EL AMAR A LOS HERMANOS COMO EVIDENCIA DE SALVACIÓN
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1 Juan 3:13-18
1 Juan 3:13-18
13 Hermanos, no os maravilléis si el mundo os odia.
14 Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en muerte.
15 Todo el que aborrece a su hermano es homicida, y vosotros sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él.
16 En esto conocemos el amor: en que Él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.
17 Pero el que tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano en necesidad y cierra su corazón contra él, ¿cómo puede morar el amor de Dios en él?
18 Hijos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.
I. EL MUNDO ODIA AL CRISTIANO
I. EL MUNDO ODIA AL CRISTIANO
Hermanos, no os maravilléis si el mundo os odia.
Juan les indica que no se admiren como si una cosa espantosa les sobreviniera cuando el mundo os odia. Viene de recordarles el incidente que ocurrió en el amanecer de la raza humana en la casa de Adán. Caín que era del maligno, mató a su hermano. ¿Y por qué causa lo mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas” (v.12). No había ningún problema con Abel (su hermano), él era inocente, el problema lo tenía Caín y sus obras malvadas. Era tanto el odio y la envidia que tenía hacia su hermano que lo asesino. Caín representa la simiente del mal que está presente en el mundo mientras que Abel es la simiente justa, por lo tanto, esta situación la enfrenta todo cristiano.
Jesús le dijo a Nicodemos:
“Y este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, pues sus acciones eran malas. Porque todo el que hace lo malo odia la luz, y no viene a la luz para que sus acciones no sean expuestas.” Jn 3:19–20.
Esto es algo que debemos tener siempre presente la naturaleza humana hace dos cosas: ama al mundo/tinieblas y odia a Dios/luz. Jesús jamás les escondió esta realidad a sus discipulos: “Mirad, yo os envío como ovejas en medio de lobos [...], Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre, pero el que persevere hasta el fin, ese será salvo.” Mt. 10:16,22.
En otra ocasión cuando los discipulos le preguntaron sobre la señal de los últimos tiempos el Señor les dijo:
“Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis odiados de todas las naciones por causa de mi nombre.” Mt 24:9 Cf. Mc. 13:13.
Usted recodará el sermón de las bienaventuranzas en donde el Señor explica la verdadera naturaleza de su reino, en ese momento les dijo:
“Bienaventurados sois cuando los hombres os aborrecen, cuando os apartan de sí, os colman de insultos y desechan vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre.” Lc 6:22
En otra ocasión cerca de la fiesta de los Tabernáculos cuando sus hermanos incrédulos les dijeron que fuera a Judea para que también allá vieran las obras que hacía, él les contestó: “Mi tiempo aún no ha llegado, pero vuestro tiempo es siempre oportuno. El mundo no puede odiaros a vosotros, pero a mí me odia, porque yo doy testimonio de él, que sus acciones son malas. Jn 7:6–7.
En aquella larga noche que pasaron en el aposento alto, el Señor les advirtió:
“Si el mundo os odia, sabéis que me ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no sois del mundo, sino que yo os escogí de entre el mundo, por eso el mundo os odia.” Jn 15:18–19.
Estas cosas os he dicho para que no tengáis tropiezo. Os expulsarán de la sinagoga; pero viene la hora cuando cualquiera que os mate pensará que así rinde un servicio a Dios. Jn 16:1–2.
En su oración sacerdotal dijo:
“Yo les he dado tu palabra y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo” Jn 17:14.
No en vano dijo Pablo:
“Y en verdad, todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, serán perseguidos.” 2 Ti 3:12.
En este sentido debemos decir que una característica del mundo reflejada en la vida de un verdadero cristiano es que el mundo le odiará por causa de Cristo y la audiencia de Juan no debía maravillarse por ello.
