesucristo.
Supongo que estarás de acuerdo conmigo en lo siguiente: por lo general no dejamos que los demás conozcan nuestras luchas más íntimas. Son cuestiones personales, a veces nadie sabe acerca de ellas y unas pocas llegan a ser conocidas por muy pocos en nuestra vida. Pero observa lo que pasa aquí:
Porque quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros, y por los que están en Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro...
Pablo sostenía una lucha difícil por los cristianos en Colosas y Laodicea, y por muchos más que nunca lo habían visto. Esto es significativo. Dios quiere que nos importe lo que a Él le importa, y el apóstol Pablo es un ejemplo para nosotros.
Eso nos lleva a una pregunta que haríamos bien en hacerle a Dios: ¿Qué es lo que a Dios le importa? A veces vivimos muy concentrados en lo que a nosotros nos importa: nuestras cuentas, nuestra salud, nuestros seres queridos, nuestras cosas. Los hijos de Dios, que amamos a nuestro Padre celestial, tenemos que interesarnos por lo importante para Él, como lo hacía Pablo. A veces nos estresamos por cosas que no valen la pena, mientras Dios quiere que aportemos para el desarrollo de su obra.
La lucha a la que Pablo se refiere no es una de esas luchas enfermizas que las personas enfrentamos con nuestros propios recursos. Es una lucha que uno lleva a cabo con los recursos de Dios, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí (Colosenses 1:29).
Es tiempo de que tomes tu lugar, que asumas tu parte en la obra que Dios está haciendo en nuestro tiempo. Son tiempos muy difíciles, y tu aporte es necesario.
Ahora, ¿para qué luchaba Pablo? ¿Cuál era el objeto de su lucha?
...para que sean consolados sus corazones… A Pablo le importaba lo que sentían aquellos cristianos. Por medio de las noticias que Epafras le había traído, el apóstol sabía que aquellos hijos de Dios tenían motivos para entristecerse. Su pastor, el propio Epafras, había sido encarcelado por su fe y llevado a Roma. Ellos mismos estaban sujetos a la persecución, el rechazo, el desprecio de muchos y es probable que algunos de sus familiares y hermanos en la fe ya hubieran muerto como resultado de la persecución. Pablo oraba para que fueran consolados. Eso implica que el apóstol se había interesado por conocer su sentir y se había identificado con ellos. Pablo luchaba para que fueran consolados. ¿Conoces a alguien que necesita ser consolado? Las personas necesitan consuelos cuando sus corazones se han hecho pedazos, cuando algo ha ocurrido y ha producido mucha tristeza y dolor. ¿Conoces a personas así? En especial, ¿conoces a hijos de Dios que necesitan que luches por ellos en oración, que los apoyes clamando para que reciban consuelo? A veces tú también has necesitado ese tipo de apoyo. Interésate por otros, identifícate con su quebranto y tristeza. Llénate de sensibilidad y ruega por otros, siendo que son “tuyos” en tu corazón.
...unidos en amor Todos necesitamos rodearnos de personas que nos hagan bien. A todos nos hacen falta relaciones reales y profundas, ese pequeño grupo de amigos que también pueden ser familia, con los que podemos quitarnos la máscara y ser tal cual somos, llorar abiertamente, celebrar victorias y confesar fracasos. La iglesia tiene que ser eso. La insistencia de Jesús y el Nuevo Testamento en cuanto a la unidad de los hijos de Dios no es ninguna novedad. Pablo luchaba para que los cristianos estuvieran verdaderamente unidos, que fueran uno, tal como oró el Maestro. Ora, por favor, por ese mismo motivo. Pero no te limites a orar. Disponte a ser uno con tus hermanos, acércate, comparte, abre tu corazón. Dios nos quiere unidos en amor, y esa unidad es garantía de la eficacia de nuestro testimonio (Juan 13:34-35). Pablo luchaba en oración para que aquellos cristianos experimentaran la unidad que solamente el Espíritu Santo puede provocar entre los hijos de Dios. Esta es también una lucha válida e importante. Luchemos por la unidad (Efesios 4:1-3).
