Ocupando nuestro lugar en el imposible plan de Dios
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· 379 viewsDios tiene completo control sobre todo, y tiene un plan. Dejemos que alimente nuestra fe para ser parte de lo que hace.
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Dios tiene un plan. ¿Eres parte de ese plan? Si Jesús es tu Salvador, si te has comprometido con Él para que sea tu Señor, prepárate, porque Dios te va a integrar a su obra, al desarrollo de su plan eterno.
Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet.Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor.Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada.
5 En tiempos de Herodes, rey de Judea, hubo un sacerdote llamado Zacarías, miembro del grupo de Abías. Su esposa Elisabet también era descendiente de Aarón. 6 Ambos eran rectos e intachables delante de Dios; obedecían todos los mandamientos y preceptos del Señor. 7 Pero no tenían hijos, porque Elisabet era estéril; y los dos eran de edad avanzada.
5 Cuando Herodes era rey en Judea, hubo un sacerdote judío llamado Zacarías. Era miembro del grupo sacerdotal de Abías; y su esposa, Elisabet, también pertenecía a la familia sacerdotal de Aarón. 6 Zacarías y Elisabet eran justos a los ojos de Dios y cuidadosos en obedecer todos los mandamientos y las ordenanzas del Señor. 7 No tenían hijos porque Elisabet no podía quedar embarazada y los dos eran ya muy ancianos.
5Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, cierto sacerdote llamado Zacarías, del grupo de Abías, que tenía por mujer una de las hijas de Aarón que se llamaba Elisabet.
6Ambos eran justos delante de Dios, y se conducían intachablemente en todos los mandamientos y preceptos del Señor.
7No tenían hijos, porque Elisabet era estéril, y ambos eran de edad avanzada.
Y a Dios le importan los detalles.
5 Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet.
5 En tiempos de Herodes, rey de Judea, hubo un sacerdote llamado Zacarías, miembro del grupo de Abías. Su esposa Elisabet también era descendiente de Aarón.
5 Cuando Herodes era rey en Judea, hubo un sacerdote judío llamado Zacarías. Era miembro del grupo sacerdotal de Abías; y su esposa, Elisabet, también pertenecía a la familia sacerdotal de Aarón.
5 Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, cierto sacerdote llamado Zacarías, del grupo de Abías, que tenía por mujer una de las hijas de Aarón que se llamaba Elisabet.
¿Importa cuando?
¿Importa el momento específico en que ciertos acontecimientos tienen lugar?
Una de las características de los escritos de Lucas (Evangelio de Lucas y Hechos de los Apóstoles) es su prolijidad a la hora de señalar el momento exacto en que tienen lugar los eventos que relata, incluyendo referencias específicas a personas involucradas.
Presta atención a los nombres a los que se hace referencia en este versículo:
1. Herodes
2. Zacarías
3. Abías (línea sacerdotal a la que pertenecía Zacarías)
4. Aarón (línea familiar de los sacerdotes)
5. Elizabet
Cinco nombres. ¿Por qué? Menciona un rey, tres sacerdotes y una esposa, perteneciente también a la línea sacerdotal. ¿Por qué tanto detalle?
Lucas está siendo consecuente con su anuncio al principio del evangelio. Ha investigado con diligencia todas las cosas desde su comienzo, y las está poniendo por orden.
Lo que tenemos ante nuestros ojos es un reporte testimonial de lo acontecido. Aquí percibimos que Lucas entrevistó a los protagonistas, y que les hizo muchas preguntas y tomó nota de sus respuestas. Quiso asegurarse de que nos llegara la mejor calidad posible de información, sin especulaciones o afirmaciones dudosas. Menciona nombres propios y oficios, lo que nos permite hacer un rastreo histórico que nos permite señalar una fecha bastante probable para cuando aquello ocurrió.
Todo esto nos renueva la confianza en el texto que recibimos, que evidentemente no procede de fábulas inventadas sino de testimonios personales.
Al mismo tiempo, el celo de Lucas al registrar la veracidad de aquellos eventos me ha llevado a reflexionar en la importancia de los detalles, de los momentos específicos, de las personas involucradas en mis (y nuestras) propias experiencias.
Estamos en las manos de Dios, y sus tiempos son perfectos. Dios nunca llega tarde ni se adelanta. Nada de lo que nos sucede es mera casualidad, y aún las personas involucradas en cada una de nuestras experiencias tienen que ver con su plan.
Zacarías no estaba allí por casualidad. Herodes no era el rey por coincidencia. Él y Elizabet no se habían casado y permanecido juntos por muchos años solo porque sí.
Dios tenía un plan, y aquí lo vemos desarrollarlo.
Esto vale también para tu esposa, tu jefe en el trabajo, el presidente de la nación, y todos los demás detalles de tu vida.
