1 Tesalonicences 5:16-18
La actitud correcta del cristiano hacia Dios
12Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; 13y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra. Tened paz entre vosotros. 14También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos. 15Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos. 16Estad siempre gozosos. 17Orad sin cesar. 18Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. 19No apaguéis al Espíritu. 20No menospreciéis las profecías. 21Examinadlo todo; retened lo bueno. 22Absteneos de toda especie de mal.
23Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. 24Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.
16Estad siempre gozosos. 17Orad sin cesar. 18Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.
BOSQUEJO
I. Saludo de Pablo (1:1)
II. Cuidado pastoral de Pablo (1:2–3:13)
A. Describe su agradecimiento (1:2–10)
B. Defiende su integridad (2:1–16)
C. Define sus preocupaciones (2:17–3:13)
III. Instrucción práctica de Pablo (4:1–5:22)
A. Pureza moral (4:1–8)
B. Vida disciplinada (4:9–12)
C. El arrebatamiento (4:13–18)
D. El día del Señor (5:1–11)
E. Relaciones eclesiales (5:12–15)
F. Vida cristiana básica (5:16–22)
IV. Bendición de Pablo y amonestación final (5:23–28)
9Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, de que sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones
2Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo memoria de vosotros en nuestras oraciones,
13Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.
17Orad sin cesar.
Por supuesto, el único que puede hallar alivio y aun regocijarse en tiempos de angustia y tristeza (en vista de Ro. 8:28, 35–39) es aquel que hace notorias sus necesidades y deseos ante el trono del Padre. Es por esto que la instrucción “estad siempre gozosos” es seguida inmediatamente de “incesantemente orad”. En este caso se usa para oración la palabra más amplia que existe (προσευχή, προσεύχομαι). Con relación a sinónimos véase el notable pasaje de Filipenses 4:6. Lo que Pablo quiere decir es: No debe haber disminución en la regularidad del hábito de mantenerse “aferrado a la mano de Dios” en medio de todas las circunstancias de la vida. Cf. Ro. 12:12; Ef. 6:18; Col. 4:2. El apóstol tenía autoridad para exhortar así puesto que él mismo dió el ejemplo (3:10; 2 Ts. 1:11; Ef. 1:16; 3:14).
Ser desagradecido es la esencia misma del corazón no regenerado. El apóstol Pablo identificaba a los incrédulos como desagradecidos: “Pues habiendo conocido a Dios [por medio de la consciencia y le revelación general], no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido” (Ro. 1:21). Pero cuando Dios regenera a un individuo produce un nuevo corazón que anhela obedecer el mandato paulino y dar gracias en todo. Esa declaración simple y directa no permite excusas de ingratitud en los creyentes. En todo (en panti) se refiere a todo lo que ocurre en la vida. No importa qué luchas, pruebas, dificultades o vicisitudes ocurran en la vida de los cristianos (con la excepción obvia de los pecados personales), deben dar gracias (Hch. 5:41; cp. Stg. 1:2–3; 1 P. 1:6–9). Por eso, el agradecimiento debe ser parte de la estructura de la vida regenerada (Sal. 136:1–3; Dn. 6:10; Ef. 5:20; Col. 3:17; He. 13:15), un fruto de gracia de la obra del Espíritu Santo en el corazón del creyente (cp. Col. 2:7).
En lo espiritual, no es normal que los cristianos sean desagradecidos. La falta de agradecimiento desobedece muchos textos bíblicos que llaman al creyente a una vida de gratitud. Romanos 8:28 establece este principio abarcador: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. La providencia de Dios —su mezcla soberana de todas las contingencias de la vida para la bendición final de los creyentes— les hace ser agradecidos por todo lo relativo a la vida, sabiendo que se ajusta al propósito eterno de Dios para ellos (cp. Gn. 50:20; Sal. 37:28; 91:3–4; 145:9; Pr. 19:21).
Cuando la naciente iglesia se reunía, uno de sus principales propósito era dar gracias a Dios. Eso está implícito en la instrucción de Pablo a los corintios sobre el uso de las lenguas durante los servicios de adoración:
Los versículos 16–18 nos dan tres señales de la iglesia genuina.
(i) Es una iglesia feliz. Hay en ella un ambiente de gozo que hace que sus miembros se sientan como disfrutando de un baño de sol. El verdadero Cristianismo es una verdadera gozada, y no un funeral.
(ii) Es una iglesia que ora. Puede que nuestras oraciones fueran más efectivas si recordáramos que «oran mejor juntos los que oran también a solas».
(iii) Es una iglesia agradecida. Siempre hay algo por lo que dar gracias; hasta en el día más aciago se pueden contar las bendiciones. Debemos recordar que si vamos de cara al sol las sombras caerán detrás de nosotros, pero si le volvemos la espalda al sol todas las sombras nos irán por delante.