1 Tesalonicences 5:16-18

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La actitud correcta del cristiano hacia Dios

12Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; 13y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra. Tened paz entre vosotros. 14También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos. 15Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos. 16Estad siempre gozosos. 17Orad sin cesar. 18Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. 19No apaguéis al Espíritu. 20No menospreciéis las profecías. 21Examinadlo todo; retened lo bueno. 22Absteneos de toda especie de mal.

23Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. 24Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.

16Estad siempre gozosos. 17Orad sin cesar. 18Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.

En general se considera que esta epístola fue la primera que escribió San Pablo. Parece que el motivo fue el buen informe de la constancia de la iglesia de Tesalónica en la fe del evangelio. Está llena de afecto y confianza, y es más consoladora que práctica y menos doctrinal que algunas de las otras epístolas.
Matthew Henry, Comentario de la Biblia Matthew Henry en un tomo (Miami: Editorial Unilit, 2003), 962.
Para saber amados hermanos donde estamos ubicados en esta carta , voy a darles un bosquejo básico de ella.
y la podemos dividir en 3 partes
la primera del cap.1 al cap.3:13 Cuidado pastoral de Pablo lo que se refiere a doctrina., la segunda del cap.4:1 al cap.5:22 instrucciones practicas de Pablo, aplicación de la doctrina. y la tercera parte es del cap. 5:23 al v.28

