La Visión de Jesús
Notes
Transcript
Introducción:
Introducción:
Introducción a la serie- 7 Peligros:
Nunca ha existido un momento más peligroso para la Iglesia. Ella nada contra la corriente moral de la cultura y, a decir verdad, lucha por mantenerse a flote.
Desde afuera, la Iglesia enfrenta la creciente opresión de los gobernantes tiránicos y la realidad de la creciente persecución a manos de una mayoría anticristiana. Desde adentro, algunos líderes de la Iglesia desvían a los cristianos con interpretaciones nuevas y al parecer más atractivas de la Escritura. Y aquellos que intentan permanecer fieles se quedan rascándose la cabeza con perplejidad, sin saber cómo responder. La situación se ve increíblemente sombría.
Pero el asunto es este: la Iglesia que describí en los párrafos anteriores no es, como de seguro pensaste, la Iglesia occidental de la actualidad. Es una Iglesia en un tiempo y lugar completamente diferentes: Asia Menor en el siglo I y los destinatarios originales del libro de Apocalipsis.
Y esta era una Iglesia en peligro, pues enfrentaba las presiones de vivir en una cultura de inmoralidad e idolatría incontroladas (en Apocalipsis es
denominada «la gran prostituta»), la tiranía de un régimen romano opresivo («la bestia») y la discriminación tanto por parte de líderes religiosos romanos y paganos como de las sinagogas judías («el falso profeta»), así como de la población en general («los habitantes de la tierra»).
Pero detrás del telón, todas estas presiones no eran más que herramientas que Satanás («el gran dragón») utilizó en su intento de destruir la Iglesia («la esposa del Cordero»).
Es otra Iglesia, que existió hace dos mil años y a varios miles de kilómetros de distancia; no obstante, algo en su experiencia nos recuerda bastante a la nuestra en la actualidad. Y no es de sorprenderse, porque tu iglesia enfrenta las mismas amenazas, a manos del mismo enemigo que emplea los mismos métodos y utiliza las mismas herramientas.— Juan Sanchez, 7 Amenazas Que Enfrenta Tu Iglesia.
Introducción al pasaje:
Debemos recordar que Apocalipsis es una carta, un epístola. Lo difícil es que no sólo contiene literatura didáctica (cosas para aprender u hacer), sino que también contiene elementos proféticos y simbólicos referentes al futuro.
Al leer e interpretar el libro de Apocalipsis, uno debe tener cuidado de reconocer que Juan literalmente vio lo que él escribe, pero que varias de esas cosas que ve son representaciones de algo más.
Se debe tomar el cuidado de reconocer el simbolismo donde la hay y buscar en el texto mismo el significado. Un ejemplo claro es el cordero inmolado mencionado en Ap. 5 y 13, la descripción del cual da a entender que habla del Señor Jesucristo.
En el texto de hoy veremos varios elementos vistos por Juan que son simbólicos de alguna característica de Jesucristo.
En cada segmento de los siguientes dos capítulos, cada mensaje a cada iglesia es precedida por una repetición de algún aspecto de Cristo descrito en esta visión inicial.
Esto resalta el hecho de la importancia de tener los ojos fijos en Cristo al afrontar las amenazas, y que nuestra visión de Él impacta como enfrentamos esos peligros.
La situación de Juan:
Exiliado como prisionero político en la isla de Patmos.
Recibe esta la comisión del Señor Jesucristo mismo de escribir lo que ha visto, lo que ve, y lo que verá…
Apocalipsis 1:9–20 (RVR60)
Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo. Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta, que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.
Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas. Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.
Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades. Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas. El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias.
Cada creyente puede luchar anticipadamente a los peligros que enfrenta la iglesia al aferrarse a los tres aspectos gloriosos de esta visión de Cristo.
La Presencia del Cristo Glorioso.
La Presencia del Cristo Glorioso.
Jesús y los candeleros:
Los candeleros (quízas una menorá judía) representan las siete iglesias mencionadas (Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia, y Laodicea), lo cual nos es descubierto en Ap. 1:20.
Apocalipsis 1:20 (RVR60)
… y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias.
Se dirige a las siete iglesias, que fueron iglesias reales en su tiempo, pero estas pueden representar toda iglesia local. Las razones:
El número 7 es un número que habla de la plenitud o llenura, algo siendo completo. Por ejemplo, la frase “los siete espíritus” (Ap. 1:4; 3:1; 4:5; Ap. 5:6) es una referencia al Espíritu Santo basado en una descripción septuplica del Espíritu de Dios en Is. 11:2-3, o el ministerio pleno del Espíritu basado en los siete dones mencionados en Rom. 12:6-8. Esto indica la obra plena o completa del Espíritu Santo.
Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos;
De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría.
Por eso, estas siete iglesias reales pueden al mismo tiempo pararse en representación del cuerpo de Cristo completo, todas las iglesias locales de la historia.
El hecho que se incluye la advertencia “el que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” al final de cada uno de los siete mensajes a las siete iglesias, demanda que es para toda iglesia.
Algunos expertos aún han visto las características de cada iglesia como representativo de las diferentes edades de las iglesias a través del tiempo, sin embargo, no hay definitivo que resalta ese enfoque en el texto.
El hecho de representar las iglesias como candeleros resalta en su propósito de alumbrar.
Cual un candelabro, toda iglesia debe sostener la luz del mundo y ser un
testigo fiel de Jesús y de Su evangelio en un mundo oscuro.— Juan Sanchez, 7 Amenazas Que Enfrenta Tu Iglesia.
Jesús entre Sus iglesias, Ap. 1:12-13.
Apocalipsis 1:12–13a (RVR60)
Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre…
Jesús está parado en medio de Sus iglesias.
Leemos luego que no todas son buenas iglesias, pero igual vemos a Jesús en medio de todas Sus iglesias.
Esta es la promesa más grande que nos ayuda frente las amenazas, la presencia de Cristo, Mat. 18:20.
Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
Esto implica que estamos bajo Su cargo, Su cuidado, Su control.
Jesús cuida Sus iglesias.
Cristo sostiene las siete estrellas en Su mano derecha, Ap. 1:16.
Apocalipsis 1:16 (RVR60)
Tenía en su diestra siete estrellas…
Las siete estrellas, según vs: 20, son los ángeles de las iglesias.
Este término puede ser usado como mensajero, y algunos expertos han señalado que eran los encargados de las iglesias que venían a visitar a Juan.
Sin embargo, cada una de las veces que vemos usado este término en el resto del libro de Apocalipsis, está refiriéndose a un ser celestial.
Es posible que esté refiriéndose a un tipo de “ángel guardián” sobre cada iglesia. El texto no da suficiente para definir más. Sin embargo, lo importante es saber que el ángel, y la iglesia que representa está en la diestra de Jesús.
Bíblicamente hablando, la diestra simboliza Su poder, autoridad, protección, y cuidado.
Ilustración: La presencia del Cristo glorioso.
Él gobierna sobre cada una de las iglesias de esos ángeles, y las cuida y protege como un pastor a sus ovejas. Es posible que los peligros que enfrentamos parezcan abrumadores; sin embargo, los superaremos al mirar al Cristo todo glorioso y resucitado. Él está con nosotros; Él se preocupa por nosotros; nos protege; nos provee; nos sostiene en Su mano derecha, de la cual nada ni nadie puede arrebatarnos.
Aplicación: La presencia del Cristo glorioso.
La Representación del Cristo Glorioso.
La Representación del Cristo Glorioso.
El Hijo del Hombre, Ap. 1:13.
Apocalipsis 1:13 (RVR60)
y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre…
Jesús usó este título de sí mismo a través de los Evangelios (84 veces), con casi la mitad de esa veces en el libro de Mateo, dónde se presenta a Jesús como el Mesías prometido. Este evangelio es dirigido más a judíos quienes hubieran entendido la referencia de Daniel 7:13-14.
Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.
Allí, al Hijo del Hombre le es dado toda potestad y dominio sobre todas las naciones.
Jesús aquí entonces muestra a Juan Su dominio y potestad sobre todo.
La visión de Juan, Ap. 1:13-16.
y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas. Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.
Juan vió a Jesús con una combinación de aspectos que apuntaban a la Deidad y potestad de Cristo sobre todo, y Su obra como mediador perfecto para el hombre.
Esta descripción leída por cualquiera familiarizado con su A.T., como muchos de los creyentes del primer siglo quienes hubieran leído esta carta, hubiera remontado en sus mentes a una visión en el libro de Daniel del Varón glorioso, una visión majestuosa del Cristo pre-encarnado, quién dio a Daniel una profecía para el futuro, Dan. 10:5-6.
Y alcé mis ojos y miré, y he aquí un varón vestido de lino, y ceñidos sus lomos de oro de Ufaz. Su cuerpo era como de berilo, y su rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud.
