El Legalismo: Un desafío para los jóvenes del siglo XXI

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Introducción

Dramatización sobre un caso de un legalista con un médico pastoral.
Cita bíblica:

I. Definición de “Legalismo”

Definir el legalismo puede parece complejo para algunos, pero simple para otros.
“Legalismo” es: Tendencia o actitud de quien antepone a todo la aplicación estricta de las leyes.
Otra definición desde un enfoque teológico es: preferencia de la ley sobre el evangelio, doctrina de la justificación por obras; exaltación de la ley o la fórmula, burocracia.
Diccionario Teológico Beacon: el legalismo es: (1) dependencia de la observancia de la ley como medio de salvación, y / o (2) esclavitud excesiva a la letra de la ley que pasa por alto su intención y que no la motiva el amor.

II. Tipos de legalismo

La ley como único fin
El pensamiento de que la vida cristiana se trata de obedecer y cumplir las leyes establecidas. Es decir, buscar mantener la ley de Dios como si ese fuera el único fin que se tiene. No debemos olvidar que las leyes fueron dadas bajo un pacto. Dios fue bueno, redimió al pueblo, entró en una relación de amor y después de eso comenzó a definir las leyes.
Debemos recordar algo “La esencia de la teología cristiana es la gracia, y la esencia de la ética cristiana es la gratitud”. El legalismo toma le ley y la aísla de Dios, el legalismo no busca obedecer a Dios, sino que busca cumplir la ley.
El legalismo se enfoca en obedecer simples reglas, destruyendo el contexto en el que Dios dio su ley: su amor y redención.
Disociación entre letra y espíritu de la ley
El Nuevo Testamento hace una distinción entre la letra de la ley y el espíritu de la ley. Este segundo tipo de legalismo obedece la letra, pero violenta el espíritu, tenemos como ejemplo a los fariseos en Mateo 12:9-14.
Su preocupación se concentraba en lo escrito en la ley, evadiendo cualquier cosa que pudiera parecerles trabajo. Estos maestros olvidaron el espíritu de la ley, el cual estaba dirigido en contra de trabajos ordinarios que no eran necesarios para mantener la vida, y no en contra de sanar enfermos.
Implantación de propias reglas
Este es un tipo de legalismo más común y fatal. Esto es agregar nuestras propias reglas a la ley de Dios y tratarlas como divinas (Mr. 7:1-23). No tenemos derecho a crear restricciones en lo que Él no ha restringido.
Un cristiano nunca debe tomar nada de alcohol y ni siquiera juntarse con esas personas que sí lo hacen, así sea en momentos en que ellos no están bebiendo (cuando un hermano está relacionándose con amigos no cristianos).
¿Qué es más importante: la fiesta de cumpleaños de tu hermano o el servir al Señor? (Cuando un servidor pide permiso para faltar un domingo a la reunión).
La ropa que llevas puesta debe ser un reflejo del Dios al que sirves (dicho a una persona de escasos recursos que no tiene ropa especial para ir a la iglesia).
Cada iglesia tiene el derecho a crear sus propias políticas en ciertas áreas. Por ejemplo, la Biblia no dice nada de las bebidas gaseosas en el compañerismo de la iglesia, pero cada iglesia tiene derecho a regular ese tipo de cosas. Pero cuando utilizamos políticas humanas para de alguna manera atar las conciencias y hacer que esas políticas determinen la salvación de alguien, nos aventuramos peligrosamente a entrar en el territorio que solo le pertenece a Dios.

