EL TESTIMONIO DEL HIJO DE DIOS

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1 Juan 5:5-12

5 ¿Y quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? 6 Este es el que vino mediante agua y sangre, Jesucristo; no solo con agua, sino con agua y con sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.7Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: 8 el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres concuerdan. 9 Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios; porque este es el testimonio de Dios: que Él ha dado testimonio acerca de su Hijo.10 El que cree en el Hijo de Dios tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, ha hecho a Dios mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado respecto a su Hijo. 11 Y el testimonio es este: que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. 12 El que tiene al Hijo tiene la vida, y el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida.
I. Debemos creer en la identificación total del Hijo de Dios con su pueblo
¿Y quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Este es el que vino mediante agua y sangre, Jesucristo; no solo con agua, sino con agua y con sangre. debemos recordar que Juan ha sido cuidadoso e insistente a lo largo de su carta en enseñarnos que debemos creer en Jesús, en el Jesús auténtico. En el contexto inmediato Juan acaba de decir: Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios” 1 Jn 5:1.
y en el contexto más amplio:
“Todo aquel que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios" (4:15). Así declara la Divinidad de Jesús.
Y también,
“Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios” (4:2). Y así declara su humanidad.
Pero hora dice que debemos creer en Aquel que vino mediante agua y sangre, Jesucristo; no solo con agua, sino con agua y con sangre.Entendemos que aquel que vence al mundo es el que tiene fe (creer para confiar) que Jesús es el Hijo de Dios que vino al mundo como el Mesías, pero ¿Qué es exactamente lo que trata de decirnos con la expresión Este es el que vino mediante agua y sangre...no solo con agua, sino con agua y con sangre.
Debemos reconocer que estamos ante una expresión dificil y a la que se le han sugerido varios significados a lo largo de la historia, por lo que conviene mirar algunas de las más relevantes.
Algunos comentaristas han dicho que para algunos griegos “la sangre” de los dioses era el agua, por lo tanto, según ellos Juan esta haciendo uso de una idea griega para referirse a la doble naturaleza de Jesús el Mesías. Agua para referirse a su naturaleza divina y sangre para referirse a su naturaleza huamana. En este caso Juan esta indicando que debemos creer que Jesús era tanto divino como humano.
Por otra parte, hay quienes piensas que Juan está haciendo una referencia al curioso hecho que tuvo lugar en la crucifixion del Señor Jesús, en su evangelio leemos: “pero uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza, y al momento salió sangre y agua. Y el que lo ha visto ha dado testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice la verdad, para que vosotros también creáis. Jn 19:34–35. En este sentido Juan lo que estaría haciendo en su carta es una referencia a la muerte expiatoria de Jesucristo. Los creyentes deben creer que Jesucristo ha venido a morir por los pecados de su pueblo.
Otros, de la talla de Lutero y Calvino, piensan que las palabras de Juan son una referencia a los sacramentos del Bautismo y la Cena del Señor. En tal caso la idea de Juan aqui sería que Jesús viene a la vida del creyente en los dos sacramentos.
Además, hay quienes piensan -y yo con ellos- que el agua es una indicación al bautismo de Jesús y la sangre a su muerte en la cruz. Esta postura parece estar de acuerdo con el tenor general del carta en donde Juan ha denunciando algunas herejías. Recordemos que una de las herejías proponía que el Cristo vino sobre la persona de Jesús justo en su baustimo de agua cuando descendió sobre él en forma de paloma. Es decir, que Jesús fue un humano cualquiera hasta que en su bautismo se convierte en el Hijo de Dios, pero justo antes de ir a la cruz donde derramaría su sangre el Cristo lo abandona debido a que los “dioses” no podían sufrir y mucho menos morir. En este sentido el postulado de Juan en los labios de los herejes sonaría así: ¿Y quién es el que vence al mundo, sino el que cree que el Hijo de Dios vino mediante agua; solo con agua, y no con sangre.”
