EL PODER DE LA LEY DE LA SIEMBRA Y LA COSECHA.
6. Yo planté, Apolos regó, pero es Dios quien dio el crecimiento.
Ésta es una ilustración tomada directamente de la vida agrícola, donde los campesinos plantan semillas o brotes. Para que las semillas germinen o que los brotes desarrollen raíz, el compañero de faenas suple el agua necesaria para el campo. Se espera que el agricultor prepare la tierra para que sea fértil. Esto incluye arar, fertilizar, esparcir la semilla o colocar los brotes, regar, desmalezar, cultivar y desinfectar. Pero hasta aquí llega la actividad humana, ya que no es capaz de hacer crecer las plantas. El hombre de buena gana reconoce que no puede controlar el clima. No puede hacer que el sol brille, el viento sople y que la lluvia caiga. Por consiguiente, no puede hacer que las plantas crezcan y depende completamente de Dios para su cosecha. Es por esto que Pablo añade el adversativo pero, diciendo así que es Dios solo el que da el crecimiento.