II. EL CRISTIANO AMA A SU HERMANO
Ahora Juan nos presenta un fuerte contrates al referirse a una característica propia de todo verdadero creyente: “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en muerte.” Así como el odio por la luz y lo que es verdaderamente justo es una marca del mundo. El amar a los hermanos es una marca del creyente. Juan aprendió esta lección en el aposento alto:
“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros.” Jn 13:35
Este amor como bien se ha expresado ya, no es un mero sentimiento. No se trata de tener continuamente buenos afectos por los hermanos, no es “sentir amor”. Es amar. Puede que involucre los sentimiento pero va más allá.
Juan enseña que este amor está ordenado por la Palabra de Dios:
“Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y que nos amemos unos a otros como Él nos ha mandado” 1 Jn. 3:23
Pablo llegó a decir:
“No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama a su prójimo, ha cumplido la ley.” Ro 13:8.
Pero además es regulado por la Palabra de Dios:
“En esto sabemos que amamos a los hijos de Dios: cuando amamos a Dios y guardamos sus mandamientos.” 1 Jn 5:2.
Dicho de otra manera, en cuanto al amor se refiere la Biblia enseña que hay que hacer y como hay que hacerlo. Para Juan El que no ama permanece en muerte. Note lo que Juan está diciendo aquí: aquel que no hace obras reguladas por la palabra de Dios en beneficio de su hermano está en muerte. Juan no dice, el que no ama es un cristiano débil, sino que asegura que está muerto. Por su puesto, el amor se irá perfeccionando conforme vaya madurando el creyente pero siempre estará presente.
Este es un asunto muy serio para Juan: (1) el que ama ha pasado de muerte a vida, (2) el que no ama están en muerte. y ahora dice: Todo el que aborrece a su hermano es homicida, y vosotros sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. Ya Juan ha dicho: “El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está aún en tinieblas.” 1 Jn. 2:9 .
Y aún,
“Pero el que aborrece a su hermano, está en tinieblas y anda en tinieblas, y no sabe adónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.” 1 Jn 2:11.
Más adelante dirá:
“Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto.” 1 Jn 4:20.
III. CONOCIENDO EL VERDADERO AMOR
Ahora Juan quiere que se entienda a que clase de amor se esta refiriendo y les indica: En esto conocemos el amor: en que Él puso su vida por nosotros. El hombre no puede comprender lo que es el verdadero amor hasta que no contempla la cruz del calvario.
De nuevo, el amor implica una acción concreta: Él puso [voluntariamente] su vida por nosotros. Juan había visto cumplida las palabras de Jesús: “Y doy mi vida por las ovejas... Por eso el Padre me ama, porque yo doy mi vida para tomarla de nuevo” Jn 10:17. Y aquellas que registró Mateo “así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.” Mt 20:28. Por lo tanto, podía llegar a afirmar: En esto conocemos el amor: en que Él puso su vida por nosotros.
En esta cortas palabras del apóstol tenemos resumido la esencia del amor. Es interesante el término vida que usa el apóstol aquí, es Physche una palabra griega con la que se indicaba la vida del alma. Con este término Juan está resaltando el hecho de que Jesús no solo dio su cuerpo para el sacrificio, sino su alma (el estado de la vida). En otras palabras, el Señor no solo entregó su cuerpo sino que lo anhelaba hacer con todo su ser. No solo Cristo murió por su pueblo, Él quería hacerlo.
¿Se da cuenta? no se puede conocer el verdadero amor a menos que se comprenda la obra sustituta de Cristo. Pablo dijo: “y andad en amor, así como también Cristo os amó y se dio a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios, como fragante aroma.” Ef 5:2
Aún le pide a los maridos “amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella” Ef 5:25
IV. UN AMOR QUE NOS IMPONE UNA OBLIGACION MORAL
Ante esta demostración de amor Juan pide a los creyentes poseedores de semejante amor una respuesta: “...también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.” Juan no se está refiriendo a que el cristiano debe entregarse como una sacrificio expiatorio por los pecados de los hermanos. Pero sí que siga el mismo ejemplo. Es decir, de la manear en que Jesús demostró Su amor al entregar su vida por él, él debe demostrar su amor por los hermanos dando su vida.