Lo que hoy está aconteciendo no es producto de la mera casualidad. Dios está obrando.
Y, volviendo a los nombres, sabes que Dios ten conoce, ¿verdad? Sí, Dios te conoce, a ti y a cada persona con la que te relacionas. Dios también conoce hasta los detalles de lo que está pasando hoy mismo, ahora mismo.
Dios puede hacer algo muy poderoso, milagroso, ahora mismo en tu vida.
Sé sensible a su obra, su presencia y su voz hablándate.
6 Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor.
6 Ambos eran rectos e intachables delante de Dios; obedecían todos los mandamientos y preceptos del Señor.
6 Zacarías y Elisabet eran justos a los ojos de Dios y cuidadosos en obedecer todos los mandamientos y las ordenanzas del Señor.
6 Ambos eran justos delante de Dios, y se conducían intachablemente en todos los mandamientos y preceptos del Señor.
¿Has considerado cómo te evaluarían las personas que te conocen? ¿Qué dirían de ti?
Vivimos en sociedad. Eso quiere decir que nos relacionamos con personas, establecemos vínculos, y nuestras vidas quedan a la vista de otros.
Siempre, a lo largo de la historia de la humanidad, las personas opinaron acerca de las vidas de otros. Pero ahora, en nuestro tiempo, hemos llevado el asunto de las opiniones y comentarios al colmo: nos hemos hecho adictos al “Me gusta”. Publicamos nuestras vidas para que todo el mundo las vea, aunque ni siquieran hablen nuestro idioma, y nos exponemos a que expresen libremente sus opiniones.
Así que importa lo que las personas piensan.
Por eso, otra vez, ¿qué piensan de ti quienes te conocen? ¿A qué conclusión han llegado los que te ven vivir?
Cuando abrimos las páginas de la Biblia podemos leer muchos relatos que se refieren a las vidas y experiencias de muchas personas. Uno podría esperar que, como sucede en otros escritos históricos, se presente siempre lo que podríamos llamar “la mejor cara” de los personajes involucrados, en muchos casos reyes y sacerdotes. Sin embargo, y a diferencia de muchos de los escritos históricos, la Biblia es radicalmente honesta. No importa quién sea la persona de la que habla, siempre dice las cosas como son, con lo bueno y lo malo, sin fingir virtudes inexistentes.
Vuelve a leer este versículo. Habla de una pareja. Él era sacerdote, y ella era también de familia sacerdotal. Eran Zacarías y Elisabet.
¿Qué dice la Biblia de ellos?
Dice que eran buenos. No, mejor que eso, dice que eran justos. Aunque, ¡espera! Dice que eran justos delante de Dios.
Este es el mismo libro que expone el adulterio de David. Este mismo autor, Lucas, no esconde el pasado de su mentor y amigo, Pablo, como perseguidor de la iglesia. Si Lucas dice que Zacarías y Elisabet eran justos delante de Dios era porque lo eran.
Hay algunos otros pocos casos en la Biblia en los que se habla de la integridad de los personajes:
1Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Job 1:1.
1Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la Italiana, 2piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre. Hch 10:1–2.
Sí, Dios reconoce cuando uno hace las cosas bien, así como es testigo de nuestros errores también.
Dios sabe de qué manera lo estás buscando, conoce esos momentos secretos para otros, en los que elevas tu corazón en oración, en una ansiosa búsqueda de su presencia, su obra, su sabiduría.
¿Cómo se manifestaba la justicia de Zacarías y Elisabet?
...andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor.
Esto implica dos cosas:
Conocían y habían analizado la Palabra del Señor, donde encontraron los mandamientos y ordenanzas del Señor. Se habían interesado en la Palabra y habían profundizado en ella, y en ella habían aprendido lo que Dios quería que hicieran.
No se habían conformado con conocer la Palabra, sino que la estaban poniendo en práctica. Dice el pasaje que andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor.
¿Cómo se aplica esto a nuestras vidas?
¿Conoces la Palabra? ¿Te interesas por leer, escuchar, aprender, recordar lo que Dios enseña y ordena para tu vida?
Y, una vez que conoces la Palabra, ¿hasta qué punto la obedeces? ¿Haces el esfuerzo por obedecer lo que Dios te ordena?
Por lo que leemos en el resto del pasaje, Dios obró muy especialmente en las vidas de estas personas. Creo que Dios, con cariño, los llamaría sus siervos. Así como respondían a sus mandamientos, estaban listos para seguir todas las indicaciones de Dios.
¿Y tú? ¿Sabe Dios que vas a hacer lo que te diga? ¿Encuentra Dios en ti un siervo, una persona lista para honrarle con sus acciones, siguiendo el impulso de la obra de su Espíritu?
7 Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada.
