LOS HIJOS DE DIOS NO PRACTICAN EL PECADO (parte 2)

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1 JUAN 3:7-12

7 Hijos míos, que nadie os engañe; el que practica la justicia es justo, así como Él es justo. 8 El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha pecado desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo.  Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no practica la justicia, no es de Dios; tampoco aquel que no ama a su hermano. Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros; no como Caín que era del maligno, y mató a su hermano. ¿Y por qué causa lo mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas.

INTRODUCCIÓN

Recordemos que algunas personas que estuvieron congregándose en aquella iglesia se habían ido rechazando algunas de las verdades más fundamentales de la fe cristiana. Pero algunos de ellos estaban volviendo a la iglesia con la intención de querer enseñar sus herejías sofisticadas y engañosas. Presumían tener el conocimiento verdadero acerca de Dios pero sus vidas no mostraban las evidencias de un compañerismo íntimo con Él. Decían tener comunión con el Dios que es Luz pero seguían en tinieblas (1:6). Afirmaban que le conocían pero no guardaban sus mandamientos (2:4). Se jactaba al decir que permanecían en Él pero en realidad no andaban como Él anduvo (2:6). De hecho, aborrecían a los hermanos (2:9,11) y más bien, amaban cosas del mundo como las pasiones pecaminosas de la carne, la lujuria codiciosa de los ojos, y la arrogancia de lo que se posee (2:16). Negaban que Jesús fuera el Cristo (2:22-23), pero aún así tenían la desfachatez de proclamarse verdaderos hijos de Dios y conocedores del camino. Juan tiene que remover esta tonelada de basura y verborrea mentirosa e instruir a los hermanos para que no cayeran en el engaño.
I. LAS DOS ESFERAS MORALES EN LAS QUE UNA PERSONA PUEDE ANDAR
Lo que Juan está por decirles a los hermanos es una verdad de suma importancia, pero aún así les deja saber que su impulso no proviene solo de un amor por la ortodoxia sino que brota de un corazón que les ama y desea instruirles en la verdad como un verdadero padre espiritual. El tacto con que lo hace debería ser reconocido y aplicado por todos aquellos que son maestros, él comienza llamándoles Hijos míos. Nadie debería estar más interesado en el bienestar físico y espiritual de una persona que su padre. Un buen padre siempre querrá lo mejor para sus hijos (Lc. 11:13; Mt. 7:11) incluso más que los propios hijos. Es por esto que les dice “Hijos míos, que nadie os engañe” es decir, que nadie los desvíe de la verdad. Juan no tiene otro interés que el bienestar de aquellos hermanos a quienes ama como a Hijos.
Ya vimos que para Juan existen solo dos esferas del conocimiento en las que se puede estar la luz y las tinieblas (1:5-7). Ahora les indica a los hermanos que existen solo dos esferas morales en las que se puede andar:
(a) El que practica la justicia es justo, así como Él es justo.
Y,
(b) El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha pecado desde el principio.
Antes de abordar cada una de estar esferas en lineas generales debemos decir que para Juan existe una inseparable relación entre el ser y el hacer. Y esto es perfectamente consistente con la enseñanza de Jesús y de todo el NT. Jesús dijo:
Cuidaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos; pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos (Mt 7:15–18). En otras palabras, sabrás que un falso cristiano estará disfrazado de cristiano por su conducta.
Santiago pone este énfasis en el fruto;
Porque si alguno es oidor de la palabra, y no hacedor, es semejante a un hombre que mira su rostro natural en un espejo; pues después de mirarse a sí mismo e irse, inmediatamente se olvida de qué clase de persona es. Pero el que mira atentamente a la ley perfecta, la ley de la libertad, y permanece en ella, no habiéndose vuelto un oidor olvidadizo sino un hacedor eficaz, este será bienaventurado en lo que hace. Si alguno se cree religioso, pero no refrena su lengua, sino que engaña a su propio corazón, la religión del tal es vana. Stg 1:23–26.
Aquí Santiago usa el mismo principio si alguna persona se cree religiosa pero en sus acciones demuestra lo contrario su confesión de fe es vana.
Tanto para Jesús, Santiago y Juan hay una inseparable relación entre lo que se es y lo que se hace. En nuestros días, hemos puesto el énfasis en lo que se dice e ignoramos lo que se hace.
(a) La Primera esfera: El que practica la justicia es justo, así como Él es justo. Nótese lo que Juan no dice, él no dice: “el que dice que es Justo, lo es”. El no pone el énfasis en la confesión sino en la práctica. Una persona puede decir mucho y presumir mucho y aun saber mucho, pero lo que importa es esto: que su estilo de vida esté caracterizado por la justicia, entonces y solo entonces, es justo. Una persona puede hacer algunas cosas que son justas y sentir una inclinación hacia aquellos que es justo, pero solo aquel que tiene la justicia como el estándar y estilo de su vida es verdaderamente justo. Él termino practica aquí significa realizar o hace algo de manera continua.
Ahora la pregunta de rigor que debemos hacernos aquí es ¿Cuál justicia usará como su estándar de vida? No puede ser su propia justicia ni la justicia de los demás hombres porque el hombre no tiene el derecho de ser juez de la verdad ni la capacidad de ponerse a él mismo como el estándar de justicia. Por lo tanto, el estándar es la justicia de Dios la cual se expresa en Su santa ley. Es más, si decimos, que practicar el pecado es infracción a la ley (v.4), entonces, practicar la justicia es cumplirla.
