LA SALVACIONSE PUEDE PERDER?

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SE PUEDE PERDER LA SALVACION

Al contrario de lo que enseñan los calvinistas, si analizamos bíblicamente las enseñanzas de Jesús, encontramos que la salvación se pierde:
“El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, los echan en el fuego y arden” (Juan 15:6).
Al mirar la expresión “el que en mí no permanece”, un calvinista podría argumentar que ese nunca fue salvo, porque no era escogido, por eso no permaneció. Pero Jesús está hablando de un pámpano, una parte integral de la vid, la cual no permaneció y por eso será echada al fuego. Si estaba “en Él” era salvo, pero si se aleja y rehúsa permanecer en Él será echado fuera, se secará y será echado en el fuego. Aún en este texto, Jesús está reconociendo el libre albedrío del hombre y su papel en la salvación humana, pues menciona la existencia de personas que no quieren permanecer en Él y se pierden por voluntad propia.
Cuando analizamos la cita bíblica de Marcos capítulo 9 de los versículos 43 al 48, podemos llegar a la misma conclusión: la pérdida de la salvación. En ese texto Jesús enseña que:
“Si tu mano te es ocasión de caer, córtala, porque mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado”.
Jesús habla de alguien que es salvo, pero que tiene la posibilidad de caer, perdiendo con ello su salvación.
¿QUÉ MÁS DIJO JESÚS ACERCA DE LA POSIBILIDAD DE CAER DE LA GRACIA?
Juan 10: 28 es uno de los versículos favoritos de los calvinistas para defender su postura, dicho texto dice:
“y yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano”.
Pablo también nos dice:
“¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:35-39).
¿QUÉ ENSEÑARON LOS APÓSTOLES ACERCA DE LA POSIBILIDAD DE PERDER LA SALVACIÓN?
Es verdad que nadie nos arrebatara de la mano del Padre y del Hijo, que Dios nos da vida Eterna y no temporal, es verdad que Dios nos ayuda a perseverar, pero eso no niega la realidad de la posibilidad de apostasía. El calvinismo si lo niega, a pesar de que la Biblia lo afirma. 1 Timoteo 4:1-2 se nos advierte:
“El espíritu dice claramente que en los postreros tiempos muchos apostataran de la fe.”
¿Qué parte de “¿El espíritu dice claramente que en los postreros tiempos muchos apostataran de la fe,” no entienden los calvinistas para decir que es imposible apostatar? La realidad de la apostasía es la motivación de la exhortación de la carta de Hebreos. Hebreos 10:26-29 nos dice:
“Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.”
Hebreos 6:4-8 nos recuerda esta terrible verdad:
“Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio. Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios; pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada”.
Nos preguntamos ¿Quiénes son los que una vez “fueron hechos partícipes del Espíritu Santo… y los poderes del siglo venidero, y recayeron”, si no los creyentes que apostataron? Para los que se apartan, habiendo sido salvos previamente, pero rechazado luego tal bendición, la sentencia es clara. Dicha gente: “es reprobada está próxima a ser maldecida, y su fin es ser quemada”. La posibilidad de caer de la gracia y perder la salvación es real. 2 Corintios 3:5-7 nos exhorta:
“Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados? Mas espero que conoceréis que nosotros no estamos reprobados. Y oramos a Dios que ninguna cosa mala hagáis; no para que nosotros aparezcamos aprobados, sino para que vosotros hagáis lo bueno, aunque nosotros seamos como reprobados.”
Mateo 7:13-14 nos dice:
“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”. Los calvinistas pretenden usar estos versículos para afirmar que el número de los elegidos es reducido; sin embargo, más que probar el calvinismo prueba el libre albedrío y la posibilidad del hombre (dada por Dios) de responder a la salvación. Pocos lo hallan, escogieron ellos el camino a seguir. No fueron forzados por Dios de forma irresistible. En otra oportunidad, Jesús advirtió a sus siervos a ser fieles: “¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, lo halle haciendo así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes lo pondrá. Pero si aquel siervo malo dice en su corazón: Mi señor tarda en venir, y comienza a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mateo 24:45-51).