Note que en este caso el objeto de nuestro como cristianos no es el enemigo, ni el prójimo sino los hermanos. Esa es la prueba más básica de todo cristiano, amar aquellos por los que Cristo murió ¿Si no podemos amarles a ello entonces a quienes amaremos?
Los cristianos suelen dar grandes demostraciones de amor en momento de dificultades como en una enfermedad, la muerte o alguna catástrofe, pero Juan dice que debemos poner nuestras vidas. Es decir, debe haber esta disposición continua de dar nuestra vida por los hermanos no solo en los grandes dramas de la vida sino aún en las ocasiones más pequeñas.
V. UN EJEMPLO REAL DEL AMOR
Ahora Juan pasa a poner un ej. muy práctico: Pero el que tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano en necesidad y cierra su corazón contra él, ¿cómo puede morar el amor de Dios en él? Juan pone dos límites muy saludables aquí: (1) Se supone que el hermano amante “…tienes bienes de este mundo”. Es decir, tiene las posibilidades para ayudar. Y (2) El hermano amado tiene una necesidad real (no un deseo, gusto o capricho). Ahora bien, un hermano que teniendo la capacidad de suplir la necesidad real de un hermano y no lo hace ¿cómo puede morar el amor de Dios en él?
Esto estaba presente en el corazón del pueblo desde muy temprano Dios les había ordenado:
Si hay un menesteroso contigo, uno de tus hermanos, en cualquiera de tus ciudades en la tierra que el Señor tu Dios te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano a tu hermano pobre, sino que le abrirás libremente tu mano, y con generosidad le prestarás lo que le haga falta para cubrir sus necesidades. Cuídate de que no haya pensamiento perverso en tu corazón, diciendo: «El séptimo año, el año de remisión, está cerca», y mires con malos ojos a tu hermano pobre, y no le des nada; porque él podrá clamar al Señor contra ti, y esto te será pecado. Con generosidad le darás, y no te dolerá el corazón cuando le des, ya que el Señor tu Dios te bendecirá por esto en todo tu trabajo y en todo lo que emprendas. Porque nunca faltarán pobres en tu tierra; por eso te ordeno, diciendo: «Con liberalidad abrirás tu mano a tu hermano, al necesitado y al pobre en tu tierra». (Dt 15:7–11).
William Hendriksen comenta:
“Cuando una persona bendecida con bienes materiales (comida, ropa, dinero) no está dispuesta a compartir sus posesiones, ha cerrado su corazón (Dt. 15:7–11). Es egoísta y no tiene consideración por su hermano espiritual. Esta persona presenta un marcado contraste con el amor de Jesús. Le niega a su hermano las cosas básicas de la vida, en tanto que Jesús por propia voluntad dio su vida por sus seguidores.”
Es parte de la naturaleza humana auto proclamarse con ligereza “hombres amantes”, pero Juan los exhorta y les dice: Hijos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. Note que Juan no dice: No amemos solamente de palabra y de lengua. Para Juan no existe tal cosas como una amor de palabras y de lengua. Él pide que no se ame en absoluto de palabra ni de lengua. El amor debe demostrarse y debe hacerlos en las pequeños acontecimientos de la vida. Es decir, el cristiano tiene como estilo de vida el amar a los hermanos.
Aplicación:
1. Una vez más podemos ver el antagonismo que existe entre un verdadero cristiano y el mundo. Este asunto data de los orígenes de la humanidad. En donde Caín movido por la envidia y el odio cometió un asesinato, no cualquier asesinato, un fratricidio. Una de los homicidios más gravosos y malvados en lo que se mata un familiar directo. El cristiano no tiene que esforzarse para trazar esta linea de batalla, solo le basta con ser consistente con su fe y verá como el mundo le odiará. Esto es lo que se ha conocido como la doctrina de la antítesis. El mundo no solo no ama a Cristo sino que lo odia y todo el que quiera ser como Cristo tendrá que sufrir tal odio. Hoy la iglesia se empeña en borrar la linea de batalla y en su lugar dibujar una supuesta “zona de neutralidad” pero en realidad esto es solo una evidencia más del abandono del cristianismos histórico y en su lugar se ha puesto una payasada religiosa.