BOSQUEJO

I. Saludo de Pablo (1:1)

II. Cuidado pastoral de Pablo (1:2–3:13)

A. Describe su agradecimiento (1:2–10)

B. Defiende su integridad (2:1–16)

C. Define sus preocupaciones (2:17–3:13)

III. Instrucción práctica de Pablo (4:1–5:22)

A. Pureza moral (4:1–8)

B. Vida disciplinada (4:9–12)

C. El arrebatamiento (4:13–18)

D. El día del Señor (5:1–11)

E. Relaciones eclesiales (5:12–15)

F. Vida cristiana básica (5:16–22)

IV. Bendición de Pablo y amonestación final (5:23–28)

Así que nuestro pasaje se encuentra en la segunda divicion de la carta y en el capitulo 5 El apóstol exhorta a la iglesia en tesalonicenses a tener actitudes correctas en 3 áreas
1- v. 1-10 a tener una actitud correcta en consecuencia a la verdad de la inminente segunda venida del Señor. 6 Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios.
2- 12-15. a tener una actitud en la iglesia primero de la iglesia hacia sus lideres y segundo entre hermanos.
3- 16-22. a tener una actitud correcta hacia nuestro Dios
4- 23-28. Termina con oración, saludos y una bendición.
Nosotros hermanos en esta noche nos vamos a enfocar en los v16-v18 donde encontramos 3 actitudes que todo verdadero cristiano debería tener hacia el Señor.
v. 16 Estad siempre gozosos.
v. 17 Orad sin cesar.
v. 18 Dad gracias en todo, y al final nos da la razón del porque de estas actitudes. porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.
Observemos la primera actitud
v. 16 Estad siempre gozosos. o Siempre estad gozosos. regocijarse (sensación) v. — sentir felicidad o alegría. la idea es tener gozo constante.
Hermanos nuestra actitud interna manifiesta o expresa nuestra actitud hacia Dios.
del como vivamos nuestra vida cristiana demuestra mucho nuestra relación Dios, van de la mano, si vivimos inconformes con Dios con las cosas que nos da, con la familia que tenemos, con el trabajo que tenemos demuestra o manifiesta mucho nuestra actitud hacia el Señor, porque recordemos que Dios es el que nos da todas las cosas y permite todas las cosas en nuestra vida.
pero la pregunta es como podemos estar siempre gozosos en medio de un mundo caído, en medio de las enfermedades, en medio de las tribulaciones, en medio de las dificultades de la vida, en medio de lo conflictos en medio de tantos y tantos problemas con los que luchamos cada día, como podemos obedecer este mandato hermanos.
Hermanos pensemos en algunas cosas por las que debemos estar siempre gozosos, felices alegres.
Sin embargo, el apóstol también sabía que los creyentes deben trascender sus penas con un enfoque continuo en el verdadero gozo; deben ser como él escribió: “Como entristecidos, mas siempre gozosos” (2 Co. 6:10). Tal enfoque es posible porque el gozo bíblico viene de Dios; no viene simplemente de una respuesta emocional y superficial a circunstancias positivas (cp. Fil. 3:3).
El gozo cristiano fluye constantemente de lo que el creyente sabe con certeza sobre Dios y sobre su relación eterna y salvadora con Él; sin importar las circunstancias (Sal. 16:11; 68:3; Lc. 2:10–11; 24:52; Hch. 16:34; Ro. 5:2, 11; 1 P. 1:8).
El gozo sobrenatural viene del Espíritu Santo; por eso, Pablo lo mencionó como parte del fruto espiritual (Gá. 5:22; cp. Ro. 14:17).
La frase que se traduce siempre gozosos, literalmente se lee: “alégrense en todo momento” y enfatiza que los cristianos gozosos de verdad siempre tendrán una confianza profundamente arraigada en el amor de Dios, en su poder a favor de los suyos y en su providencia que obra todas las cosas de acuerdo con su plan perfecto (Mt. 6:33–34; Ro. 8:28–30; 11:33; Fil. 1:12; cp. Gn. 50:20; Sal. 139:1–5).
