La búsqueda de la vida escondida
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¿Alguna vez has perdido algo valioso? ¿Qué hiciste cuando eso sucedió? ¡Lo buscaste!
Pero los seres humanos no solamente buscamos cosas cuando las perdemos. A veces buscamos simplemente lo que no tenemos, o aquello de lo que queremos tener más. Además, tenemos que reconocer que podemos buscar las cosas materiales (una oferta, reunir lo suficiente para comprar aquello que nos gustaría tener) y también cosas inmateriales (el reconocimiento de los demás, el amor, una mejor posición). En definitiva, los seres humanos somos buscadores por naturaleza. ¡Cuántas historias hemos desarrollado a través de los siglos y que tienen que ver con nuestras búsquedas (a este continente llegaron muchos buscando riquezas, especias, y hasta la fuente de la eterna juventud...).
Así que para nosotros es normal buscar. ¿Qué has estado buscando en este tiempo? ¿Qué estás buscando en tu vida?
Porque, vamos a ser honestos, nuestras búsquedas requieren la inversión de nuestros recursos de una manera especial.
Considera, por ejemplo, cuando algo se te ha perdido y lo estás buscando con intensidad. Si alguien demandara tu atención en ese momento, le pedirás que espere. ¡Quieres concentrarte en lo que estás haciendo, dedicarte especialmente a encontrar aquello que estás buscando! Las búsquedas no admiten distracciones, y es algo que nos sale muy naturalmente.
¿A qué vas a la tienda? A buscar (aunque a veces sales de allí con lo que no buscabas pero “encontraste” - ¿o te encontró?). Buscamos trabajo, buscamos mejorar, buscamos aprender, y hasta muchos de los juegos del teléfono celular se tratan de buscar.
¿Qué estás buscando?
No es extraño que la Palabra de Dios haga un énfasis especial en lo que buscamos. Hay todo un rastro bíblico, a lo largo de todo el libro de Dios, en cuanto a la búsqueda. Empezaremos aquí, en Colosenses 3:1-4, para recibir la exhortación a buscar lo correcto.
1 Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. 2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. 3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. 4 Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.
1 Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. 2 Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra, 3 pues ustedes han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. 4 Cuando Cristo, que es la vida de ustedes, se manifieste, entonces también ustedes serán manifestados con él en gloria.
1 Ya que han sido resucitados a una vida nueva con Cristo, pongan la mira en las verdades del cielo, donde Cristo está sentado en el lugar de honor, a la derecha de Dios. 2 Piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra. 3 Pues ustedes han muerto a esta vida, y su verdadera vida está escondida con Cristo en Dios. 4 Cuando Cristo —quien es la vida de ustedes— sea revelado a todo el mundo, ustedes participarán de toda su gloria.
1 Si ustedes, pues, han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.
2 Pongan la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.
3 Porque ustedes han muerto, y su vida está escondida con Cristo en Dios.
4 Cuando Cristo, nuestra vida, sea manifestado, entonces ustedes también serán manifestados con Él en gloria.
Considera estas palabras como un manual de búsqueda para los hijos de Dios. Está dirigido a aquellos que han resucitado con Cristo.
¿Cómo? ¿Resucitado? ¿Tú has resucitado? Solamente puede resucitar una persona que ha muerto...
En el pasaje anterior, Pablo le recuerda a los cristianos en Colosas que al creer en Jesús, cuando se produce por la fe el intercambio de lugares que da lugar a nuestra salvación y el perdón de nuestros pecados, nos identificamos con nuestro Salvador y morimos junto con Él en aquella cruz, para que Él venga a vivir en nosotros. Intercambiamos lugares. Nos identificamos con Jesús en su muerte y resurrección. Si verdaderamente has encontrado en Cristo Jesús la Salvación, si has encontrado en Él la Perla de Gran Precio, lo que vale más que todo lo que tienes y puedas tener en toda tu existencia en la tierra, has muerto a aquella naturaleza caída heredada de Adán y Eva y nuestros antepasados, corrupta y sujeta a la esclavitud del pecado, y has resucitado en Cristo para una vida nueva, sin las limitaciones de la anterior.
