La serpiente de bronce
4 Los israelitas salieron del monte Hor por la ruta del Mar Rojo, bordeando el territorio de Edom. En el camino se impacientaron 5 y comenzaron a hablar contra Dios y contra Moisés:
—¿Para qué nos trajeron ustedes de Egipto a morir en este desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua! ¡Ya estamos hartos de esta pésima comida!
6 Por eso el SEÑOR mandó contra ellos serpientes venenosas, para que los mordieran, y muchos israelitas murieron. 7 El pueblo se acercó entonces a Moisés, y le dijo:
—Hemos pecado al hablar contra el SEÑOR y contra ti. Ruégale al SEÑOR que nos quite esas serpientes.
Moisés intercedió por el pueblo, 8 y el SEÑOR le dijo:
—Hazte una serpiente, y ponla en un asta. Todos los que sean mordidos y la miren, vivirán.
9 Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un asta. Los que eran mordidos, miraban a la serpiente de bronce y vivían.