Por tanto, ningún suceso o circunstancia de la vida cristiana, aparte del pecado, puede o debe disminuir el gozo verdadero.Una perspectiva apropiada sobre el gozo bíblico aporta numerosas razones para que los creyentes estén gozosos.
1- Antes que nada, deben estar siempre gozosos en aprecio por el carácter justo de Dios, que incluso en los problemas se muestra tan fielmente a los creyentes. El salmista declaró: “El SEÑOR es mi fuerza y mi escudo; mi corazón en él confía; de él recibo ayuda. Mi corazón salta de alegría, y con cánticos le daré gracias” (Sal. 28:7, NVI; cp. Neh. 8:10; Sal. 71:23; 89:16; Is. 61:10).
2- Segunda, deben tener gozo constante en aprecio por la obra redentora de Cristo, derivada de un Dios compasivo, misericordioso y amoroso (Lc. 2:10; 10:20; Ro. 5:1–2, 11; 1 P. 1:8–9), y por su infalible instrucción (Jn. 15:11; 16:30; 1 Jn. 5:20).
3- Tercera, deben regocijarse en aprecio por el ministerio del Espíritu Santo en su favor (Hch. 10:44; Ro. 14:17; cp. 8:14–27).
4- Cuarta, los creyentes deben estar siempre gozosos por la variedad amplia de bendiciones espirituales que poseen (cp. Ef. 1:·3–4; Fil. 4:13, 19; Col. 2:9–14; 2 P. 1:3).
5- Quinta, deben alegrarse por la providencia de Dios con la que ha orquestado todo para su beneficio (Ro. 8:28–30; Stg. 1:2–4).
6- Sexta, deben alegrarse en gratitud por la promesa de la gloria futura (cp. Sal. 16:8–11; Mt. 5:12; Lc. 10:20; 1 Co. 1:7; Fil. 1:18–21; 3:20; Jud. 24).
7- Séptima, la oración respondida siempre debe ser fuente de gozo (Sal. 66:20; 116:1, 17; 118:21; Jn. 16:24), como debe serlo la
8- octava razón: aprecio por el regalo de la Palabra de Dios (Col. 3:16; cp. Sal. 19:7–11; 119:14, 111, 162; Jer. 15:16).
9- Novena, el privilegio de la comunión genuina debe darle continua alegría al creyente (1 Ts. 3:9; 2 Ti. 1:4; Flm. 7; 2 Jn. 12).
10- Y por último, los verdaderos creyentes no pueden sino expresar su gozo por la proclamación salvadora del evangelio, como lo hizo la iglesia primitiva: “[Pablo, Bernabé y otros creyentes], habiendo sido encaminados por la iglesia, pasaron por Fenicia y Samaria, contando la conversión de los gentiles; y causaban gran gozo a todos los hermanos” (Hch. 15:3; cp. Fil. 1:18).Al cristiano gozoso le preocupa más glorificar a Dios que evitar las dificultades temporales (Ro. 8:18; cp. He. 11:13–16, 25). Piensa más en sus riquezas espirituales y en la gloria eterna que en cualquier dolor presente o pobreza material (1 P. 1:6–7; 4:13; Stg. 5:11; cp. 2 Co. 6:4–10; 1 P. 5:10). Los creyentes que viven de esa forma cumplirán el mandato de estar siempre gozosos.
la respuesta esta en los siguientes dos mandatos creo que aquí el Señor no nos esta dando mandamientos
que es la oración.
Para comunicarse con Dios. Esto puede incluir peticiones, acciones de gracias, alabanzas, himnos o lamentos.
Los verdaderos cristianos oran. De ese modo se comunican con Su Padre celestial, le dan gracias por Sus bendiciones, piden por el avance del reino, por la Iglesia, por dificultades propias y ajenas. La oración es a la vida cristiana lo que la respiración a la vida física.
v.17 orad sin cesar y la palabra sin cesar tiene la idea de incesantemente, es realizar una actividad con determinación infatigable.
y esta palabra es muy interesante porque solo se usa 4 veces en todo el nuevo testamento y todas salieron de la boca de Pablo, 1 en

9Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, de que sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones

2Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo memoria de vosotros en nuestras oraciones,

13Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.

17Orad sin cesar.

Es interesante notar que todas están en el contexto de la oración.
Sin embargo, cuando examinamos con cuidado el tema de la oración en la Escritura, pronto nos daremos cuenta del enorme misterio que encierra esta actividad tan común y natural para los hijos de Dios. La enseñanza bíblica sobre la oración es en verdad sorprendente y, en apariencia, muy paradójica.
Por un lado la Biblia contiene un sinnúmero de textos que no solo nos estimulan a orar, sino que nos demandan que oremos. Los cristianos deben orar, y, de hecho, oran. Pero por el otro lado, la Escritura también nos enseña que nuestro Dios es omnisciente y soberano. Él no solo conoce todas las cosas de antemano, sino que soberanamente ha decretado que ocurran. Ni siquiera un pajarito cae a tierra sin la voluntad de Dios, dice en Mt. 10:29. ¿Qué sentido tiene, entonces, que oremos? ¿Hace alguna diferencia el que yo ore a Dios o no?
Algunos pretenden solucionar este problema diciendo que la oración no hace en verdad ninguna diferencia, excepto en nosotros mismos. Al orar por una cosa concentro mis pensamientos en ella, y de ese modo mi actitud cambia y cosas ocurren. Por ejemplo, oro a Dios porque me vaya bien en el trabajo; eso produce un cambio en mi actitud, refuerza mi determinación al respecto, me vuelvo más responsable y esforzado, y eso hace que trabaje mejor. Es de ese modo, dicen ellos, que funciona la oración, como una especie de muleta psicológica.
Pero eso no es lo que la Biblia enseña acerca de la oración. Cosas ocurren cuando el creyente ora, cosas relacionadas con circunstancias que son externas a él. Ciertamente nuestro Dios es soberano, pero eso no elimina la responsabilidad que tiene el creyente de orar, ni hace de la oración una especie de placebo espiritual. No. La doctrina bíblica, bien comprendida, no nos mueve a menospreciar la oración, sino más bien a orar más intensamente.
Uno de los ejemplos más claros de esta realidad es el que encontramos en el capítulo 1 de la carta de Pablo a los Efesios. En el vers. 4 Pablo nos habla de la elección soberana de Dios, en el vers. 5 de la predestinación, y en el vers. 11 declara que Dios hace todas las cosas “según el designio de Su voluntad”.
La enseñanza de Pablo con respecto a la soberanía de Dios es clara y contundente en este pasaje. Sin embargo, eso no afectó negativamente su vida de oración, como vemos en la siguiente sección de la carta: “Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones” (vers. 15-16).
Noten la paradoja: “Por esta causa… yo oro”. Por todas las bendiciones que Él ha descrito en los vers. 3 al 14, y de la que todos los creyentes en Cristo han participado por la gracia soberana de Dios, por eso era que Pablo oraba por ellos. “Las cosas grandiosas que Dios ha hecho ya por vosotros me estimula a seguir pidiendo más”, es lo que Pablo está diciendo aquí.
Pablo no razonaba diciendo: “Ya que Dios los escogió soberanamente para derramar un sinnúmero de bendiciones sobre vosotros, ¿qué caso tiene, entonces que yo ore? Él los bendecirá con o sin mis oraciones, porque así fue decretado desde antes de la fundación del mundo”.
Él dice más bien: “Dios los escogió para bendecirles, y amparado en esa realidad, yo oro por vosotros”. La doctrina bíblica de la soberanía de Dios nunca debe ser un incentivo para dejar de orar, sino más bien para hacerlo. Después de todo, ¿qué caso tiene orarle a un Dios que no gobierna todas las cosas? ¿Cómo podría ese Dios responder a nuestro clamor si existen muchas circunstancias que están fuera de Su control o las que Él ha decidido no controlar?
Los creyentes oran a Dios porque confían en que Él es “poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos” (Ef. 3:20). Más aun, porque saben que ese Dios está atento al clamor de Su pueblo, y en un sentido real responde a Su clamor.
Dice el salmista en el Sal. 34:17: “Claman los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias”. Nuestro Dios es trascendente y personal. Cuando los justos claman, Él escucha y responde. “Busqué a Jehová y Él me oyó, y me libró de todos mis temores” (Sal. 34:4).
En una próxima entrada veremos más detenidamente el papel que juegan las oraciones del creyente en el cumplimiento de los decretos soberanos de Dios
Porque nuestro Dios escucha la oración y responde, cosas que desde nuestra perspectiva habrían de suceder de un modo, Dios las torna para que ocurran de otro. Un ejemplo notorio de esto lo encontramos en Ex. 32. Los hijos de Israel habían pecado gravemente contra Dios haciéndose un becerro de oro para adorarle en vista de que Moisés tarda en bajar del monte Sinaí. Ante ese terrible acto de idolatría Dios le anuncia a Moisés que va a destruir al pueblo: “Dijo más Jehová a Moisés: Yo he visto a este pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz. Ahora, pues, déjame que se encienda mi ira en ellos, y los consuma; y de ti yo haré una nación grande” (vers. 9-10). Pero Moisés no piensa “dejar a Dios”, no está dispuesto a quedarse de brazos cruzados, y a pesar de todo intercede por el pueblo, apelando a un argumento poderoso: el pacto que Dios había hecho con Abraham, Isaac y Jacob: “Entonces Moisés oró en presencia de Jehová su Dios, y dijo: Oh Jehová, ¿por qué se encenderá tu furor contra tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte? ¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo: Para mal los sacó, para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la faz de la tierra? Vuélvete del ardor de tu ira, y arrepiéntete de este mal contra tu pueblo. Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel tus siervos, a los cuales has jurado por ti mismo, y les has dicho: Yo multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; y daré a vuestra descendencia toda esta tierra de que he hablado, y la tomarán por heredad para siempre” (vers. 11-13). Moisés no pensó: “Dios no puede destruir a este pueblo, porque Él hizo un pacto prometiendo su preservación; así que puedo quedarme tranquilo, porque eso seguro no va a suceder”. ¡No! El pacto de Dios no conduce a Moisés al “quietismo”, sino más bien a la oración. Él descansa en la promesa de Dios para interceder por el pueblo, y al hacerlo Dios responde Su oración: “Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo” (vers. 14). “Dios escucha las oraciones de Su pueblo. Por eso considera como un grave pecado cuando nadie intercede en medio del peligro: Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé. Por tanto, derramé sobre ellos mi ira; con el ardor de mi ira los consumí; hice volver el camino de ellos sobre su propia cabeza, dice Jehová el Señor” (Ez. 22:30-31). Nadie intercedió, y por eso el castigo no sería retenido. Dios espera que Su pueblo ore, que Sus hijos intercedan delante de Él. Esas intercesiones forman parte de Su plan soberano: son el medio diseñado por Dios mismo para que las cosas pasen. Es por eso que Santiago dice en su carta: “No tenéis lo que deseáis, porque no pedís” (Sant. 4:2). “Pedid y se os dará – dice el Señor – porque todo aquel que pide recibe” (Mt. 7:7-8). Algo de razón tenía el poeta que definió la oración como...
cuerda que liga las divinas manos, música de admirable punto y letra, que al mismo Dios el corazón penetra.
Cuando el creyente ora, su clamor penetra en el corazón mismo de Dios, porque Él ha decretado obrar en el contexto de las oraciones de Su pueblo. Como bien señala D. Carson: “La auténtica y maravillosa verdad es que los seres humanos como Moisés, usted y yo, podemos participar en los propósitos de Dios a través de los medios que Él dispone”.

