Peculiaridades del amor

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Introducción

Cita bíblica: 1 Juan 4:7-21

I. Ordenanza de amor 7-10

La ordenanza del amor mutuo, del amor entre hermanos proviene de dos fuentes importantes
El amor es de Dios
Esto habla de la pertenencia del amor a Dios. Dios es el originario del amor, nosotros el objeto a amar. El amor le pertenece a Dios y Dios mismo es el amor. Esta la primer razón por la que debemos amarnos mutuamente.
El amor es resultado del nuevo nacimiento
La segunda razón para amarnos mutuamente es que podemos amar a los demás debido a dos factores en nuestra experiencia con Dios. 1) Hemos sido concebidos por él, nuestra vida ha sido dada por el Padre y 2) Al haber sido procreados por el Padre podemos reconocerlo a él. Sabemos que que somos de Dios.
La ordenanza de amor es debido a que Dios mismo es la fuente del amor, nosotros, al ser nacidos por él, tenemos esa capacidad inherente en el Espíritu para amar a los demás. No amar es contrario a decir que somos en él. No estamos con Dios si no amamos. No comprendemos a Dios cuando no amamos a los demás (v8).
La forma de demostrar amor de Dios hacia nosotros es que él envió a su Hijo al mundo, envió a Cristo para que vivamos a través de él, no que vivamos lejos de él, sino que él sea el medio por el cual vivamos (v9).
La calidad del amor radica en en que Dios nos ha amado a nosotros y no en que nosotros lo hayamos amado a él. Él nos ha amado y él envió a su hijo para expiar los pecados en nuestro nombre. Él fue el medio por el cual se logró el perdón de nuestros pecados, él fue quien propició la ira de Dios (v10).

II. Manifestación del amor 11-13

El amor se manifiesta en nuestra vida como una obligación moral que tenemos al observar tanto amor por parte de Dios hacia cada uno de nosotros. El amor tan grande que Dios nos tiene y tuvo se vio expresado en el envío de su Hijo por cada uno.
Si bien nadie ha visto jamás a Dios no podemos dudar que su amor se hace presente en cada uno. Dios se manifiesta en nosotros por el amor que nos brindamos unos a otros (Jn 13:35).
¿Deseamos que la gente sepa del amor de Dios? pues debemos amarnos nosotros para que esto demuestre que Dios permanece en nosotros y que su amor se ha perfeccionado en nosotros para ser capacitados para amar.
Dios permanece en nosotros por el Espíritu que nos fue dado. La experiencia de tener al Espíritu resulta en una experiencia vivificante, no estamos muertos, sino vivos y vivos para Cristo.
Somos de él por la garantía de su espíritu y lo sabemos con mucha seguridad.

IV. Testimonio del que ama 14-16

El amor recibido nos deja un testimonio muy fuerte en la vida y es que habiendo visto todas las maravillas del Señor y al Señor mismo.
Que el Padre envió al Salvador
El primer testimonio es que el Padre fue quien envió al Hijo, siendo este el salvador del mundo. El hijo fue enviado con un sólo objetivo, reconciliar al mundo por medio de sí mismo.
Que Jesús es el Hijo de Dios
La divinidad de Cristo sigue siendo relevante en el mensaje de Juan. Nuevamente siendo vinculado con la permanencia de Dios en nosotros y nosotros en Dios por medio de la confesión de que Jesús es el Hijo de Dios.
Conocer el amor de Dios produce confianza en Dios. Es su amor que nos sostiene y esfuerza a amarlo cada día más (v16).

V. Beneficios del amor 17-21

Las verdades dichas anteriormente son el fundamento para amar a los demás. El amor perfeccionado en nosotros trae beneficios
Confianza
El amor trae el beneficio de la confianza. Estando en el amor, tenemos la seguridad y valentía de presentarnos delante de él, puesto que ya la condenación no es más. Ya no tenemos temor de ser juzgados, somos de Cristo.
Semejanza a Cristo
El siguiente beneficio ser semejantes a Cristo ¡Podrán ser rechazados y perseguidos, como Él lo fue, pero también serán sustentados por el Padre y el Espíritu como Jesús lo fue!
Somo semejantes a Cristo en este mundo. ¿Cómo fue Cristo aquí? así somos, en trato y posición.
Ausencia de temor
El tercer beneficio es que en el amor no hay temor. Cuando elegimos conocer a Dios como Padre, ya no lo experimentamos como Juez. La mayoría, si no todas las conversiones cristianas, involucran el temor al Juicio, a la condenación, o al infierno. Sin embargo, ocurre algo maravilloso en la vida del redimido: ¡Lo que comienza con temor, finaliza sin nada de temor! Bob Utley

Aplicaciones personales

En contexto, si somos buenos teólogos pero no buenos cristianos prácticos no vale de nada saber discernir espíritus si no sabemos amar.
El amor debe ser manifestado a los hermanos así como Dios lo manifestó con nosotros.
Debemos entregar nuestras vidas a Cristo y dejar que él nos use para amar a los demás con el amor que él nos ama.
Si estás en Cristo ya no tengas temor, no vas delante de Dios como tu juez, sino como tu Padre.
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