Fe con vitamina Lección 3

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Fe con Vitamina Lección 3 Frena tu lengua / Santiago 3:2-12
Guía para una clase con ADOLESCENTES (13-17 años)
APERTURA (5 minutos)
¿Eres bueno para las adivinanzas?
• Unas son redondas, otras ovaladas. Unas piensan mucho, y otras nada. ¿Qué es? (la cabeza)
• Dos niñas asomaditas, cada una en su ventana, lo ven y lo cuentan todo, sin decir nada.
¿Quiénes son? (los ojos)
• Una señora muy aseñorada, que lo escucha todo y no entiende nada. ¿Quién es? (la oreja)
• Guardada entre estrecha cárcel por soldados de marfil, está una roja culebra que es la
madre del mentir. ¿Quién es? (la lengua)
¿Sabes qué dice Dios sobre la lengua y qué nos pide que hagamos con ella?
Tema (15-20 minutos)
Todas y cada una de las palabras que decimos afectan a quienes se las dirigimos y aun a nosotros mismos. Es muy importante que sepas que Dios espera que uses tu lengua para hablar palabras que ánimo, de edificación y que dirijan para el bien a quienes las escuchan, y no para destruir ni desanimar a quienes te rodean.
Lean juntos Santiago 3:2-6 ¿Qué dice Santiago de los caballos, los barcos y los incendios?
• El versículo 5, ¿cómo describe a la lengua? ¿Qué dice de ella? Por favor anímalos a que vuelvan a leer el versículo para responder. Que no contesten solo por contestar, sino que descubran la respuesta en el texto.
• El caballo necesita del freno, y por comparación nuestra lengua y nuestras palabras, también necesitan ser frenadas. Pídeles que den ejemplos de palabras o situaciones en las que es mejor frenar la lengua y las palabras.
• A los barcos los guía un timón. Eso quiere decir, si lo comparamos con nuestra lengua, que también ella necesita ser dirigida y nuestras palabras también pueden dar dirección a otros.
¿Quién debe dirigir nuestras palabras? ¿Quién sí conoce el camino por el que debemos transitar o navegar para llegar a la meta? Pídeles que den ejemplos de cómo sus palabras pueden dar dirección a otros.
• Solo se necesita de una pequeña chispa para acabar, destruir, quemar un bosque. ¿Qué palabras podríamos estar usando diariamente que son como una chispa que destruye o desanima? Pídeles que piensen en ejemplos de cuándo y dónde se usan esas palabras “chispas” que tienen el potencial de destruir.
• ¿Alguna vez habías pensado en lo pequeña pero poderosa que es tu lengua? Las palabras que pronuncias con ella tienen la capacidad de ¿qué? Llévalos a los versículos 9 y 10 para que puedan contestar la pregunta. Si es necesario provéeles de diferentes versiones para que comprendan bien lo que Dios está diciendo.
• Juntos lean los versículos 11 y 12 ¿Qué ejemplos da Santiago? ¿Alguna vez has visto un árbol de limones dando plátanos? ¡Qué extraño sería!
• Explícales qué es lo que Santiago quiere que comprendamos sobre nuestras palabras.
• En el versículo 10 él dice que “esto no debe ser así” ¿A qué cosa se refiere?
• Pídeles que piensen en alguien con quien deben frenar sus palabras. Podría ser un miembro de su familia, un amigo o un compañero de escuela.
• Ahora pídeles que piensen en alguien que necesita de sus palabras de aliento por alguna situación que esté enfrentando.
Si eres un hijo de Dios tienes que recordar que puedes fallar y pecar con tu lengua. Por eso necesitas ponerle freno, y recordar direccionar correctamente tus palabras para no iniciar un incendio que destruirá tu vida y la de los que te están escuchando. Dios espera que usemos nuestra lengua para traer bien a otros y gloria a él. Como hijos de Dios ya no podemos seguir desanimando, destruyendo, burlándonos de otros con nuestra lengua. Un hijo de Dios usa sus palabras para bendecir, afirmar, alentar y hacer el bien.
Cierre:
Termina dividiéndolos en parejas y pídeles que oren unos por otros para que usen su lengua para el bien y no para el mal. Termina tú orando por ellos y por ti.
Reflexión interactiva
Esta serie de preguntas y afirmaciones tiene el fin de ayudarte a generar conversaciones y motivar el interés de aprendizaje. Úsalas donde mejor te convenga para hacer el tiempo juntos más interactivo.