Por supuesto, el único que puede hallar alivio y aun regocijarse en tiempos de angustia y tristeza (en vista de Ro. 8:28, 35–39) es aquel que hace notorias sus necesidades y deseos ante el trono del Padre. Es por esto que la instrucción “estad siempre gozosos” es seguida inmediatamente de “incesantemente orad”. En este caso se usa para oración la palabra más amplia que existe (προσευχή, προσεύχομαι). Con relación a sinónimos véase el notable pasaje de Filipenses 4:6. Lo que Pablo quiere decir es: No debe haber disminución en la regularidad del hábito de mantenerse “aferrado a la mano de Dios” en medio de todas las circunstancias de la vida. Cf. Ro. 12:12; Ef. 6:18; Col. 4:2. El apóstol tenía autoridad para exhortar así puesto que él mismo dió el ejemplo (3:10; 2 Ts. 1:11; Ef. 1:16; 3:14).

v. 18 dad gracias por todo : ser agradecido v. — ser impresionado con un sentimiento de gratitud por amabilidad recibida (y preparados y dispuesto a reconocerlo.
y sinos fijamos el sentido de esta palabra no es solo de dar solamente gracias, si no tener una actitud de agradecimiento siempre.
Aquí habla mas de tener una actitud de agradecimiento,porque muchos pueden agradecer y no ser agradecidos, un ejemplo cuando a ti te dan un regalo de navidad tus padres que no era lo que esperabas a pesar de eso le agradecías a tu padre por habértelo dado, pero en realidad no estabas agradecido con ese regalo no estaban contento con el no tenias una actitud interna de contentamiento.
Lo que de tus labios salían no era una realidad interna, Dios no simplemente nos manda a agradecer por las cosas que nos da o no nos da, si no mas bien a tener una actitud de agradecimiento por ellas reconociendo que no las merecemos, muchas veces no tenemos contentamiento porque pensamos que merecemos mas, ahí esta el problema.
1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo, Tito LA EXHORTACIÓN AL AGRADECIMIENTO CONSTANTE

Ser desagradecido es la esencia misma del corazón no regenerado. El apóstol Pablo identificaba a los incrédulos como desagradecidos: “Pues habiendo conocido a Dios [por medio de la consciencia y le revelación general], no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido” (Ro. 1:21). Pero cuando Dios regenera a un individuo produce un nuevo corazón que anhela obedecer el mandato paulino y dar gracias en todo. Esa declaración simple y directa no permite excusas de ingratitud en los creyentes. En todo (en panti) se refiere a todo lo que ocurre en la vida. No importa qué luchas, pruebas, dificultades o vicisitudes ocurran en la vida de los cristianos (con la excepción obvia de los pecados personales), deben dar gracias (Hch. 5:41; cp. Stg. 1:2–3; 1 P. 1:6–9). Por eso, el agradecimiento debe ser parte de la estructura de la vida regenerada (Sal. 136:1–3; Dn. 6:10; Ef. 5:20; Col. 3:17; He. 13:15), un fruto de gracia de la obra del Espíritu Santo en el corazón del creyente (cp. Col. 2:7).

