El padre que perdona
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Jesucristo era experto en narrar grandes historias, y
la parábola del hijo pródigo es una de esas grandes
historias. Al presentar la parábola del hijo pródigo, los recaudadores de impuestos y los pecadores en la multitud se acercaron para escuchar lo que diría. Pero también había escribas y fariseos santurrones en la audiencia, que lo criticaron por relacionarse con pecadores. Los dos grupos necesitaban una lección de la gracia y la misericordia de Dios; y eso es lo que recibieron por medio de esta parábola.
Definición. El significado bíblico de Parábola se refiere a la comparación que se utiliza de algunos relatos terrenales con relatos espirituales o sobrenaturales.
Este método rápidamente despierta el interés de la persona que está escuchando, debido principalmente a ese toque de sobrenatural y misterioso.
Este método ( la parábola ), era muy usado por Cristo para enseñar, un método que resultaba muy efectivo y dejaba huella en el oyente, donde difícilmente se le podría olvidar.
Podemos encontrarnos multitud de parábolas en múltiples citaciones en la Biblia, en donde se genera una especie de moraleja o situación que lleve de la mano una función moral.
Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.
Esta parábola describe cómo un hijo le pide a su padre su parte de la herencia, se va de la casa y lo malgasta todo. Pero el más maravilloso personaje en esta historia es el padre perdonador. Jesucristo enseña que nadie ha pecado de tal
manera, que le es imposible regresar a Dios arrepentido para ser perdonado.
Los pasos del hijo pródigo para alejarse del padre
También dijo: Un hombre tenía dos hijos;y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes.No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle.Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos.Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.
Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.
Descontento. Este joven tenía todo lo que necesitaba en su hogar, pero aun así deseaba más.
Deseo. Quería disfrutar aquello que nunca había tenido, pues creía que sentiría satisfacción al consentir sus antojos.
Engaño. Fue engañado y creyó que le faltaba algo, lo cual solo podría hallar lejos de la casa de su padre.
Decisión. Escogió alejarse de las restricciones de su hogar con tal de poder disfrutar la vida que se había imaginado.
Partida. Se llevó su fortuna y se alejó de su familia para irse a una región lejana.
Deleite. Con suficiente dinero a su alcance, pudo disfrutar de los deleites mundanos. Probó el pecado y creyó que esa era la realización de sus sueños.
Desilusión. El pecado solo satisface por un corto
tiempo. Aquello que creyó que le daría placer, le hizo sentir vacío. Aunque puede que el pecado produzca satisfacción al comienzo, su paga siempre resulta en muerte (Ro 6.23). Un estilo de vida pecaminoso destruye la felicidad, la paz y la seguridad.
Desesperanza. Después de gastar todo su dinero, vino una hambruna y el hijo pródigo tuvo que alimentar cerdos en una pocilga, mientras pasaba hambre. Comenzó a recordar todo lo que tenía en su hogar y lo comparó con la necesidad en la que vivía. Las expectativas que tenía
Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.
¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla?Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido.Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.
de una gran vida habían terminado, pues ya no le quedaba nada. Por la gracia de Dios reconoció su condición y con arrepentimiento y humildad comenzó su retorno hacia su padre.
Los pasos del padre hacia su hijo.
Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
Su corazón fue herido. El padre del pródigo fue herido por los deseos que su hijo tenía de recibir su herencia antes de tiempo y abandonar su hogar.
Se preocupaba por su hijo. Como en el caso de cualquier otro padre que está lejos de su hijo, este también se preocupaba. No sabía si su hijo tomaba buenas decisiones o si padecía necesidad.
Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.
Lo esperaba con paciencia. Como los padres de nuestros días esperan que sus hijos rebeldes regresen, este padre añoraba ver a su hijo.
Estaba atento a su llegada. Este hijo nunca estuvo lejos.de los pensamientos de su padre mientras
este observaba el camino para ver si su hijo volvía.
Quería que su hijo regresara pronto. Sin importar lo que hubiera sucedido en la vida de su hijo, nada haría que su padre lo rechazara. Deseaba
verlo tan pronto como fuera posible.
Le dio la bienvenida a casa. Llegó el día en el que el padre vio a su hijo en el camino, cuando este aún estaba lejos. Sintió compasión y corrió hacia él. En vez de recibirlo con reproches, lo abrazó y lo besó varias veces, a pesar de lo sucio que estaba. Este joven apenas pudo confesar
su pecado y decirle que era indigno de ser llamado su hijo, antes de que su padre llamara a sus siervos, para que le dieran el mejor vestido, un anillo y calzado para los pies de su hijo. Luego les ordenó que mataran el becerro más
gordo, para celebrar el regreso de su hijo.
La reacción de Dios hacia nosotros hoy
Perdón. Por la muerte de Cristo y nuestra fe en Él
podemos recibir perdón. Si confesamos nuestros pecados, Dios es fiel para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
Aceptación. El Señor no nos acepta por nuestras buenas obras, sino por la muerte de Cristo en la cruz, la cual saldó nuestra deuda con Dios. Todos los que confían en Él son hechos hijos de Dios.
Restauración. Se nos da vida eterna y el Señor restaura nuestra dignidad, actitudes y pensamientos.
Gozo. No solo nos regocijamos nosotros, sino también nuestros familiares y amigos que esperaban que nos acercáramos al Padre. Pero la celebración más grande,
es la que ocurre en el cielo cada vez que un pecador se arrepiente.
Regresar al Señor es el comienzo de una relación personal con Él que nunca terminará. Aunque pequemos y seamos disciplinados, nunca perderemos nuestra salvación.