La economía del mañana: Deuda y ahorro
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Introducción
Introducción
Ya vimos los principios para el presupuesto y el gasto. Ahora veremos el impacto que tienen nuestras decisiones financieras para futuro.
Dios tiene mucho que decir acerca de nuestro futuro. Él quiere que seamos sabios y que entendamos cómo las decisiones que tomamos hoy impactan nuestras vidas en el mañana.
Lazo es para el hombre decir a la ligera: «Es santo»” Y después de los votos investigar.
La ignorancia no es algo bueno, ¡es necedad! Es sabio considerar el futuro, y una locura no hacerlo. Hacernos los tontos no es la manera de seguir el mandamiento de Jesús de no preocuparnos (Mt. 6:25). La ignorancia no nos exime del pecado, y tampoco nos libra de ser responsables por nuestras finanzas. Debemos crecer en la comprensión de la voluntad de Dios de cómo deberíamos pensar sobre el futuro.
Cuando se trata del futuro: «[Dios] sabe todas las cosas» (1 Juan 3:20). Pero a diferencia de Dios, tú y yo no sabemos todo. Debemos orar:
Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, Que traigamos al corazón sabiduría.
No sabemos que pasará, pero debemos considerar el futuro en nuestras decisiones.
¿cómo hacemos esto? ¿Cómo tomamos decisiones financieras para el futuro cuando no conocemos el futuro?
Dios revela acontecimientos futuros que ocurrirán, tales como la segunda venida de Cristo.
Él también da a conocer las posibles consecuencias de las acciones actuales, como por ejemplo: «La mano negligente empobrece; Mas la mano de los diligentes enriquece» (Pr. 10:4). Ser negligentes hoy nos hará pobres mañana. Aunque Dios no nos dice todo acerca del futuro, él revela cómo vivir en el presente para el futuro.
¿De qué manera deberíamos recibir sabiduría sobre nuestras finanzas para el futuro?
No debemos tomar decisiones sobre el futuro neciamente o sin asesoramiento, sino humilde y sabiamente, buscando la sabiduría de la palabra de Dios y de otros, Cuando viene de otros el consejo:
Considera la fuente. ¿Viene de personas honestas e integras? ¿Son personas bien informadas de lo que están hablando? «Los sabios guardan la sabiduría» (Pr. 10:14). ¿Tienen experiencia en el tema? «La hermosura de los ancianos es su vejez» (Pr. 20:29). Horóscopos y Adivinación; no son consejeros confiables.
Considera el contenido. ¿Es su consejo razonable y consciente de los tiempos? ¿O es su consejo, uno sin sustancia e inventado de la nada? ¿El consejo tiene precedentes? Evita ofertas de «enriquecimiento rápido» «el que recoge con mano laboriosa aumenta las riquezas» (Pr. 13:11).
Considera las limitaciones. Nadie conoce el futuro. «No te jactes del día de mañana; porque no sabes qué dará de sí el día» (Pr. 27:1). Solo Dios conoce el futuro.
Hablemos sobre las deudas.
Hablemos sobre las deudas.
Una deuda puede definirse como obtener algo ahora pagándolo después. El crédito es hasta cierto punto un medio necesario para hacer negocios. Dios no prohíbe del todo el pedir prestado.
»Si prestas dinero a Mi pueblo, a los pobres entre ustedes, no serás usurero con él; no le cobrarás interés.
»Antes bien, amen a sus enemigos, y hagan bien, y presten no esperando nada a cambio, y su recompensa será grande, y serán hijos del Altísimo; porque Él es bondadoso para con los ingratos y perversos.
Dios permitía el préstamo, entonces naturalmente también permitía el pedir prestado. De lo contrario, el acto de prestar conduciría al que pide prestado al pecado.
El préstamo puede ser usado en ocasiones para mostrar misericordia a aquellos en necesidad, y ser capaces de pedir prestado es una bondad de Dios.
Aunque podemos pedir prestado sin pecar, también podemos pecar pidiendo prestado.
Podemos prestar, porque tenemos un corazón impaciente, codicioso o incrédulo, y «todo lo que no proviene de fe, es pecado» (Ro. 14:23). Puedes decir: Dios ha fallado en proveer para nuestras necesidades, debo pedir prestado para suplir mis necesidades.
Podemos prestar suponiendo ideas incorrectas sobre quien es Dios. Suponemos que el pagará nuestra deuda, cuando el no prometió eso. Suponer nos hace actuar como si controláramos nuestro propio destino y la capacidad de pagar nuestra deuda. (Santiago 4:13-16).
Si tus motivos para prestar no son pecaminosos, piensa si es prudente hacerlo.
