LAS BODAS DE CANA
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Las Bodas de Cana
Las Bodas de Cana
Juan 2:11—“Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.”
INTRO: Más de una vez he tenido ocasión de observar que el fin principal que San Juan tenía en mente, cuando escribió su evangelio, era probar la divinidad de Jesucristo, [ese Verbo, que no sólo estaba desde la eternidad con Dios, sino también fue Dios bendito por los siglos de los siglos] contra los archi-herejes de esos tiempos. Con este propósito, puede notar que él es más particular que cualquier otro evangelista, al relatar los divinos discursos de nuestro Señor, y también los gloriosos milagros que realizó, no por un poder derivado de otro, como Moisés y otros profetas, sino de un poder que era de El mismo.
Las palabras del texto tienen una referencia a un milagro notable que Cristo realizó, y por lo tanto dio prueba de su eterno poder y Deidad. “Este principio de milagros hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.” El milagro del que se habla aquí es el de nuestro Señor convirtiendo el agua en vino en una fiesta de bodas. Me propongo, en este momento, con la ayuda de Dios, hacer algunas observaciones sobre las circunstancias y certeza del milagro, y luego concluir con algunas instrucciones prácticas; para que vosotros, al oír cómo Jesucristo ha mostrado su gloria, podáis, como los discípulos mencionados en el texto, ser llevados a creer en él.
Primero, entonces, haría algunas observaciones sobre el milagro mismo. Verso 1 y 2. “Y al tercer día hubo una boda en Caná de Galilea; y la madre de Jesús estaba allí. Y fueron llamados tanto Jesús como sus discípulos a las bodas.” Por el hecho de que nuestro Señor estuvo en una fiesta podemos aprender que no todas las fiestas son malas: Muchos piensan que los Cristianos somos aburridos, pero lo que no saben es que somos mas alegres que nadie, pues el gozo que el Senor nos da, nadie nos lo puede quitar. Pero tambien es importante que cuando vallamos no vallamos solo a “llevar y traer”, sino para edificarnos unos a otros en amor. Celebrar de cualquier otra manera, creo que es absolutamente ilegal para los seguidores de Jesucristo: porque si celebramos de cualquier otra manera, no puede ser para la gloria de Dios. El Hijo del hombre, lo sabemos, “vino comiendo y bebiendo”. Si un fariseo le pedía que fuera a su casa, nuestro Señor iba y se sentaba con él. Pero luego encontramos que su discurso siempre tendía al uso de la edificación. Entonces podemos, sin duda, ir y hacer lo mismo. En nuestras celebraciones, fiestas nos edificamos con la musica cristiana, el sano convivio y la confraternidad de hermanos y trallendo calor a los visitantes.
Podemos observar además, que si nuestro Señor estuvo presente en una fiesta de bodas, entonces, “El matrimonio (dice el Apóstol) es honorable en todo .” Nuestro Señor honró una fiesta de bodas con su primer milagro público. Era una institución del mismo Dios, incluso en el paraíso: y por tanto, sin duda, permitida para todos los cristianos, incluso para los que aun no son seguidores de la fe de Jesucristo. Pero entonces, podemos aprender la razón por la cual tenemos tantos matrimonios infelices en el mundo; es porque los interesados no invocan a Jesucristo con la oración, ni piden el consejo de sus lideres en la iglesia. Cristo y la religión son las últimas cosas que se consultan; y no es de extrañar entonces que los matrimonios en el mundo (Sin consultar a Dios) resulten muy miserables y penosos de soportar.
