Una Historia de Engaños y Favoritismos.
La familia de Isaac nos muestra una historia de engaños y favoritismos que por una lado resulto de bendicion para quien (aparentemente) no le correspondia y de tragicas consecuencias para toda la familia.
Gn 27 Nos muestra una historia familiar con engaños y favoritismos entre los integrantes de la familia, que finalmente trajo malas consecuencias a todos.
Personajes: Isaac el esposo, Rebeca la esposa, Esau el hijo mayor (primogenito) y Jacob mellizo de Esau (hijo menor). Gn 25:27-28
Personaje Isaac.
Había 2 Cosas que Isaac estaba pasando por alto.
1. GN 25:22-23 Rebeca había consultado a Dios y le habia revelado que el menor serviria al mayor.
2. Gn 25:31-33 Esau ya no tenia primogenitura pues se la había vendido a Jacob, en un arreglo privado entre los dos hermanos.
Personaje Rebeca. Gn 27:5
En su intervención Rebeca toma los siguientes pasos: Primero, informa detalladamente a Jacob acerca de la intención de Isaac para con Esaú. Segundo, propone preparar, con la ayuda de Jacob, el potaje favorito de Isaac y dejar que Jacob lo lleve a su padre haciéndose pasar por Esaú. Rebeca conocía muy bien la receta de dicha comida. Es interesante que no se menciona ninguna razón o motivo de parte de Rebeca para este intento de sustitución. Pero aparentemente ella tenía sobradas razones para tomar ese riesgo grande a favor de uno de sus hijos y en contra de su esposo y del otro hijo. Hasta ahora, tres factores conocidos por ella podían ser mencionados como justificación o deseo de que fuera Jacob el recipiente de la bendición paterna: La profecía que ella recibiera durante su embarazo; la adquisición legal de primogenitura por parte de Jacob y el casamiento de Esaú con las cananeas. Si estos argumentos alguna vez fueron presentados a Isaac, aparentemente no tuvieron ninguna fuerza decisiva. Hasta aquí el relato bíblico sólo nos presenta a una familia dividida por intereses y preferencias distintas. Isaac prefiere a Esaú, el hijo mayor a quien quiere bendecir transmitiendo su autoridad. Rebeca prefiere a Jacob y está dispuesta a hacer todo lo que esté a su alcance para que Jacob obtenga la bendición del padre.
Jacob hijo menor
La respuesta de Jacob fue totalmente inapropiada para el heredero de la promesa mesiánica de Dios. En lugar de responder: “Madre, ¿me estás pidiendo que mienta?” Su respuesta fue: “¿Y qué tal si me atrapa en la mentira? ¡Sobre mí caería la maldición de mi padre en vez de su bendición!” La rápida respuesta de Rebeca: “Que la maldición caiga sobre mí. Haz lo que te digo”, satisfizo a Jacob.
La narración del engaño de Jacob se presenta con gran detalle. Para hacer más creíble su mentira, Jacob incluso se puso la ropa de Esaú, sabiendo que tendría el olor característico de su hermano mayor. Trató de imitar la voz de Esaú, de modo que el patriarca de edad avanzada se confundiera. Cuando Jacob dijo: “Yo soy Esaú”, no sólo estaba mintiendo descaradamente, estaba comportándose con una falta total de amor hacia su padre, a quien debía obediencia y respeto. Cuando su padre le preguntó por qué había regresado tan pronto de cazar, Jacob tuvo la osadía inclusive de implicar el nombre de Dios en el engaño. Eso es una blasfemia.
Pese a lo elaborado de la mentira representada, Isaac aún no estaba convencido. “Acércate ahora y te palparé, hijo mío.” Ante esto, Lutero comenta: “Si yo hubiera sido Jacob, habría arrojado el plato y habría salido corriendo de la escena como si mi cabeza estuviera en llamas”. Pero Jacob, con la ropa de Esaú puesta, y con la piel de los cabritos cubriendo sus brazos, se acercó y actuó la mentira que su madre había tramado.
Personaje Esau
No es difícil comprender por qué Isaac se estremeció violentamente cuando Esaú regresó de cazar; es un terrible descubrimiento saber que la propia esposa y el propio hijo lo han engañado. ¿Pero sería posible que Isaac se estremeciera también al comprender que se había opuesto a Dios y había perdido? Isaac era muy consciente de que Dios lo había amonestado, y con razón. Reconoció humildemente que Jehová había intervenido y que no podía de ninguna manera cambiar sus designios. Con arrepentimiento, actuó y habló ahora con fe (Hebreos 11:20). Cuando Esaú pidió una bendición, Isaac le respondió: “¿Qué, pues, te haré por ti ahora, hijo mío?”
Isaac no le podía dar una bendición a Esaú; Dios lo había dicho con toda claridad. Sin embargo, el Espíritu de Dios le indicó a Isaac que le diera a su hijo mayor una predicción de lo que le esperaba a él y a sus descendientes. “Será tu morada lejos de la tierra fértil y del rocío que cae de los cielos”. Los descendientes de Esaú vivieron en las tierras al sur del mar Muerto, una tierra árida y rocosa, inadecuada para la agricultura.
Consecuencias
Spurgeon señala los pecados cometidos por Isaac, Rebeca y Jacob. Isaac hizo caso omiso de la palabra de Dios en cuanto a Jacob; Rebeca se encargó por su cuenta de llevar a cabo el plan de Dios; y Jacob mintió. Luego, señala la aflicción que resultó de estas acciones]. Isaac hubiera querido ver pronto el efecto de la bendición. No lo vio. Jacob tuvo que huir, de inmediato. Tenía la bendición, pero debía marcharse. Isaac vivió para ver de nuevo a su hijo, pero cuando era de edad muy avanzada. Vivió para verlo de regreso, pero Jacob había pasado quizá unos 40 años alejado de su padre. El hijo que quedó en el hogar no le sería de consuelo y el hijo al que había bendecido debía alejarse de él por un tiempo. En cuanto a Rebeca, nunca más volvió a ver a su hijo. Lo despidió con muchas lágrimas, y cuando Jacob regresó, Rebeca ya había muerto. Aquella madre no sabía lo que se había provocado a sí misma. Habría de separarse de su hijo para siempre en este mundo. Respecto a Jacob, a partir de ese momento, le sucedieron largos capítulos de amargura, que lo llevaron a decir al final de sus días: «… pocos y malos han sido los días de los años de mi vida…». A lo largo de su existencia, esa transgresión arrojó una nube de tristeza sobre todo.