El crédito nos permite enfrentar emergencias no previstas, tales como pagar la cirugía de un hijo.
El crédito nos brinda la oportunidad de ganar dinero proporcionando educación para un comercio o los gastos para dar marcha a un negocio.
El crédito también nos permite comprar artículos de gran valor que pueden ser necesarios para cuidar de la familia, tales como una casa o un auto. De manera que hay algunos beneficios.
Recuerda esto:
El rico domina a los pobres, Y el deudor es esclavo del acreedor.
Mientras mayor sea la necesidad, mayor será el poder del prestamista sobre el deudor.
»El extranjero que esté en medio de ti se elevará sobre ti cada vez más alto, pero tú descenderás cada vez más bajo. »Él te prestará, pero tú no le podrás prestar. Él será la cabeza y tú serás la cola. »Todas estas maldiciones vendrán sobre ti y te perseguirán y te alcanzarán hasta que seas destruido, porque tú no escuchaste la voz del Señor tu Dios, y no guardaste los mandamientos y estatutos que Él te mandó.
La deuda también hipoteca el futuro. Limita su flexibilidad financiera y las opciones que podríamos desear tener en el camino. Y esas restricciones también pueden obstaculizar relaciones:
Para los solteros, tener una gran deuda puede ahuyentar a los posibles cónyuges.
Y aquellos que se casan, con frecuencia, lamentablemente eligen permanecer estériles por un tiempo porque la esposa necesita trabajar para pagar las deudas.
Las deudas causan tensión en la relación, y las deudas con frecuencia juegan un rol en el divorcio.
Asumir una deuda no es algo que se deba hacer a la ligera. Nunca deberíamos ver una deuda como nuestra salvación, sin importar lo baja que sea la tasa de intereses. Todavía debemos pagar todo, ¡incluyendo los intereses!
Recuerda que solo porque un banco aprueba un crédito, no necesariamente significa que Dios lo haga.
Tres preguntas generales para tomar un crédito:
Tres preguntas generales para tomar un crédito:
¿por qué lo necesito? ¿Cuáles son las razones? ¿Glorifican a Dios o son egoístas? ¿Necesitas un carro para mostrar que eres exitoso? ¿O los necesitas para lograr el estilo de vida que has escogido para honrar a Dios? Quizá, la razón por la que tengas que comprar un auto sea para ayudarte a llegar más rápido al trabajo y puedas tener más tiempo desarrollando relaciones? Examina tu corazón y lo que está «impulsando» tu decisión de gasto.
¿Puedes costearlo? ¿Tienes los medios para pagarlo? La semana pasada, dijimos que Dios no nos está llamando a un estilo de vida con gastos superiores a nuestros ingresos. Si tomas un préstamo, ¿has evaluado los riesgos? Por esto es necesario un presupuesto. Considera las variables y las responsabilidades que debes asumir con una compra. No debemos vivir más allá de nuestras posibilidades.
¿Considera otras alternativas antes de obtener una deuda? ¿Puedes producir ingresos adicionales, tomar un trabajo temporal por un tiempo? A lo mejor, ¿liquidar otros activos? ¿Puedes reducir otros gastos? ¿O renunciar a ciertas comodidades? ¿O comprar un auto más económico? Tal vez, podrías usar diferentes medios de transporte como el autobús, el metro, caminar, andar en bicicleta o pasear. ¿Has pensado en ahorrar para el gasto primero Cuando se trata de deudas: «El buen juicio hace al hombre paciente» (NVI) (Pr. 19:11). Por un lado, la paciencia nos impide tomar decisiones impulsivas y espontaneas que luego podemos lamentar. Ser pacientes nos da más tiempo para ver las cosas con precisión, para orar y buscar consejería. También es una gran manera de auto-disciplinarnos para ahorrar para un pago inicial, como el 50% del costo, antes de hacer la compra. Esto no solamente reduce el préstamo general, sino que nos permite establecer el hábito de realizar pagos en esta compra antes de que esos pagos sean obligatorios.
Finalmente, ¿has evaluado los riesgos asociados al préstamo? ¿Qué sucede si no cumples? Proverbios advierte que si careces de los medios para pagar una deuda después asegurarla, entonces, perderás «tu cama» (Pr. 22:26-27). ¿El valor de tener un préstamo vale la pena el riesgo de pérdida en caso de incumplimiento? ¿Estarías dispuesto a poner la casa donde duermes como garantía de un préstamo? ¿Estás dispuesto a asumir otros riesgos, como el estrés y la presión extra de pagar la deuda?