No puedo dejar de detenerme un poco en este punto en particular, porque estoy seguro de que el diablo no puede tender una trampa mayor a los jóvenes cristianos, que tentarlos a unirse desigualmente con los incrédulos; como lo son todos los que no han nacido de Dios. Esta fue la trampa en la que se enredaron los hijos de Dios antes del diluvio, y una gran causa por la cual Dios trajo ese diluvio sobre el mundo. Porque lo que dice Moisés, Génesis 6:2, 3, “Los hijos de Dios (la posteridad del piadoso Seth) vieron a las hijas de los hombres, (o la posteridad del malvado Caín) que eran hermosas, (no que eran piadosos) y tomaron para sí esposas de todas las que escogieron: no que Dios escogió para ellos. ¿Que sigue? “Y el Señor dice: Mi espíritu no contenderá para siempre con el hombre, porque también él es carne”, es decir, incluso las pocas almas justas que ahora se habían vuelto carnales por sus matrimonios impíos, el mundo entero se había vuelto abominable, y se habían hecho vasos de ira preparados para destrucción. Podría dar un ejemplo más, el cuidado que los antiguos patriarcas tenían para elegir esposas para sus hijos de entre sus propias familias religiosas, y fue una gran señal de la rebelión de Esaú contra su padre, que tomó para sí esposas de las hijas de los cananeos, quienes eran ajenos al pacto de la promesa hecho a sus padres. Pero me abstengo. El tiempo no me permitirá extenderme aquí. Baste aconsejar a todos, siempre que entren en estado matrimonial, imitar al pueblo de Caná de Galilea, llamar a Cristo al matrimonio; Él ciertamente oirá y elegirá por ti; y siempre encontrarás que su elección es la mejor. Él entonces os dirigirá a un compañero de yugo que nos ayudarán en la gran obra de vuestra salvación, y entonces os capacitará para servirle sin distracción, y nos hará andar, como Zacarías e Isabel, en todos sus mandamientos y ordenanzas irreprensibles.
Pero para seguir con el tema. Quiénes eran estas personas que llamaron a nuestro Señor y sus discípulos a estas bodas, no es seguro. Algunos (porque se dice que la madre de Jesús estaba allí) han supuesto que eran parientes de Maria madre de Jesus, y que por eso nuestro Señor y sus discípulos fueron invitados por ella. Sea como fuere, debería parecer que no eran muy ricos (¿qué tenían que ver los ricos con un despreciado Jesús de Nazaret y sus insignificantes seguidores?) porque encontramos que no tenían suficiente vino para una gran compañía. , y por lo tanto, “cuando les faltó vino, la madre de Jesús”, habiendo visto, como parece, por haberse dirigido a él tan prontamente en esta ocasión. “Le dice: No tienen vino”. Ella pensó que bastaba con informarle de las necesidades del anfitrión, sabiendo que él estaba tan dispuesto a dar como ella a pedir. Bajo esta luz se nos aparece a primera vista el pedido de su madre Maria; pero si examinamos la respuesta de nuestro Señor, tendremos razón para pensar que hubo algo que no estaba bien; porque Jesús le dijo, ver. 4, “Mujer, ¿qué tengo yo contigo?” Fíjate, él la llama mujer, no madre; para mostrarle que, aunque ella era su madre, como él era hombre, sin embargo, era su criatura, como él era Dios. “¿Qué tengo yo que ver contigo?” ¿Crees que debo obrar milagros a tu voluntad? Algunos han pensado que ella habló como si tuviera una autoridad sobre él, lo cual fue un movimiento orgulloso, y por eso nuestro Señor la refrena por eso, Qué idólatra es esa iglesia, que prescribe formas, en que se pide a la Virgen que mande a su Hijo que tenga compasión de nosotros!
