LEVITICO 27:28-34

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Llamado a ofrendas y diezmos
Hermanos continuamos adorando al Señor Jesucristo ahora por medio de ofrendas y diezmos continuando en el libro de Levítico 27:28-34 donde encontramos la gran convocatoria que hizo Dios a su pueblo a ofrendarle.
Abramos nuestras biblias en Levítico 27:28-34
28Pero no se venderá ni se rescatará ninguna cosa consagrada, que alguno hubiere dedicado a Jehová; de todo lo que tuviere, de hombres y animales, y de las tierras de su posesión, todo lo consagrado será cosa santísima para Jehová. 29Ninguna persona separada como anatema podrá ser rescatada; indefectiblemente ha de ser muerta.
30Y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa dedicada a Jehová. 31Y si alguno quisiere rescatar algo del diezmo, añadirá la quinta parte de su precio por ello. 32Y todo diezmo de vacas o de ovejas, de todo lo que pasa bajo la vara, el diezmo será consagrado a Jehová. 33No mirará si es bueno o malo, ni lo cambiará; y si lo cambiare, tanto él como el que se dio en cambio serán cosas sagradas; no podrán ser rescatados.
34Estos son los mandamientos que ordenó Jehová a Moisés para los hijos de Israel, en el monte de Sinaí. [1]
El último capítulo de Levítico trata con votos voluntarios hechos al Señor. Al parecer, en gratitud por alguna bendición del Señor, un hombre podía dedicar al Señor a una persona (a sí mismo o un miembro de la familia), un animal, una casa o un terreno. Las cosas dedicadas en voto eran dadas a los sacerdotes (Nm.18:14). Ya que estas dádivas no siempre eran útiles para los sacerdotes, se podía dar una cantidad de dinero en lugar de lo que se dedicaba.
27:28-29 Ninguna cosa que estuviera bajo pena de muerte o destrucción separada para anatema podía ser rescatada. Eso es lo que significaba una cosa consagrada. Así que una persona que había maldecido a sus padres no podía ser rescatada, sino que tenía que ser muerta.
Debe notarse aquí que hay una diferencia importante en este capítulo entre lo que es dedicado y lo que es consagrado. Las cosas que son dedicadas por voto, es decir, separadas para uso divino, podían ser rescatadas. Las cosas consagradas eran dadas completa-nente y con finalidad, y no podían ser rescatadas.
27:30-31 Un diezmo o una décima parte del grano y del fruto ertenecía a Jehová. Si el ofrendante quisiera quedarse con el fruto, staba provisto que podía si pagara su valor más la quinta parte.
27:32-33 La expresión: «todo lo que pasa bajo la vara» se refiere la costumbre de contar las ovejas o cabras haciéndolas pasar por
ebajo de la vara del pastor.
Leslie Flynn comenta:El primer diezmo se llamaba el diezmo levítico, porque fue pagado a los levitas (Nm. 18:21-24). Un segundo diezmo, que aparentemente era diferente, se prescribe en Deuteronomio 14:22-29.
27:34 Los mandamientos que ordenó JEHOVÁ a Moisés en el último versículo de Levítico probablemente se refieren a todo el libro.
Después de estudiar la multitud de ritos detallados y sacrificios de sangre, podemos regocijarnos con Matthew Henry en que:
No estamos bajo la sombra oscura de la ley, sino que gozamos de la luz clara del evangelio... que no estamos bajo el yugo pesado de la ley, y las ordenanzas carnales de la ley..., sino bajo las instituciones dulces y ligeras del evangelio, las cuales pronuncian que son los verdaderos adoradores quienes adoran al Padre en espiritu y en verdad, por Cristo solamente, y en Su nombre, quien es nuestro sacerdote, templo, altar, sacrificio, purificación y todo.
No pensemos, pues, que porque no estamos atados a las limpiezas ceremoniales, fiestas y libaciones, que entonces un poco de cuida-do, tiempo y gasto servirá para honrar a Dios. No, más bien, sería mejor tener nuestros corazones más engrandecidos con ofrendas voluntarias de adoración, más inflamados con amor y regocijo santo, y más entregados en seriedad de pensamiento y sinceridad de intención. Teniendo libertad para entrar al Lugar Santísimo por la sangre de Jesús, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, adorando a Dios con tanto más gozo y confianza hu-milde, y diciendo: ¡Bendito sea Dios por Cristo Jesús!»
Dios permitió que lo prometido se redimiera a cierto precio, para que sus ofrendas fueran voluntarias. Con la imposición de este rescate, que tenía el carácter de una multa, se castigaba la temeridad y se prevenía la desconsideración futura, para que consideraran bien lo que estaban haciendo antes de hacer su voto, y que no les fuera desagradable mantenerse firmes en sus promesas. Además, es de notar, que estos votos fueron confirmados, no porque fueran del todo agradables a Dios, sino para que el pueblo no se acostumbrara al desprecio impío de Él, si el engañador pudiera negar Calvino
Los versículos 27:30–33 abordan las posibilidades de rescate del diezmo. De todo lo que producía la tierra y de los animales, la décima parte le pertenecía al Señor (27:30, 32). Si un productor agrícola deseaba rescatar su diezmo podía hacerlo añadiendo el 20% del valor (27:31), pero el criador del rebaño no podría rescatar a los animales ni tampoco seleccionarlos al momento de diezmar (27:33).
Para contextualizar este tema en nuestra situación es necesario que reflexionemos acerca de nuestro voto de pertenencia en Cristo. Cuando confesamos su nombre nos comprometemos con él, le pertenecemos voluntariamente, reconocemos que todo lo que tenemos viene de Dios y, por lo tanto, debemos dedicarlo todo a su gloria y a favor de su reino. No podemos engañar al Señor:él sabe todas las cosas, así que, frente a su presencia, lo único admisible es la sinceridad. Por eso, antes que hacer votos y no cumplirlos, es mejor no hacer votos (Ec 5:5).[2]
Versículos 1—13. Ley relativa a los votos—De las personas y los animales. 14—25. Votos relativos a casas y tierra. 26—33. Las cosas consagradas no son rescatables. 34. Conclusión.
Vv. 1—13. El celo por el servicio de Dios dispuso a los israelitas, en algunas ocasiones, a consagrarse ellos o sus hijos al servicio del Señor, en su casa de por vida. Algunas personas así consagradas podían emplearse como asistentes; en general, tenían que ser redimidas por un precio. Bueno es estar celosamente afectado y dispuesto generosamente para el servicio del Señor, pero el asunto debe pesarse bien y la prudencia debe dirigirnos en cuanto a lo que hacemos; de lo contrario, los votos precipitados y la vacilación al hacerlos deshonrarán a Dios y perturbarán nuestra mente.
Vv. 14—25. Nuestras casas, tierras, ganado y toda nuestra sustancia deben usarse para la gloria de Dios. Es aceptable para Él que una porción sea dada para sostener su adoración y fomentar su causa. Pero Dios no aprueba un grado tal de celo que arruine a la familia de un hombre.
Vv. 26—33. Las cosas o las personas consagradas se distinguen de las cosas o personas que solamente fueron santificadas. Las cosas consagradas son sumamente santas para el Señor y no se las puede volver a tomar ni aplicar para otros propósitos. Cualesquiera sean los productos con que se beneficien, hay que honrar a Dios con el diezmo, si es aplicable. Así reconocen que Dios es el Dueño de su tierra, el Dador de sus frutos, y que ellos mismos son sus inquilinos y dependen de Él. Así, le dan gracias por la abundancia que han disfrutado, y buscan el favor en su continuidad. Se nos enseña a honrar al Señor con nuestra sustancia.
V. 34. EL último versículo parece referirse a todo el libro. Muchos de los preceptos que en él hay son morales y siempre obligatorios; otros son ceremoniales y propios de la nación judía; sin embargo, tienen un significado espiritual y así nos enseñan; pues por estas instituciones nos es predicado el evangelio, como también a ellos, Hebreos iv, 2. La doctrina de la reconciliación con Dios por un Mediador no es empañada con el humo del holocausto, sino aclarada por el conocimiento de Cristo y éste crucificado. Estamos bajo las instituciones dulces y fáciles del evangelio, que declara adoradores verdaderos a los que adoran al Padre en espíritu y en verdad, por Cristo solo y en su nombre. De todos modos, no pensemos que como no estamos atados a los ritos y oblaciones ceremoniales, que basta un poco de atención, tiempo y gasto para honrar a Dios. Teniendo directo acceso al Lugar Santísimo por la sangre de Jesús, acerquémonos con corazón sincero y en plena certidumbre de fe, adorando a Dios con el mayor gozo y humilde confianza, diciendo todavía: Bendito sea Dios por Jesucristo.

