El Pastor y la Familia
Un obispo debe ser, pues, irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, de conducta decorosa, hospitalario, apto para enseñar,
3 no dado a la bebidaa, no pendenciero, sino amable, no contencioso, no avaricioso.
4 Que gobierne bien su casa, teniendo a sus hijos sujetos? con toda dignidad?
5 (pues si un hombre no sabe cómo gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?);
pastoread el rebaño de Dios entre vosotros, velando por él, no por obligación, sino voluntariamente, como quiere Dios; no por la avaricia del dineroc, sino con sincero deseo;
3 tampoco como teniendo señorío sobre los que os han sido confiados, sino demostrando ser ejemplos del rebaño
Sed imitadores de mí, como también yo lo soy de Cristo.
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella
Y vosotros, maridos, igualmente, convivid de manera comprensiva con vuestras mujeres, como con un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole honor como a coheredera de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no sean estorbadas.
Escucha, oh Israel, el SEÑOR es nuestro Dios, el SEÑOR uno es.
5 Amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza.
6 Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón;
7 y diligentemente las enseñarás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.
8 Y las atarás como una señal a tu mano, y serán por insignias entre tus ojos.
9 Y las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas