Las Fiestas de Dios

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Las 7 fiestas de Dios en el nuevo pacto

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Introducción

Estamos comenzando nuestra primera reunión del año 2023 después de grandes celebraciones como tenemos por costumbre. En realidad

¿Qué es lo que celebramos en el año nuevo?

Te has preguntado alguna vez

¿Qué es lo que realmente quiere Jesús que celebremos?

Algunos piensan que la Navidad (su nacimiento), su resurrección, que nos dio la vida, que agradezcamos las bendiciones recibidas en el año, etc.
Otra gran pregunta es

¿Cómo quiere Jesús que celebremos?

Hace aproximadamente 2 años me surgió esta inquietud de investigar acerca de este tema de estas dos preguntas, cuando un amigo que fue miembro de la Iglesia me hacía estas preguntas ya que es alguien que se dedicó a estudiar acerca de regresar a las raíces hebreas y del judaísmo basado en las enseñanzas del antiguo testamento de la Biblia, otra de las preguntas que hacía es porque no se celebran las fiestas que se mencionan en el antiguo testamento y no se enseña sobre esto en la Iglesia. De ahí lo importante de investigar acerca de este tema ya que puede causar confusión y hasta divisiones en la Iglesia. Hoy quiero compartir un poco de este tema que por cierto es muy profundo y extenso, pero de mucho aprendizaje para nuestra vida como esclavos y seguidores de Jesús.

Las Fiestas de Dios

Para este tema estudiaremos una parte del libro de Levíticos que está en el antiguo testamento. Es probable que muchas veces sea salteado al leer la Biblia. Tal vez porque es algo difícil de entender. O porque se puede pensar ¿Qué tiene que enseñarnos una serie de leyes ceremoniales y morales dadas a Israel en aquel tiempo? El libro de Levítico es el tercer libro del pentateuco o como se le conoce en los judíos la Torá, cuyo título en español traducido significa: acerca de los levitas, es una colección de instrucciones ceremoniales y morales para el sacerdocio aarónico proveniente de la tribu de Leví. Fue escrito por Moisés y el gran tema es La Santidad de Dios y la provisión que Él hizo para que el pecador pueda tener acceso a su presencia Santa. Está lleno de tipos y símbolos cuya aplicación espiritual está desplegada de grandes verdades para la Iglesia del nuevo pacto. Estas enseñanzas espirituales que contiene son de gran importancia para el creyente en el nuevo pacto y su mejor comentario se encuentra en la carta a los Hebreos en el nuevo testamento.
Levítico 23:1–4 BJL
Dijo Yahvé a Moisés: «Di a los israelitas: Las solemnidades de Yahvé en las que convocarán asambleas santas son éstas: «Seis días se trabajará, pero el séptimo día será de gran descanso, reunión sagrada. No harán en él trabajo alguno. Será descanso consagrado a Yahvé dondequiera que habiten. «Éstas son las solemnidades de Yahvé, las reuniones sagradas, a las que convocarán en las fechas establecidas:
El llamado de Dios a su pueblo a celebrar fiestas solemnes. La palabra original del hebreo para mencionar es que tiene varios significados que son: Celebraciones, fiestas, solemnidades, reuniones santas. De ahí la variante de las diversas traducciones o versiones de la Biblia.
Levítico 23.1-3 presenta varias características de estas fiestas que nos permiten apreciar su verdadera dimensión espiritual. Pero consideremos el nombre que Dios les da. Son las fiestas de Jehová (v. 2)
La traducción podría ser también “festividades” o “festivales”. El carácter de ellas era festivo. Podían tener el propósito de hacerlos sentir afligidos (Lv. 23.27) o de estar alegres (v. 40), pero siempre significaban eventos para que el pueblo estuviera unido en gozosas celebraciones en comunión unos con otros y con Dios. La palabra “fiesta solemne” (heb. mo ’ed) significa “una cita, un tiempo señalado, un ciclo o año, una asamblea, un tiempo determinado, preciso” , y se aplica a todas las ocasiones festivas, entre las cuales se incluyen los sábados.

¿Cuales son las fiestas de Dios?