Verso 30 Calvino

30. Y todo el diezmo de la tierra.En estas palabras muestra Dios que al asignar los diezmos a los levitas, cedió sus propios derechos, por cuanto eran una especie de renta real; y así Él excluye toda queja, ya que de lo contrario las otras tribus podrían haber murmurado sobre ser cargadas indebidamente. Por lo tanto, nombra a los sacerdotes como sus receptores, para recoger en su nombre lo que no podía ser negado sin fraude impío y sacrílego. En la disposición de que, cuando los diezmos se rediman mediante un pago en dinero, se debe agregar una quinta parte a su valor, el objeto no es que los levitas obtengan una ganancia de la pérdida de otros; pero, debido a que los dueños de la propiedad buscaban astutamente alguna ventaja en esta conmutación del grano por dinero, así se previenen los fraudes por los cuales los levitas perderían algo por este cambio engañoso. Por las mismas razones ordena que los animales, cualquiera que fuere, debe ser dado como diezmo, y no permite que sean redimidos por dinero, ya que, si la elección hubiera sido libre, ningún animal gordo o saludable habría llegado jamás a los levitas. Por tanto, en esta ley se aplicó un remedio a la avaricia y la mezquindad, y no sin causa justificada; porque si es cierto el proverbio que dice que de las malas costumbres brotan las buenas leyes,(216) era necesario que un pueblo tan codicioso y mal dispuesto fuera refrenado en el camino del deber con la mayor severidad. Y aunque se hizo una provisión tan cuidadosa para los levitas, apenas hubo un período en el que no sufrieran necesidades, y algunas veces vagaron medio muertos de hambre; es más, después del regreso del cautiverio babilónico, el recuerdo de tan grande bendición no impidió que una parte de los diezmos les fuera subrepticiamente retenida; como Dios se queja en Malaquías 3:8 . De donde parece que no fue en vano que se ordenó tan imperiosamente al pueblo que les pagara.
[1] Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Lv 27:28–34. [2]Ricardo Toniolo, «LEVÍTICO», en Comentario Bíblico Contemporáneo: Estudio de toda la Biblia desde América Latina, ed. C. René Padilla, Milton Acosta Benítez, y Rosalee Velloso Ewell, Primera edición. (La Paz, Bolivia; Barcelona, España; Buenos Aires; Lima: Certeza Unida; Andamio; Ediciones Puma; Ediciones Kairos; Certeza Argentina; Editorial Lampara, 2019), 179–180.
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