Para el creyente el estándar es la ley, su modelo es Jesucristo él quiere ser justo así como Él es justo. Es cierto que cuando Jesús vino a la tierra cumplió la ley en nuestro lugar, y ahora no necesitamos de la ley como un medio para reconciliarnos con Dios y que todas las maldiciones de esa ley fueron pagadas por el mismo Jesús, pero el creyente obedece la ley como una demostración de gratitud y porque la misma tiene la función de regular la conducta del hombre. La gracia no es una permiso para la desobediencia sino una influencia poderosa para obedecerla.
Una vez más, debemos recordar que esta practica de justicia no es una de las tantas tareas que el cristiano tiene en su listas de deberes y que puede prescindir de cumplirlas o no. Es que el cristiano ha sido salvado para que sea Justo. Inspirado por el Espíritu Santo Zacarías le recordó a Dios la promesa que le había hecho a Abraham de “...concedernos que, librados de la mano de nuestros enemigos, le sirvamos sin temor en santidad y justicia delante de Él, todos nuestros días.” (Lc 1:74–75).
Pablo dijo:
En efecto, habiendo sido liberados del pecado, ahora son ustedes esclavos de la justicia… Antes ofrecían ustedes los miembros de su cuerpo para servir a la impureza, que lleva más y más a la maldad; ofrézcanlos ahora para servir a la justicia que lleva a la santidad. Rom. 6:18-19. (NVI).
Y su oración por la iglesia de Filipos era:
Que vuestro amor abunde aún más y más en conocimiento verdadero y en todo discernimiento, a fin de que escojáis lo mejor, para que seáis puros e irreprensibles para el día de Cristo; llenos del fruto de justicia que es por medio de Jesucristo, para la gloria y alabanza de Dios. ( Flp 1:9–11).
y Pedro:
y Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz, a fin de que muramos al pecado y vivamos a la justicia, porque por sus heridas fuisteis sanados. ( 1 P 2:24).
Practicar la justicia es vivir bajo la autoridad reguladora de la ley moral de Dios. Es hacer todo aquello que Dios ha declarado como Justo aunque nadie más lo haga, y no hacer nada que Él haya declarado injusto aunque todos lo consideren justo o apropiado. Aquí hay un ejemplo de esto:
¿O no sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os dejéis engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos de vosotros; pero fuisteis lavados, pero fuisteis santificados, pero fuisteis justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios. (1 Co 6:9–11).
(b) El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha pecado desde el principio. Por otra parte, el que tiene un estilo de vida que se caracteriza por practicar el pecado, es decir, por infringir la ley de Dios (3:4) debe considerarse del diablo, o lo que es lo mismo debe considerarse bajo el poder del maligno (1 Jn 5:19). Es impresionante como las enseñanza que Juan había recibido de Jesús seguían ardiendo en su corazón y presentes en su mente. El Señor había dicho: “En verdad, en verdad os digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado” Jn 8:34. En esta misma ocasión Jesús enfrentaba a un grupo de fariseos mentirosos que querían y planeaban matarle (una clara infracción de la ley, es decir, pecado). El asunto es que estos fariseos se proclamaban hijos de Abraham (Jn. 8:38) e incluso hijos Dios (v.41). Pero Jesús les aclaró su verdadera membresía:
“Sois de vuestro padre el diablo y queréis hacer los deseos de vuestro padre. Él fue un homicida desde el principio, y no se ha mantenido en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, habla de su propia naturaleza, porque es mentiroso y el padre de la mentira [...] El que es de Dios escucha las palabras de Dios; por eso vosotros no escucháis, porque no sois de Dios. (Jn 8:44,47).
Así como el Justo practica la justicia porque Jesús es Justo, el que practica el pecado es del diablo porque el diablo peca desde el principio. Recordemos que el primer pecado fue cometido por él, en un acto de rebelión contra Dios. Ahora bien, estos que están bajo el poder del diablo no pueden esperar una suerte diferente: “...si Dios no perdonó a los ángeles cuando pecaron, sino que los arrojó al infierno y los entregó a fosos de tinieblas, reservados para juicio” 2 P 2:4. Y “...a los ángeles que no conservaron su señorío original, sino que abandonaron su morada legítima, los ha guardado en prisiones eternas, bajo tinieblas para el juicio del gran día. Jud 6.
Aún Jesús anunció que el día del gran juicio Él vendrá, se sentará en su trono y separará a todos los hombres de las naciones unos a la derecha y otros a la izquierda. A los de derecha les dirá: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. (Mt 25:34). Y a los de la izquierda les dirá: «Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno que ha sido preparado para el diablo y sus ángeles”. ( Mt 25:41).
Y en Apocalipsis leemos:
Y el diablo que los engañaba fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde también están la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos […] Y el que no se encontraba inscrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego. ( Ap 20:10,15).
Por lo tanto, quienes piensan que teniendo una vida caracterizada por el pecado, aún así son hijos de Dios, están presumiendo algo que no tiene ninguna justificación, de hecho, es contrario a lo que la Biblia enseña. El que practica el pecado está bajo el poder de Satanás y les espera el mismo destino de Satanás.

