Siempre estás conmigo
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¿Cuántos pueden identificar cambios en su aspecto de ahora y al de hace 10 años? Algunos unos kilos de más o de menos, cabello largo, corto, azul, rojo. Algunos cambios pueden ser notorios y otros no tanto; algunos hacen cambio de imagen cada año. Esos cambios son inocuos.
Uno de los retos de ser cristiano o seguidor de Jesús es que hay ocasiones que no sentimos SU presencia, no sentimos que esté con nosotros. Hay ocasiones en que al escuchar un canto sientes la presencia de Dios; otras veces oras y Dios responde tu oración, lees la Biblia y en un pasaje las palabras cobran vida, casi puedes sentir a Dios a tu lado.
Lo opuesto también es verdad, hay periodos en que no sientes a Dios. Vienen los problemas y dices: “Dios confío que me sacarás de esta situación”, y… ¡no pasa nada! Es más, parece que las cosas empeoran, el diagnóstico se confirma; abres la Biblia, lees las partes que antes te daban consuelo y ahora ¡no pasa nada! Estás orando y de pronto piensas ¿me escucha Dios? ¿está conmigo? ¿sabe por lo que estoy pasando?
Parece que no está, el caso es que de repente podemos tener bien presente los momentos que sentimos a Dios en cada paso y otras que no lo vemos por ningún lado. En esos momentos preguntamos ¿dónde está Dios?
El asunto es que, si te quedas mucho tiempo atorado con esa pregunta después la pregunta se convierte en ¿existe Dios? ¿qué tal si es sólo una creación del ser humano para apoyarse en algo? ¿qué tal si la vida es sólo esto que conocemos y no hay nada más? ¿qué tal si todo es una casualidad cósmica?
Pero cuando todo va bien en la vida, todo es alegría, felicidad ¡hasta nos olvidamos de adorarle! Y sabemos que ¡ahí está Dios! Pero cuando las cosas van mal decimos ¿dónde está Dios?
Has orado por años por sanidad y la enfermedad sigue ¿dónde está Dios? Un día te sientes mejor, y resulta que la enfermedad ya no está ¡ahí está Dios! No te casas, el hijo no llega, el negocio no prospera y no pasa nada ¿dónde está Dios? Todo empieza a mejorar ¡ahí está Dios! Es más, en este momento tú estás en una de estas situaciones, estás en medio de la pregunta ¿dónde está Dios? O en medio de la afirmación ¡ahí está Dios!
Cuando no ves que Dios actúe, porque tú sabes lo que debe hacer, y si no hace lo que tú crees que debe hacer, piensas que Dios no es real, no le importas o algo por el estilo.
Algo que nos dará confianza este día es que no somos los únicos. Hoy veremos parte de la historia que confirma que Dios cumple sus promesas; cuando no hace lo que anhelas no es que hay algo malo contigo o con Dios, es sólo que así son las cosas.
Si empiezas a leer la Biblia, seguro puedes anotar al margen momentos en que ¡ahí está Dios! Y otros momentos escribirás ¿dónde está Dios? Alternada y sucesivamente. Dios se muestra, después desaparece, se muestra desaparece. Esto no quiere decir que algo esté mal, es solo la forma extraña y misteriosa en que Dios se mueve.
En el Génesis vemos a José un hebreo que llega a Egipto en condiciones complejas. Llega a ser el segundo hombre más importante después del faraón. Por esa amistad puede llevar a toda su familia a vivir a Egipto, y así la familia se salva de morir de hambre, gracias a que José estaba en Egipto; en ese momento la familia piensa ¡ahí está Dios! Porque los salvó de morir.
En el libro de Éxodo continúa la historia de José y su familia, que se convierten en la nación de Israel, en la historia narrada vemos diferentes etapas y en muchas surge la misma pregunta y afirmación ¿dónde está Dios? ¡ahí está Dios! Es la forma rara que Dios actúa. Claro que esto no es cómodo de escuchar, quizá no te guste, no es fácil de aceptar es frustrante, pero ¡así son las cosas!
José muere, el faraón que ayudó a José muere y la familia crece.
“Tiempo después, subió al poder de Egipto un nuevo rey que no conocía nada de José ni de sus hechos.” (Éxodo 1:8, NTV)
¿Saben qué hizo el nuevo faraón? Esclavizó a todos los descendientes de José y ahora todos son convertidos en esclavos, así que ellos se preguntan ¿dónde está Dios?
“Pero cuanto más los oprimían, más se multiplicaban y se extendían, de modo que los egipcios llegaron a tenerles miedo;” (Éxodo 1:12, NVI)
¡Ahí está Dios!