Así que estas palabras son indicaciones de cómo deben vivir aquellos que han experimentado y están experimentando a Jesús en sus vidas.
¿Qué nos indica el Señor?
...buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.
¿Qué es esto de “buscar las cosas de arriba”? Es la invitación a un cambio, uno profundo y elevado.
Nuestra naturaleza carnal, esto sucede con cada persona nacida en este planeta, busca de manera egoísta, busca lo terrenal, lo perecedero.
Los hijos de Dios somos llamados a buscar otra cosa, a buscar lo invisible, a buscar lo inaccesible para las manos y los sentidos humanos.
Como decíamos, hay todo un rastro bíblico de este concepto.
1 A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. 2 ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura. 3 Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David. 4 He aquí que yo lo di por testigo a los pueblos, por jefe y por maestro a las naciones. 5 He aquí, llamarás a gente que no conociste, y gentes que no te conocieron correrán a ti, por causa de Jehová tu Dios, y del Santo de Israel que te ha honrado.
6 Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. 7 Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.
1 »¡Vengan a las aguas
todos los que tengan sed!
¡Vengan a comprar y a comer
los que no tengan dinero!
Vengan, compren vino y leche
sin pago alguno.
2 ¿Por qué gastan dinero en lo que no es pan,
y su salario en lo que no satisface?
Escúchenme bien, y comerán lo que es bueno,
y se deleitarán con manjares deliciosos.
3 Presten atención y vengan a mí,
escúchenme y vivirán.
Haré con ustedes un pacto eterno,
conforme a mi constante amor por David.
4 Lo he puesto como testigo para los pueblos,
como su jefe supremo.
5 Sin duda convocarás a naciones
que no conocías,
y naciones que no te conocían
correrán hacia ti,
gracias al Señor tu Dios,
el Santo de Israel,
que te ha colmado de honor.»
6 Busquen al Señor mientras se deje encontrar,
llámenlo mientras esté cercano.
7 Que abandone el malvado su camino,
y el perverso sus pensamientos.
Que se vuelva al Señor, a nuestro Dios,
que es generoso para perdonar,
y de él recibirá misericordia.
1 »¿Alguien tiene sed?
Venga y beba,
¡aunque no tenga dinero!
Vengan, tomen vino o leche,
¡es todo gratis!
2 ¿Por qué gastar su dinero en alimentos que no les dan fuerza?
¿Por qué pagar por comida que no les hace ningún bien?
Escúchenme, y comerán lo que es bueno;
disfrutarán de la mejor comida.
3 »Vengan a mí con los oídos bien abiertos.
Escuchen, y encontrarán vida.
Haré un pacto eterno con ustedes.
Les daré el amor inagotable que le prometí a David.
4 Vean cómo lo usé a él para manifestar mi poder entre los pueblos;
lo convertí en un líder entre las naciones.
5 Tú también darás órdenes a naciones que no conoces,
y pueblos desconocidos vendrán corriendo a obedecerte,
porque yo, el Señor tu Dios,
el Santo de Israel, te hice glorioso».
6 Busquen al Señor mientras puedan encontrarlo;
llámenlo ahora, mientras está cerca.
7 Que los malvados cambien sus caminos
y alejen de sí hasta el más mínimo pensamiento de hacer el mal.
Que se vuelvan al Señor, para que les tenga misericordia.
Sí, vuélvanse a nuestro Dios, porque él perdonará con generosidad.
1 «Todos los sedientos, vengan a las aguas;
Y los que no tengan dinero, vengan, compren y coman.
Vengan, compren vino y leche
Sin dinero y sin costo alguno.
2 »¿Por qué gastan dinero en lo que no es pan,
Y su salario en lo que no sacia?
Escúchenme atentamente, y coman lo que es bueno,
Y se deleitará su alma en la abundancia.