7 Pero no tenían hijos, porque Elisabet era estéril; y los dos eran de edad avanzada.
7 No tenían hijos porque Elisabet no podía quedar embarazada y los dos eran ya muy ancianos.
7 No tenían hijos, porque Elisabet era estéril, y ambos eran de edad avanzada.
¿Hay algo en tu vida que consideras un obstáculo para tu bienestar?
¿Existe algo, un problema, una situación indeseable, una condición, que podrías decir que impide que te sientas completamente satisfecho?
Por lo general, cuando las personas nos saludan y nos preguntan como estamos respondemos que “Bien”, o “Muy bien”. Eso ocurre muchas veces cuando se trata de un saludo rápido, cuando no existen ni el tiempo ni la intimidad necesaria para dar una explicación prolongada. Si fuera de otra manera, tal vez responderíamos “Estoy bien, pero...”.
Allí está. Esa pequeña pero tan poderosa palabra, que parece arruinarlo todo:
...pero...
Y a veces los “peros” de nuestra vida no son momentáneos o transitorios. Nos pueden acompañar por un largo tiempo.
Así era lo que sucedía en la vida de Zacarías y Elisabet. La Palabra nos los presenta como buenas personas, justos delante de Dios, que andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor. No solamente eran buenas personas sino que procuraban agradar a Dios, se esforzaban por obedecerle y serle fieles.
¡Qué buen ejemplo! Seguro que eran una buena influencia para cada persona con la que se relacionaban.
Y entonces, aquí en este versículo 7, se presenta esta palabra: “pero”.
Seamos honestos: todos consideramos que es justo que a las buenas personas les sucedan cosas buenas. Nos parece que cuando hacemos las cosas bien hemos adquirido el derecho a que se nos allane el camino, a que las cosas también nos salgan bien.
Pero la verdad es que no siempre es así. La historia de la humanidad está llena de testimonios que confirman que muchas veces a las buenas personas les ocurren cosas malas.
A Jesús le preguntaban cosas así:
1 Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. 2 Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? 3 Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. Jn 9:1–3.
¡Claro! De acuerdo a este humano razonamiento, si aquel hombre había nacido ciego, ¡tenía que haber un culpable! Alguien había hecho algo radicalmente mal para que él tuviera que padecer por la vida de esa manera. Pero Jesús aclara que no siempre es así.
Pero...
¿Hay algún “pero” en tu vida?
Otra vez, ¿hay algo que obstaculiza tu satisfacción personal?
Zacarías y Elisabet tenían motivos para entristecerse. La frase que define la razón de su tristeza es “no tenían hijo”. Lucas lo presenta como una pareja que hubiera deseado de todo corazón experimentar la paternidad pero no lo había logrado. Un hijo les hubiera hecho sonreir, hubiera completado la alegría de servir a Dios de todo corazón. “Pero”… no había sucedido. Y se nos señalan las dos razones:
...Elisabet era estéril… La señora no podía tener familia. Había algo en su condición de salud que lo impedía.
...ambos eran ya de edad avanzada… Sí, es que la capacidad para concebir tiene fecha de vencimiento, hay un límite temporal para eso. Y su tiempo ya había pasado.
Todas esas son muy buenas razones, pero cuando caminas con Dios será mejor que te prepares para lo inesperado, lo imposible, lo que escapa a la lógica humana.
Dios es Dios, Todopoderoso, Asombroso, Incomparable.
Aquella situación de Zacarías y Elisabet estaba a punto de cambiar, en el momento más inesperado de sus vidas.
Es interesante recordar que el ángel Gabriel hizo referencia a lo que sucedería en la vida de esta pareja cuando quiso alimentar la fe de María.
36 Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril; 37porque nada hay imposible para Dios. Lc 1:36–37.
Sí, explicó lo que había sucedido en la vida de Zacarías y Elisabet con la poderosa frase “porque nada hay imposible para Dios”.
Creo que nosotroa también necesitamos tomar conciencia de esta realidad: lo que nosotros no podemos, lo que no cabe en la lógica humana, Dios sí lo puede hacer. Dios rompe el molde, no se deja limitar, porque Él es ilimitado.
Esto no quiere decir que siempre sucede de esta manera ni que esta condición se pueda activar a nuestro antojo. Pero si caminamos con Dios debemos prepararnos para experimentar, conforme a su voluntad, lo imposible, lo milagroso, lo inesperado.
No puedo asegurarte que los “peros” de tu vida vayan a cambiar. Si no sucede así y estás caminando con el Señor, alguna razón tendrá Dios para eso.
Pero también puede suceder que Dios intervenga y haga lo inesperado en el momento menos pensado.
Seguimos sumando razones para caminar con Dios, para profundizar con Él, para honrarle y obedecerle a cada paso que damos. Vuelve a sentirte invitado a orar, a buscar a Dios, a aprender de Él.