“Había dos parteras de las hebreas, llamadas Sifrá y Fuvá, a las que el rey de Egipto ordenó: —Cuando ayuden a las hebreas en sus partos, fíjense en el sexo: si es niño, mátenlo; pero si es niña, déjenla con vida.” (Éxodo 1:15–16, NVI)
Están matando a todos los bebés ¿dónde está Dios?
“Sin embargo, las parteras temían a Dios, así que no siguieron las órdenes del rey de Egipto sino que dejaron con vida a los varones.” (Éxodo 1:17, NVI)
“Por eso Dios fue bueno con las parteras, y los israelitas siguieron multiplicándose, y se hicieron cada vez más poderosos.” (Éxodo 1:20, NTV)
¡Ahí está Dios!
“El faraón, por su parte, dio esta orden a todo su pueblo: —¡Tiren al río a todos los niños hebreos que nazcan! A las niñas, déjenlas con vida.” (Éxodo 1:22, NVI)
¿Dónde está Dios? Aquí podemos detenernos un momento para pedir tiempo fuera y decir: ¡Señor Dios! Dinos si estás de nuestra parte o en nuestra contra. Dinos lo que sea pero ¡dilo! Para saber qué esperar o como afrontar lo que viene. Estás conmigo ¿sí o no? Pero esto de que apareces un día, desapareces otro día ¡no me ayuda a creer! No ayuda a mi fe, no se que decirles a mis hijos, necesito saber tu respuesta ¡no puedo seguir así!
La historia continúa, una madre esconde a su hijo para que no lo tiren al Nilo, hace una canasta, la impermeabiliza, la pone cómoda y acuesta al bebé para ponerlo en el Nilo. Empuja la canasta y se queda viendo como Moisés se va alejando.
“En eso, la hija del faraón bajó a bañarse en el Nilo. Sus doncellas, mientras tanto, se paseaban por la orilla del río. De pronto la hija del faraón vio la cesta entre los juncos, y ordenó a una de sus esclavas que fuera por ella.” (Éxodo 2:5, NVI)
Moisés está a salvo ¡ahí está Dios! Moisés crece en casa de faraón; ahora los hebreos tienen un representante en la casa de faraón ¡ahí está Dios! Claro que sí.
Una tarde Moisés mata a un egipcio y tiene que huir, es prófugo, ya no hay nadie que ayude a los hebreos en casa de faraón ¿dónde está Dios?
Años después Dios envía de regreso a Moisés para liberar a su pueblo; hace milagros sorprendentes delante de faraón ¡ahí está Dios!
Los egipcios dejan ir al pueblo, pero se arrepienten apenas cruzan las puertas, los persiguen, los acorralan entre ellos y el mar, tal parece que hasta ahí llegaron y van a morir ¿dónde está Dios? M
Moisés ordena que avancen, se mojan los pies, tienen miedo, Moisés levanta su vara y el mar se abre para que la gente marche en seco y escapa de los egipcios ¡ahí está Dios!
Entran al desierto, caminan por 40 años, toda una generación muere, se quejan diciendo que cuando menos en Egipto tenían comida. ¿Dónde está Dios?
Llegan a Canaán, la conquistan, por fin están en su Tierra Prometida, se fortalecen y se vuelven una nación poderosa ¡ahí está Dios!
Tiempo después son llevados como esclavos por 70 años, en el exilio muere otra generación y no hay esperanzas de volver a su tierra ¿dónde está Dios?
Alto, alto, tiempo fuera. Dios, por favor, dinos a dónde nos llevas con toda esta historia, necesito saber si estás con nosotros o contra nosotros. Se consistente. Esto de que ahí estás y de pronto no estás ¡me vuelve loco! ¡no lo entiendo! ¿te caigo mal? ¿te ofendí? ¿es por algo que hice?
Años después, Dios regresa al pueblo de Israel a su tierra, y reconstruyen la ciudad ¡ahí está Dios!
Dios les promete que enviará un Mesías que los librará de la esclavitud, ellos creyeron que sólo de la esclavitud en que vivían, pero era de la esclavitud del pecado. Pero pasan 400 años y el Mesías no llega. ¿Dónde está Dios?
El profeta Jeremías lo profetizó y el Mesías ¡no llega! Mucha gente murió creyendo esa profecía, murió esperando que se cumpliera, pero no fue así ¿dónde está Dios?
Un día la joven de quién se profetizó, efectivamente está embarazada, da a luz a su hijo en un humilde establo en Belén, cumpliendo así, todas las profecías ¡Ahí está Dios! Y ese ahí está es literal, es Jesús, Hijo de Dios, Emanuel. Tenemos evidencia en los evangelios de muchas cosas que Jesús hizo. Al ver a Jesús, podemos saber cómo es nuestro Dios, porque es Dios mismo.