Se hace mención de 7 fiestas y la celebración del día de reposo.
1. LA PASCUA
2. PANES SIN LEVADURA
3. PRIMICIAS
4. PENTECOSTÉS
5. LAS TROMPETAS
6. DÍA DE LA EXPIACIÓN O DEL PERDÓN
7. LOS TABERNÁCULOS O ENRAMADAS O CABAÑAS

Eran solemnes, Llamadas fiestas solemnes o solemnidades

(Lv. 23.2). Debían observarse como un mandamiento divino. Eran tiempos fijados por Dios para acercarse a Él y para presentarle sacrificios en su honor. Que fueran solemnes no significa que fueran pomposas, litúrgicas o formales. Eran fiestas, por lo tanto, su carácter era festivo. Eran días en los cuales imperaba la alegría y el regocijo. eran fiestas para reconocer la bondad de Dios para con Su pueblo, y por lo tanto la gratitud y la alegría eran la tónica. Pero todas respondían al precepto divino y a tiempos sagrados dedicados al Señor. Por eso estas santas convocaciones eran solemnes.

Eran santas

(Lv. 23.2, 37). Nada tenían que ver con ritos paganos; tampoco eran convocatorias con un significado superficial o intrascendente. Encuentros de un Dios santo, con un pueblo santo y con propósitos santos. Un tiempo apartado, dedicado a Dios, a través de vidas apartadas y dedicadas a Dios.

¿Que proposito tienen estas Fiestas?

1.- Eran dedicadas a Dios

(Lv. 23.2). Eran las “fiestas solemnes de Jehová”. En Números 28.2 leemos, en un capítulo dedicado a la ley sobre las ofrendas diarias y las fiestas anuales: “Manda a los hijos de Israel y diles: Mi ofrenda, mi pan con mis ofrendas encendidas en olor grato a mí, guardaréis, ofreciéndomelo a su tiempo”. Notemos la apropiación divina de estas celebraciones y su contenido: Mi... mis.... Eran instituidas por Dios y solo para El. Con el tiempo, la tradición y los ritos le despojaron de esa condición, y, ya desvirtuadas, carentes de su contenido genuinamente espiritual y excluyendo al mismo Señor, llegaron a llamarse “las fiestas de los judíos” (Jn. 2.13; 5.1; 7.2; cp. Is. 1.13, 14: “vuestras fiestas”).

2.- Presentan un panorama completo de los eternos propósitos de Dios

primeramente para con Su pueblo Israel, pero también para la Iglesia del Señor.

3.- Recordatorio y desarrollar gratitud

Indudablemente, para Israel estas fiestas tenían un significado profundo, ya sea de recordatorio, de gratitud, de aflicción, de esperanza, todas tenían el propósito de que el pueblo de Dios no olvidara que Dios era su Dios ni la obra que Él había hecho con ellos y en ellos. Pero también encierran, en su tipología, lo que Dios hará en el futuro con su pueblo terrenal y su pueblo celestial.
Cuando Dios las instituyó lo hizo para que su pueblo se gozara con sus bendiciones y recordara siempre con gratitud su misericordia, bondad y gracia para con ellos. Sin duda, eran un motivo de recuerdo permanente. Dios quería que Su pueblo tuviera siempre presente lo que había sido antes de que les libertara “con mano fuerte y con brazo extendido” de su opresión y esclavitud; de cómo les había sostenido, guardado, alimentado, guiado y aun disciplinado en el desierto y cómo les había prometido vez tras vez la tierra a la cual les introdujo finalmente. Por eso leemos repetidas veces la expresión “acuérdate”, “te acordarás” (Éx. 32.13; Nm. 15.40; Dt. 5.15; 7.18; 8.2, 18; 9.7, 27; 15.15; 16.3, 12; 24.9; 24.18, 22; 32.7). Como ellos, también nosotros somos propensos a olvidar. Nuestra mente frágil se entretiene muchas veces con las circunstancias del presente y olvida el pasado en el cual Dios intervino en nuestra vida, librándonos del yugo de esclavitud y trasladándonos al reino de su amado Hijo (Col. 1.13). ¡Cómo deberíamos tener siempre presentes aquellas palabras sublimes del Salmo 103.2!: “¡Bendice alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios”.