Toda deuda es esclavitud, pero el grado de esclavitud depende de nuestra capacidad de deshacer la obligación. Aquí es donde entra en juego el tipo de deuda incurrida:
El préstamo de un auto se puede reducir grandemente o incluso se puede pagar, vendiendo el auto involucrado a la deuda. Probablemente tenga un menor impacto en nuestras decisiones de estilo de vida que otras deudas, tales como las deudas de las tarjetas de crédito. Esta deuda del consumidor permanecerá.
Mientras más grande sea la deuda, más deberías buscar y obtener asesoría. Ora y examina tus motivos.
Sin consulta, los planes se frustran, Pero con muchos consejeros, triunfan.
¿qué pasa si ya tienes deudas…muchas…demasiadas? ¿Qué deberías hacer?
¿qué pasa si ya tienes deudas…muchas…demasiadas? ¿Qué deberías hacer?
Paguen a todos lo que deban: al que impuesto, impuesto; al que tributo, tributo; al que temor, temor; al que honor, honor. No deban a nadie nada, sino el amarse unos a otros. Porque el que ama a su prójimo, ha cumplido la ley.
El impío pide prestado y no paga, Pero el justo es compasivo y da.
Necesitas reflexionar acerca de por qué tienes tantas deudas:
Es posible quedar endeudado involuntariamente.
o por nuestras decisiones imprudentes y pecaminosas: decisiones derivadas de la codicia, la impaciencia o el materialismo.
Por tanto, debemos arrepentirnos, confesar nuestro pecado y buscar ayuda. Debemos asumir la responsabilidad de nuestras acciones, trabajando humildemente con nuestros acreedores para conciliar y pagar la deuda.
»Ponte de acuerdo pronto con tu adversario mientras vas con él por el camino, no sea que tu adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y seas echado en la cárcel. »En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
El arrepentimiento implica tomar las medidas necesarias para que no se repitan las mismas decisiones, como por ejemplo, abstenernos de usar las tarjetas de crédito.
Finalmente, todos somos deudores, deudores de la misericordia de Dios. Solamente podíamos ser liberados de nuestra deuda del pecado a través de Cristo. Jesús hizo lo imposible para pagar nuestra deuda, y nosotros deberíamos seguir su ejemplo.
El Ahorro:
El Ahorro:
Recordemos: la deuda es obtener algo ahora, pagándolo después. Ahorrar es lo contrario. Es conseguir algo después, pagándolo ahora.
La Biblia está a favor de planear para el futuro.
Ve, mira la hormiga, perezoso, Observa sus caminos, y sé sabio. La cual sin tener jefe, Ni oficial ni señor, Prepara en el verano su alimento Y recoge en la cosecha su sustento.
Los proyectos del diligente ciertamente son ventaja, Pero todo el que se apresura, ciertamente llega a la pobreza.
Tesoro precioso y aceite hay en la casa del sabio, Pero el necio todo lo disipa.
José es un gran ejemplo de planear y ahorrar sabiamente para el futuro.
Ahorrar es el medio normal que Dios usa para proveernos en el futuro. No ignores los medios de provisión de Dios. Recuerda:
En el futuro podrán haber gastos no anticipados o pérdidas de ingresos. Vivimos en mundo caído lleno de sorpresas. Es prudente apartar algo de efectivo para este tipo de emergencias.
Dios no quiere que seamos una carga para otros. Al contrario, él quiere que nosotros seamos de bendición para otros.
Podemos ahorrar para gastos mayores y anticipados, tales como el nacimiento de un hijo, el pago de una casa, la matrícula universitaria, o un nuevo horno.
Podemos ahorrar para la jubilación cuando el ingreso se vea reducido y el deterioro de la salud esté pendiente. Asimismo, es bueno que los padres ahorren para sus hijos (2 Cr. 12:14). Proverbios dice: «El bueno dejará herederos a los hijos de sus hijos» (Pr. 13:22)
Lo importante es que todo el dinero que ahorremos tenga el propósito de glorificar a Dios.
Así que, es prudente planificar y ahorrar para el futuro. No obstante, también es posible pecar en el proceso.
Uno de la multitud le dijo: «Maestro, dile a mi hermano que divida la herencia conmigo» «¡Hombre!», le dijo Jesús, «¿Quién me ha puesto por juez o árbitro sobre ustedes?». También les dijo: «Estén atentos y cuídense de toda forma de avaricia; porque aun cuando alguien tenga abundancia, su vida no consiste en sus bienes». Entonces les contó una parábola: «La tierra de cierto hombre rico había producido mucho. »Y él pensaba dentro de sí: “¿Qué haré, ya que no tengo dónde almacenar mis cosechas?”. »Entonces dijo: “Esto haré: derribaré mis graneros y edificaré otros más grandes, y allí almacenaré todo mi grano y mis bienes. ”Y diré a mi alma: alma, tienes muchos bienes depositados para muchos años; descansa, come, bebe, diviértete”. »Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te reclaman el alma; y ahora, ¿para quién será lo que has provisto?”. »Así es el que acumula tesoro para sí, y no es rico para con Dios».
