AVIVEMOS ÉL FUEGO
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TEXTO:
Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.
En el contexto de este versículo que hemos leído para comenzar el apóstol Pablo está aconsejando a Timoteo, un pastor joven, para que no sea tímido, que no tenga temor, que avive él fuego del del ministerio que Dios le ha encomendado, que sea valiente, y que no tenga temor de la oposición. Pero para nosotros en este tiempo que estamos viviendo es un llamado a no permitir que nuestra relación con Dios, nuestra confianza en él, y nuestra comunión con el Espíritu Santo se vaya apagando poco a poco en nuestra vida. Tenemos que tener bien claro que ya sea un ministerio, un don, un llamado, un talento, y todo lo que tenga que ver con la obra del Espíritu Santo en nuestra vida, satanás siempre quiere apagar, siempre querrá extinguir todo lo que tiene que ver con la obra del Espiritu Santo.
PRIMERAMENTE TENEMOS QUE COMPRENDER ALGO MUY IMPORTANTE: Avivar el fuego de Dios en nuestra vida es una responsabilidad personal (Levítico 6:12-13 Podemos ver que dentro del tabernáculo donde estaba la presencia de Dios la responsabilidad de mantener encendido él fuego del altar era un responsabilidad ¿de quien? ¿de Dios? No, era una responsabilidad del sacerdote. La palabra de Dios nos dice que ahora nosotros hemos sido hecho por medio de Jesucristo sacerdotes para Dios es decir que ahora la responsabilidad de mantener encendido el fuego del Señor es de cada uno de nosotros en el altar de nuestro corazón. ¿PORQUE DEJAMOS QUE EL FUEGO DE DIOS SE VAYA APAGANDO EN NUESTRO CORAZÓN? La respuesta es por dos razones: Por el DESCUIDO y por la pereza
Y el fuego encendido sobre el altar no se apagará, sino que el sacerdote pondrá en él leña cada mañana, y acomodará el holocausto sobre él, y quemará sobre él las grosuras de los sacrificios de paz.El fuego arderá continuamente en el altar; no se apagará.
y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,
y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.
I) DEJAMOS APAGAR EL FUEGO POR NUESTRO DESCUIDO.
Porque nuestros padres se han rebelado, y han hecho lo malo ante los ojos de Jehová nuestro Dios; porque le dejaron, y apartaron sus rostros del tabernáculo de Jehová, y le volvieron las espaldas.Y aun cerraron las puertas del pórtico, y apagaron las lámparas; no quemaron incienso, ni sacrificaron holocausto en el santuario al Dios de Israel.
El pueblo de Israel se descuido de su relación con el Señor, dejaron que las lamparas del templo y el fuego del altar del holocausto se apagaran, pero el texto nos enseña como fue que llegaron a ese descuido (vs 6) Porque le volvieron la espalda a Dios. El descuido del fuego del altar de nuestro corazón es por la misma causa del pueblo de Israel, por los afanes de la vida, por los quehaceres del dia a dia le damos la espalda a Dios, nos descuidamos de nuestra espiritualidad, no oramos, no adoramos ni leemos su palabra y poco a poco nuestro fuego va disminuyendo.
II) DEJAMOS APAGAR EL FUEGO POR NUESTRA PEREZA.
En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor;
Toda persona que alguna vez a tenido que encender una fogata y mantener vivo el fuego, sabe que es una labor que requiere esfuerzo, para traer la leña, para juntarla, para mantenerla encendida atizando y soplando el fuego. Igualmente para avivar el fuego de Dios en nuestro corazón se requiere esfuerzo, no podemos ser perezosos, tenemos que ser diligentes, a pesar de los quehaceres del día, a pesar de nuestras actividades laborales, tenemos que comprender que mantener encendido el fuego en nuestro corazón no es opcional, es una prioridad. Tenemos que tener bien claro en nuestra vida que así como nos esforzamos y somos diligentes en nuestras actividades laborales, en nuestros quehaceres del hogar, en nuestras actividades académicas, también tenemos que ser esforzados y diligentes en nuestra comunión con Dios.
Entonces les dijo: Pues dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.
¿QUE DEBEMOS HACER ENTONCES PARA AVIVAR EL FUEGO? ¿QUE DEBEMOS HACER PARA NO CAER EN EL DESCUIDO NI EN LA PEREZA? ● Tenemos que poner bien en orden nuestras prioridades y obrar de acuerdo a esas prioridades (Mateo 6:33) ● Tenemos que comprender que mantener encendida la llama de nuestra relación con Dios es responsabilidad nuestra (Zacarías 1:3) Tenemos que reconocer que los necesitamos somos nosotros no el Señor. (Job 22:2) C