3 »Inclinen su oído y vengan a Mí,
Escuchen y vivirá su alma.
Y haré con ustedes un pacto eterno,
Conforme a las fieles misericordias mostradas a David.
4 »Lo he puesto por testigo a los pueblos,
Por guía y jefe de las naciones.
5 »Tú llamarás a una nación que no conocías,
Y una nación que no te conocía, correrá a ti
A causa del Señor tu Dios, el Santo de Israel;
Porque Él te ha glorificado».
6 Busquen al Señor mientras puede ser hallado,
Llámenlo en tanto que está cerca.
7 Abandone el impío su camino,
Y el hombre malvado sus pensamientos,
Y vuélvase al Señor,
Que tendrá de él compasión,
Al Dios nuestro,
Que será amplio en perdonar.
La belleza e intensidad de estas palabras es difícil de comparar. ¡Es Dios que está clamando, invitando, exhortando, insistiendo, por el bien de todo el que escuiche! Pero el llamado no es para el satisfecho, aquel que no necesita nada. Es para los sedientos, los pobres, los que son capaces de reconocer la miseria de su condición espiritual. Si no lo necesitas, no lo tienes. Esta invitación de Dios desnuda el error que tantas veces cometemos, el de dedicar nuestros mejores esfuerzos, nuestro tiempo y energía, en buscar lo que en realidad no nos sacia. ¡Ya basta! ¡Busquemos lo que en realidad nos hace bien! Escucha a Dios llamándote tiernamente, diciéndote “¡Ven a mí!”. Desde la profecía de Isaías, Dios extiende esta invitación que ya estaba anunciando que se cumplía solamente por medio de su Hijo, por medio de Jesús. Además, no dejes que se te pierda el detalle, debemos tener en cuenta que el momento para aceptar esta invitación es ahora, y que llegará el momento, para cada ser humano en el planeta, en que ya no estará accesible. Nadie sabe hasta cuando va a tener la oportunidad de buscar a Dios, así que esta es una decisión que de ninguna manera se debe postergar (“para cuando esté más viejo, luego que viva un poco la vida.”… ¡no!).
10 Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar. 11 Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. 12 Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; 13 y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. 14 Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice Jehová; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar.
10 Así dice el Señor: «Cuando a Babilonia se le hayan cumplido los setenta años, yo los visitaré; y haré honor a mi promesa en favor de ustedes, y los haré volver a este lugar. 11 Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes—afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. 12 Entonces ustedes me invocarán, y vendrán a suplicarme, y yo los escucharé. 13 Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón. 14 Me dejaré encontrar—afirma el Señor—, y los haré volver del cautiverio. Yo los reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde los haya dispersado, y los haré volver al lugar del cual los deporté», afirma el Señor.
10 »Esto dice el Señor: “Ustedes permanecerán en Babilonia durante setenta años; pero luego vendré y cumpliré todas las cosas buenas que les prometí, y los llevaré de regreso a casa. 11 Pues yo sé los planes que tengo para ustedes —dice el Señor—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza. 12 En esos días, cuando oren, los escucharé. 13 Si me buscan de todo corazón, podrán encontrarme. 14 Sí, me encontrarán —dice el Señor—. Pondré fin a su cautiverio y restableceré su bienestar. Los reuniré de las naciones adonde los envié y los llevaré a casa, de regreso a su propia tierra”.
10 »Pues así dice el Señor: “Cuando se le hayan cumplido a Babilonia setenta años, Yo los visitaré y cumpliré Mi buena palabra de hacerlos volver a este lugar.
11 ”Porque Yo sé los planes que tengo para ustedes”, declara el Señor “planes de bienestar y no de calamidad, para darles un futuro y una esperanza.
12 ”Ustedes me invocarán y vendrán a rogarme, y Yo los escucharé.
13 ”Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón.
14 ”Me dejaré hallar de ustedes”, declara el Señor, “y restauraré su bienestar y los reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde los expulsé”, declara el Señor, “y los traeré de nuevo al lugar desde donde los envié al destierro”.