4.- La necesidad de congregarse

Sin duda, en la Escritura tenemos clara referencia a la necesidad de que la iglesia local esté reunida en un solo lugar. Esta práctica, no solo era la que el pueblo de Dios mantenía en el principio (Hch. 2.44; 1Co. 11.18; 14.23), sino que además, promueve el orden (1Co. 14.40), la unidad armoniosa y la bendición de la congregación (Sal. 133.1-3). No dejemos de congregarnos (Heb. 10.25).
“En realidad eran meses en que estaban muy ocupados en sus tierras, pero era necesario ser obedientes primero a los reclamos de Dios. Sus planes anuales, y también de forma perpetua sus vidas enteras giraban alrededor de los compromisos con Dios y su casa. Estos compromisos establecieron sus prioridades y la mayordomía de su tiempo y sus bienes”... “Los encuentros tres veces por año promovieron el espíritu de unidad en la nación y de esta manera evitar los peligros del aislamiento y la fragmentación en el pueblo de Dios”. Y agrega: “Los peligros del aislamiento y de la fragmentación son evidentes en la actualidad. Las reuniones de células, o las de los grupos pequeños pueden ser provechosas, muy especialmente para los creyentes nuevos y el pastoreo general, pues permite un mayor acercamiento de las personas. Deben ser un suplemento pero no un reemplazo de las reuniones congregacionales”

¿Como debemos entenderlas para nuestro tiempo actual?

¿Las deben de celebrar hoy los Cristianos?

Una de las cuestiones que han causado mucha controversia y divisiones en la Iglesia de nuestro tiempo.

Son una lección espiritual para el cristiano

Estas fiestas tienen un precioso significado espiritual que tiene aplicación directa a nuestra experiencia como creyentes. Es cierto que los cristianos no tenemos obligación de “guardar” estas fiestas. Esto pertenece al antiguo pacto, a la antigua dispensación de la Ley.
Colosenses 2:16–17 BJL
Por tanto, que nadie los critique por cuestiones de comida o bebida, o a propósito de fiestas, de novilunios o sábados. Todo esto es sombra de lo venidero; pero la realidad es el cuerpo de Cristo.
Así que los tipos o figuras del Antiguo Testamento tienen su proyección en las verdades del Nuevo Testamento, muchas de ellas en la Persona de Cristo y en su Iglesia. Colosenses 2.17 dice: “todo lo cual es sombra de lo que ha de venir, pero el cuerpo es de Cristo”. Hebreos 10.1 agrega: “Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas...”. El cuerpo, la realidad, cuya sombra es proyectada en el Antiguo Testamento anticipando tipológicamente lo que habría de venir, está en el Nuevo Testamento. Así pues, el Nuevo Testamento es la explicación y la aplicación del Antiguo.

Había tres fiestas en el primer mes, una en el tercero y tres en el séptimo. Y como se entiende “Jehová era el anfitrión; Israel los convidados”