III. Síntomas de un legalista

Entendiendo lo que es el legalismo podemos entender lo que es un legalista. El gran peligro del legalismo es que vuelve a a edificar lo que Cristo ya ha derribado (Gá 2:18), la justificación por la obras de la ley. El Legalismo es una enfermedad contagiosa. La raíz del legalismo lo encontramos en el Huerto en Edén, con Eva añadiendo a lo que Dios había dicho previamente (Gn 3:3). Hay una serie de síntomas comunes que los legalistas presentan para que puedan ser identificados por los demás.
Un “carácter” de justicia (propia)
El carácter es un conjunto de rasgos, cualidades o circunstancias que indican la naturaleza propia de una cosa o la manera de pensar y actuar de una persona. Los fariseos llegaron a ser un partido diferencia a mitades del siglo II a.C., primero se los conoció como los separatistas, y de manera posterior como fariseos (los separados). El énfasis primordial estaba en la letra de la ley más que en el espíritu de la ley (Ejemplo de la señal de velocidad). Debido a eso el nombre de “fariseo” se volvió sinónimo de “Hipócrita”
El fariseo en la parábola de Jesús (Lc 18:10-14) nos ayudará a observar esto, quien iba más allá de las exigencias específicas de la ley. Su consideración de sí mismo es:
No soy como los demás (Por definición —después de todo, él es un fariseo.)
Un hombre de los 10 mandamientos(Alude al menos a tres de ellos.)
Capaz de compararse favorablemente con los demás. (Lo hace específicamente con un cobrador de impuestos que entró al templo al mismo tiempo.)
Un hombre meticuloso en sus disciplinas. (Ayuna dos veces por semana. La ley incluía más fiestas que ayunos y exigía ayunar solo una vez al año en el Día de Expiación.)
Un hombre sacrificado. (Diezmaba de todo. La ley solo exigía que se diezmara de los cultivos, la fruta y los animales (Lv 27:30-32). Al parecer, el fariseo no solo diezmaba de sus ingresos sino también de sus posesiones.)
En contra parte al fariseo, la forma de orar del recaudador de impuestos fue:
Ni siquiera podía alzar la vista al cielo —cosa que se esperaba en el protocolo de oración (Ver Jn 17:1).
Se golpeaba el pecho en vista de su evidente pecaminosidad.
Clamaba a Dios que tuviera compasión de él (literalmente, “propiciara”), pues no había sacrificio prescrito para sus transgresiones arbitrarias.
Reconocía que era “pecador”.
La forma en la que esto se relaciona con el cristiano es impresionante, para saber si alguien ha sido justificado por gracia:
No miran con desdén a otra persona —incluyendo a otro cristiano. El instinto de hacerlo es una de las señales delatoras más obvias de un corazón del cual el legalismo no ha sido expulsado completamente, pues esto implica que creen merecer la gracia más que otros.
No asumen que hay algo en su devoción al Señor que cause que Dios les acepte a ellos y no a otro a quien le falte.
No suponen que son aceptados delante de Dios por causa de alguna decisión que hayan tomado ni por sus años de compromiso con Cristo.
No “desprecian” —en palabras de Lucas— a alguien por romper las reglas de algún protocolo o por mostrar externamente su tristeza.
La manera en que pensamos determina la manera en que vivimos.
La exposición de la gracia
Cuando el legalista es expuesto a derramamientos masivos de su gracia en forma transculturales su naturaleza se hace expuesta.
La bienvenida de gracia que el padre le brinda a su hijo “pródigo” saca a la superficie el temperamento legalista de su hermano mayor (Lc 11:25-32).
Lo mismo ocurre con la justificación del recaudador de impuestos en lugar del fariseo (Lc 18:10-14).
Similares síntomas aparecen en la parábola de los obreros de la viña, aunque entraron en diferentes horarios todos recibieron la misma paga, y eso fue lo que revelo el corazón de los primeros obreros (Mt.20:1-16).
Un espíritu de esclavitud
No tiene cabida para la gracia a los demás. Está ensimismado y busca el cumplimiento de la ley a cabalidad. No puede tolerar que alguien pase por algún lugar pecaminoso o que tenga un roce con alguien que no tiene fe salvadora. Se aprovecha del mandamiento y así mata a la gente con el juicio (Ro. 7:11 cmp Gn 3 Satanás y Eva).
Al igual que Eva, vemos la ley de Dios, pero hemos perdido la vista de Dios.

IV. Implicaciones del legalismo

Las consecuencia del legalismo pueden ser fatales, mencionaremos algunas
Falta de crecimiento
El hecho de mantenerse en la letra de la ley y no en el espíritu de la ley hace que el legalista no crezca en el conocimiento de las Escrituras, y cuando decimos conocimiento nos referimos a una adecuada interpretación de Su Palabra para el bien de su alma. Dado que el legalismo es una red compuesta por actitudes del corazón, prácticas, tipos de carácter y formas de leer las Escrituras.
Rompimiento de la comunión eclesial
Mantenerse en el legalismo causa un rompimiento de la comunión eclesial, pues se comenzará a decir “Esto sí, esto no” Tenemos varios ejemplos de Pablo en sus carta hablándonos sobre esto (Col 2:9-23; Ro 14)

