O Discípulo não está acima de seu mestre
Sermon • Submitted
0 ratings
· 63 viewsNotes
Transcript
Introducción
Introducción
El evangelio de Mateo, Lucas y Juan presentan un uso parcial por lo menos curioso de una misma frase. Mateo la registra como “El discípulo no es más que su maestro ni el siervo más que su señor” (Mateo 10,24 R95). Lucas difiere con: “El discípulo no es superior a su maestro; pero todo el que sea perfeccionado, será como su maestro” (Lucas 6:40 R95). Juan, por fin, parece citar otra parte de la frase dos veces: “De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que lo envió” (Juan 13:16 R95) y “Acordaos de la palabra que yo os he dicho: "El siervo no es mayor que su señor". Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra” (Juan 15:20 R95).
Aunque cada uno de ellos compartan parte de la frase, hacen usos en contextos completamente diferentes, generando dudas sobre la unicidad del texto bíblico, su interpretación y autenticidad.
Contexto particular
Contexto particular
Mateo la cita cuando Jesús se refiere al ataque que sufrió por parte de los fariseos al afirmaren que él y sus obras lo hacía por medio de Beelzebú. Basado en este contexto, Jesús les afirma que ellos no deberían esperar nada menos que la manera que le trataron. De la misma manera se refiere Juan, en el capítulo 15, hacia Jesús. En los dos versículos Jesús es puesto como el maestro referido del dicho.
Lucas, por otro lado, emplea la frase para enfatizar que el discípulo será como el maestro. Si el maestro es un ciego, también el discípulo será, y ambos caerán en un pozo. Jesús aquí no es enfatizado como el maestro, sino que los falsos maestros son y la necesidad de una buena elección por parte del discípulo.
Por último, Juan, en el capítulo 13, se encontrando en el día en que Jesús lavó a los pies de los discípulos, cita la frase como una manera de enseñar el significado de la acción y llamar la atención a la exhortación del maestro para que sean como él. Nuevamente, Jesús se encuentra como el maestro del dicho.
Origen
Origen
Para comprender la idea por tras del texto y como fue adaptado por Jesús o el autor es necesario una búsqueda por el origen de la frase. De hecho, era un dicho recurrente en la época de Jesús. Se repite en Arameo y otras lenguas.[1] Los judíos vendrían a usarlo después para comparar el templo de Dios y ellos propios.[2]
Es decir, en el siglo IV d.C., en la cultura Judío Palestina, el discípulo era visto como siendo alguien que imita el maestro.[3] No había una separación entre el contenido y la persona. Las enseñanzas eran la propia vida del maestro. Las consecuencias que sufría uno, el discípulo también lo tendría. Por eso, Lucas lo usa en el contexto de un ciego guiando a otro ciego.
Por supuesto el estudiante debería analizar y elegir bien su maestro. Jesús, en Mateo, agarra la frase y la usa para enfatizar sus sufrimientos. Una especie de proba de fe para los discípulos. ¿Estarían ellos dispuestos a pasar por lo mismo que él?
Evangelio original
Evangelio original
Hay una gran diversidad de opiniones sobre el documento original. Algunos encuentran originalidad en la frase de Lucas o al menos que es igual al original.[4] Otros la ven muy abrupta y consideran Mateo el primario.[5] Hay todavía aquellos que piensan que hubo un gran sermón y, tanto Mateo cuanto Lucas, sacan de ahí sus contenidos y la frase de estudio.[6]
Entender como los autores de los evangelios trabajaron con el texto es fundamental para contestar esta aparente copia en contextos completamente diferentes. Lucas, al inicio de su evangelio, es muy claro:
“Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos las enseñaron los que desde el principio las vieron con sus ojos y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido” (Lucas 1:1-4 R95)
Él afirma que investigó con diligencia otros escritos y escuchó a aquellos que fueron testigos oculares y las escribió por orden – de tal manera que hiciese sentido a Teófilo. Hay una adaptación a la mentalidad y cultura de alguien.[7]
De la misma manera hay que mirar los demás evangelios. Sus contenidos no fueron escritos necesariamente en orden cronológica. Sino que fueran adaptados de acuerdo con la necesidad del autor al tratar de contar la verdad y su público.
Tampoco hay que imaginarse que los sucesos se limitan a lo que está escrito. En el caso del presente estudio, Lucas insiere la frase en el sermón del monte; Mateo no lo hace. Esto es perfectamente entendible una vez que se llega a la conclusión que el Sermón de monte es mucho más largo de lo que se registra en los evangelios. Lo que fue escrito es una compilación del verdadero Sermón del monte. Seria una ingenuidad limitar todo el mensaje a lo que está escrito.