Pero a pesar de que Maria fue refrenada en ese aspecto, sin embargo, Dios nos ha puesto a ricos y pobres un ejemplo que es vuestro deber seguir. Vosotros que sois ricos, y habitáis en casas techadas, aprended a entrar en las casas de los pobres; tu Señor no estaba por encima de el matrimonio en la boda, y ¿por qué deberías hacerlo tú, con tus semejantes? Y cuando los visites, como la madre de Jesus, examina sus necesidades; y cuando veas que no tienen vino y están a punto de perecer de hambre, no cierres tus entrañas de compasión, sino bendice al Señor por poner en tu alcance atender a sus necesidades. Créeme, esas visitas te harían bien. Entonces aprenderías a estar agradecido de que Dios te haya dado suficiente pan y de sobra. Y estoy seguro de que cada cosa que des para alimentar a los hambrientos y vestir a los desnudos, te dará más satisfacción en la hora de la muerte y en el día del juicio, que todos los miles desperdiciados en cosas terrenales. Y nosotros que somos pobres en los bienes de este mundo, y por lo tanto imposibilitados de ayudar, sin embargo, podémos aprender de la madre de Jesus, a orar los unos por los otros. Ella no podía convertir el agua en vino, pero podía rogar a su hijo que lo hiciera: y tú también; y no dudes de que el Señor te está escuchando; porque Dios ha escogido a los pobres de este mundo, ricos en fe: asi es que por la oraciónes, puedes traer muchas bendiciones sobre todos los necesitados. ¡Oh, y que pueda ser recordado de ti ante el trono de nuestro amado Señor Jesús! Pero ¿qué diremos? ¿Nuestro Señor ignorará por completo este movimiento de su madre? No; aunque él la reprende con: “Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo?”, sin embargo, insinúa que haría lo que ella deseara poco a poco; “Mi hora aún no ha llegado”. Como si hubiera dicho: El vino está casi, pero no del todo; cuando lleguen a un extremo y se den cuenta de la falta de mi ayuda, entonces mostraré mi gloria, para que la vean y crean en mí.
Así, hermanos, a nuestro Señor le ha complacido frecuentemente tratar conmigo y, no dudo, que con muchos de uestedes también. A menudo, cuando he encontrado como si su presencia se escondiera de mi alma, y sus bendiciones casi desaparecidas, he acudido a él quejándome de que no tengo ninguna muestra de su amor, como de costumbre. A veces ha parecido hacer oídos sordos a mi petición, y como diciendo: “¿Qué tengo yo que ver contigo?”, lo cual me ha hecho andar afligido todo el día; tan insensato fui, y tan infiel delante de él; porque siempre he encontrado que él me amaba a pesar de todo, como lo hizo con Lázaro, cuando aun se quedó dos días después de saber que estaba enfermo. Pero cuando ha llegado mi hora extrema, y mi voluntad se encuentra quebrantada, entonces ha levantado de nuevo la luz de su rostro bendito; ha mostrado su gloria, y me ha avergonzado por no creer en él, que ya en muchas veces ha convertido mi agua en vino. No os desaniméis, pues, si no parece que el Señor prestar atención a la voz de vuestra oración, cuando clamáis a él. La madre de Jesus no lo hizo, ella estaba convencida de que su tiempo era el mejor momento, y por lo tanto, el versículo 5, "dice a los sirvientes: Todo lo que él os diga, hacedlo"(¡Ojalá pudiéramos seguir su consejo!). Y ahora, he aquí, ha llegado la hora en que el Hijo eterno de Dios mostrará su gloria. La circunstancia del milagro es muy notable; versión 6, "Y estaban puestas seis tinajas de agua, conforme a la manera de la purificación de los judíos, con capacidad para dos o tres cántaros cada una". Observe además, el versículo 7. “Jesús les dijo”, no a sus propios discípulos, sino a los sirvientes de la casa, que eran extraños para el santo Jesús, y a quienes su madre había mandado antes que hicieran todo lo que les dijera; “Llenad las tinajas con agua. Y los llenaron hasta el borde. Y él les dijo: Sacad ahora, y llevad al gobernador de la fiesta. Y ellos lo llevan”. No se nos dice cómo nuestro Señor convirtió el agua en vino. ¿Para que necesitariamos saber eso? ¿Por qué debemos desear ser más sabios que lo que está escrito? Es suficiente para la manifestación de su gloriosa divinidad que estemos seguros de que lo hizo. Porque se nos dice, versículo 9, 10: “Cuando el principal de la fiesta hubo probado el agua convertida en vino, y no sabía de dónde era (pero los sirvientes que sacaban el agua sabían) el gobernador de el banquete llamó al novio, y le dijo: Todo hombre pone al principio buen vino, y cuando han bebido mucho, el peor; pero tú has guardado el buen vino hasta ahora. Para explicar este pasaje, debéis observar que era costumbre de los judíos, en sus fiestas públicas elegir un gobernador (encargado de banquete), que debía siempre ver y regular el comportamiento de los invitados, y cuidar de que todo se llevara a cabo con decencia y orden. A esta persona entonces los sirvientes le llevaron el vino; y podemos darnos cuenta que bueno fue por su elogio de ese vino, “Cada uno al principio, etc.” Juzgad, pues, si Jesús no mostró su gloria, y si no tenéis una buena razón, como el discípulo Juan, para creer en él?
