Dios habiendo hablado (Hebreos 1:1-5)
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¿En qué fecha fue escrita la Epístola a los Hebreos?
¿En qué fecha fue escrita la Epístola a los Hebreos?
Para establecer la fecha tope podemos aducir el hecho de que, aproximadamente en el año 95, las referencias internas de Hebreos nos llevan a pensar que debió de haber sido escrita antes del año 70.
Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras
Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras
Reina Valera Revisada (1960) (Capítulo 1)
Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas.
El comienzo de Hebreos es elegante y elocuente, y demuestra el arte literario del autor. La introducción no da muestras de que el escrito sea una epístola, pues el autor no se presenta, no se identifica a los destinatarios y no hay un saludo. La apertura sugiere una obra literaria, algo así como un ensayo literario sobre el significado de Jesucristo. Sin embargo, sabemos por la conclusión de la obra que Hebreos tiene rasgos epistolares, por lo que el libro no debe clasificarse como un ensayo literario. Aun así, el arte y la belleza que caracterizan a toda la carta son evidentes desde la apertura. El autor invita al lector, a través del elevado estilo de la carta, a reflexionar y aplicar su teología.
Dios es un Dios que habla, y ha hablado a los profetas de diversas maneras y modos en el A.T..
El primer versículo está marcado por la aliteración en el griego, con cinco palabras diferentes que comienzan con “p”: “en diferentes tiempos” (πολυμερῶς); “de diferentes maneras” (πολυτρόπως); “hace mucho tiempo” (πάλαι) “padres” (πατράσιν); y “profetas” (προφήταις). Desde el principio se aprecia la habilidad literaria y el hábil estilo del autor, de modo que el lector ve a un maestro artesano trabajando. Se presenta la diversidad de la revelación en la época anterior. Dios habló “en diferentes momentos” y “de diferentes maneras”. La revelación del A.T. se transmitió a través de la narrativa, los himnos, los proverbios, la poesía, las parábolas y los cantos de amor, a través de la sabiduría y la literatura apocalíptica. Dios se comunicó con su pueblo durante cientos de años, hablando con Abraham, Isaac y Jacob, con Moisés y Josué, con Samuel y Saúl, con David y los reyes de Judá e Israel, y con los profetas, y con el pueblo que regresó del exilio.
Hay diferencia entre escuchar y oir de verdad. Jesús a menudo decía: “El que tiene oídos para oir, oiga”. Esto quiere decir que se necesitan más que oídos físicos para oir la voz de Dios; también se requiere un corazón receptivo: “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones”
Reina Valera Revisada (1960) (Capítulo 1)
En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;
Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), He 1:2.
El gobierno de Jesús como Hijo demuestra que es el Mesías, el rey davídico, aquel por el que se cumplen las promesas de Dios a Israel. Como hijo de David, es un ser humano, pero es más que un ser humano, pues “Dios hizo el universo por medio de él”. La expresión “el universo” (τοὺς αἰῶνας) suele ser temporal, pero aquí designa el mundo que Dios ha hecho y el autor presenta al Hijo como agente de la creación. Es probable que el autor se inspire aquí en las tradiciones sapienciales, pues en el A.T. vemos que el Señor creó el mundo con sabiduría. Sin embargo, el Hijo es mayor que la sabiduría, ya que la sabiduría es una personificación, pero el Hijo existía como persona antes de que se formara el mundo. Es fácil no ver lo sorprendente de esta afirmación. ¡El que fue condenado a muerte en Jerusalén en una cruz unas décadas antes es ahora estaba siendo alabado como el que creó el mundo!
Dios constituyó a su Hijo heredero de todas las cosas. Un heredero hereda por derecho propio todo lo que el padre haya estipulado en su voluntad. Por ser el único Hijo Jesús hereda todo lo que el Padre posee. ¡Incomprensible! ¡Inescrutable!
Simon J. Kistemaker
El versículo 3 desvela la naturaleza y la supremacía del Hijo. En primer lugar, el autor habla ontológicamente del Hijo, manteniendo que comparte plenamente la naturaleza e identidad divinas. En segundo lugar, se afirma el papel del Hijo en el sostenimiento del cosmos. En tercer lugar, y lo más crucial para su argumento, se presenta el reinado del Hijo a la derecha de Dios. El Hijo reina y gobierna como el que ha realizado la limpieza total del pecado.
El Hijo es el Rey y el Creador por ser quien es, porque comparte la naturaleza de Dios. Del mismo modo, el autor comienza afirmando que Cristo “es el resplandor de la gloria de Dios”. La palabra “resplandor” (ἀπαύγασμα) podría significar “reflejo”, de modo que el Hijo refleja la gloria de Dios. O podría definirse como “radiación” o “resplandor” para enfatizar la manifestación de la gloria de Dios.12 El uso del término en Sabiduría 7:26 no resuelve la cuestión, ya que allí se plantean los mismos problemas interpretativos. Es difícil determinar qué significado es el correcto, aunque el de resplandor activo parece ligeramente más probable.14 En cualquiera de los dos casos, la gloria de Dios se revela en el Hijo, y realmente no importa mucho cuál elijamos, ya que, como dice Johnson, “el reflejo se convierte en resplandor, y el resplandor es lo que se refleja”.
El Hijo es también “la impresión exacta de su naturaleza”. La palabra traducida como “impresión exacta” (χαρακτήρ) se usa de la impresión o marca que hacen las monedas. Aquí denota la idea de que el Hijo representa la naturaleza (ὑπόστασις) y el carácter del único Dios verdadero. Él revela quién es Dios y, por tanto, debe compartir la identidad divina. El Hijo no puede representar a Dios ante los seres humanos si no comparte el ser, la naturaleza y la esencia de Dios. El Hijo de Dios revela la realidad del único Dios verdadero.
Reina Valera Revisada (1960) (Capítulo 1)
Se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos.
¡He aquí algo para asombrarse! Dios está en las alturas, y aun así, cuanto más alto se eleva una persona a sí misma, más lejos se encuentra de Dios, y cuanto más bajo se humilla, más cerca del Señor está. De todas las almas, Dios se deleita más en habitar con los humildes porque valoran y sacan mejor provecho de su adorable presencia.
Thomas Brooks