2. La Biblia ordena al creyente a amar a su familia, al prójimo, al enemigo y muy especialmente a los de la familia de la fe. El apóstol Pedro escribió: “Puesto que en obediencia a la verdad habéis purificado vuestras almas para un amor sincero de hermanos, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro”. 1 Pedro 1:22. En la carta a los Hebreos leemos: “Permanezca el amor fraternal.” He 13:1, y Pablo escribió: “Así que entonces, hagamos bien a todos según tengamos oportunidad, y especialmente a los de la familia de la fe.” Gál. 6:10.
Pero no solo lo ordena, además lo regula y explica como debe hacerse y con el espíritu con que debe hacerse p.ej.: debemos amar con paciencia, con bondad, sin envidia, sin jactancia, sin arrogancia, con decoro, sin egoísmo, sin irritarse, perdonando, sin regocijarse en la injusticia sino en la verdad, sufriendo, creyendo y soportando. Es por esto que Pablo dijo: “el amor nunca deja de ser” (Ver. 1 Cor. 13:4-8).
Así el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad debe ayudarlo. Pero además, debe hacerlo sin egoismo, sin arrogancia, sin jactancia, sin envidia, sino pacientemente, con bondad, con sacrificio. Eso no significa que en nombre del amor debemos soportar toda clase de faltas de respetos todas las relaciones están reguladas por el respeto y la dignidad humana, pero se debe proceder como el Señor nos dio ejemplo, con un amor que cubre multitud de faltas.
Y aunque el amar parezca difícil y en ocasiones podamos sentir que es “injusto”. Podemos descansar en el hecho de que Aquel que nos ordena a amar es perfectamente Justo: “Porque Dios no es injusto como para olvidarse de vuestra obra y del amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido, y sirviendo aún, a los santos.” He 6:10.
3. Hay personas que no tienen amor por sus hermanos. Parecen disfrutar más de la compañía y el servicio a las personas del mundo que con los hermanos. Esto es un síntoma que debe considerarse cuidadosamente. Todo verdadero cristiano unirá su voz a la del salmista y dirá: “En cuanto a los santos que están en la tierra, ellos son los nobles en quienes está toda mi delicia.” Salmo 16:3 (LBLA).
4. El amor es una de esas virtudes que se han corrompido por el pecado, hoy los hombres buscan el amor en toda clase de lugares y cosas, el énfasis del amor ya no está en las acciones del amor sino en el sentirlo. Al sexo ilegítimo lo llaman “hacer el amor”, a las relaciones extramaritales le llaman “amantes”, un hombre es capaz de separarse de su esposa “por amor”, etc. Pero solo cuando se conoce la obra de Cristo es que se puede comprender el amor. Y este amor impone una obligación moral, aquel que comprende como Jesús le ha amado es obligado moralmente a amar, especialmente a los hermanos de la fe. Además el amor es un fruto del Espíritu y un don con el cual el podrá cumplir esta sublime tarea.
5. Pienso que los jóvenes evitarían muchos desastres en su futuro si comprendieran la naturaleza del amor. Aquí los padres son claves. Sin pensarlo afianzamos en ellos la idea de un amor “de palabras y de lenguas” y así ellos pretenden construir relaciones. Así ellos pretenden hacer amigos y construir una familia. Debemos enseñarle a nuestros hijos (especialmente a nuestras hijas) que el amor verdadero implican acciones concretas, que están reguladas por la ley de Dios y que ningún hombre podrá amar como debiera a menos que comprenda la obra de Cristo en la cruz del Calvario.