De esta manera, Mateo, que está en su línea de pensamiento (la cual transciende en Sermón del Monte), insiere el dicho más adelante, buscando armonía con lo que ya había escrito. Lucas lo hace en un momento diferente buscando coherencia con todo su libro.
Obviamente, nada de esto excluye la posibilidad de que Jesús pueda haber simplemente repetido la frase en otros contextos y quizás con alguna frecuencia, como claramente pasó en Juan 15, por el empleo del vocablo “Acordaos”, como algo que ya se los había dicho. Probablemente lo mismo pasa en Juan 13.
Consideraciones finales
Consideraciones finales
Las conclusiones de la presente investigación exigen la necesidad de algunas aplicaciones urgentes a todos aquellos que se consideran cristianos y toman para si la tarea de discipular.
A empezar por la defensa de la armonía de los evangelios. Muchas veces criticada por una sencilla ignorancia del método empleado en sus construcciones. Necesario es el respeto por cada autor y su mensaje como un todo, antes de cualquier acercamiento más específico. Si así lo hace, se encontrará en los versículos estudiados un complemento interdependiente. Cada versículo demuestra una manera diferente de usar el dicho, facilitando la comprensión de cada uno de manera aislada.
Además, la cosmovisión judío-palestina del siglo IV a.C. desempeña un papel fundamental en la perícope. La mentalidad post moderna occidental no es capaz de comprender la relación entre el maestro y su discípulo. No se trata simplemente de un cuerpo de enseñanzas pasadas dentro de un aula – o fuera, sino la vida del maestro es su enseñanza. Cada momento, palabra y acción presentan el mensaje que este predica. Cuando Jesús se apropia del término discípulos tiene en mente imitadores suyos.
Por lo tanto, las diversas ordenes expresadas en la Biblia deberían ser extendidas mucho más allá de un sencillo adoctrinamiento, formado por un cuerpo de doctrinas. Aquél que pretende cumplir el mandato de Cristo debe entender que está creando imitadores de él mismo. Debe preguntarse se él posee buenas características, dignas de ser imitadas. Además, ¿quién es su maestro y si realmente lo imita? Si lo tiene bien definido a Jesús, sus discípulos y él serán como si el propio Cristo estuviera entre la gente.
[1] William Barclay, Comentario al Nuevo Testamento Volumen 1 Mateo 1 (Clie, 2001), 431-432.; The Seventh-day Adventist Bible Commentary, Volume 5 (Review and Herald Publishing Association: Washington, D.C.), 378; Lange, John Peter y Schaff, Philip, The Gospel according to Matthew, 193-194; Charles M. Laymon, The Interpreter’s one-volume Commentary on the Bible, 622; Ralph Earle. Beacon Bible Commentary (Beacon Hill Press of Kansas City: Kansas City, Missouri), 110; Robert H mounge. New International Biblical Commentary, 95-96; D. Guthrie y J. A. Motyer, The New Bible Commentary (WM. E. Eerdmans Publishing: Grand Rapids: Michigan), 829; Matthew Henry, Comentario exegetico-devocional a toda la Biblia (Editorial Clie).
[2] Con la siguiente variación: “Cuando el templo de Dios ha sido destruido, ¿cómo puede ningún judío lamentar sus propias desgracias personales?”; William Barclay, Comentario al Nuevo Testamento Volumen 1 Mateo 1 (Barcelona: Clie, 2001), 431-432.
[3] Donald A. Hagner, Word Biblical Commentary Volume 33A Matthew 1-13. (Word Books, Dallas, Texas), 281-283.
[4] W. D. Davies y Dale C. Allison, A Critical and Exegetical Commentary on the Gospel According to Saint Matthew (T&T Clark: Edinburgh), 192-193; Samuel Rolles Driver, Alfred Plummer y Charles Augustus Briggs. The International Critical Commentary on the Holy Scriptures of the Old and New Testament, 190-191; Gnilka, Matthausevängelium 1, p. 374; John Nolland. Word Biblical Commentary (Word Books, Publisher: Dallas, Texas), 305-308.
[5] David W. Torrance y Thomas F. Torrance. A Harmony of the Gospels Matthew, Mark and Luke (WM. B. Eerdmans Publishing Company: Grand Rapids, Michigan), 302-303; The Interpreter’s One-Volume Commentary on the Bible, 683.
[6] Craig A. Evans, New International Biblical Commentary (Hendrickson Publisher: Peabody, Massachusetts), 112-113.
[7] Para un desarrollar más completo consultar: George E. Rice, Luke, a Plagiarist? (Nampa, Idaho: The Pacific Press Publishing Association, 1983).