Un Asesino de la Navidad
I. Los que confian en el plan Soberano de Dios saben que habrá dificultades
A menudo, a lo largo de los siglos turbulentos que precedieron a la venida de Jesús, cuando algún peligro o alguna tiranía o alguna persecución les hacían la vida insoportable a los judíos, buscaban refugio en Egipto. El resultado fue que en todas las ciudades de Egipto había una colonia de judíos; y en la ciudad de Alejandría había de hecho más de un millón de judíos, y algunos de sus distritos estaban ocupados exclusivamente por ellos. José, en su hora de peligro, hizo lo que muchos judíos habían hecho antes; y cuando José y María llegaron a Egipto, no se encontrarían totalmente entre extranjeros, porque en todos los pueblos y ciudades encontrarían a judíos que se habían refugiado allí.
II. Los que confian en el plan soberano de Dios reciben ayuda
III. Los que confían en el plan soberano de Dios reciben dirección
José regresó al lugar donde anteriormente vivía, a Nazaret (Lc. 2:4), porque en este acto de ir a vivir a Nazaret se cumplía una predicción del Antiguo Testamento, a saber, que el Mesías sería despreciado y desechado de los hombres. Nazaret era considerado de poca importancia, al igual que todos sus habitantes, los nazarenos”. El Antiguo Testamento verdaderamente predice la baja condición del Mesías y su rechazo por los hombres, lo que queda confirmado por los siguientes pasajes: Sal. 22:6–8, 13; 69:8, 20, 21; Is. 11:1; 49:7; 53:2, 3, 8; Dn. 9:26. Durante su peregrinación terrenal Jesús fue conocido como un hombre de la despreciada Nazaret y no como un belenita, lo que se hace evidente por los siguientes pasajes, entre otros: Jn. 1:45, 46; 7:42. Verdaderamente fue “despreciado y desechado entre los hombres” (Mt. 12:24; 27:21–23, 63; Lc. 23:11; Jn. 1:11; 5:18; 6:66; 9:22, 24), como lo fueron también sus seguidores, los nazarenos (Hch. 24:5).
Por lo tanto, aquí nuevamente hubo un cumplimiento definido de la profecía; sin embargo, no de un pasaje en particular, sino de “los profetas” en general.