Los limitados somos nosotros. Pero se nos ha concedido la gracia de transitar por la vida tomados de la mano del Creador de todo lo que existe, para quien nada, absolutamente NADA, es imposible.
Que Dios obre en los “peros” de tu vida.
8 Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase,9 conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor.10 Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso.
8 Un día en que Zacarías, por haber llegado el turno de su grupo, oficiaba como sacerdote delante de Dios, 9 le tocó en suerte, según la costumbre del sacerdocio, entrar en el santuario del Señor para quemar incienso. 10 Cuando llegó la hora de ofrecer el incienso, la multitud reunida afuera estaba orando.
8 Cierto día, Zacarías se encontraba sirviendo a Dios en el templo, porque su grupo de sacerdotes estaba de turno esa semana. 9 Como era costumbre entre los sacerdotes, le tocó por sorteo entrar en el santuario del Señor y quemar el incienso. 10 Mientras el incienso se quemaba, una gran multitud estaba afuera orando.
8 Pero aconteció que mientras Zacarías ejercía su ministerio sacerdotal delante de Dios según el orden indicado a su grupo,
9 conforme a la costumbre del sacerdocio, fue escogido por sorteo para entrar al templo del Señor y quemar incienso.
10 Toda la multitud del pueblo estaba afuera orando a la hora de la ofrenda de incienso.
Muchas veces, las cosas más especiales suceden en los días o los momentos que aparentan ser más normales.
¿Es este un día normal para ti, uno de esos sin sorpresas a la vista, sin “algo para comentar”? Pues, entonces esta puede ser, entonces, la oportunidad ideal para que Dios se cruce en tu vida y lo transforme todo.
Cada persona vive cada día “lo que le sucede”, siendo que son muchos los detalles de cada día que se escapan de nuestro control. Sí, decidimos adonde ir, qué hacer, con quien hablar y muchas cosas más, pero entonces se presentas esas que llamamos “coincidencias”, que pueden tener la capacidad de cambiarlo todo. Y los discípulos de Jesús hemos aprendido que las coincidencias no existen, sino la mano de Dios interviniendo en nuestras vidas.
Así que busca a Dios, y prepárate, porque él puede introducir cambios grandes y profundos en tu vida en uno de esos días simples y sencillos.
Disfruto mucho de los relatos detallados, y este es uno de ellos. Lucas, el autor, se propone contarnos la historia así como él la escuchó. Su relato nos permite “meternos dentro de la historia”, como si en lugar de ser meros lectores fuéramos protagonistas y testigos presenciales.
Considera los detalles de esta historia.
Zacarías ejercía el sacerdocio, y Lucas ya nos había informado que se dedicaba a eso, era su profesión. Es decir, aquel día estaba haciendo “lo de siempre”, su trabajo, aquello que había sido habitual para él durante toda su vida. Era un hombre mayor, así que es muy evidente que no era la primera vez que hacía aquello. Conocía la rutina y era responsable en su labor.
Ejercía el sacerdocio según el orden de su clase.
¿Observaste que me faltó una frase? Sí, es esta:
...delante de Dios...
Zacarías ejercía el sacerdocio delante de Dios.
Lucas nos acaba de decir que Zacarías y Elisabet eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor. Aquel día en particular, Zacarías no solo estaba trabajando sino que también obedecía al Señor, le servía de corazón, cumplía su labor habitual con devoción.
Todos los cristianos somos invitados a servir a Dios haciendo lo que hacemos, aunque no seamos sacerdotes ni tengamos un título especial en una congregación.
Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Colosenses 3:17.
Y, cuando servimos al Señor en lo que hacemos, cuando cultivamos una relación con Él y le servimos, Dios interviene poderosamente en nuestras vidas y nos usa para llevar adelante sus planes.
El relato viene desarrollándose con la mención de las actividades habituales de Zacarías como sacerdote. Entonces, también como algo que se producía normalmente, se menciona que le tocó en suerte ofrecer el incienso.
Lo que sucedía es que las diferentes tareas relativas a la adoración diaria a Dios en el templo se decidían echando suertes. Y en este caso, el nombre de Zacarías había salido en el sorteo.
¿Suerte? ¡Podía haber sido cualquier otro!
Ya dijimos que las coincidencias no existen. Dios tenía en su plan el encuentro entre Zacarías y su ángel, y había intervenido para que todo coincidiera y su plan se desarrollara.
El relato da para impresionar nuestra imaginación. Zacarías, vestido de pies a cabeza con su atuendo de sacerdote, toma el tazón humeante del incienso y se prepara para entrar al Lugar Santo, en el santuario. Afuera, en el patio frente al altar, está congregada la multitud reunida a la hora señalada, y se inclinan para orar a Dios mientras el sacerdote ingresa con el símbolo de su adoración.