Así, hermanos míos, veremos algunos puntos sobre el milagro mismo. Veremos varios misterios debajo de él, que harán que nuestros corazones bailen de alegría, y llenen nuestras bocas de alabanza para siempre.
Pero antes, no puedo pasar desapercibido la triste inferencia que a sacado recientemente uno de los amos de Israel, en un sermón impreso. Sus palabras son estas. “Nuestro bendito Salvador vino comiendo y bebiendo, estuvo presente en bodas y otros entretenimientos, y obró un milagro para hacer vino, cuando es evidente que se había bebido más de lo necesario para el sustento de la naturaleza y, en consecuencia, algo se había entregado al placer y la alegría.” Lamento que tales palabras salgan de la boca y la pluma de un que se dice ser un seguidor de Jesus en un Iglesia de Inglaterra. Es cierto que nuestro bendito Salvador sí vino comiendo y bebiendo; estuvo presente en una boda y otras fiestas; es más, en este que sta,mos hablando se hizo un milagro para hacer vino , pero en ningun lado dice que se haya bebido más vino del que era necesario; mucho menos parece que algo se haya entregado al placer y la alegría. Es de suponer que el santísimo e inmaculado Cordero de Dios, que apareció para deshacer las obras del diablo, y que, estando en casa de un fariseo, se fijaba incluso en como estaban aquellos con quienes se sentaba a la mesa ; Es de suponer que nuestro amado Redentor, cuya práctica constante era decirle a la gente que deben negarse a sí mismos y tomar sus cruces diariamente; que pide a sus discípulos que presten atención, no sea que en cualquier momento sus corazones se carguen de glotonería y embriaguez; Se puede suponer que un Jesús tan abnegado convertiría ahora seis grandes cántaros de agua en el vino más rico, para alentar el exceso y la embriaguez en las personas que, según mucha gente para justificarse ellas mismas, indican que ya se habían entregado al placer y la alegría. Si nuestro Señor se hubiera sentado y los hubiera visto hebrios, y no los hubiera reprendido, ¿no sería esto pecado? Pero para agregar mas, no sólo hizo esto, sino que convirtió el agua en vino, para aumentar esa embriaguez; esto es hacer de Cristo un verdadero ministro del pecado.
Pero Dios no permita que pienses que nuestro Señor se comportó tan diferente a lo que esnenaba aun en este asunto. No, tenía fines más nobles a la vista cuando obró este milagro. Numero uno, el evangelista mensiona las palabras del texto, “para mostrar su gloria”, o para dar una prueba de su eterno poder y divinidad. Este fue entonces el propósito principal de nuestro Señor al convertir el agua en vino. Pero hay más que se supone que nuestro Señor tenía en vista, algunas de las cuales procederé a mencionar.
En segundo lugar, Jesus podía hacer esto para recompensar a los que lo llamaron a él y a sus discípulos a laas bodas. Jesucristo no se detendra con los que lo reciban a él o a sus seguidores, por causa de su nombre. A los que así lo honran, él los honrará. Un vaso de agua fría dado en nombre que no tiene, de ninguna manera perderá su recompensa. Él convertirá el agua en vino. Aunque aquellos que abundan en obras de limosna, debido a una verdadera fe y amor a Jesús, parece que solo desperdician sus esfuerzos, sin embargo, lo encontrarán de nuevo después de muchos días. Porque los que dan a los pobres de este principio, prestan al Señor; y he aquí, todo lo que dieren, se les volverá a pagar. Es lo mismo en los espiritual. Al que tiene un talento o ministerio, y mejora lo que tiene, por amor de Cristo y de su obra, se le dará, y tendrá en abundancia. Así se hará con todos los que estén dispuestos a entragar y ser entregados por Cristo o su obra; porque no hay acepción de personas con Dios.