Primero Jesús habla del siervo fiel y prudente, que recibirá recompensa cuando venga su Señor. Después habla de un siervo malo, que cree que su Señor está tardando en venir y comienza a maltratar sus consiervos y a emborracharse. Jesús está hablando de un siervo que llegó a ser infiel y malo, de alguien que en otro tiempo servía a su señor. No se refería a uno que no conocía a su dueño. En otras palabras: un creyente que comienza a hacer lo malo. Viene su señor en el día que no espera y a la hora que no sabe. ¿No será así en la venida de Jesús? Ese siervo será castigado, al lloro y crujir de dientes (lago de fuego). Este último, aunque era fiel al principio, perdió su condición de siervo y se fue con los hipócritas. Y es que la Biblia es clara al afirmar que una persona que haya conseguido la salvación al depositar su fe en Jesús puede perder esa fe y, por lo tanto, la salvación. La Biblia nos exhorta:
“Amados, por el gran empeño que tenía en escribiros acerca de nuestra común salvación, he sentido la necesidad de escribiros exhortándoos a contender ardientemente por la fe que de una vez para siempre fue entregada a los santos… Ahora quiero recordaros, aunque ya definitivamente lo sepáis todo, que el Señor, habiendo salvado al pueblo de la tierra de Egipto, destruyó después a los que no creyeron” (Judas 3,5; LBLA).
Esto quiere decir que mantenerse fiel requiere esfuerzo personal. A los primeros cristianos que ya habían aceptado a Cristo se les dijo:
“ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” (Filipenses 2:12, LBLA).
La Biblia nos advierte de que los pecados graves impiden que heredemos el Reino de Dios (1 Corintios 6:9-11; Gálatas 5:19-21). Si la salvación no se pudiera perder, esas advertencias no tendrían ningún sentido. La Biblia muestra que alguien que ha obtenido la salvación puede apartarse de Dios si comete un pecado grave y rehúsa abandonarlo. Por ejemplo, Hebreos 10:26 dice:
“Porque si continuamos pecando deliberadamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio alguno por los pecados” (Hebreos 6:4-6).
El apóstol Pedro también nos advierte:
“Porque si después de haber escapado de las contaminaciones del mundo por el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, de nuevo son enredados en ellas y vencidos, su condición postrera viene a ser peor que la primera. Pues hubiera sido mejor para ellos no haber conocido el camino de la justicia que, habiéndolo conocido, apartarse del santo mandamiento que les fue dado. Les ha sucedido a ellos según el proverbio verdadero: El perro vuelve a su propio vomito, y: La puerca lavada, vuelve a revolcarse en el cieno” (2 Pedro 2:20-22, LBLA).
Como ya se dijo anteriormente, Jesús destacó la importancia de mantenerse fieles cuando se comparó a sí mismo con una vid y comparó a sus seguidores con las ramas de esa vid. Por un tiempo, algunos de ellos demostrarían por sus frutos o acciones que tenían fe en él, pero más tarde dejarían de tener fe y serían desechados como una rama que no tiene fruto, así que perderían la salvación (Juan 15:1-6). El apóstol Pablo usó un ejemplo parecido cuando dijo que el cristiano que no se mantuviera fiel sería podado:
“Pero si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo un olivo silvestre, fuiste injertado entre ellas y fuiste hecho participante con ellas de la rica savia de la raíz del olivo, no seas arrogante para con las ramas; pero si eres arrogante, recuerda que tú no eres el que sustenta la raíz, sino que la raíz es la que te sustenta a ti. Dirás entonces: Las ramas fueron desgajadas para que yo fuera injertado. Muy cierto; fueron desgajadas por su incredulidad, pero tú por la fe te mantienes firme. No seas altanero, sino teme; porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, tampoco a ti te perdonará. Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; severidad para con los que cayeron, pero para ti, bondad de Dios si permaneces en su bondad; de lo contrario también tú serás cortado” (Romanos 11:17-22, LBLA).
La Biblia dice que los cristianos deben mantenerse alerta (Mateo 24:42; 25:13). Aquellos que se duermen en sentido espiritual, ya sea porque practican obras de maldad o porque no obedecen plenamente los mandatos de Jesús, pierden la salvación (Romanos 13:11-13; Apocalipsis 3:1-3).
CONCLUSIÓN
Muchos textos bíblicos muestran que los que han obtenido la salvación tienen que seguir siendo fieles hasta el final (Mateo 24:13; Hebreos 10:36; 12:2, 3; Apocalipsis 2:10). ¿Sería razonable que la Biblia le diera tanta importancia a mantenerse fieles si los que no lo hicieran se fueran a salvar igualmente? Es más, el apóstol Pablo (a cuyos escritos muchos calvinistas acuden en defensa de sus doctrinas) no pensó jamás que tenía la salvación asegurada por algún tipo de decreto divino. Ciertamente, él no creía en la doctrina calvinista de la perseverancia de los santos. Anteriormente había reconocido que podía perder la salvación si se dejaba llevar por los deseos carnales. Él escribió:
“Sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” (1 Corintios 9:27).
También afirmó:
“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:12-14).
Y entonces ¿Por qué prefieren los calvinistas seguir engañándose al pensar que jamás podrían perder su salvación?
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