Es un momento de silencio. Es un momento de recogimiento, de profunda reverencia, de buscar a Dios.
¿Sucedían “cosas extrañas” en este tipo de reuniones? No habitualmente, a no ser que consideres extraño que las personas se encuentren con Dios y aprovechen una oportunidad para adorarle.
Tú también puedes tener esta experiencia reverente de buscar a Dios y adorarle. Lo puedes hacer en la iglesia, cuando te reúnes con tu familia espiritual y te pones de acuerdo con ellos para buscar a Dios. Dios sigue obrando, como en aquel tiempo, en sus hijos que le buscan.
Sirve como Zacarías.
Honra a Dios como Elisabet y el pueblo.
Prepárate. Dios sigue haciendo lo impensable.
¡Que la obra de Dios te sorprenda y alegre tu alma!
11 Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso.12 Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor.13 Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan.14 Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento;15 porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.16 Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos.17 E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.
11 En esto un ángel del Señor se le apareció a Zacarías a la derecha del altar del incienso. 12 Al verlo, Zacarías se asustó, y el temor se apoderó de él. 13 El ángel le dijo:
—No tengas miedo, Zacarías, pues ha sido escuchada tu oración. Tu esposa Elisabet te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. 14 Tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán por su nacimiento, 15 porque él será un gran hombre delante del Señor. Jamás tomará vino ni licor, y será lleno del Espíritu Santo aun desde su nacimiento. 16 Hará que muchos israelitas se vuelvan al Señor su Dios. 17 Él irá primero, delante del Señor, con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con los hijos y guiar a los desobedientes a la sabiduría de los justos. De este modo preparará un pueblo bien dispuesto para recibir al Señor.
11 Y mientras Zacarías estaba en el santuario, se le apareció un ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. 12 Cuando Zacarías lo vio, se alarmó y se llenó de temor, 13 pero el ángel le dijo:
—¡No tengas miedo, Zacarías! Dios ha oído tu oración. Tu esposa, Elisabet, te dará un hijo, y lo llamarás Juan. 14 Tendrás gran gozo y alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento, 15 porque él será grande a los ojos del Señor. No deberá beber vino ni ninguna bebida alcohólica y será lleno del Espíritu Santo aun antes de nacer. 16 Y hará que muchos israelitas vuelvan al Señor su Dios. 17 Será un hombre con el espíritu y el poder de Elías; preparará a la gente para la venida del Señor. Inclinará el corazón de los padres hacia los hijos y hará que los rebeldes acepten la sabiduría de los justos.
11 Y se le apareció a Zacarías un ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso.
12 Al verlo, Zacarías se turbó, y el temor se apoderó de él.
13 Pero el ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y lo llamarás Juan.
14 »Tendrás gozo y alegría y muchos se regocijarán por su nacimiento,
15 porque él será grande delante del Señor. No beberá vino ni licor, y será lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de su madre,
16 y hará volver a muchos de los israelitas al Señor su Dios.
17 »Él irá delante del Señor en el espíritu y poder de Elías para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los desobedientes a la actitud de los justos, a fin de preparar para el Señor un pueblo bien dispuesto».
Revelación. Digiere esa palabra. Medita en ella por algún momento. ¿Tiene algo que ver contigo? ¿Alguna vez has recibido una revelación? ¿Alguna vez has recibido una revelación de parte de Dios?
CONSIDERANDO LA REVELACIÓN
La Real Academia Española define “Revelación” de esta manera:
1. f. Acción y efecto de revelar.
2. f. Manifestación de una verdad secreta u oculta.
3. f. por antonom. Manifestación divina.
Esto es lo que dice de la acción de “Revelar”:
1. tr. Descubrir o manifestar lo ignorado o secreto. U. t. c. prnl.
2. tr. Proporcionar indicios o certidumbre de algo.
3. tr. Hacer visible la imagen impresa en la placa o película fotográfica.
4. tr. Rel. Dicho de Dios: Manifestar a la humanidad sus misterios.
La realidad es esta: hay muchas cosas que ignoramos, mucho que no logramos entender correctamente. Lo cierto es que es más lo que ignoramos de lo que sabemos, a menos que alguien nos enseñe. Sí, hemos investigado, hemos descubierto, hemos crecido, pero cuanto más aprendemos, más claro queda que es muchísimo lo que no sabemos.
Necesitamos ser enseñados. Necesitamos de la revelación.
Entonces, otra vez, ¿alguna vez has recibido una revelación?
Generalmente pensamos que esto de las revelaciones está reservado solo para “personas muy especiales”. Consideramos que hace falta contar con cierta autoridad moral para que alguien sea digno de recibir una revelación. Es que la mayoría de nosotros, y aquellos a quienes conocemos, somos “tan normales”, “tan mundanos”, “tan humanos”. ¿Cómo podríamos recibir una revelación de parte de Dios? ¿Eres tú digno de ello?