En tercer lugar, el hecho de que Nuestro Señor convierta en vino el agua, tan abundantemente, es una senal del derramamiento de su Espíritu Santo en el corazón de los creyentes abundantemente. Y esto menciona el apóstol, cuando invita a los efesios a “no embriagarse con vino, en lo cual hay disolución, sino ser llenos del Espíritu”. Y nuestro Señor nos ensena a elegir el buen vino; Sé que estos términos son dificiles de entender para los hombres naturales, no pueden entenderme más que si les hablara en una lengua desconocida, porque solo deben ser discernidos espiritualmente. A vosotros, pues, que sois espirituales os hablo, a vosotros que sois justificados por la fe, y sentís el bendito Espíritu de Jesucristo obrando en vuestros corazones, podemos juzgar de lo que digo; ya habéis sido llenos como de vino nuevo por la inspiración de su Espíritu Santo. ¡Pero Ay! aún no hemos entendido la mitad de lo que se nos quiere decir; vosotros sois sólo arras, y en comparación sólo sombras de cosas buenas por venir; nuestro Señor guarda su mejor vino para ti hasta el final; y aunque ya has bebido mucho de él, él tiene la intención de darte más: Él no te dejará, hasta que te haya llenado hasta el borde. Abrid vuestros corazones tanto como puedas, el Espíritu del Señor te lo llenará. Cristo trata con los verdaderos creyentes, como hizo Elías con la mujer pobre, cuyo aceite aumentó, para pagar las deudas de su marido; mientras ella traía cántaros, el aceite continuaba. No cesó hasta que ella dejó de traer vasijas para contenerlo. Hermanos míos, nuestro corazón es como esos cántaros; ábrelos libremente por la fe, y el aceite del don gratuito de Dios, el aceite de la alegría, el amor de Dios por medio de Cristo, fluirá continuamente; porque los creyentes deben ser llenos de toda la plenitud de Dios.
En último lugar, ¡Srra cuando todos nos sentemos juntos en la cena de las bodas del Cordero, y bebamos el vino nuevo en su reino eterno y glorioso!
Las recompensas que Jesucristo concede a sus siervos fieles, y los consuelos de su amor con que los consuela, mientras peregrinan aquí en la tierra, son a menudo tan sobremanera grandes, que si no se les prometiera, sería casi una presunción que esperaran alguna recompensa en adelante.
Pero, hermanos míos, todas las manifestaciones de Dios con las que posiblemente podamos ser favorecidos aquí, comparadas con la gloria que ha de ser revelada en nosotros, no son más que una gota de agua comparadas con un océano ilimitado. Aunque Cristo con frecuencia llena a sus santos hasta el borde, sin embargo, sus cuerpos corruptibles agobian sus almas y los hacen clamar: “¿Quién nos librará de estos cuerpos de muerte?”. Estos tabernáculos terrenales no pueden contener más: pero, bendito sea Dios, estos tabernáculos terrenales han de ser disueltos; esto corruptible se vestira de incorrupción; esto mortal se vestira de inmortalidad: y cuando Dios haga pasar toda su gloria delante de nosotros, entonces clamaremos: Señor, has guardado tu buen vino hasta ahora. Hemos bebido profundamente de tu espíritu; ¡Hemos oído hablar cosas gloriosas de esta tu ciudad, oh Dios! pero ahora encontramos que no se nos ha dicho ni la mitad ni la milésima parte. ¡Oh, las realidades invisibles del mundo de la fe! Lo que no ojo vio, ni el oído oyó, ni el corazón del más grande de los santos pudo concebir cómo Cristo mostrará allí su gloria. San Pablo, que fue llevado al tercer cielo, poco o nada pudo darnos. Y bien podría no hacerlo, porque oyó y vio cosas que no son posibles de pronunciar para un hombre vestido de carne y sangre. Mientras estoy pensando, y solo hablándote de esas cosas, casi me siento estar alla. Me parece que ahora recibo algunos pequeños anticipos de ese vino nuevo que espero beber contigo en el reino de los cielos por los siglos de los siglos.