V. Ámbitos para el legalismo

Hay algunas áreas donde el legalismo se hace más visible y reconocible para todos.
La Salvación
Dentro de la salvación lo podemos encontrar como aspectos que se deben hacer para ser salvo, como lo encontramos en Gálatas hablando sobre la justificación por la obras de la ley y por la gracia de Dios (Gá. 2:16-17; 3:10-12, 21-24; 4:4-7)
Hay otras formas que muchos han añadido sobre supuestas formas de ser salvos. Esto se hace con un disfraz de gracia, pero se evidencia muy claramente que es una salvación por obras la que se ofrece (Si no diezmas, si no vienes al culto juvenil, si no asistes a la noche de oración, si te faltas a un evento de la iglesia, si no asistes por una actividad en casa, si no estás en un ministerio no eres un creyente.)
La Santificación
En el área de la santificación tiene que ver con los medios de gracia, si no estás en un discipulado, si no tienes el material de discipulado que usa la iglesia, si no tienes un plan de lectura bíblica, si no tienes un diario de oración, si los domingos no lo dedicas sólo al Señor, Si tuviste que dejar algún ministerio, si no participas del bautismo de otros, si no le escribes a alguien en la semana, etc. Son formas que muchos han impuesto para crecer en santificación. Ahora, sin duda alguna todas estas ayudan a crecer en el Espíritu, pero no significa que si no lo hago no soy cristiano, debemos tener mucho cuidado de esto. Gálatas 2:11-21; 3:1-5
La iglesia local
Dentro de la iglesia local el legalismo se puede observar cuando se impone el uso de una camisa de un color para estar en el púlpito, si se impone una forma de peinarse, una forma de orar, una forma de vestirse, una sola clase de cánticos, una sola forma de acomodar las sillas, una sola forma de saludar, una sola clase de flores.

VI. Remedio para el legalismo

Debemos recordar muy claramente que la ley fue dada como un ayo para llevarnos a Cristo, está la letra de la ley, pero también está el espíritu en ellas. El legalismo no sólo cambia la verdad por la mentira, sino que la mentira es tratada como verdad. Y es que la esencia del legalismo es que es una distorsión de la gracia de Dios y del Dios de gracia. No vivimos un cristianismo sujeto a normas y leyes, vivimos un cristianismo sujeto a gratitud por que el Salvador hizo.
Un cambio de motivaciones
Si queremos dejar el legalismo de nuestra vida no lo lograremos a través de cambios en nuestras acciones, sino que deben ser cambios en las motivaciones de nuestras acciones. No cambiamos porque sólo cambiamos lo que hacemos y no el porqué hacemos lo que hacemos. Debes preguntarte a ti mismo ¿Qué me motiva a hacer lo que hago? desde aquí comienza el cambio.
Un correcto conocimiento de la gracia de Dios
Si cambias sólo lo que haces y no la motivación de lo que haces nunca dejarás de intentar cambiar. Llegamos al legalismo por incorrecto conocimiento de la gracia de Dios. Hemos pensado que haciendo una u otra cosa podemos ganarnos el favor de Dios, que si hacemos el devocional hoy nos irá bien, pero si no nos irá mal. Esto es tener un mal conocimiento de la gracia de Dios.
Entendemos muy bien en las Escrituras que Noé halló gracia ante los ojos de Dios, no porque él haya hecho algo, sino porque Dios quería hacer algo en él. Pablo habló de que somos salvos por gracia, siendo algo que no merecemos. Nadie merece la salvación, y si hubiese alguien que creyera tal cosa dejaría que la salvación sea por obra y ya no por gracia. La gracia la merecen todos, no sólo unos cuantos.
Un correcto conocimiento del Dios de gracia
Cuando tenemos distorsionado nuestro conocimiento de la gracia de Dios tenemos un distorsionado conocimiento del Dios de gracia. En toda la Escritura vemos a un Dios extendiendo gracia a los seres humano. Ira merecíamos, pero en lugar de eso nos da de su amor.
La esencia de la teología cristiana es la gracia, y la esencia de la ética cristiana es la gratitud.
El cumplimiento de la ley es para experimentar su bondad, no para ganársela.

Aplicaciones

Dejemos de añadir normas y más normas a la Palabra del Señor, comencemos a vivir en obediencia por gratitud a todo lo que él hizo, cuando comencemos por ahí nuestra vida tendrá un cambio profundo.
No juzguemos a los demás en la libertad que viven en Cristo. Cada cual tiene una conciencia en la cual el Espíritu lo acusa si comete pecado o no.
Busquemos siempre un conocimiento más profundo de la gracia de Dios y permitamos que esa gracia no sólo llegue a nuestra mente, sino también al corazón.
Comienza a tener un correcto conocimiento de Dios, porque un correcto conocimiento del Dios de gracia te llevará a una correcta forma de agradar al Señor.
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