Juan lo que está haciendo con está expresión “…No solo con agua, sino con agua y con sangre” en realidad es todo lo contrario a lo que pensaban los herejes. El apóstol está reafirmando lo que ya ha venido diciendo, a saber, que Jesús es el Hijo de Dios, haciendo la salvedad que lo fue siempre tanto en su bautismo como en su muerte en la cruz. En todo momento era el Hijo de Dios, cuando al salir del agua se escuchó la divina voz que decía “este es mi hijo amado en quien tengo complacencia” y cuando derramando su sangre sobre el viejo madero gritaba “Dios mio Dios mio porque me has abandonado”. Asi es, el Hijo de Dios vino en agua y sangre.
II. EL ESPIRITU SANTO COMO EL TESTIGO CONFIABLE DE LA VERDAD
Todas estas verdades profundas como el abismo y tan sublimes como el cielo mismos, será confirmadas por el Espíritu Santo. Juan añade Y el Espíritu es el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. Es el Espiiritu Santo el encargado de dar este testimonio en el corazón del creyente. Note que Juan no dice, que el Espíritu siempre dice la verdad, sino que él es la verdad. Eso hace a nuestra fe sumamente confible.
Además, No debemos pasar por alto que estas palabras son un resumen de la extensa enseñanza que el Señor les dio acerca del Espiritu Santo durante la noche de la última cena:
“Cuando venga el Consoladora, a quien yo enviaré del Padre, es decir, el Espíritu de verdad que procede del Padre, Él dará testimonio de mí” Jn 15:26.
y aun cuando dijo;
Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir.  El me glorificará, porque tomará de lo mío y os lo hará saber. Jn 16:13–14.
Han pasado poco más de 70 años pero este apostol y aun así sigue recordando estas enseñanzas como si hubiese sido la noche anterior que las escuchó. En efecto, el propio Juan reconoce que el Espíritu es el que “da testimonio” (presente continuo).
Pero ¿por qué es tan importante para Juan dejar en claro que Jesús era el Hijo de Dios tanto en el bautismo como en su muerte? ¿acaso no es suficiente con saber que se bautizó y murió? Definitivamente no. El bautismo de Juan el Bautista al que el Señor de sometió era un batismo para perdón de pecado, era una señal de arrepentimiento. Jesús no tenia necesidad de recibir ese bautismo por cuanto el jamás pecó, pero si el quería identificarse con los pecados de su pueblo entonces debía “cumplir con toda justicia”. Por lo tanto, que el Hijo de Dios ha venido en “agua” es una verdad cardinal que debe creerse. Si el que se bautizó por nosotros con aquel bautismo fue un humano cualquiera en vano sería nuestra fe.
En cuanto a su muerte, debemos recordar que fue una expiación, es decir, Jesucristo se identifica con la culpa y el pecado de su pueblo y la dirige hacia él como un verdadero Sustituto. Esta la vedad que el Espíritu Santo testifica y que debe ser creida. Si no fue el Hijo de Dios el que se colgó en aquel madero, aquello fue un espectáculo sangriento pero no fue eficaz.
III. LOS TRES TESTIGOS
Ahora tenemos una situación particular con este versículo (v.7) que ha sido tan usado por la cristiandad para avalar la doctrina de la trinidad: Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra...”
Debemos decir que en los manuscritos más antiguos no aparece la expresión “...en el cielo…en la tierra:”. Ninguno de los escritos de los padres de la iglesia tienen alguna referencia a este versículo. Y en las grandes controversia acerca de la trinidad que se llevaron acabo en la iglesia de los primeros siglos nadie los usó como un sustento. Virtualmente nadie tenía idea de este verso.
De hecho, según indica Barclay en su comentario la primera persona que lo utiliza es un hereje llamado Prisciliano que murió en 385 d.C. Pero ¿Cómo se explica que ese texto haya llegado a nuestras Biblias? Se presume que el texto fue originalmente una cita o un comentario al margen de algún copistas y futuros copistas al recibir ese manuscrito pensaron que pertenecía la la revelación divina y lo añadieron.