En este pasaje consideramos la experiencia que tuvo Zacarías. Y podrías decirme algo así como: “¿Ves? Este hombre recibió una revelación muy especial porque era un sacerdote, una persona consagrada...”. Y sí, lo era. Pero, ¿sabes qué tuvo que hacer Zacarías para que se le concediera aquel cargo que hasta su vejez ejercía? ¡Nacer! No había competido con otros, que podían ser mejores o peores para su posición. Solamente había nacido como decendiente de la tribu de Leví, y así accedió a aquella posición. No era mejor ni peor que ningún otro israelita, mejor ni peor que cualquiera de nosotros.
Dios no reserva la revelación para quienes alcancen cierto nivel moral que los capacite, simplemente porque ese nivel no existe, siendo que la Palabra de Dios indica que todos hemos fallado, nos hemos alejado del los propósitos y principios de Dios.
Así que, entonces, Zacarías estaba un día en el trabajo, haciendo lo que había hecho muchas veces. Era un día normal, y dejó de serlo cuando en la intimidad del Lugar Santo, donde había entrado a solas para ofrecer el incienso que representaba la alabanza que merece, se le apareció un ángel.
Esto ya supera ampliamente lo normal. Ya no hablamos solamente de “revelación” sino que esta viene a ser comunicada por un ángel de Dios.
¿Cómo te sentirías tú en una situación así? ¿Qué tipo de reacción tendrías si en un día común y corriente en el trabajo de repente se presentara un desconocido al que identificas como un ángel de Dios y te empieza a hablar? Sí, te desmayas, para empezar. Pero espera, recobra tus sentidos: necesitas escuchar lo que tiene para decir. Eso le ocurrió a Zacarías.
¿Qué pasaría si Dios enviara un ángel para hablarte a ti? Tendrían que haber razones que justificaran semejante nivel de revelación. Es decir, ves al ángel y pasada la sorpresa inicial directamente te cuestionas que tiene que haber una razón muy importante, un mensaje muy especial que necesitas entender, para que Dios se tome el trabajo de enviar a uno de sus servidores espirituales para hablar contigo. Seguro que eso fue lo que sucedió con Zacarías.
LA REVELACIÓN DEL ÁNGEL
Lo que el ángel tiene para decirle a Zacarías es impactante. Dios podría haberle hablado a Zacarías directamente del hijo que iba a nacer, pero observa por donde empieza:
Zacarías, no temas, porque tu oración ha sido oída...
El sacerdote estaba lleno de temor ante semejante revelación, en un lugar donde esperaba estar absolutamente solo. Estaba asustado, incómodo, lleno de dudas y temores. El ángel lo insta a abandonar el temor, con ese “No temas” que Dios nos repite en tantas ocasiones a lo largo de su revelación en las Escrituras. “Tranquilízate, Zacarías”, le diría el ángel.
Pero entonces la conversación se vuelve muy personal, siendo que el ángel hace referencia a la oración de Zacarías. Su oración había sido oída.
Escucha, por favor, la voz del ángel, porque es una nueva enseñanza acerca de la intención de Dios de responder a la oración, a tus oraciones.
7 Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 8 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. (Mateo 7:7-8)
Seguro que Zacarías sabía que Dios responde a la oración. Era un hombre bastante mayor. ¿Cuántas oraciones habría elevado a Dios durante su vida? ¡Muchísimas! Sí, así como sucede con nosotros, algunas de esas oraciones habrían sido particularmente especiales e insistentes. ¿A qué oración se refería?
Esta simple frase, tu oración ha sido oída hace que se me erice la piel. He orado, y he insistido delante de Dios en cuanto a varias cosas. Y resulta ser que Dios responde la oración, conforme a sus planes para con nosotros.
El hecho es que en esta ocasión, así como sucede en muchas ocasiones en las vidas de los hijos de Dios, la oración de Zacarías (y que, por supuesto, sería también la oración de Elizabet) coincidía perfectamente con el plan de Dios. ¡Oh, Señor! ¡Cuánto me hace esto reflexionar en cuanto a mis propias oraciones! ¡Quiero orar así, así como lo hicieron Zacarías y Elizabet, y que tu respuesta a mis oraciones encaje perfectamente con el desarrollo de tus proyectos!
¿Cuál oración? Aquellas vieja oración en la que Zacarías y su esposa habían pedido un bebé, un hijo. ¿Cuándo habían orado así? Hacía muchos años. Ya habían dejado de orar así, siendo que así como había sucedido con Sara y Abraham, el tiempo y la naturaleza se habían encargado de descartar aquella posibilidad para la lógica y la biología humana. Sí, humana, porque aquí está Dios, en el momento menos pensado, en medio de las circunstancias más inesperadas, listo para hacer lo imposible una vez más.