El siguiente cuadro ilustra sencillamente las fiestas anuales instituidas por el Señor para su pueblo Israel:
1.- LA PASCUA TAMBIÉN CONOCIDA COMO FIESTA DE REDENCIÓN (TOMA SU SENTIDO CUANDO CRISTO ES EL CORDERO PASCUAL PARA EL PERDÓN DE NUESTROS PECADOS Y LO RECORDAMOS AL CELEBRAR LA SANTA CENA)
2.- PANES SIN LEVADURA TAMBIÉN CONOCIDA COMO FIESTA DE SANTIDAD (TOMA SENTIDO EN CRISTO AL SER EL CORDERO SIN MANCHA NI DEFECTO O EN EL SENTIDO DE QUE LA LEVADURA REPRESENTA EL PECADO QUE CONTAMINA AL HOMBRE Y CRISTO ES EL DIOS SANTO SIN PECADO Y NOS RECUERDA QUE SOMOS LLAMADOS A SER UN PUEBLO SANTO QUE BUSCA LA SANTIFICACIÓN QUE ES APARTARSE DEL PECADO)
3.- PRIMICIAS TAMBIÉN CONOCIDA COMO FIESTA DE CONSAGRACIÓN (TOMA SU SENTIDO EN LA RESURRECCIÓN CRISTO ES EL PRIMER FRUTO DE LA RESURRECIÓN Y NOS DA ESA CONFIANZA DE RECIBIR ESA PROMESA, LOS CRISTIANOS DEL PRIMER SIGLO CELEBRABAN EL DIA DE LA RESURRECCIÓN DE CRISTO EL PRIMER DIA DE LA SEMANA O EL DOMINGO) UNA OPORTUNIDAD DE DAR A DIOS GOZOSAMANTE, LO PRIMERO, EN GRATITUD POR SU FIDELIDAD Y BENDICIÓN.
4.- PENTECOSTÉS TAMBIÉN CONOCIDA COMO FIESTA DE LAS SEMANAS O DE PLENITUD (TOMA SU SENTIDO EN AGRADECER LOS FRUTOS QUE DIOS DA EL DIA DEL INICIO DE LA IGLESIA Y LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO A LOS CREYENTES CONVERTIDOS EN EL DÍA DEL PENTECOSTÉS).
5.- LAS TROMPETAS O FIESTA DEL ENCUENTRO CONOCIDA MAS TARDE COMO EL ROSH HASHANÁH QUE SIGNIFICA CABEZA DE AÑO (CELEBRACIÓN DEL AÑO NUEVO JUDIO, CONMEMORACION AL SON DE TROMPETAS LLAMADO A LA RELEXIÓN O INSTROSPECCIÓN DE UNO MISMO ANTE DIOS.
6.- DÍA DE LA EXPIACIÓN O FIESTA DEL PERDÓN LLAMADO A LA PRACTICA DEL ARREPENTIMIENTO LA CELEBRACIÓN DEL PERDON DE LOS PECADOS Y LA OBRA DEL SACRIFICIO EXPIATORIO QUE AHORA TENEMOS EN CRISTO. UN RECUERDO DE LA NECESIDAD DEL PERDÓN DADO POR DIOS DE QUEBRANTO. SI NO HAY PROFUNDO DOLOR POR EL PECADO COMETIDO POR HABER FALTADO A DIOS, NO HABRÁ ARREPENTIMIENTO Y NO SE ALCANZARÁ EL PERDON.
7.- LOS TABERNÁCULOS O ENRAMADAS O CABAÑAS DE GOZOSA ESPERANZA. SIGNIFICADO PARA ISRAEL TRANSITORIEDAD DE LA VIDA HUMANA.
Para el creyente, que tiene su mirada puesta más allá de lo temporal, que puede extender sus ojos más allá de lo tangible, le recuerda no solo lo efímero de la vida, y de esta morada terrestre en la cual ahora vive su peregrinaje, sino también la gozosa esperanza que le alienta a seguir adelante hasta el día de su transformación gloriosa, a imagen del Señor. Lo decimos en las palabras del apóstol Pablo a los Corintios, 2 a Epístola 5.1-2: “Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos, y por eso también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial” Aún más. Ese Dios majestuoso, maravilloso, lleno de gracia, asombrosamente compartió con su pueblo una tienda. No moró en un palacio. Moró en un tabernáculo, en el cual manifestó su gloria en la nube de día y la columna de fuego de noche, manifestaciones de su gloriosa presencia en medio de los suyos. Precioso anticipo, magnífica figura de lo que sería Aquel que aún siendo el resplandor de su gloria y la misma imagen de su sustancia y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su potencia (Hb. 1.3), el Verbo de Dios habitó —lit. levantó su tabernáculo— entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad (Jn. 1.14)
Ese gran escritor que fue A. W. Tozer dijo: “Eres un peregrino en el mundo, no un residente. Estás de paso. Eres cristiano. No edificamos nidos para nuestros corazones en este mundo. Los hijos de Dios no son aves residentes, sino migratorias, que van desde donde están hasta donde estarán. Por supuesto, adonde vamos es al cielo del Dios Todopoderoso... Este no es nuestro hogar; de modo que, mientras tengamos cosas, usémoslas con reverencia, gratitud y sabiduría. Somos peregrinos, y quien guía por el aire sin límite el vuelo seguro del ave también nos guiará hasta que por fin lleguemos a aquellas costas lavadas por las aguas que fluyen del trono de Dios. Hermanos, merece la pena esperarlo”.

El Sábado Un Día de descanso

Éxodo 20:11 BJL
Pues en seis días hizo Yahvé el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contienen, y el séptimo descansó; por eso bendijo Yahvé el día del sábado y lo santificó.