Acumular egoístamente riquezas sin considerar a Dios.
Debemos ahorrar con un propósito. No debemos simplemente ahorrar por ahorrar o por razones egoístas —¡eso es acaparar! Dios nos llama a usar nuestras riquezas— las riquezas que él nos ha dado para glorificarlo y para bendecir a otros generosamente.
Al que retiene el grano, el pueblo lo maldecirá, Pero habrá bendición sobre la cabeza del que lo vende.
El acaparamiento no solo afecta a otros.
Hay un grave mal que he visto bajo el sol: Las riquezas guardadas por su dueño para su mal.
¡Oigan ahora, ricos! Lloren y aúllen por las miserias que vienen sobre ustedes. Sus riquezas se han podrido y sus ropas están comidas de polilla. Su oro y su plata se han oxidado, su herrumbre será un testigo contra ustedes y consumirá su carne como fuego. Es en los últimos días que han acumulado tesoros. Miren, el jornal de los obreros que han segado sus campos y que ha sido retenido por ustedes, clama contra ustedes. El clamor de los segadores ha llegado a los oídos del Señor de los ejércitos. Han vivido lujosamente sobre la tierra, y han llevado una vida de placer desenfrenado. Han engordado sus corazones en el día de la matanza.
Por tanto, consideren los miembros de su cuerpo terrenal como muertos a la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia, que es idolatría.
El que confía en sus riquezas, caerá, Pero los justos prosperarán como la hoja verde.
En lugar de ser dueño del dinero, el dinero será tu dueño. Mientras más un acaparador acumule con el tiempo, más lejos estará su lealtad de Dios.
Uno ahorra confiando en sus riquezas, el otro ahorra confiando en su Dios.
¿cuánto deberían ahorrar? ¿Cuál es el monto? ¿Hay una fórmula? ¿Quizá el 5% de todas las ganancias?
¿cuánto deberían ahorrar? ¿Cuál es el monto? ¿Hay una fórmula? ¿Quizá el 5% de todas las ganancias?
Dios escogió no revelarnos esto en su Palabra. ¿Por qué? Porque él no quiere que confiemos en una formula, sino que confiemos en él.
La pregunta de cuánto debería ahorrar es diferente para cada persona, pero los motivos deberían serlos mismos—debemos glorificar a Dios.
El mundo confía en sus ahorros. Sus ahorros son todo para ellos. Así que, cuando el mercado de valores se hunde o su casa se incendia, su miedo, ansiedad y estrés se elevan porque todo está en riesgo. Los ahorros no son eternos, solo Dios lo es.
El cristiano no teme la pérdida de un patrimonio porque su confianza está en Dios. (Mt. 6:31-33). El objetivo de ahorrar para el cristiano es simple: ser fiel. Dios proveerá. Si hemos sido responsables con lo que hemos recibido, entonces nuestra meta —la fidelidad— ha sido alcanzada. No importa si terminamos con nada en nuestra jubilación por circunstancias que escapan a nuestro control. Dios conoce nuestra situación. Nuestro trabajo como cristianos es simplemente ser fieles.
Si has recibido los medios para ahorrar sabiamente para gastos futuros y anticipados, bien. Sé agradecido de que Dios haya provisto de esta manera y se generoso con otros que carecen de esto. Si nos ha recibido los medios para ahorrar, bien. Estás en la posición correcta para confiar en Dios, que es exactamente donde él quiere que estés.
Dios que cuida de la viuda y de los huérfanos (Santiago 1:27). Él es el Dios que cuidó de Israel y sus hijos en medio de una grave escasez, que convirtió a Ester en reina en un momento de gran desesperación, que envió ángeles para fortalecer a Elías, y que enseñó a Pablo a estar contento en todas las circunstancias.
Como cristianos, no debemos preocuparnos por el mañana (Mt. 6:31). Debemos buscar el renio de Cristo y comprometernos con su voluntad. Dios puede llamarnos a tribulación o persecución (Ro. 8:35), pero incluso en estas situaciones, Dios, que no escatimó a su propio Hijo, no nos abandonará. Él es nuestro refugio y todas las cosas obran a bien para aquellos que aman a Dios (Ro. 8:28).