Estas fueron las palabras de Dios para su pueblo, que se había revelado, que había equivocado el camino, que estaba recibiendo las tristes consecuencias de sus malas decisiones. Les anunció sus buenas intenciones para con ellos. Estas palabras se aplican a todos los hijos de Dios, los que a veces erramos el camino y sentimos del Espíritu Santo el llamado a volver a casa. Dios tiene buenas intenciones, buenos planes, para nosotros. Conforme a esos planes, Él se propone ser encontrado. ¿Cuándo? ¡Cuando le busquemos, y cuando lo hagamos de todo corazón! Sé parte de los buenos planes que Dios tiene para sus hijos. Dios quiere restaurar, bendecir, edificar tu vida. Pero tienes que buscarle.
25 Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26 Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? 27 ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? 28 Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; 29 pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. 30 Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? 31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
25 »Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa? 26 Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas? 27 ¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?
28 »¿Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan; 29 sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. 30 Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe? 31 Así que no se preocupen diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿Qué beberemos?” o “¿Con qué nos vestiremos?” 32 Los *paganos andan tras todas estas cosas, pero el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. 33 Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.
25 »Por eso les digo que no se preocupen por la vida diaria, si tendrán suficiente alimento y bebida, o suficiente ropa para vestirse. ¿Acaso no es la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa? 26 Miren los pájaros. No plantan ni cosechan ni guardan comida en graneros, porque el Padre celestial los alimenta. ¿Y no son ustedes para él mucho más valiosos que ellos? 27 ¿Acaso con todas sus preocupaciones pueden añadir un solo momento a su vida?
28 »¿Y por qué preocuparse por la ropa? Miren cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni cosen su ropa; 29 sin embargo, ni Salomón con toda su gloria se vistió tan hermoso como ellos. 30 Si Dios cuida de manera tan maravillosa a las flores silvestres que hoy están y mañana se echan al fuego, tengan por seguro que cuidará de ustedes. ¿Por qué tienen tan poca fe?
31 »Así que no se preocupen por todo eso diciendo: “¿Qué comeremos?, ¿qué beberemos?, ¿qué ropa nos pondremos?”. 32 Esas cosas dominan el pensamiento de los incrédulos, pero su Padre celestial ya conoce todas sus necesidades. 33 Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará todo lo que necesiten.
25 »Por eso les digo, no se preocupen por su vida, qué comerán o qué beberán; ni por su cuerpo, qué vestirán. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que la ropa?
26 »Miren las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No son ustedes de mucho más valor que ellas?
27 »¿Quién de ustedes, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida?
28 »Y por la ropa, ¿por qué se preocupan? Observen cómo crecen los lirios del campo; no trabajan, ni hilan.
29 »Pero les digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos.
30 »Y si Dios así viste la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¿no hará Él mucho más por ustedes, hombres de poca fe?
31 »Por tanto, no se preocupen, diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿qué beberemos?” o “¿con qué nos vestiremos?”.
32 »Porque los gentiles buscan ansiosamente todas estas cosas; que el Padre celestial sabe que ustedes necesitan todas estas cosas.
33 »Pero busquen primero Su reino y Su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.
La exhortación a la búsqueda de Dios, su reino y lo invisible no podía faltar de las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo. Es justamente Él en quien encontramos a Dios. Lo que esta Palabra destaca es el hecho de que nuestra preocupación, nuestro afán, nuestro estrés por las cosas de este mundo no soluciona nada, no aporta para nuestro bienestar. ¿Qué es lo que propone Jesús en lugar de eso? ¡Que busquemos primeramente el reino de Dios y su justicia. Otra vez, ¿qué has estado buscando? ¿Qué procuras obtener de esta vida?
Volvamos a considerar las palabras de Pablo a los colosenses. Las instrucciones en cuanto a nuestra búsqueda espiritual son muy interesantes.