¿Recuerdan cuando una familia envió un mensajero para decirle a Jesús que su amigo Lázaro está muy enfermo? Se esta muriendo. En cuanto los discípulos que están con Jesús oyen lo que dijo el mensajero, se ponen de pie para ir a verlo a Betania. Jesús ha sanado a muchas personas, incluso a no judíos, así que seguro va a ir a sanar a su amigo Lázaro, pero Jesús les dice: Muchachos ¡siéntense! No vamos a ningún lado.
En casa, las hermanas de Lázaro: María y Marta, se preguntan ¿dónde está Jesús? La misma pregunta que tú y yo nos hacemos muchas veces. Las hermanas preguntan al mensajero si entregó el mensaje a Jesús en persona y les dice que así es. Que sus discípulos se pararon, pero ÉL les dijo que siguieran sentados. ¿Dónde está Dios?
Lázaro muere en Betania. Días después Jesús llega a la casa de su amigo; las hermanas le dicen: Jesús ¿dónde estabas? Lázaro murió. María y Marta quizá dijeron: Jesús, ya sabes cómo funciona esto de ser tu pueblo o tus amigos. Cuando hay una necesidad, oramos, te pedimos que escuches y tú nos escuchas. Respondes a nuestra petición y así es como nuestra fe crece, creemos más en ti, damos el mensaje a más personas y más personas te conocen. Y así se va la cadenita.
Pero ¿dónde estabas cuando más te necesitamos? Jesús les dice: “esperen” y camina hacia la tumba dónde está Lázaro, hace una breve oración: “Padre Tú y YO sabemos que somos UNO, se que siempre me escuchas, pero ellos no lo saben, así que oro para que vean que estamos conectados y sepan que este milagro lo haces tú. ¡Lázaro sal de esa tumba! Y Lázaro camina fuera de la tumba, aún con sus vendas ¡ahí está Dios!
La gente de Jerusalén se pregunta si es el Mesías, realiza muchas señales y milagros, pero, por otra parte, está rompiendo con el statu quo; y así llegamos a lo que recordamos hoy:
“Le llevaron, pues, el burrito a Jesús. Luego pusieron encima sus mantos, y él se montó. Muchos tendieron sus mantos sobre el camino; otros usaron ramas que habían cortado en los campos. Tanto los que iban delante como los que iban detrás, gritaban: —¡Hosanna! —¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! —¡Bendito el reino venidero de nuestro padre David! —¡Hosanna en las alturas!” (Marcos 11:7–10, NVI)
Entra a Jerusalén un día que hoy recordamos, y tal parece que las profecías se están cumpliendo ahí, delante de ellos mismo, parece que lo están reconociendo como el Mesías esperado ¡aquí está Dios! Ese día los discípulos sienten que al fin su pregunta de ¿dónde está Dios? Está siendo respondido, a partir de ahora, todas las cosas estarán mejor, a partir de ahora serán liberados del yugo opresor, a partir de ahora, todo lo que quieren se les concederá.
Sin embargo, como ahora sabemos, en unos días, el próximo jueves es arrestado y el viernes lo llevan a ser crucificado, y una vez más los discípulos se llenan de terror ¿dónde está Dios? El sábado siguen sin saber qué hacer, están pensando en volver a su viejo estilo de vida, escondidos, intentando pasar desapercibidos el sábado. El domingo, sin embargo, muy de mañana, antes que saliera el sol, van a la tumba y se dan cuenta que Jesús ¡ha resucitado! ¡ahí está Dios!
Antes que el Señor Jesús fuera al Padre, les dice a sus discípulos que se pongan a trabajar, hasta que ÉL regrese, porque prometió que ¡volverá! Han pasado 2 mil años y no lo hemos visto ¿dónde está Dios?
Ahora dime, ¿no es esta la historia de nuestras vidas? Ahora sabes que no eres el único; la historia explica que cuando algo sucede en tu vida que no está bien, no es que hay algo malo contigo; así es como Dios actúa en la historia y en el largo plazo. Así es Dios.
Podemos ver la historia de tu vida: desde tu niñez hasta este día, puedes ver etapas de tu vida en que la presencia de Dios es palpable, lo pudiste sentir, casi lo pudiste ver ¿no es cierto? Lees la Biblia, ves la historia de tu vida a detalle y te das cuenta de algo ¡Dios siempre ha estado ahí! Siempre te ha cuidado o dado las fuerzas para poder aguantar en cada situación.
Pero ¿qué pasó cuando estabas en esa crisis? ¡no lo pudiste ver! Pero ahora sabes que, siempre estuvo ahí, te sostuvo.