Ese es el Dios con el que también tú y yo tratamos. Es el que hace lo imposible. Es el que no se olvida de nuestras oraciones (aunque a veces nosotros mismos podríamos olvidarnos), el que tiene absolutamente todo bajo control. Así se sintió Zacarías. No sé como tuvo la entereza de seguir escuchando y continuar aquella conversación luego de adquirir este conocimiento de lo que Dios estaba a punto de hacer.
La obra de Dios muchas veces se convierte en muy personal para nosotros. A veces podemos llegar a pensar que lo que Dios hace tiene solo que ver con el cosmos, con cosas muy elevadas y alejadas de nosotros, pero no es así. La obra de Dios nos llega a tocar, a afectar íntimamente, así como lo hizo con Zacarías y Elizabet.
Dios ya tenía todo preparado y planeado: la concepción, el nacimiento del niño, su nombre, la respuesta emocional que aquel nacimiento generaría en la vida de Zacarías, Elizabet y muchos más. Dios lo sabe todo, lo controla todo.
Aquel niño sería especial, tal como Zacarías lo podía esperar. Cuando el ángel mencionó que se abstendría de ciertas bebidas, la mente de Zacarías saltó a Números 6:3, donde se habla del tipo de conducta que caracterizaría a las personas consagradas, los nazareos, los que harían el voto de nazareato (como por ejemplo Sansón). Aquel hombre sería lleno del Espíritu Santo, y se añade que eso ocurriría aun desde el vientre de su madre. Esto se confirmaría unos 6 meses después.
El resto es una descripción del ministerio de Juan el Bautista, predicador de un mensaje ungido por Dios que conduciría a muchos a una transformación y preparación espiritual para la manifestación del Hijo de Dios. No fue coincidencia que varios de los discípulos y apóstoles del Maestro fueran inicialmente discípulos de Juan el Bautista.
La mención de Elías es una referencia a Malaquías 4:5-6:
5 He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. 6 El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición. (Malaquías 4:5-6)
Entonces Zacarías se dio cuenta de que su vida, toda su vida y en aquel momento tan especial, coincidía con el plan de Dios. Se pudo decir a sí mismo “Soy parte, soy una de las fichas del rompecabezas de Dios, me ha querido usar a mí también”.
Esto vale también para nosotros. Dios no ha detenido su obra ni se ha alejado para dedicarse a “otras cosas”. Sigue obrando conforme a su plan eterno, y en este tiempo, tú y yo somos sus “Zacarías y Elizabet”, hasta que Cristo Jesús regrese conforme al plan eterno.
18 Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada.19 Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas.20 Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.
18 —¿Cómo podré estar seguro de esto?—preguntó Zacarías al ángel—. Ya soy anciano y mi esposa también es de edad avanzada.
19 —Yo soy Gabriel y estoy a las órdenes de Dios—le contestó el ángel—. He sido enviado para hablar contigo y darte estas buenas noticias. 20 Pero como no creíste en mis palabras, las cuales se cumplirán a su debido tiempo, te vas a quedar mudo. No podrás hablar hasta el día en que todo esto suceda.
18 Zacarías le dijo al ángel:
—¿Cómo puedo estar seguro de que ocurrirá esto? Ya soy muy anciano, y mi esposa también es de edad avanzada.
19 Entonces el ángel dijo:
—¡Yo soy Gabriel! Estoy en la presencia misma de Dios. ¡Fue él quien me envió a darte esta buena noticia! 20 Pero ahora, como no creíste lo que te dije, te quedarás mudo, sin poder hablar hasta que nazca el niño. Te aseguro que mis palabras se cumplirán a su debido tiempo.
18 Entonces Zacarías dijo al ángel: «¿Cómo podré saber esto? Porque yo soy anciano y mi mujer es de edad avanzada»
19 El ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, que estoy en la presencia de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte estas buenas nuevas.
20 »Así que te quedarás mudo, y no podrás hablar hasta el día en que todo esto acontezca, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su debido tiempo»
Otra vez, los humanos no entendemos todo lo que sucede a nuestro alrededor. Tenemos una capacidad limitada de comprensión. Nos llenamos de preguntas, y de dudas.
Eso le pasó a Zacarías en aquella ocasión. ¿No sabía Zacarías que Dios es Todopoderoso? ¡Claro que lo sabía! Pero de todas maneras, lo que el ángel le estaba anunciando contradecía toda la lógica, las leyes de la biología humana.
Lo que Zacarías estaba diciendo era: “Señor, ¡no entiendo!”.