1. ¿Qué tenemos que buscar? Tenemos que buscar las cosas de arriba. ¿A qué se refieren estas palabras? ¿Qué significaría “buscar las cosas de arriba”? El apóstol aclara: “...donde está Cristo sentado a la diestra de Dios”. Luego de la resurrección Jesús ascendió al Padre y se le concedió el lugar de privilegio a la derecha del trono de Dios (Hebreos 1:3, 8:1). Tal vez tengamos que recordar lo que Jesús decía aquella noche en que fue arrestado:
1 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. 2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. 3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. 4 Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. 5 Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? 6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. 7 Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.
1 »No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí. 2 En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar. 3 Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté. 4 Ustedes ya conocen el camino para ir adonde yo voy.
5 Dijo entonces Tomás:
—Señor, no sabemos a dónde vas, así que ¿cómo podemos conocer el camino?
6 —Yo soy el camino, la verdad y la vida—le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí. 7 Si ustedes realmente me conocieran, conocerían también a mi Padre. Y ya desde este momento lo conocen y lo han visto.
1 »No dejen que el corazón se les llene de angustia; confíen en Dios y confíen también en mí. 2 En el hogar de mi Padre, hay lugar más que suficiente. Si no fuera así, ¿acaso les habría dicho que voy a prepararles un lugar? 3 Cuando todo esté listo, volveré para llevarlos, para que siempre estén conmigo donde yo estoy. 4 Y ustedes conocen el camino que lleva adonde voy.
5 —No, Señor, no lo conocemos —dijo Tomás—. No tenemos ni idea de adónde vas, ¿cómo vamos a conocer el camino?
6 Jesús le contestó:
—Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si no es por medio de mí. 7 Si ustedes realmente me conocieran, también sabrían quién es mi Padre. De ahora en adelante, ya lo conocen y lo han visto.
1 »No se turbe su corazón; crean en Dios, crean también en Mí.
2 »En la casa de Mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, se lo hubiera dicho; porque voy a preparar un lugar para ustedes.
3 »Y si me voy y les preparo un lugar, vendré otra vez y los tomaré adonde Yo voy; para que donde Yo esté, allí estén ustedes también.
4 »Y conocen el camino adonde voy».
5 «Señor, si no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a conocer el camino?», le dijo* Tomás.
6 Jesús le dijo*: «Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí.
7 »Si ustedes me hubieran conocido, también hubieran conocido a Mi Padre; desde ahora lo conocen y lo han visto».
Jesús sabía lo que sucedía. Sabía lo que iba a pasar a continuación. Sabía exactamente adónde iba. Su propia indudable declaración al malhechor en la cruz, asegurándole que aquella misma tarde estaría con Él en el Paraíso reafirma este concepto. Todo fue parte del plan de Dios. Conforme a ese plan, Jesús está allí, a la derecha del trono de Dios, por sobre todo lo que existe.
16 no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones,17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él,18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,19 y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza,20 la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales,21 sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero;22 y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,23 la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.
16 no he dejado de dar gracias por ustedes al recordarlos en mis oraciones. 17 Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre glorioso, les dé el Espíritu de sabiduría y de revelación, para que lo conozcan mejor. 18 Pido también que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos, 19 y cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos. Ese poder es la fuerza grandiosa y eficaz 20 que Dios ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a su derecha en las regiones celestiales, 21 muy por encima de todo gobierno y autoridad, poder y dominio, y de cualquier otro nombre que se invoque, no sólo en este mundo sino también en el venidero. 22 Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la iglesia. 23 Ésta, que es su cuerpo, es la plenitud de aquel que lo llena todo por completo.
16 no he dejado de dar gracias a Dios por ustedes. Los recuerdo constantemente en mis oraciones 17 y le pido a Dios, el glorioso Padre de nuestro Señor Jesucristo, que les dé sabiduría espiritual y percepción, para que crezcan en el conocimiento de Dios. 18 Pido que les inunde de luz el corazón, para que puedan entender la esperanza segura que él ha dado a los que llamó —es decir, su pueblo santo—, quienes son su rica y gloriosa herencia.