El primer texto del NT que se publicó en griego fue el del erudito Erasmo quien no lo incorporó debido a que sabía que esa expresión no pertenecía al texto inspirado, pero los teólogos que solían usar este texto para avalar su doctrina de la trinidad, y quienes estaban familiarizado con la Vulgata Latina (que si lo había incluido), crticaron las acciones de Erasmo. En vista de lo sucedido Erasmo dijo que, si se le mostraba algún manuscristo griego que lo contuviera lo agregaría en su siguiente edición. Alguien le mostró un manuscrito muy deficiente y tardió y Erasmo para cumplir con su promesa, pero aun en contra de su voluntad, lo agregó en su edición de 1522. Sin embargo, en forma de nota dejó en claro que pensaba que ese manuscrito tardio y deficiente habia sido arreglado para desacreditarlo. Actualmente este manuscrito (Codex Montfortii) se encuentra la biblioteca del Trinity College en Dublín.
En conclusión debemos señalar que aunque la expresión en sí no es una herejía seguramente no fue escrita por Juan, sino por algún copista que incorporó su idea como nota de marge y se pasó a otro copista quien pensó que ese texto también era inspirado. Además, debemos indicar que aunque el texto es uno de los predilectos para avalar la doctrina de la trinidad, nuestra doctrina de la trinidad no está avalada por un solo versículo. Es más, la trinidad como doctrina es una revelación que progresa desde el AT al NT. Por lo tanto, se puede demostrar a partir de muchos otros texto la existencia de la Trinidad.
Esto debe ser sabidos por la cristiandad porque muchas sectas anti-trinitarias suelen esperar que ingenuamente el creyente use este versículo como punto de partida para defender su creencia, para luego refutarles e indicarles que parte de un versículo que en realidad no es inspirado y que por su puesto, pueden esperar que toda su doctrina Trinitaria sea un verdadero error pues parte de un texto dudoso. No obtante,como ya hemos dicho todo el NT da evidencia de las tres Personas de trinidad obrando juntas en diversas ocasiones y cada una con su personalidad y oficio particular.
Dicho esto, el texto debería leerse de la siguiente manera:  ¿Y quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Este es el que vino mediante agua y sangre, Jesucristo; no solo con agua, sino con agua y con sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los que dan testimonio el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres concuerdan.
De nuevo, ¿Son el Padre, el Hijo y El Espiritu Santo testigos que con cuerdan con relación al Hijo de Dios? Si, sin duda, pero eso se puede probar desde otro lugar de la Biblia. Aquí, Juan esta diciendo que el que cree en Jesucristo como el Hijo de Dios vence al mundo y que, además, Jesucristo como Hijo de Dios vino en agua y sangre, es decir, Jesucristo fue Hijo de Dios durante todo su minsterio terrenal, porque, en efecto, era Dios en Cristo reconciliando consigo al mundo. De esto hay tres testigos, el Espiritu quien siempre dice la verdad, el agua y la sangre o lo que es lo mismo el bautismo y la muerte de Cristo.
Ahora bien sabemos que el Espiritu Santo siendo una persona nos puede dar testimonio, pero ¿Cómo es que “el bautismo” y la “cruz” nos pueden testificar? ¡Simple! Juan como buen judio sabe que las cosas suelen funcionar muy bien como un recuerdo que nos testifique. En AT vemos al pueblo de Dios en ocasiones levantando altares como reucuerdo y testimonio de un hecho importante. Es asi como el “agua y la sangre” o lo que es lo mismo el bautismo y la muerte del Señor les testifica y recuerda al creyente que el vino al mundo a salvar a su pueblo. El agua les recuerda que Jesucristo el Hijo de Dios se identifica con los pecados de su pueblo y la sangre que en su muerte hizo expiación por ellos, este es, el testimonio invariable de la fe Cristiana.
IV. LA CONFIABILIDAD DE LOS TESTIGOS
Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios; porque este es el testimonio de Dios: que Él ha dado testimonio acerca de su Hijo.
