La revelación suprema
Así como Cristo se reveló, así debemos nosotros revelarlo al mundo.
INTRODUCCIÓN
Gr. dóxa, aquí equivalente con el Heb. kabod, que se usa en el AT para la “gloria” sagrada de la presencia permanente del Señor (ver com. Gén. 3:24; Exo. 13:21; cf. com. 1 Sam. 4:22). En la LXX se emplea dóxa 177 veces por kabod. Juan y los demás discípulos dieron su testimonio ocular del hecho histórico de que “aquel Verbo fue hecho carne” (Juan 1:14; ver cap. 21:24; 1 Juan 1:1–2). Sin duda, Juan aquí piensa en casos tales como la transfiguración, cuando la divinidad momentáneamente fulguró a través de la humanidad. También Pedro habla de haber “visto” la “majestad” y la “magnífica gloria” de Cristo en la transfiguración (2 Ped. 1:16–18). Pedro añade que esa gloria acompañó a la declaración: “Este es mi Hijo amado”. En cuanto a las varias ocasiones durante la vida de Jesús cuando la gloria del cielo le iluminó el rostro, ver com. Luc. 2:48. En Juan 17:5 Jesús ora al Padre: “Glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese”. La fe cristiana se basa en el hecho de que esa “gloria” divina descansó sobre una persona histórica, Jesús de Nazaret.
CON SU PUEBLO
Ex. 17:8–16; 1:29; 7:1; 9:3; Deut. 31:8; Jos. 1:9; Mat. 28:20.
Se dice que en una batalla que dirigía el Duque de Wellington, una parte de su ejército estaba cediendo ante el enemigo, cuando de pronto un soldado vio al Duque entre sus propios combatientes, y el soldado gritó con voz estentórea y jubilosa: “¡Aquí está el Duque! ¡Dios lo bendiga!” Y el mismo soldado, dirigiendo la palabra a uno de sus compañeros, le gritó a éste: “¡Más me gusta ver la cara del Duque, que a toda una brigada!” Los demás soldados, al oir todo esto, volvieron sus rostros hacia el lugar donde estaba el Duque de Wellington: al verlo se reanimaron, recobraron la serenidad y el valor, y decían: “¡El que nunca ha sido derrotado ni lo será está con nosotros!” Y pronto derrotaron al enemigo.
Jesucristo, nuestro General, siempre está con su pueblo: Siempre está con nosotros: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”, dijo él (Mat. 28:20). ¡Sigamos luchando por conquistar al mundo: el Señor Jesús está con nosotros!—Autor desconocido.