19 También pido en oración que entiendan la increíble grandeza del poder de Dios para nosotros, los que creemos en él. Es el mismo gran poder 20 que levantó a Cristo de los muertos y lo sentó en el lugar de honor, a la derecha de Dios, en los lugares celestiales. 21 Ahora Cristo está muy por encima de todo, sean gobernantes o autoridades o poderes o dominios o cualquier otra cosa, no sólo en este mundo sino también en el mundo que vendrá. 22 Dios ha puesto todo bajo la autoridad de Cristo, a quien hizo cabeza de todas las cosas para beneficio de la iglesia. 23 Y la iglesia es el cuerpo de Cristo; él la completa y la llena, y también es quien da plenitud a todas las cosas en todas partes con su presencia.
16 no ceso de dar gracias por ustedes, mencionándolos en mis oraciones,
17 pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, les dé espíritu de sabiduría y de revelación en un mejor conocimiento de Él.
18 Mi oración es que los ojos de su corazón les sean iluminados, para que sepan cuál es la esperanza de Su llamamiento, cuáles son las riquezas de la gloria de Su herencia en los santos,
19 y cuál es la extraordinaria grandeza de Su poder para con nosotros los que creemos, conforme a la eficacia de la fuerza de Su poder.
20 Ese poder obró en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a Su diestra en los lugares celestiales,
21 muy por encima de todo principado, autoridad, poder, dominio y de todo nombre que se nombra, no solo en este siglo sino también en el venidero.
22 Y todo lo sometió bajo Sus pies, y a Él lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,
23 la cual es Su cuerpo, la plenitud de Aquel que lo llena todo en todo.
Puedes hablar con Jesús ahora mismo, y te responderá desde su lugar de privilegio, donde recibe los honores y gobierna sobre todo. Lo que tenemos que buscar es lo de arriba, lo de dónde está Él, lo de los espacios celestiales a los que un día accederemos, cuando le veremos cara a cara. Tenemos que ser muy intencionales al decidir buscar lo de arriba, en lugar de lo terreno, lo iimitado, lo perecedero, lo material. Todo lo de esta vida se rompe, se muere, se termina, pero lo de nuestra patria celestial es eterno. Eso debemos buscar.
2. ¿Cómo debemos buscar las cosas de arriba? Eso, ¿cómo se hace para buscar eso que hasta ahora no podemos ver ni tocar? ¿Cómo se hace para buscar lo invisible? La definición, o la explicación de cómo hacerlo, no es sencilla, pero recibamos el consejo de la Palabra de Dios. Este es parte de ese consejo: Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Entiendes este concepto de poner la mira, ¿verdad? Es la técnica del francotirador, o del cazador, que “donde pone el ojo, pone la bala”. Presta atención. Contén la respiración. Concéntrate, con todo tu corazón. Esto implica un alto nivel de concentración, la deliberada decisión de dejar fuera las distracciones que se pudieran presentar. Es también la técnica del deportista en una carrera: dirige su mirada a la meta y se concentra en llegar allí lo antes posible, anulando la influencia de la tribuna, los contrincantes, el terreno. De esto se habla en la carta a los Hebreos:
1 Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, 2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
3 Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.
1 Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. 2 Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. 3 Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo.
1 Por lo tanto, ya que estamos rodeados por una enorme multitud de testigos de la vida de fe, quitémonos todo peso que nos impida correr, especialmente el pecado que tan fácilmente nos hace tropezar. Y corramos con perseverancia la carrera que Dios nos ha puesto por delante. 2 Esto lo hacemos al fijar la mirada en Jesús, el campeón que inicia y perfecciona nuestra fe. Debido al gozo que le esperaba, Jesús soportó la cruz, sin importarle la vergüenza que ésta representaba. Ahora está sentado en el lugar de honor, junto al trono de Dios. 3 Piensen en toda la hostilidad que soportó por parte de pecadores, así no se cansarán ni se darán por vencidos.
1 Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,
2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios.
