El caracter bienaventurado del cristiano
Sermón de la Montaña • Sermon • Submitted
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Introducción
Introducción
Cita bíblica: Mateo 5:1-5 “Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo: Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.”
I. Que vive en humildad
I. Que vive en humildad
“Bienvaventurado” es la resultande de una ecuación previa. El ser bienaventurado es la condición de los que han sido bendecidos por Dios. Si queremos ser bienaventurados debemos entender que esto está vinculado a la obediencia incondicional a las demandas del Señor (Juan 13:17). Los felices son aquellos que no sólo poseen y conocer la verdad, sino que la aceptan y la obedecen.
Cuando se habla de pobreza en espíritu no se está haciendo mención a alguien que es espiritualmente pobre, sino de alguien que no tiene su propio espíritu en alto. Se habla de alguien que no tiene nada, la misma palabra se utiliza para el mendigo en la historia de Lazaro (Lc. 16:19-22). Aqui tenemos 4 caracteríticas de los que son pobres en espíritu:
Ha perdido su confianza en sus fuerzas
Ha perdido su confianza en sus fuerzas, en su propia justicia y descansa plenamente en Dios. Sabe que es débil, que su fuerza está en Dios, que él es quien rescata su vida del hoy, que él multiplica las fuerzas al cansado.
Ha dejado su orgullo personal
Ha sopesado su fortaleza humana, encontrando que no tiene ningún tipo de recurso o esperanza alguna en todo esto. Por tanto, sólo tiene el camino de clamar a Dios para decirle: “Dios, se propicio a mí que soy un pecador” (Lc. 18:13)
Comprende su completa miseria
No puede esperar nada de sí mismo sino solamente la desdicha. Es el que exclama como el apóstol Pablo: “¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?” (Ro. 7:24)
Necesita cada vez de gracia
Este es el que confieza su pobreza y descansa, de ahí en adelante, sólo en la gracia de Dios. Se ha dado cuenta que necesita cada vez más de esa gracia y entiende que el Señor está dispuesto a dársela conforme a su promesa, porque “él da mayor gracia” (Stg 4:6)
El Señor sólo mira el espíritu humillado (Is. 66:2; Sal. 51:17; Sal 34:18). La causa de la felicidad es que de ellos es el reino de los cielos. El pobre en espíritu, porque clama a Dios y confía en Dios está en el reino de los cielos (Col. 1:13).
II. Que vive en aflicción
II. Que vive en aflicción
Si bien el versículo está haciendo referencia al los que se ponen en tristeza y contrición por el pecado y sus consecuencias, no podemos dudar de que también todas las aflicciones causadas por otros motivos también serán consolados en el Señor.
El Señor Jesucristo y todos sus apostoles fueron los que vivieron en aflicción por las causas primeras y más sobresalientes. Dolerse por la condición del mundo, sentir el pecado, la ausencia de dar la gloria a Dios en la vida de todas las personas. El pecado trae grandes consecuencias. Todos aquellos que reciben estas aflicciones y les causa lloro deben saber que serán consolados por el Señor.
Nuevamente, esto no quiere decir que los otros motivos por los cuales se aflige el corazón no sean consolados, sólo que el énfasis mayor es en una aflicción referente al área espiritual.
Esta es la segunda condición para ser, esta que va relacionada con las lágrimas. Como el ciervo que brama por las aguas, así busca del Señor el afligido (Sal 42:1-3). A veces el consuelo consiste en esto, que la aflicción misma es quitada (Sal. 116; Is. 38; Hch. 12:5 ). Con frecuencia, sin embargo, la aflicción permanece por un tiempo pero un peso de gloria supera el dolor (2 Co. 4:17; 12:8, 9). Piénsese también en Ro. 8:28; mejor aún, Ro. 8:28–39. William Hendriksen (2 Co 7:10)
III. Que vive en mansedumbre
III. Que vive en mansedumbre
La tecera condición para ser feliz es mantenerse manso. Son aquellos que pueden aguantar una provocación sin encenderse en ira, sino permaneciendo en silencio o dando una respuesta suave, los que se mantienen dueños de sí mismos.
El consejo de David es Confiar en Jehová y hacer el bien (Sal 37:3-6). Puedes perder tu casa, terrenos, movilidad, dinero y muchas cosas materiales más, pero cuando hayas perdido la mansedumbre ahí sí lo perdiste todo. Debemos pensar en lo que Pedro dice de Cristo en relación a su mansedumbre (1 Pedro 2:23).
La mansedumbre no se expresa por sumisión a un mandamiento, sino por comunión con Cristo (SPM)
La mansedumbre no sólo se muestra en la iglesia, sino también en el ambiente laboral, familiar. Alcanzar la experiencia personal de un caracter manso y humilde es la mejor evidencia de estar en comunión con Cristo y en seguimiento de Él.
Aplicaciones
Aplicaciones
Muestra tu caracter bienaventurado a través de la humildad en espíritu, de una afliccion por tus pecados y los pecados de los demás, y esfuérzate en el Señor de vivir en mansedumbre dominándote a ti mismo en cada circunstancia de la vida.