Frena tu lengua (Santiago 3:2-12)
1. ¿Cuáles han sido las palabras más amables o cariñosas que alguien te ha dicho? ¿Qué efecto causaron en ti?
2. ¿Crees que las palabras podrían lastimar a una persona más que los golpes físicos? ¿Por qué?
3. ¿Alguna vez has escuchado de la diferencia entre la comunicación agresiva, pasiva y asertiva? ¿Qué crees que significa?
4. Completa la frase: “Las palabras de Dios siempre son ______________”.
5. Completa la frase: “Cuando yo hablo, mis palabras siempre son ___________”.
6. ¿Por qué crees que nos cuesta tanto “refrenar la lengua”? ¿Qué pasa cuando no lo logramos?
7. ¿Qué consejos le darías a alguien que quiere aprender a cuidar sus palabras? ¿Qué te ayuda a ti?
8. ¿Por qué crees que Dios le da tanta importancia al tema de nuestras palabras? ¿Acaso no hay asuntos más importantes en la vida espiritual?
9. Si pudieras decirle a alguien del grupo palabras que lo animen, ¿qué le dirías?
10. ¿Qué palabras te gustaría escuchar de otros para alentarte el día de hoy?
Devocional personal
Qué privilegio el que tenemos de poder acercarnos al texto bíblico, y mejor aún con la total garantía
que por medio del Espíritu Santo podremos comprender y poner en práctica lo que Dios tiene que decirnos a través de estos versículos. Así que, para empezar, toma un tiempo para alabar a Dios con gratitud por su Palabra y por el tiempo que pasarás estudiándola. Pídele que te muestre esas áreas en las que debes someterte en obediencia a su voluntad.
Lee los siguientes versículos detenidamente y observa de qué forma actúa la lengua. En términos generales, notarás que estos versículos hablan en forma negativa, pero te desafío a que puedas escribirlos nuevamente como mandamientos en forma positiva. ¿Cómo sería la forma en que Dios quiere que la usemos?
Salmos 5:9;
Salmos 34:13;
Salmos 39:1;
Salmos 52:4;
Proverbios 6:17;
Proverbios 17:20;
Proverbios 26:28;
Proverbios 28:23;
Isaías 59:3;
Romanos 3:13.
Te doy algunos ejemplos del uso erróneo de la lengua: el chisme, el menospreciar a otros, la manipulación, la enseñanza falsa, la exageración, las acusaciones, la adulación y la mentira. Antes de hablar, pregúntate: ¿Es verdad lo que quiero decir?, ¿es necesario y es agradable?
Santiago compara el daño que puede causar la lengua con una llama de fuego. La maldad de la lengua tiene su origen en el mismo infierno. Una lengua sin control puede causar un daño terrible. Satanás usa la lengua para dividir a las personas e incitar enfrentamientos. Las palabras ociosas y odiosas son peligrosas porque propagan destrucción y nadie puede detener los resultados una vez que se han pronunciado. Debemos tener cuidado con lo que decimos, ya que el daño permanece. Algunas
palabras dichas con enojo pueden destruir una relación que necesitó años para formarse. Antes de hablar, recuerda que las palabras son como el fuego, que no se les puede controlar ni se puede anular el perjuicio que pueden causar.
Si ningún hombre puede controlar la lengua, ¿para qué intentarlo? Aunque no logremos un control perfecto de ella, de todas maneras, podemos descubrir cómo reducir el peligro que pueden provocar nuestras palabras. ¡Es mejor combatir un fuego que ir por los alrededores prendiendo otros! Recuerda que no estamos enfrentándonos al fuego de la lengua en nuestras propias fuerzas. El Espíritu Santo nos dará mayor poder para controlar y supervisar lo que decimos, para que cuando seamos ofendidos, recordemos el amor de Dios y no reaccionemos de un modo vengativo. Cuando somos criticados, el Espíritu sanará nuestras heridas para que no respondamos reciamente con nuestras palabras.
Una oración para cerrar: Señor, a veces me perturba mi lenguaje contradictorio. A veces es correcto y te agrada, pero en otras ocasiones es violento y destructivo. Hoy entiendo que mi lengua me da una idea de mi naturaleza humana y pecadora. Fui hecho a tu imagen, pero también he caído en el pecado.
Sé que estás interesado en cambiarme de adentro hacia afuera. Que tu Espíritu Santo purifique mi
corazón, y que me de dominio propio de modo que pueda decir las palabras que te agradan. Sigue
trabajando en mí, gracias por tu paciencia. ¡Que así sea Señor! Amen.
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