Antes que Jesús llegara a Su pueblo, habían pasado 400 años, ¡son muchos años! 40 años en el desierto fueron muchos años, 2 mil años hasta el día de hoy y aún no regresa ¡es mucho tiempo! 4 años sin la restauración del matrimonio ¡es mucho tiempo! 2 años con problemas en el negocio ¡es mucho tiempo! 4 meses con esta enfermedad ¡es mucho tiempo!
¿Sabes que hubo periodos en la vida de personajes de la Biblia que no veían a Dios? Periodos de la historia en que Dios no aparece y ¡nadie lo encuentra! La verdad que aprendemos es que Dios siempre ha estado ahí. No solo haciendo acto de presencia, sino que está haciendo lo que desde el principio ha destinado hacer en SU sabia providencia.
Pero cuando estás en medio de la aflicción, la incertidumbre, cuando preguntas, Dios ¿dónde estás? En ese momento es horrible, da miedo, es frustrante. Claro que estar 28 días entubado ¡desespera! Un diagnóstico terminal ¡claro que da miedo! En esos momentos dices ¿cuánto tiempo va a durar esto? ¿alguna vez voy a estar bien? ¿volveré a tener paz? La respuesta es:
“Sin embargo, lo que ahora sufrimos no es nada comparado con la gloria que él nos revelará más adelante.” (Romanos 8:18, NTV)
“Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de los que lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos.” (Romanos 8:28, NTV)
“Pues Dios conoció a los suyos de antemano y los eligió para que llegaran a ser como su Hijo, a fin de que su Hijo fuera el hijo mayor de muchos hermanos.” (Romanos 8:29, NTV)
“Después de haberlos elegido, Dios los llamó para que se acercaran a él; y una vez que los llamó, los puso en la relación correcta con él; y luego de ponerlos en la relación correcta con él, les dio su gloria.” (Romanos 8:30, NTV)
“¿Qué podemos decir acerca de cosas tan maravillosas como éstas? Si Dios está a favor de nosotros, ¿quién podrá ponerse en nuestra contra? Si Dios no se guardó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿no nos dará también todo lo demás?” (Romanos 8:31–32, NTV)
“¿Quién se atreve a acusarnos a nosotros, a quienes Dios ha elegido para sí? Nadie, porque Dios mismo nos puso en la relación correcta con él.” (Romanos 8:33, NTV)
“Entonces, ¿quién nos condenará? Nadie, porque Cristo Jesús murió por nosotros y resucitó por nosotros, y está sentado en el lugar de honor, a la derecha de Dios, e intercede por nosotros.” (Romanos 8:34, NTV)
“¿Acaso hay algo que pueda separarnos del amor de Cristo? ¿Será que él ya no nos ama si tenemos problemas o aflicciones, si somos perseguidos o pasamos hambre o estamos en la miseria o en peligro o bajo amenaza de muerte?” (Romanos 8:35, NTV)
“(Como dicen las Escrituras: «Por tu causa nos matan cada día; nos tratan como a ovejas en el matadero»).” (Romanos 8:36, NTV)
“Claro que no, a pesar de todas estas cosas, nuestra victoria es absoluta por medio de Cristo, quien nos amó.” (Romanos 8:37, NTV)
“Y estoy convencido de que nada podrá jamás separarnos del amor de Dios. Ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios, ni nuestros temores de hoy ni nuestras preocupaciones de mañana. Ni siquiera los poderes del infierno pueden separarnos del amor de Dios.” (Romanos 8:38, NTV)
“Ningún poder en las alturas ni en las profundidades, de hecho, nada en toda la creación podrá jamás separarnos del amor de Dios, que está revelado en Cristo Jesús nuestro Señor.” (Romanos 8:39, NTV)
En este día que recordamos la entrada triunfa de nuestro Señor Jesús a Jerusalén, aún a sabiendas de lo que le esperaba ahí, aún sabiendo que lo rechazarías, que tardarías en responder, aún sabiendo todo eso, esto es lo que dijo de ti y hoy Dios me dijo que te dijera que son para ti:
“Pues yo sé los planes que tengo para ustedes —dice el Señor—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza.” (Jeremías 29:11, NTV)
“En esos días, cuando oren, los escucharé. Si me buscan de todo corazón, podrán encontrarme. Sí, me encontrarán —dice el Señor—. Pondré fin a su cautiverio y restableceré su bienestar…”.” (Jeremías 29:12–14, NTV)
Si estás en medio de la pregunta ¿dónde está Dios? Sin importar cualquiera sea la necesidad que tienes, oramos que Dios te sea revelado y SU presencia se manifieste en tu vida. Que por un instante puedas volver a ver a tu Padre Celestial para que ese miedo desaparezca. Oramos que ese pequeño milagro te permita aumentar tu fe y poder enfrentar lo que sea que llegue a tu vida, porque ahí, contigo, a tu lado, ¡ahí está Dios!
Palabra de Dios
Oremos