¿Quién tiene el control?

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El Espíritu quiere ser Señor de nuestras vidas

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El día de hoy veremos una escena que nos muestra a un Jesús diferente al que la mayoría tenemos en mente. Es cuando entra al templo para purificarlo. Vemos a Jesús entrando de forma decidida, segura, quizá hasta violenta, diferente a cómo solemos identificarlo. Entra al templo y voltea las mesas, las sillas, corre de ahí a los que están vendiendo y han invadido los atrios. Un lugar con una función específica, la venta de lo necesario para los rituales, pero no para los negocios de los líderes religiosos y la función se había volteado. Puro negocio personal.
Entró Jesús en el templo de Dios…” (Mateo 21:12, RVR95BTO)
Lo primero que vemos es que el templo tiene un dueño ¿quién es? ¡Dios! Mateo lo dice claro, sin lugar a duda. Esa primera frase debe abrirnos los ojos y entender el por qué Jesús entra tirando las mesas de los comerciantes, ¡es el templo de Dios! La Biblia enseña que ahora el templo ya no es un edificio ¿quién es el templo? ¡nosotros! Nuestro cuerpo. Entonces, al entender el pasaje tiene una aplicación general y otra particular para nuestra vida.
Entró Jesús en el templo de Dios y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas, y les dijo: «Escrito está: “Mi casa, casa de oración será llamada”, pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones».” (Mateo 21:12–13, RVR95BTO)
Les recuerda lo que está escrito, es cierto se necesitan ciertos artículos para los rituales, pero lo que ustedes hacen es un robo descarado, son ladrones y han olvidado el propósito de este lugar, del templo, algo que surgió del corazón de Dios y es que sea ¡casa de oración! Es para asuntos espirituales y ustedes lo han rebajado sólo para asuntos que no tienen nada que ver con eso ¡han perdido la visión de lo que es el templo! Y se han extraviado tanto que ahora hacen un mal uso, un abuso del templo. Jesús está tratando de tomar el control del templo una vez más, devolver al Padre lo que le pertenece.
En un enfoque personal, entendemos que el Señor Jesús siempre se acerca a las personas y nos recuerda ¡eres mío! Quieres tener el control de algo que no te pertenece, no es tuyo. Y esto lo entendemos dramáticamente, cuando de repente surge una crisis, una enfermedad, un fallecimiento.
El comercio era necesario, pero no lo principal. Se había convertido en el negocio de los sacerdotes. Claro que podemos disfrutar la vida, pasea, comer, divertirte, pero ¿cuál es el propósito principal de la vida que Dios te permite? Nos hemos acostumbrados a querer tener el control de todas las cosas y creer que la vida se trata de nuestra comodidad, seguridad, tranquilidad.
Por una parte, nos gusta y nos emocionamos cuando el Espíritu Santo se muestra en nuestras vidas con milagros, oraciones respondidas, paz en el corazón, ah pero que no quiera tomar el control de mi vida, eso es otro tema totalmente diferente, eso ya no nos gusta mucho que digamos. Nos gusta que nos escuche y actúe a nuestro favor, se muestre con poder, pero cuando quiere venir y ser Señor eso no nos gusta. Una cosa es que nos hable, nos toque, y otra que venga a querer ser el Señor, lo primero, en todo de nuestra vida.
Pues el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.” (2 Corintios 3:17, NTV)
El Espíritu es Señor, otra forma de decir este verso es “Porque el Señor es el Espíritu y dónde el Espíritu es Señor allí hay libertad.” Pero nosotros entendemos diferente ese verso, lo digo por que así es la evidencia, creemos que la libertad a la que se refiere es a que yo puedo hacer lo que quiera y es todo lo contrario. Donde el Espíritu es Señor, ÉL toma el control de lo que por derecho le pertenece y ahí en hacer lo que ÉL dice ¡hay libertad!
»¡Mira! Yo estoy a la puerta y llamo. Si oyes mi voz y abres la puerta, yo entraré y cenaremos juntos como amigos.” (Apocalipsis 3:20, NTV)
Muchos le hemos abierto la puerta, le hemos dado la bienvenida, le hemos hecho una habitación para que viva en nosotros, pero una vez que está dentro lo hemos querido usar, manipular y no lo dejamos ser Señor. Bien podría decir: me quieren para que los sane, les de trabajo, les arregle la vida a sus hijos, marido, esposa, dinero, amor, pero no quieren que sea Señor de sus vidas.