II. EL PROPOSITO DE LA VENIDA DEL HIJO DE DIOS COMO UNA RAZON DE PORQUE EL CRISTIANO NO PRACTICA EL PECADO

El Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo.
Juan no llega a esta conclusión de manera arbitraría. Les indica que la primera venida de nuestro Señor Jesús tuvo un propósito: “destruir las obras del diablo”. Desde el día en que se Adán y Eva pecaron, Dios prometió la victoria del Hijo sobre Satanás: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; él te herirá en la cabeza, y tú lo herirás en el calcañar” Gn 3:15. Cuando Jesús vino a la tierra dio cumplimiento a esa promesa evangélica, su vida de caracterizó por un tremendo conflicto con Satanás. En una ocasión los demonios le dijeron: “¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres: el Santo de Dios.” Mr 1:24. En otro momento, cuando los 70 hombres que fueron comisionados por el Señor para anunciar “el reino de Dios” vinieron gozosos porque aún los demonios se le sujetaban en el Nombre de Jesús. El Señor les dijo: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo...” Lc 10:18–19. En la ocasión en la que dio su discurso sobre su muerte le dijo a la multitud que le oía: “Ya está aquí el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.” Jn 12:31. La muerte de Jesús fue el juicio contra Satanás. Como lo dijo el escritor de Hebreos: “por cuanto los hijos participan de carne y sangre, Él igualmente participó también de lo mismo, para anular mediante la muerte el poder de aquel que tenía el poder de la muerte, es decir, el diablo” He 2:14. Con base a esta victoria Pablo pudo decir: “Y el Dios de paz aplastará pronto a Satanás debajo de vuestros pies”. Ro 16:20. Y aunque por ahora el diablo está operando en el mundo ya su sentencia ha sido declarada: “Y el diablo que los engañaba fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde también están la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos”. Ap 20:10.