3 Consideren, pues, a Aquel que soportó tal hostilidad de los pecadores contra Él mismo, para que no se cansen ni se desanimen en su corazón.
Ahí lo tienes. ¿Cómo buscar las cosas de arriba? Pon tu mirada en las cosas de arriba, míralo a Jesús. Sí, a Jesús regularmente no lo ves con los ojos de carne, pero sí lo tienes que ver con los ojos de la fe. Tanto la Palabra de Dios como la historia del pueblo de Dios han dejado el registro de las vidas de aquellos que han atravesado la vida sobre la tierra con los ojos puestos en la realidad del cumplimiento de las promesas de Dios. Recorre las páginas de la Biblia y considera las vidas de los hombres y mujeres, tan frágiles y llenos de dudas como tú y yo, que por la fe enfrentaron las dificultades de esta vida en la carne con la mirada puesta en el Salvador y Señor.
Los versículos 3 y 4 reiteran conceptos y promesas con los que ya tendríamos que estar familiarizados.
1) Hemos muerto a la vida centrada o limitada a este mundo.
Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.
Los que hemos creído en Cristo Jesús necesitamos asumir y vivir con esta realidad. Hemos roto con la vida tal como la heredamos de nuestros antepasados. En este versículo Jesús nos trae su revelación para decirnos: “Has muerto”. ¿Muerto? ¿Cómo? No he dejado de respirar, no he dejado de cumplir años… Pero sí, los que hemos creído en Jesús hemos muerto a nuestra vida anterior, la que estaba dedicada a servir a nuestra carne y a obedecer a los poderes espirituales de la oscuridad. Esa parte de ti ya murió. Ya no vives para lo mismo. Ahora tu vida no está aquí, no depende de lo que sucede a tu alrededor. Nuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Está escondida para que nadie la pueda tocar. Está en el lugar más seguro, donde nadie puede atentar contra ella. Esto que vemos, lo que tenemos, las situaciones presentes, todo es transitorio, pasajero, pero no es nuestra vida. Nuestra vida está allí con Jesús, en las moradas que Él fue a preparar para nosotros. Hemos muerto, y ya no vivimos para todo esto. Vivimos para algo más elevado.
2) Nuestra verdadera vida todavía no se manifiesta: se manifestará cuando venga Jesús.
Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.
Puedes mirar tus manos, verte al espejo, si quieres. Esto que vemos, lo que palpamos, no es nuestra verdadera vida. Este es nuestro envase pasajero. Vivimos para algo más, para un futuro realmente glorioso. Los hijos de Dios esperamos aquel día glorioso en que Cristo Jesús cumplirá su promesa de retornar, lleno de gloria y autoridad, para manifestarse ante los ojos de toda la creación. Todos le verán asombrados, y verán que no tiene las limitaciones que presentó durante la encarnación. Va a descender lleno de luz, poder y autoridad. Cuando lo haga, entonces nosotros también seremos manifestados con él en gloria. ¿Cómo será? Creo que ni imaginarlo podemos. Será como Adán y Eva al principio de la creación. Será una existencia sin las limitaciones, las luchas y las tristezas de esta existencia limitada que ahora conocemos. Hay algo más, hay un futuro brillante, una esperanza poderosa para los hijos de Dios.
¿No es esta tu realidad? ¡Asegúrate de tener a Jesús, de ser un discípulo de Jesús, de que Jesús esté en tu vida y sea tu Señor y Salvador! Si Jesús es tu Salvador, ya no te limites a buscar lo que todos buscan. Busca a Dios, su Reino, su gloria, la presencia de Jesús. Sí, a veces tenemos que cerrar los ojos para hacerlo. Pero la vida adquiere sentido cuando nos sumergimos en su presencia.
Esto implica que deliberadamente nos concentremos en Jesús, en su presencia, en su obra, en la dirección de su Espíritu, en servirle, agradarle y dar fruto para Él conforme a su glorioso poder, y no el nuestro.
Hay vida y hay esperanza en Cristo Jesús.