Si vine a predicarme a mí mismo, y no a Cristo Jesús, mi Señor, vendría a vosotros, no con esta franqueza de palabra, sino con las palabras persuasivas de la sabiduría del hombre. Si deseaba complacer a los hombres naturales, no necesito predicar aquí en el desierto. Espero que mi corazón no apunte a nada más que a lo que apuntó el gran precursor de nuestro Señor, y que debería ser el objetivo de todo ministro del evangelio, es decir, señalarles al Dios-hombre Cristo Jesús. “He aquí, pues (por la fe, he aquí) el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo". Míralo a él y sé salvo. Habéis oído cómo se manifestó, y aún manifestará su gloria a los verdaderos creyentes; ¿Y por qué, pues, tu que oyes, no queréis creer en él? Digo, porque ahora que he hablado a los santos, tengo muchas cosas que deciros. ¡Y que Dios os dé a todos un oído que escuche y un corazón obediente!
El Señor Jesús, quien mostró su gloria por mas de 2000 años, ha hecho un banquete de bodas y ofrece desposar a todos los pecadores hacerlos carne de su carne y hueso de sus huesos. Él está dispuesto a unirse a ti por un solo espíritu. En cada edad, en diversos momentos y de diversas maneras, ha enviado a sus siervos, y han invitado a muchos, pero aún así, hermanos míos, hay lugar. El Señor, por lo tanto, ahora ha dado una comisión en estos últimos días a otros de sus siervos, incluso para obligar a los pobres pecadores a entrar con las cuerdas del amor. Porque la casa de nuestro señor debe y será llena. Él no derramará su sangre llena de gracia en vano. Ven pues, ven al casamiento. Sea éste el día de nuestra boda con nuestro Senor Jesucristo, él está dispuesto a recibiros, aunque otros señores se hayan enseñoreado de nosotros. Ven entonces a la boda.
He aquí, se matan los bueyes y los animales cebados, y todo está listo; Oh déjame oírte decir, aceptare. De hecho, no te arrepentirás. El Señor certirá tu agua en vino. El llenará vuestras almas de tuétano y grosura, y os hará alabarle con labios de júbilo.
No digáis, sois miserables, pobres, ciegos y desnudos, y por lo tanto avergonzados de venir, porque a tales personas se dirige esta invitación. Los fariseos educados, ricos, ocupados y santurrones de esta generación ya han sido invitados, pero han rechazado el consejo de Dios contra ellos mismos. Están demasiado ocupados en ir, uno a su casa de campo, otro a su mercancía. Están tan profundamente apegados a los afanes de ste mundo y a las vanidade, que, por así decirlo, se han excusado.
Qué pasa si eres miserable, pobre, ciego y desnudo, eso no es excusa; la fe es el único vestido de bodas que requiere Cristo; no os llama porque ya lo sois, sino porque quiere haceros santos. Le da pena verte desnuda. Él quiere cubrirte con su justicia. En una palabra, quiere manifestar su gloria, es decir, su amor gratuito por vuestra fe en él. porque el amor infinitamente gratuito de Jesucristo será siempre el mismo, lo creas, lo recibas o no. Pero nuestro Señor no siempre enviará en vano a sus siervos para llamaros; vendrá el tiempo en que dirá: Ninguno de los que fueron invitados y no quisieron venir, gustará de mi cena. Nuestro Señor es un Dios de justicia, así como de amor; y si los pecadores no se aferran a su cetro de oro, en verdad los quebrará con su vara de hierro. es por tu bien,