Sus cabellos blancos describe el Anciano de Días, el Juez del universo, descrito en Dan. 7:9-10.
Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos.
Juan vio al Hijo del Hombre, el Varón, majestuoso, el glorioso Anciano de Días, vestido como sacerdote, representante del hombre a Dios.
Como Hijo del Hombre, Jesús completa final y perfectamente Su destino de representar a Dios ante la creación, algo que el primer Adán fracasó en el huerto de Edén.
Como sacerdote, Jesús representa a Dios ante el mundo. Él nos da una idea de cómo es Dios y nos revela Su gloria (Sus pies al rojo vivo y sus rostro brillante)… Él es el Hijo real, que gobierna con sabiduría divina, al igual que Su Padre (Su cabeza blanca)… Y por ser el Hijo real, Jesús ha recibido toda la autoridad para juzgar. Nada escapa de Su mirada (Sus ojos resplandecientes)… Y juzgará rápida, exhaustiva y justamente, pues juzgará por la palabra de Dios (la espada de Su boca)… — Sanchez, 7 Amenazas.
Ilustración: La representación del Cristo glorioso
Imagínese el sentir del pueblo de Israel, enfrentándose a otro enemigo luego de haber derrotado a los Filisteos. Al luchar junto a David, el victorioso sobre Goliat, daría mucho más confianza por la victoria de su representante.
Aplicación: La representación del Cristo glorioso
Las Palabras del Cristo Glorioso.
Las Palabras del Cristo Glorioso.
Su voz potente, Ap. 1:10, 15.
Apocalipsis 1:10, 15 (RVR60)
Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta… y su voz como estruendo de muchas aguas.
Las palabras iniciales de Jesús eran con gran voz de trompeta, remontando a la voz de Dios en el Monte Sinaí, Ex. 19:16, 19.
Éxodo 19:16, 19 (RVR60)
Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento… El sonido de la bocina iba aumentando en extremo; Moisés hablaba, y Dios le respondía con voz tronante.
Luego, habla con voz fuerte como el estruendo de muchas aguas, como una catarata, remontando la mente del lector a Ez. 1:24, la descripción de la voz del Omnipotente.
Ezequiel 1:24 (RVR60)
… como sonido de muchas aguas, como la voz del Omnipotente, como ruido de muchedumbre, como el ruido de un ejército…
La voz de Jesús es la voz de Dios; la palabra de Jesús es la palabra de Dios.— Sanchez, 7 Amenazas.
Vimos algo de esa voz potente cuando vinieron los soldados a arrestar a Jesús, Jn. 18:4-6.
Juan 18:4–6 (RVR60)
Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de sobrevenir, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis? Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo soy… Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra.
Sus palabras divinas.
Aparte de la comisión de Juan a escribir los mensajes a las siete iglesias y el resto de la visión que Dios le dio, Jesús afirmó Su Deidad, Ap. 1:11. Estas palabras vienen del Dios Todopoderoso.
Apocalipsis 1:11 (RVR60)
que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último…
Al ver la presentación gloriosa y temible de Jesús, Juan apropiadamente cayó a sus pies, muerto de miedo. Más Jesús le toca y le dice que no tema.
La frase “No temas” es una de las frases más repetidas de la Biblia.
Es únicamente usado a los que están del lado de Dios.
Los que se oponen a Dios tienen mucho que temer del Juez justo. Sin embargo, los que han confiado en Cristo como Salvador no experimentarán la ira de Dios por su pecado porque Cristo ya recibió el castigo de la ira de Dios en nuestro lugar.
Jesús es el Rey lleno de gloria y resucitado, pero nosotros, la Iglesia, no debemos temerle porque Jesús también es nuestro Salvador, quien estuvo «muerto, pero ahora [vive] por los siglos de los siglos…» (v. 18).— Sanchez, 7 Amenazas.
La victoria de Cristo sobre la muerte no sólo ha quitado el aguijón de la misma muerte, sino que nos ha librado de la ira venidera del Dios Todopoderoso sobre el mundo pecaminoso descrito en el resto del libro de Apocalipsis, 1 Cor. 15:55-56; 1 Tes. 1:10.
¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley.
y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.
Ilustración: Las palabras del Cristo glorioso
Haciendo referencia a Jesús calmando la tempestad en Marcos 4, el cantante Rich Mullins escribe:
“Cristo, dicen que hablaste y calmaste una tormenta en el mar.
Ayúdame Señor a escuchar Tu voz, pues una tormenta en mi hay.”
Aplicación: Las palabras del Cristo glorioso