ILUSTRACIÓN CASA DE INVITADO Y TERMINA ESCLAVO.
En más de una vez hemos querido sacar provecho de SU presencia entre nosotros y lo que el Espíritu Santo quiere es ser SEÑOR. Es tiempo de que entre al templo como Señor. Si te hablara en este momento ¿qué te diría? Tu vida me pertenece o quieres controlar, me quieres usar, has cambiado el propósito de tu vida. Si nuestra relación con Dios es solo para pedirle y pedirle, tarde o temprano esa actitud nos meterá en problemas.
Jesús entra al templo sin pedir permiso o rogando ¡por favorcito, no sean malos! ¡No es así! Llega enojado y hace un tiradero. Si algo molesta al Espíritu Santo es que queremos tener el control al mismo tiempo que decimos que ÉL es Señor. Nos hemos vuelto profesionales dominicales. Buscar SU presencia y cuando se manifiesta le empezamos a pedir: Sana mi familia, dame poder, dinero, trabajo, esposo, mis hijos, etc. Bien nos podría decir: me han hecho una habitación, me han adorado, pero ¿para qué? Para qué, si tu jamás diste nada.
A los que tenemos tiempo de conocer a Dios pregunto ¿recuerdas tu primer amor? Cuando orabas con pasión ¿cuándo fue la última vez que lo hiciste? Y ahora te justificas: antes era nuevo, pero ahora ya me voy con cuidado, despacito, eso de emocionarse es para los nuevos. Pero quieres toda SU bendición y Gracia y Misericordia, esa si no dices que es para los nuevos.
Si queremos ver SU presencia y que se manifieste, si queremos ver lo que Dios desea hacer, entonces ¡no hay alternativa! Dios tiene que ser Señor de nuestras vidas y entonces ÉL hará lo que siempre ha querido hacer: dar libertad a los cautivos, sanar enfermos, veremos a personas viniendo a este lugar a escuchar SU Palabra. Cuando Jesús, Su Espíritu Santo llega y toma el control entonces suceden cosas extraordinarias.
Los ciegos y los cojos se acercaron a Jesús en el templo y él los sanó.” (Mateo 21:14, NTV)
No fue necesario hacer una convocatoria, llamar a los enfermos ¡llegaron solitos! Y eran sanados en el templo, pero esto sucedió cuando Jesús tomó el control del templo. En tu vida verás milagros de todo tipo, sanidad, trabajo, financieros, lo que Dios sabe que necesitas, pero sólo será cuando cedas el control del templo. No nos engañemos, creyendo que sí tiene el control cuando la evidencia dice que no es así. Lo que pasa es que con el tiempo el corazón se endurece.
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¿Cómo está tu corazón? Es sensible o está endurecido; estás procurando acercarte a ÉL como ÉL lo pide o estás endurecido y lo adoras a tu manera creyendo que estas bien. Hoy nos dice “mantente fresco, déjame tener el control de tu vida, familia, trabajo, de todo”.
Los principales sacerdotes y los maestros de la ley religiosa vieron esos milagros maravillosos y oyeron que hasta los niños en el templo gritaban: «Alaben a Dios por el Hijo de David». Sin embargo, los líderes estaban indignados.” (Mateo 21:15, NTV)
¿Sabes qué pasa cuando el Espíritu Santo empieza a tomar el control total de nuestras vidas? ¡nos indignamos, nos enojamos! ¿qué le pasa a este pastor? ¿acaso él es perfecto? ¿para qué me involucro? Mejor me voy.
Le preguntaron a Jesús: —¿Oyes lo que dicen esos niños? —Sí —contestó Jesús—. ¿No han leído las Escrituras? Pues dicen: “A los niños y a los bebés les has enseñado a darte alabanza”.” (Mateo 21:16, NTV)
¿No han leído? Le dice eso a quienes sabían de memoria las Escrituras. Los fariseos escuchan a los niños gritar y ¡se enojan, se indignan! ¿sabes por qué? Porque Jesús les quitó el control, ahora ellos ya no mandan, no deciden, no son los que ordenan.
Hay quienes, al ver a personas entregadas, sirviendo, alabando lo entienden y se unen, pero hay quienes ¡se ofenden y se enojan! Mateo dice que los niños, los que, con actitud inocente, entregada, amantes de Dios y Su presencia lo vieron, cantaron ¡alaben a Dios por el Hijo de David! Están reconociendo el Señorío de Jesús, están diciendo: ÉL es el Señor, el Mesías. Una nueva generación de jóvenes que lo reconocen como Señor.