...a fin de alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. Hay riquezas que a veces no están accesibles para todos, y las riquezas de pleno conocimiento son de esas . Somos personas tremendamente ignorantes. Esto me recuerda la conversación que Dios tuvo con Job casi al final de su libro, preguntándole dónde estaba él cuando Dios ordenaba las galaxias y ponía todo en funcionamiento. Sin embargo, a pesar de nuestras limitaciones para comprender o alcanzar sabiduría por nosotros mismos, Dios ha querido hacer su sabiduría accesible por medio de la fe en Jesús. Cuando caminamos con Jesús, cuando le experimentamos día tras día en una relación viva y activa, empezamos a recibir un caudal cada vez más grande de revelación de parte de Dios, una revelación que nos da a conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo. No es un conocimiento que se pueda adquirir leyendo, sino viviendo en comunión con Dios. Pablo luchaba por eso, para que aquellos cristianos aprendieran más y más de Dios, y le conocieran más y más. Dios no se esconde, sino que quiere ser conocido. Jeremías 9:24 “Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová”. ¿Conoces a Dios? ¿Has aprendido de Él? Oremos para conocerle más y mejor. Luchemos en oración, como Pablo, para ser llenos del conocimiento de Dios en Cristo Jesús. Todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento están en Jesús (no en la internet ni en Google). Seremos negligentes si no accedemos a esa fuente y luchamos para que muchos crezcan en ese conocimiento.
Colosenses 2:4–5 RVR60
4 Y esto lo digo para que nadie os engañe con palabras persuasivas. 5 Porque aunque estoy ausente en cuerpo, no obstante en espíritu estoy con vosotros, gozándome y mirando vuestro buen orden y la firmeza de vuestra fe en Cristo.
Colosenses 2:4–5 NVI
4 Les digo esto para que nadie los engañe con argumentos capciosos. 5 Aunque estoy físicamente ausente, los acompaño en espíritu, y me alegro al ver su buen orden y la firmeza de su fe en Cristo.
Colosenses 2:4–5 NTV
4 Les digo esto a ustedes para que nadie los engañe con argumentos ingeniosos. 5 Pues, si bien estoy lejos, mi corazón está con ustedes. Y me alegro de que viven como deben hacerlo y de que su fe en Cristo se mantiene firme.
Colosenses 2:4–5 NBLA
4 Esto lo digo para que nadie los engañe con razonamientos persuasivos. 5 Porque aunque estoy ausente en el cuerpo, sin embargo estoy con ustedes en espíritu, regocijándome al ver su buena disciplina y la estabilidad de la fe de ustedes en Cristo.
A nadie le gusta ser engañado. La mentira es algo que lastima, que desvía a las personas de aquello a lo que tendrían o podrían llegar. Por eso, haces bien si te propones no ser engañado.
Pero, ¡en este mundo hay tanto engaño, tantos desvíos que alejan a las personas de la verdad! Hay tantos mensajes y anuncios contradictorios que ya no sabemos a quién creerle. En especial en lo que tiene que ver con el aspecto espiritual de nuestras vidas, los maestros se suman, cumpliendo aquella profecía: “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4:3-4).
Pablo luchaba para que los colosenses no fueran engañados. Oraba con ansias, con intensidad, pidiéndole a Dios que librara a aquellos discípulos de ser desviados de la verdad. Y, a decir verdad, ellos contaban con menos posibilidades de ser engañados que nosotros y quienes nos rodean. ¡Esta es una buena razón por la que orar y luchar!
Los que engañan no llegan a nosotros diciendo que nos van a mentir. Lo hacen con palabras persuasivas. Lo que enseñan suena bien, parece tener sentido, y a veces nos descubrimos a nosotros mismos repitiendo lo que hemos escuchado o leído por allí, siendo puras mentiras. ¡Cuidado! La seducción del engaño es muy fuerte en este tiempo que nos ha tocado vivir.