III. LA SIMIENTE DE DIOS COMO OTRA RAZON DE PORQUE EL CRISTIANO NO PRACTICA EL PECADO.

Por lo tanto, no es concebible que alguien que es cristiano esté como un esclavo practicando las obras del diablo y viviendo bajo el dominio del diablo. Esta es la idea que Juan trasmite a sus hermanos aquí. Y aún la amplia al decir que Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado, a razón de que la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. Para darle una mayor fuerza a su argumento y ampliar la verdad Juan dice cual es la verdadera naturaleza de un creyente es alguien que ha nacido de Dios. El cristiano no lo es porque nació en una familia de creyentes, no lo es porque a él le de la gana serlo, ni porque otros le digan que es cristiano sino por es nacido de Dios. (Jn 1:12–13) Es decir, Dios mismo le ha implantado un nuevo principio de vida espiritual. Es por esto que para Juan el cristiano no puede practicar el pecado porque la simiente de Dios permanece en él. El término simiente es la palabra gr. sperma y significa semilla. El término sperma lo usamos para nombrar la célula que portan el material genético de un hombre (ADN). La palabra simiente Juan la usa para indicar que el cristiano ha recibido “la vida de Dios” en su interior, su ADN, por decirlo de algún modo. Siendo que Dios no tiene pecado y aborrece el pecado, ese mismo ADN está presente en el nuevo creyente y por lo tanto no lo dejará que su vida se caracterice por una practica del pecado. Usando las palabras de William Hendriksen: “Dios guarda la nueva vida que ha plantado en el corazón del creyente y hace que se desarrolle. Entonces el cristiano no cederá ni podrá ceder al pecado a causa de ese principio divino que hay en su corazón [...] El pecado no originó con Dios, porque “en él no hay ninguna tiniebla” (1 Jn. 1:5). Una persona que ha nacido de Dios y que posee la naturaleza de Dios no puede vivir en pecado habitual. Con todo, la posibilidad de caer en un pecado ocasional está siempre presente, como puede testificar todo cristiano. [p 253].

IV. LAS DOS FAMILIAS QUE CONSTITUYEN EL MUNDO ENTERO

Para Juan esta es la manera correcta de reconocer quienes son Hijos de Dios y quienes son Hijos del Diablo: En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no practica la justicia, no es de Dios; tampoco aquel que no ama a su hermano. 
Llama la atención el hecho de que Juan separe a la humanidad en dos grandes familias. Note que él no dice: “En esto se reconocen los hijos de Dios y los que no son”, sino “En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo”. No hay un terreno neutral en este asunto. Existen solo dos clases de personas los hijos de Dios y los hijos del diablo, ambas clases son mutuamente excluyentes. Como ya Juan ha venido mencionando las características de un Hijo de Dios ahora lo hace con los Hijos del diablo: (a) no practica la justicia, es decir, su vida no está regida por imitar a Jesucristo y usar aquello que Dios ha declarado justo en su ley como el estándar de su vida y (b) no ama a su hermano, es decir, no usa la ley de Dios como el estándar para regular su relación con los hermanos. Lo cual a su vez es un rechazo al mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros. Y por el contrario es seguir el ejemplo de la simiente del mal (Caín) que era del maligno, y mató a su hermano. ¿Y por qué causa lo mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas.

APLICACIONES PARA LA VIDA

1. Que nadie os engañe, también se puede traducir que nadie os extravíe. No podemos abandonar la verdad y pensar que seguiremos seguros en el camino. Cuando la verdad es ignorada o rechazada inevitablemente estaremos perdidos.
2. La verdad debe ser la norma a través de la cual nos midamos nuestra fe y la de otros. Algunas personas dice: !Ah hermano nosotros no somos quienes para juzgar a nadie! Pero de donde sacamos tal cosas. Los pastores deben estar preparados para usar la verdad como norma para cuidar el rebaño del Señor, la esposa debe usar la verdad como norma para velar por la conducta de su marido y viceversa, nuestras hijas deben estar bien preparadas para usar la verdad como la norma que mida la vida de sus pretendientes. Y cuando usamos el termino verdad, lo hacemos desde la perspectiva judeocristiana no griega. La verdad debe ser vivida.
3. La presunción de algunos de creer que todos los hombres son hijos de Dios no tiene justificación alguna. La Biblia enseña que todos nacemos miembros de la familia de Satanás. Y por lo tanto estamos condenados al igual que él al infierno eterno. Hemos pecados y eso nos hace culpable del mismo castigo. Pero la diferencia radica en que Dios no le dio al Diablo la posibilidad de arrepentirse sino que lo condeno justa e implacablemente, Pero a nosotros nos ha dado la oportunidad de arrepentirnos de nuestros pecados y de poner nuestra confianza en Jesús su hijo como el único salvador calificado. Usted puede abandonar su pecado en este día, dejar atrás su vieja vida y a aferrarse a la esperanza que Dios le brinda en Jesús, a saber, que Él murió en la cruz del Calvario para cargar los pecados de los hombres y que así le pagó a Dios la deuda que nadie podría haber pagado. Que el Padre lo ha resucitado antes los ojos de los hombres como señal de vindicación y de que el pago se había realizado perfectamente. Ahora este Jesús está sentado a la Derecha de Padre gobernando todo los asuntos del mundo e intercediendo por los su pueblo.
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