Continuamente estamos recibiendo de buena manera el testimonio de muchos hombres para muchas cosas, y las creemos. Incluso hombres nos han dado testimonio del Hijo de Dios, Juan el bautista fue uno de ellos, Jesús dijo: Si yo solo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. Otro es el que da testimonio de mí, y yo sé que el testimonio que da de mí es verdadero. Jn 5:31–32.
Los apostoles testigos oculares del ministerio de nuestro Señor Jesucristo dan testimonio del Señor y nosotros aceptamos ese testimonio, pero lo que Juan dice aquí es mucho más grande, y que Dios ha dado testimonio acerca de su Hijo. Esto concuerda con las palabras del Señor Jesús:
“Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha dado para llevar a cabo, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado.”
Las obras que el mismo Señor hizo también dan testimonio, pero hay un testimonio mucho mayor:
Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio de mí. Jn 8:18.
De nuevo,
Y el Padre que me envió, ese ha dado testimonio de mí. Pero no habéis oído jamás su voz ni habéis visto su apariencia. Jn 5:36–37.
Examináis las Escrituras porque vosotros pensáis que en ellas tenéis vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; Jn 5:39.
Nuestra fe no solo es razonable en el sentido de que no se contradice en sí misma, además en confiable porque tiene el testigo más fiable de todos, Dios. Esta es la instancia más alta a la que un hombre puede apelar y la cima más alta a la que la conciencia se puede remontar: Y creo que es verdad por qué Dios lo dijo”.
V. LA NATURALEZA ESPECIAL DE EL TESTIMONIO
Juan añade algo con respecto a este testimonio, no solo es importante por el objeto que testifica (El Hijo de Dios), y confiable por el Testigo (el Padre) sino porque se aloja en el propio corazón del creyente (por el Espiritu Santo): El que cree en el Hijo de Dios tiene el testimonio en sí mismo. El testiminio es tal, que se aloja dentro del ser del creyente y se vuelve parte de su vida. Su vida, también se vuelve un testimonio viviente de la gradeza del Hijo, como dijo Pablo:
“Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. Gl 2:20.
VI. LA ESCENCIA DEL TESTIMONIO Y LAS ADVERTENCIAS DE RECHAZARLO
a) La advertencia al rechazo de testimonio
Pero ¿Qué sucede con el que rechaza este testimonio a pesar de tener a Dios mismo como principal testigo? Deshonra deshonra a Dios, y esto, debe tomarse sumamente en serio: “el que no cree a Dios, ha hecho a Dios mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado respecto a su Hijo. La mentira y en especial el falso testigo es duramente condenado en la Escritura (Ex. 20:16; 23:1-2; Dt.19:16-21). De hecho, está entra las cosas que Dios más abomina (Pr. 6:16-19). Por lo que podemos considerar que es algo sumamente repugnante para Dios. Identificarlo a Él con aquello que aborrece debe tomarse como un grave insulto, y eso es precisamente lo que hace quien no crea en Su testimonio, ofende su honor.
b) La esencia del testimonio
Juan indica lo siguiente: “el testimonio es este: que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo”.
En otras palabras, Dios ha dado de su propia Vida, la ha compartido o concedido en forma de regalo. Es un bello e invaluae don que nadie estaba pidiendo ni mucho menos merece. Pero ¿cómo se obtiene? o ¿Dónde se encuentra disponible en toda su plenitud? Juan nos indica de manera sublime que está el en Hijo: El que tiene al Hijo tiene la vida, y el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida.
Como bien Dijo Jesús:
El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedeceb al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él. Jn 3:36.  
y,
Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo aquel que ve al Hijo y cree en Él, tenga vida eterna, y yo mismo lo resucitaré en el día final. Jn 6:40.
La vida eterna no se encuentra en nigún otro lugar, ni en nigún otro “nombre” sino en el Hijo de Dios Jesucristo, Aquel que se identifico con los pecados de su pueblo y asumió la culpa por ellos. Jesús quien murió por los pecadores para darles la vida eterna.
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