Muchas veces Dios va a hacer lo que no corresponde con las leyes naturales o la lógica. Sí, lo podemos llamar “lo imposible”. ¿En tu vida? Sí, también.
Zacarías expresó dos obstáculos para que aquello sucediera: él y su esposa. Él era viejo (no tiene problema de llamarse así) y su esposa de “edad avanzada” (sí, es más delicado para referirse a la edad de ella, como si ella lo estuviera escuchando y pudiera regañarlo si la llamaba “vieja”).
¿Cuál es la explicación que le da el ángel? Se presenta, indica quién es, invoca a Dios y menciona la comisión que se le ha dado. Su función no era la de dar explicaciones. No, no podía explicar como dos personas de tantos años iban a concebir y criar un hijo.
En lugar de darle una explicación, Gabriel le da a Zacarías lo que muchos toman como un regaño y un castigo.
Zacarías no había creído. ¿Hacía eso fracasar el plan de Dios? ¿Hizo eso que Dios descartara a Zacarías como su instrumento para la realización de su obra? ¡No! ¡De ninguna manera! Dios iba a realizar el milagro que se había propuesto. No se había equivocado de personas.
Lo que necesitamos entender es que la mudez de Zacarías no sería un castigo por su incredulidad sino un mecanismo de fe, para que creyera, para que entendiera que el mimso Dios que le privaría de la capacidad de hablar era enteramente capaz de obrar para que su anciana esposa concibiera en su vientre. Sí, aquel inconveniente, aquella discapacidad temporal que Zacarías tendría que enfrentar lo ayudaría a creer, a confiar en que Dios cumpliría puntualmente con lo que había anunciado.
Las palabras de Dios, los planes de Dios, los proyectos de Dios, se cumplirán en tu vida, así como se cumplieron en la vida de Zacarías, exactamente a su tiempo. Solamente prepárate, muéstrate dispuesto, sométete a la voluntad del Padre. Dios quiere alimentar tu fe, así como alimentó la de Zacarías. Considera las circunstancias por las que Dios te lleva, las cosas que Él está permitiendo en tu vida, lo que sucede en las vidas de quienes viven a tu alrededor. Todo suma, y cualquiera de esas situaciones puede contener una revelación de Dios, una intervención de Dios que alimente tu fe. Dios quiere alimentar tu fe, aumentar tu confianza en Él, y prepararte de la mejor manera para que ocupes el lugar que Él ha determinado para ti en el desarrollo de su plan.
Prepárate. Dios va a usar tu vida.
21 Y el pueblo estaba esperando a Zacarías, y se extrañaba de que él se demorase en el santuario.22 Pero cuando salió, no les podía hablar; y comprendieron que había visto visión en el santuario. Él les hablaba por señas, y permaneció mudo.23 Y cumplidos los días de su ministerio, se fue a su casa.
24 Después de aquellos días concibió su mujer Elisabet, y se recluyó en casa por cinco meses, diciendo: 25 Así ha hecho conmigo el Señor en los días en que se dignó quitar mi afrenta entre los hombres.
21 Mientras tanto, el pueblo estaba esperando a Zacarías y les extrañaba que se demorara tanto en el santuario. 22 Cuando por fin salió, no podía hablarles, así que se dieron cuenta de que allí había tenido una visión. Se podía comunicar sólo por señas, pues seguía mudo.
23 Cuando terminaron los días de su servicio, regresó a su casa. 24 Poco después, su esposa Elisabet quedó encinta y se mantuvo recluida por cinco meses. 25 «Esto—decía ella—es obra del Señor, que ahora ha mostrado su bondad al quitarme la vergüenza que yo tenía ante los demás.»
21 Mientras tanto, la gente esperaba a que Zacarías saliera del santuario y se preguntaba por qué tardaba tanto. 22 Cuando por fin salió, no podía hablarles. Entonces, por las señas que hacía y su silencio, se dieron cuenta de que seguramente había tenido una visión en el santuario.
23 Cuando Zacarías terminó su semana de servicio en el templo, regresó a su casa. 24 Poco tiempo después, su esposa, Elisabet, quedó embarazada y permaneció recluida en su casa durante cinco meses. 25 «¡Qué bondadoso es el Señor! —exclamó ella—. Me ha quitado la vergüenza de no tener hijos».
21 El pueblo estaba esperando a Zacarías y se extrañaba de su tardanza en el templo.
22 Pero cuando salió, no podía hablarles, y se dieron cuenta de que había visto una visión en el templo. Él les hablaba por señas y permanecía mudo.
23 Cuando se cumplieron los días de su servicio sacerdotal, regresó a su casa.
24 Después de estos días, Elisabet su mujer concibió, y se recluyó por cinco meses, diciendo:
25 «Así ha obrado el Señor conmigo en los días en que se dignó mirarme para quitar mi afrenta entre los hombres»