Pablo le manifiesta su apoyo a aquellos cristianos. Aunque no podía estar presente materialmente, les está apoyando espiritualmente, y lo que le alegra es la firmeza de vuestra fe en Cristo. Aprendamos a apoyarnos así, a sostenernos y animarnos siempre a lo bueno.
Colosenses 2:6–7 RVR60
6 Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; 7 arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.
Colosenses 2:6–7 NVI
6 Por eso, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, vivan ahora en él, 7 arraigados y edificados en él, confirmados en la fe como se les enseñó, y llenos de gratitud.
Colosenses 2:6–7 NTV
6 Por lo tanto, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, ahora deben seguir sus pasos. 7 Arráiguense profundamente en él y edifiquen toda la vida sobre él. Entonces la fe de ustedes se fortalecerá en la verdad que se les enseñó, y rebosarán de gratitud.
Colosenses 2:6–7 NBLA
6 Por tanto, de la manera que recibieron a Cristo Jesús el Señor, así anden en Él; 7 firmemente arraigados y edificados en Él y confirmados en su fe, tal como fueron instruidos, rebosando de gratitud.
¿Cómo recibiste a Jesús? ¿Lo recuerdas? ¿Recuerdas de qué manera llegaste a entender que solo en Jesús hay salvación?
Gracias a Dios por los miuchos que hemos creído en el Salvador, que le hemos abierto las puertas de nuestra vida, llegando a conocerlo como quien verdaderamente es, el Señor sobre todo lo que existe.
Estas palabras de Pablo nos recuerdan aquella enseñanza al principio del evangelio de Juan refiriéndose a Jesús:
A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. (Juan 1:11-12)
Pablo alentaba a los cristianos en Colosas a no perder la memoria, a recordar de qué manera habían recibido a Jesús cuando recién les fue revelado, y les exhortaba a andar en Él así como lo habían recibido al principio. El apóstol se refiere al riesgo que corremos los cristianos de perder nuestra pasión, de abandonar la intensidad de nuestra fe en Jesús por distraernos detrás de las luces de colores del mundo que nos rodea. Evitemos esa tentación. Andemos en Jesús de la manera en que lo recibimos.
¿Cómo?
arraigados y sobreedificados en él - Que Jesús sea realmente tu punto de apoyo, la fuente de tu confianza. ¿En qué se apoya tu vida? Si se apoya en el dinero que tienes en tu cuenta bancaria y un día ese dinero falta o es insuficiente, entonces tu vida se va a derrumbar. Sé como un árbol cuyas raíces están profundamente hundidas en Jesús, y que de ahí no se muevan. Sé como un edificio apoyado en la Roca firme que nunca cecerá, Jesús. No seas inestable, fluctuante, llevado de aquí para allá por “las circunstancias de la vida” y “las influencias del mundo que nos rodea”. Afírmate en Jesús para permanecer en Él.
confirmados en la fe - Aquellos discípulos, tal como nosotros, habían sido enseñados en cuanto a Jesús. Debían manifestar en su vida las confirmaciones de su fe en el Maestro. ¿Hay en tu vida confirmaciones de tu fe en Jesús? ¿Cuáles son? Anda en Jesús, con una fe confirmada cada día.
abundando en acciones de gracias - La gratitud es el resultado natural del reconocimiento de todo lo bueno que recibimos de Dios. La gratitud también nos hace bien porque nos da una perspectiva positiva ante la vida. Aun en los momentos de mayor dificultad, los hijos de Dios siempre tenemos razones para agradecerle al Padre, porque nos colma de bienestar, nos rodea con su paz, nos dirige por sendas de justicia por amor a su nombre. ¡Llénate de agradecimiento! Presta atención a tus bendiciones. Dios está obrado en ti y a tu alrededor. Anda en Jesús, con un cántico de gratitud en tu corazón y tu boca.
Related Media
See more
Related Sermons
See more