¿Debe el cristiano guardar el sábado?

Esta es una pregunta que ha surgido y aún surge muchas veces. Es el cuarto mandamiento de la ley y se supone que todo cristiano debe cumplir todos los mandamientos. Pero, ¿es así? ¿Ese mandamiento está vigente en la era de la iglesia del Señor, o ha cambiado? ¿Ha sido cambiado por el domingo? Entonces ¿qué sería “guardar el domingo”?
El día sábado toma su sentido en el nuevo pacto al reposo de Dios como lo menciona en la carta a los Hebreos y su propósito es ofrecer el reposo eterno al pueblo de Dios por medio de Cristo que es nuestro reposo.

Una revelacion del atributo de Dios: el gozo

Un Dios feliz

Vemos que hay un concepto en la Escritura que muchas veces olvidamos: Dios es un Dios festivo. Esto no admite de ningún modo el menor tono de frivolidad. Dios es festivo porque es un Dios feliz. Puede parecer un concepto extraño, pero, a la luz de las Escrituras, podemos ver que es así.

El término bíblico para “feliz” es en el original griego la palabra makários

(que corresponde a su equivalente hebreo ashré, u ósher, Gn. 30.13), y nada tiene que ver con el concepto superficial y pasajero con que el mundo entiende la felicidad, sino que significa bienaventurado, dichoso, supremamente bendecido, bendito, feliz en sí mismo y aun, glorioso. Referido a Dios, makários aparece en el NT solo en dos versículos: 1 Timoteo 1.11 y 6.15; en el primero traducido como “bendito” y en el segundo como “bienaventurado”. Esta última palabra —bienaventurado— se repite más de cincuenta veces en el Nuevo Testamento aplicada a los hombres, especialmente en los Evangelios Sinópticos (por ejemplo en Mateo 5 y 6; en Lucas 1.48). También en Santiago 5.11 y en Apocalipsis 1.3; 14.13; 16.15; 19.9; 20.6; 22.7, 14. Pero “bienaventurado”, aplicado a los hombres, es mucho más que ser “feliz” o ser “dichoso”, sino que más bien tiene que ver con la vida de la persona que alcanza las bendiciones de Dios por mantener una relación correcta y obediente hacia Él 4 . Y esta relación es a través de la Persona de Jesucristo. Pero Dios es el único que es eternamente y permanentemente dichoso en si mismo.
Dios es la felicidad suprema, no en el concepto limitado, superficial, pasajero y aun carnal en el que comúnmente se utiliza ese término, sino en la esfera de comunión íntima, de santidad, luz y pureza. De modo que la felicidad verdadera es algo provisto por Dios, y recibido de parte de Dios.

Cristo es el reflejo del gozo de Dios

Pero el carácter de Dios no lo podemos ver mejor revelado que en la Persona de su Hijo, aquel que es el resplandor de su gloria y la imagen misma de su sustancia —la exacta representación de la esencia, de la naturaleza de Dios (Heb. 1.3). Por eso el Señor dijo a Felipe: “El que me ha visto, ha visto al Padre”. Jesús era un hombre festivo. De él decían: “Este a los pecadores recibe y con ellos come” (Lc. 15.2)

¿Qué es el gozo del Señor?

Es fruto del Espíritu Santo, cuando Él tiene plenitud en la vida del creyente: “El fruto del Espíritu es amor, gozo...” (Gá. 5.22); es la fuerza del cristiano que le vigoriza para la vida y la lucha espiritual: “el gozo de Jehová es vuestra fuerza” (Neh. 8.10); es la fuente de bendición que halla todo lo que necesita en el Señor, que es para él el motivo, el modelo y la meta: “Regocijaos en el Señor siempre; otra vez os digo: ¡Regocijaos!” (Fil. 4.4). Así que Dios, como dice el Salmo 147.11: “se complace en los que le temen, y en los que esperan en su misericordia”

Conclusión

Hemos escuchado el llamado a conocer más las escrituras que normalmente no leemos y su impacto para nosotros en el nuevo pacto con Jesús en quien tenemos esperanza año con año en nuestras vidas.
Meditar en la necesidad de darle importancia de lo que Dios nos llama a celebrar más que a las celebraciones del mundo.
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