En lo espiritual, no es normal que los cristianos sean desagradecidos. La falta de agradecimiento desobedece muchos textos bíblicos que llaman al creyente a una vida de gratitud. Romanos 8:28 establece este principio abarcador: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. La providencia de Dios —su mezcla soberana de todas las contingencias de la vida para la bendición final de los creyentes— les hace ser agradecidos por todo lo relativo a la vida, sabiendo que se ajusta al propósito eterno de Dios para ellos (cp. Gn. 50:20; Sal. 37:28; 91:3–4; 145:9; Pr. 19:21).

Cuando la naciente iglesia se reunía, uno de sus principales propósito era dar gracias a Dios. Eso está implícito en la instrucción de Pablo a los corintios sobre el uso de las lenguas durante los servicios de adoración:

Hermanos
1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo, Tito (LA EXHORTACIÓN AL AGRADECIMIENTO CONSTANTE)
Incluso en tiempos de gran angustia, temor, preocupación y estrés, la actitud de acción de gracias en oración debe caracterizar a los creyentes (Fil. 4:6–7).
Como conclusión La declaración final de Pablo abarca los tres mandatos de este pasaje: “Porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”.
La voluntad de Dios es que todos los que están en Cristo Jesús expresen gozo constante, su estado de animo delante de Dios y frente a cualquier circunstancia
oración constante: su estado de dependencia en Dios
y agradecimiento constante. su estado de tener contentamiento por todo lo que Dios nos da o no nos da.
Dios no solamente manda esas expresiones de justicia, también hace posible que los creyentes las articulen (cp. Fil. 2:13); y se complace cuando lo hacen.
Aplicaciones
Regocijaos en el Señor siempre; de nuevo digo, Alégrate. Que tu moderación sea conocida por todos. No se inquieten por nada. El Señor está cerca.
Observa, aquí, casi el mismo orden, aunque en menos palabras. Porque, en primer lugar, quiere que tengamos los beneficios de Dios en tal estima, que el reconocimiento de ellos y la meditación en ellos supere todo dolor. E incuestionablemente, si consideramos lo que Cristo nos ha conferido, no habrá amargura de dolor tan intenso que no pueda aliviarse y dar paso al gozo espiritual. Porque si este gozo no reina en nosotros, el reino de Dios es al mismo tiempo desterrado de nosotros, o nosotros de él. (609)Y muy ingrato es aquel hombre con Dios, que no da un valor tan alto a la justicia de Cristo y la esperanza de la vida eterna, como para regocijarse en medio del dolor.
En ese pasaje, como vemos, presenta como fuente de gozo una mente tranquila y serena, que no se perturba indebidamente por injurias o adversidades. Pero para que no seamos abrumados por el dolor, la tristeza, la ansiedad y el miedo, nos invita a descansar en la providencia de Dios. Y como con frecuencia surgen dudas sobre si Dios se preocupa por nosotros, también prescribe el remedio: que por medio de la oración descarguemos nuestras ansiedades, por así decirlo, en su seno, como David nos ordena hacer en Salmos 37:5 y Salmos 55. :22 ; y Pedro también, siguiendo su ejemplo. ( 1 Pedro 5:7 .) Sin embargo, como somos indebidamente precipitados en nuestros deseos, él impone un control sobre ellos: que, mientras deseamos lo que necesitamos, al mismo tiempo no cesamos de dar gracias
Comentario Al Nuevo Testamento CONSEJO A UNA IGLESIA (1 Tesalonicenses 5:12–22)

Los versículos 16–18 nos dan tres señales de la iglesia genuina.

(i) Es una iglesia feliz. Hay en ella un ambiente de gozo que hace que sus miembros se sientan como disfrutando de un baño de sol. El verdadero Cristianismo es una verdadera gozada, y no un funeral.

(ii) Es una iglesia que ora. Puede que nuestras oraciones fueran más efectivas si recordáramos que «oran mejor juntos los que oran también a solas».

(iii) Es una iglesia agradecida. Siempre hay algo por lo que dar gracias; hasta en el día más aciago se pueden contar las bendiciones. Debemos recordar que si vamos de cara al sol las sombras caerán detrás de nosotros, pero si le volvemos la espalda al sol todas las sombras nos irán por delante.

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