Clase 2. Discipulado IBRG

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Clase 2

Jesús como Hombre

A pesar de lo mucho que se ha escrito de Jesús son muchas las confusiones que aún existen con respecto a su persona. El objetivo de este capítulo es tratar de esclarecer el hecho de la humanidad de Cristo y entender sus razones.
Qué contraste!!!. En el capítulo anterior hablamos de Jesús como Dios, en esta oportunidad lo presentaremos como hombre. La Biblia presenta muchos contrastes, pero ninguno más sorprendente que aquel que Cristo en su persona es al mismo tiempo verdadero Dios y verdadero hombre.

Las ilustraciones de estos contrastes en las Escrituras son muchas:

1. El estuvo cansado (Jn. 4:6), y El ofreció descanso a los que estaban trabajados y cargados (Mt. 11:28);
2. El tuvo hambre (Mt. 4:2), y El era «el pan de vida» (Jn. 6:35);
3. El tuvo sed (Jn. 19:28), y El era el agua de vida (Jn. 7:37).
4. El estuvo en agonía (Lc. 22:44), y curó toda clase de enfermedades y alivió todo dolor.
5. Aunque había existido desde la eternidad (Jn. 8:58), El creció «en edad» como crecen todos los hombres (Lc. 2:40).
6. Sufrió la tentación (Mt. 4:1) y, como Dios, no podía ser tentado. 7. Se limitó a sí mismo en su conocimiento (Lc. 2:52), aun cuando El era la sabiduría de Dios.
Lo primero que se debe aclarar es que Jesús es el nombre de la segunda persona de la Trinidad después de su encarnación. “El Dios eterno se encarnó en María, lo que significa que se hizo hombre y habitó en su vientre. Por tal razón, María es la madre de Jesús pero María no es la madre de la segunda persona de la Trinidad, porque un ser eterno no puede tener madre. La definición de eternidad es: "Sin principio ni fin"; y la eternidad de Jesús ha quedado claramente demostrada. El concilio que se reunió en Éfeso en el año 431 habló de que María fue la portadora de Dios (Theotokos) pero no la madre de Dios (Mater Theou). Una interpretación errónea de esta verdad ha dado lugar a que María ocupe un lugar preferencial sobre muchos mortales, hasta el punto que hoy la ven como intercesora y hasta como corredentora.” En el capítulo anterior quedó esclarecida la eternidad de Jesús y un ser eterno, por definición, no tiene madre. Esta es la razón de la respuesta de Jesús a María en Juan 2:4, cuando ella le pidió que resolviera la falta de vino en las bodas de Caná.... El verso dice: “... Mujer, ¿qué nos va a ti y a mí en esto?”.... Jesús la llama mujer que era un término de respeto, pero no la llama madre porque Jesús entiende que su existencia (eterna) precedió el nacimiento de María. El hecho de que Jesús accediera a la petición de María de convertir el agua en vino como se ve en Juan 2 ha generado gran confusión. Dos conclusiones podemos extraer de este pasaje:
Jesús contesta la petición de María como contesta nuestras peticiones hoy en día cuando hablamos con El en oración.
María es quién intercede ante Jesús porque en ese momento era la única que sabía quién era Jesús.
La respuesta a este milagro no convierte a María en intercesora ante Dios. la misma Palabra nos habla de esta imposibilidad. 1 Timoteo 2:5: “Porque hay un solo Dios, y también UN SOLO MEDIADOR entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre...” La realidad es que María fue una gran mujer con grandes atributos, pero no con cualidades únicas a la persona de María. Ella entendía su condición de pecadora y su necesidad de salvación. En Lucas 1:46-47 vemos esto: “Entonces María dijo: Mi alma engrandece al Señor y mi espíritu se regocija en Dios MI SALVADOR”. Asimismo en Mateo 12:46-50 habla de que su verdadera familia no es la terrenal sino la espiritual. En dicho pasaje claramente Jesús establece que su madre y sus hermanos (su familia) es todo aquel que hace la voluntad de Dios.

Hechos que demuestran la humanidad de Cristo

Un desarrollo humano (Lucas 2:50-52)
Un cuerpo humano (Mateo 26:12)
Emociones y necesidades humanas
Tristeza (Mateo 26:37)
Hambre (Lucas 4:2)
Sueño (Lucas 8:23)
Cansancio (Juan 4:6)
Tentaciones (Hebreos 4:15)
Hermanos y hermanas (Juan 2:12; Mateo 13:55-56)
La unión de la naturaleza divina y la naturaleza humana: Juan 1:14 “Y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. Más adelante, Pablo escribe a los Filipenses y le dice en esa carta que Cristo se despojó a sí mismo; literalmente queriendo decir que se “vació” a sí mismo (Filipenses 2:5-8).
¿En qué consistió el despojarse a sí mismo? En dejar su gloria y someterse voluntariamente a la voluntad del Padre.

Tres observaciones relacionadas a la unión de la naturaleza divina y la naturaleza humana:

a. Cristo al encarnarse voluntariamente aceptó limitaciones en el funcionamiento de sus atributos divinos; pero, esas limitaciones pudieron haber sido eliminadas si El se lo hubiera propuesto (Ejemplo: cuando caminó sobre las aguas.)
b. Cristo al hacerse hombre no perdió atributos divinos, sino que ganó atributos humanos.
c. La adquisición de la naturaleza humana no le restó nada a la naturaleza divina de Cristo (Ver Juan 10:30; Colosenses 1:19.)

Razones para la encarnación:

o Revelar al Padre (Juan 1:18; 14:9). Por medio de la encarnación de Cristo, el Dios, a quién los hombres no podían ver ni comprender, se revela en términos que son accesibles al entendimiento humano.
o Pagar la deuda del pecado (1 Juan 3:5; Colosenses 2:14). La deuda debía ser pagado por alguien que no tuviera pecado. Cualquiera que tuviera pecado era culpable de muerte y no podía “pagar” por la culpa de los demás.
o Convertirse en nuestro sumo sacerdote habiendo experimentado nuestras debilidades. (Hebreos 2:17; 9:11-12) De acuerdo a las ordenanzas de Dios alguien debía ofrecer sacrificio por los pecados del pueblo. Esta era la función del sumo sacerdote. Pero ante Dios el único que se puede presentar, a favor de la humanidad, es Cristo por su carácter Santo.
o Destruir las obras de Satanás (1 Juan 3:8; Romanos 6:14; 6:22). La deuda queda paga pero además el poder del pecado es quitado de la vida del creyente.
o Dejarnos ejemplo de la vida que agrada a Dios (1 Pedro 2:21) . El es el “hombre” ideal para Dios.
En resumen, la encarnación de Dios mismo en la persona de Jesucristo es un hecho necesario para poder dar salvación al hombre y para mostrarle quién es Dios y qué El quiere de cada uno de nosotros.
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