La obediencia antes que el milagro
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Introducción
Introducción
La gente quiere que Dios realice milagros, pero no son obedientes a lo que Dios les ha mandado hacer. En la Biblia hay muchos ejemplos en los cuáles Dios le pedía a la gente que fueran obedientes en algo y en el proceso Dios realizaba el milagro que estaban esperando.
11 Mientras Jesús seguía camino a Jerusalén, llegó a la frontera entre Galilea y Samaria.
12 Al entrar en una aldea, diez leprosos se quedaron a la distancia,
13 gritando: —¡Jesús! ¡Maestro! ¡Ten compasión de nosotros!
14 Jesús los miró y dijo: —Vayan y preséntense a los sacerdotes. Y, mientras ellos iban, quedaron limpios de la lepra.
15 Uno de ellos, cuando vio que estaba sano, volvió a Jesús, y exclamó: «¡Alaben a Dios!».
16 Y cayó al suelo, a los pies de Jesús, y le agradeció por lo que había hecho. Ese hombre era samaritano.
17 Jesús preguntó: «¿No sané a diez hombres? ¿Dónde están los otros nueve?
18 ¿Ninguno volvió para darle gloria a Dios excepto este extranjero?».
19 Y Jesús le dijo al hombre: «Levántate y sigue tu camino. Tu fe te ha sanado».
Un leproso estaba condenado a vivir exiliado
Un leproso estaba condenado a vivir exiliado
La lepra era una enfermedad que poco a poco se va comiendo la piel. En tiempos bíblicos se desconocía la qué la provocaba.
Hoy se conoce que es producto de una bacteria y es totalmente curable, pero el tiempo bíblico era una enfermedad de muerte, muy pocos se recuperaban.
Es por esto, que cuando una persona presentaba síntomas de lepra, se exiliaba, se sacaba de la ciudad y no podían tener contacto con nadie. Y cuando caminaban por lugares que había más gente tenían que gritar, leproso. Para que las personas conocieran su condición.
Si el algún momento los síntomas desaparecían tenían que ir donde el sacerdote y este miraba si en realidad se habían sanado, y si era así, este les daba permiso para regresar a la sociedad.
Los milagros en nuestra vida requieren:
Ir donde Jesús
Ir donde Jesús
Los leprosos fueron a dónde estaba Jesús para recibir su milagro. Si queremos que Dios obre en nuestra vida, tenemos que ir al lugar donde Él está.
Has estado esperando un milagro, pero ¿en dónde lo estás buscando? ¿Crees que lo puedes hacer por tus propias fuerzas?
Los leprosos tenían confianza que Jesús les podía sanar.
Me imagino esta escena, Jesús caminando por el área y estos leprosos pidiendo limosna. Se mantienen lejos, porque eso era lo que ordenaba la ley. Pero Jesús caminó hacia ellos y los miró.
Jesús es un Dios personal, quería ver sus rostros.
Y les dice: “Vayan donde el sacerdote”.
Yo creo que los leprosos se fueron triste y se preguntaban, “pero ¿por qué vamos donde el sacerdote si se supone que vayamos cuando estemos sano?
Aun así obedecieron, probablemente tristes, escépticos, pero obedecieron.
Obedecer el mandato de Dios
Obedecer el mandato de Dios
Los leprosos no fueron sanados en el momento. Fueron sanados de camino a ir donde el sacerdote.
Un leproso iba donde sacerdote únicamente cuando ya estaba sanado. Es la forma en que podían reingresar a la comunidad.
Ser agradecido
Ser agradecido
Una vez somos sanado tenemos que dejar todo por agradecerle a Dios.
Muchas veces se lee esta historia y se le dice a los otros nueve leprosos, mira que mala agradecidos son. Pero la realidad es que cuando ellos vieron que fueron sanados, me imagino que fueron corriendo dónde el sacerdote.
Sabrá Dios cuánto tiempo llevaban sin ver a sus familias y ahora que eran sanos, no querían pasar más tiempo sin verlos.
Sin embargo, este leproso que regresó, estaba diciendo con sus acciones, que agradecerle a Jesús era más importante que ver a su familia, que contarle al mundo que ya estaban sanados y que estaban listos para regresar.