Pero los sacerdotes, los religiosos ¡se enojaron! Amargados dicen: mira lo que están diciendo estos mocosos, de tal forma que Jesús les dice: que no han leído, ¿no saben que Dios mismo pone esas palabras en ellos?
Cuando damos el control total de nuestra vida al Espíritu Santo, es cuando podemos pasar más tiempo en oración y no te das cuenta, lees, meditas, sirves, participas, pero de repente nos enfriamos y me pregunto ¿por qué pasa eso? ¿por qué se enfrió mi amor por Jesús? Porque poco a poco le quitamos el control de nuestras vidas.
Si no le damos el control cada día, ocurrirá lo que dice la Biblia que pasó ahí. Después de que se indignaron, quisieron tomar el control de su templo pasó algo trágico.
Y dejándolos, salió fuera de la ciudad, a Betania, y se quedó allí.” (Mateo 21:17, RVR95BTO)
¡Se fue! Porque Jesús, su Espíritu Santo no va a estar en donde se le quiere controlar, no va a estar con quién deja de ser sensible a Su Voz. Dejándolos salió de la ciudad y ¿a dónde se fue? ¡a Betania! Y ¿quiénes viven ahí? ¡sus amigos! Los que lo aman, los que anhelan su llegada, los que lo esperan emocionados su llegada. Marta se ponía a pensar qué cocinar, María arregla la sala, pone sillas, tapetes, Lázaro prepara el té, los refrescos. Cuando sabían que Jesús llegaría, el corazón se les aceleraba porque ¡es su amigo querido! Quizá Marta no se decide por la comida, oyen voces Jesús se acerca.
Marta se preocupa más por la comida, Jesús viene con sus amigos, la comida no alcanzará. Lázaro le die: ¡No te preocupes mujer! Les damos lo que tenemos, es amigo, ÉL entiende. Jesús llega, entra a la casa, María lo recibe lo lleva a la sala y se sienta a escuchar todo lo que tiene que decir, Marta se asoma por la ventana de la cocina y le dice a Jesús: ¡Te das cuenta cómo María no me ayuda! Jesús con una sonrisa le dice: Marta, estás muy atareada en muchas cosas, y en este momento María se ha dispuesto a escucharme y eso es mejor ¡no se lo quitaré!
La mayoría quiere que Dios haga algo en sus vidas, pero quizá hemos equivocado el enfoque, no le dejamos ser Señor. Si es así y ese eres tú, es necesario pedirle perdón y decirle: Señor, quiero darte el control de toda mi vida, de todo lo que soy, todo lo que tengo, quiero que seas Señor de mi vida. No quiero perderme otra visita tuya a mi vida, a mi iglesia. Muchas veces Dios se ha manifestado aquí y no lo has podido percibir porque has endurecido el corazón y no sientes SU presencia.
Jesús deja el templo y se va a Betania. Al leer esto nos debe llevar a decir: Señor ¡no quiero que te vayas! No te alejes, yo quiero ser esa Betania, yo quiero ser como esos niños sensibles que te cantaron.
¿Cuál es el problema con esto? ¡nos gusta tener el control! Si ni al marido le doy el control de la TV y eso que está junto a mí, menos a quien no veo. Nos indigna cuando alguien predica e insinúa que ¡no le he dado el control a Dios! ¿Quién se cree que es? ¡Dios y yo sabemos nuestra situación!
Es mi oración que Dios nos llene de convicción y que podamos ser como niños, que SU Santo Espíritu nos toque y que Casa de Fe sea esa Betania, ese lugar donde amamos a Jesús y le reconocemos como Señor.
Si te gusta tener el control, entonces, tarde o temprano, ÉL se irá a otro lugar, a donde sí lo traten como Señor y no te preguntes ¿por qué? Sus milagros sucederán en otra persona, SU gracia reposará sobre alguien más y no te preguntes ¿por qué? Tenemos que volver a ser como niños.
Oremos pidiendo que el Espíritu Santo tome el control de todas las áreas de nuestra vida. De forma simbólica pon tu mano en tu corazón y pídele al Espíritu Santo que entre a tu vida y tome el control de todo, de cada área. Si tienes que arrepentirte de algo ¡hazlo! Porque si Dios no tiene el control de tu vida y dices que tú no lo tienes, entonces la pregunta es ¿quién tiene el control?
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