Cómo afrontar las deudas
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Cómo afrontar las deudas
El ser humano si no está ahora endeudado alguna vez estuvo endeudada y si no estuvo, es muy probable que algún día estará, el ideal es, no estar en ese problema.
La familia estadounidense promedio tiene deudas de sus tarjetas de crédito por US$ 12.000 y tiene nueve tarjetas. Usted tardará doce años en pagar una tarjeta de crédito típica con una deuda de US$ 2000 y una tasa de interés del 19 por ciento si hace los pagos mínimos mensuales admitidos y terminará costándole US$ 4000 en total.
Las estadísticas dicen que cerca del 60% de divorcios es por deudas o ha tenido problemas con deudas Y en nuestro país el 94% de personas que viven en ciudades están endeudadas con tarjetas de crédito es tremendo.
Que dice la Biblia al respecto, es positiva, es negativa la deuda.
Nosotros nacemos con deuda, con deuda a la vida, es una vida que Dios nos nada, ahora con respecto a la deuda en forma específica la Biblia nos recomienda que no debemos tener deudas.
Romanos 13:8–10, Pablo recomienda y dice no debas nada a nadie a los a no ser que el amor.
Por qué los seres humanos llegan a vivir endeudados
Los problemas financieros ocurren en todos los niveles socioeconómicos. Para el millonario, las dificultades monetarias involucran grandes sumas de dinero mientras que para el pobre las cantidades son menores.
Valores distorsionados
La manera como un individuo maneja su dinero es un buen indicador de los valores y prioridades que tiene en la vida. El enfoque que tiene sobre la adquisición de bienes determinará su disposición hacia las finanzas.
1. El materialismo
El materialismo es una actitud nociva que dirige a la persona a la búsqueda insaciable de dinero, posesiones y placer. Esta postura causa impaciencia, deseo de vivir en opulencia, y hace que se gaste en lujos innecesarios. Llevada a su máxima expresión, la filosofía materialista hace que el cristiano termine colocando a Dios en segundo plano. Estropea la espiritualidad del creyente y su confianza en Dios. Un cristiano materialista no rechaza a Dios, pero es probable que tampoco use los bienes que Dios le ha permitido acumular en favor del evangelio y de otros menos beneficiados.
2. La codicia y la avaricia
Estas dos palabras implican el deseo de obtener más aunque otros puedan terminar perjudicados. En tanto que la codicia refleja el deseo vehemente de adquirir abundancia de bienes, la avaricia representa el afán desordenado de atesorar riquezas. Ambos impulsos son perniciosos y causan diversos problemas financieros tales como las deudasinmanejables y las discusiones familiares. En las Escrituras, Jesús advirtió que la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee (Lucas 12:15). Hay cosas más importantes en la vida, tales como la relación con Dios y con los seres queridos.
3. El deseo de enriquecerse rápido
Muchos anhelan acumular grandes fortunas de dinero en poco tiempo y con poco esfuerzo. Para ello, hay quienes no escatiman esfuerzo o sacrificio con el fin de alcanzar su cometido. Otros recurren a actividades objetables y a programas financieros engañosos como las pirámides, la bolita y otros (Proverbios 21:5; 28:20). Cualquiera sea el medio empleado para ser pudiente, al final, los esfuerzos del individuo lo pueden conducir a la pobreza (Proverbios 28:22)
4. El orgullo y el resentimiento
Al igual que las desviaciones anteriores, el orgullo y el resentimiento también alteran la conducta humana respecto de las finanzas. Por un lado, el orgullo lleva a aquellos que han logrado acumular una fortuna a sentirse superiores hacia los menos afortunados. Por otro lado, muchos pobres fomentan un espíritu de resentimiento hacia Dios, la familia o su condición actual por no tener riquezas o por tener pocas posibilidades de mejorar su situación.
5. Las decisiones financieras imprudentes
La ignorancia, la ingenuidad y la negligencia se encuentran entre los principales causantes de las decisiones financieras imprudentes. En la mayoría de los casos, las consecuencias de este tipo de resoluciones son lamentables.
Algunas determinaciones imprudentes.
a. Comprar por impulso
Las compras motivadas por el impulso involucran enseres que el comprador quiere obtener sin averiguar la calidad y precio del artículo. En muchos casos, el comprador tampoco verifica si el objeto es verdaderamente necesario o si tiene los suficientes medios para adquirirlo. Consigue el artículo porque le gustó, sin considerar que una transacción apresurada puede generar lamentos en el futuro.
b. El descuido
El descuido está relacionado con el gasto indiscriminado de dinero sin prestar atención a la cantidad que se paga o al número de objetos que se compran. Días más tarde, estos compradores descuidados se sorprenden cuando se ven el bolsillo vacío, la cuenta de cheques sobregirada, o la tarjeta de crédito totalmente cargada.
c. Ser fiador de otra persona
La fianza es una declaración firmada que compromete al fiador a pagar la deuda que otro contrajo y que no pudo o no quiso cancelar (Proverbios 6:1-5; 11:15; 17:18; 22:26, 27). En muchos casos, los fiadores son personas incautas que desconocen las intenciones o hábitos de los deudores y las leyes que gobiernan los contratos financieros. Tienen un buen deseo de ayudar, pero su ingenuidad no puede evitar que queden enredados en una deudaque nunca planearon.
d. La pérdida de tiempo
El tiempo es uno de los principales dones que Dios le ha concedido al hombre. En gran medida, cada persona decide cómo utilizar su tiempo. Cuando una persona es desorganizada, indisciplinada o inclinada a malgastar el tiempo, el resultado es la pérdida de ingresos monetarios (Proverbios 20:4). Muchos confunden el descanso con la pereza. Mientras que el descanso renueva las energías del cuerpo, la pereza es un hábito que causa pérdida de tiempo y conduce a la pobreza (Proverbios 6:6-11).
e. La negligencia en el cuidado de la propiedad
El descuido de una propiedad causa que ésta se deteriore rápidamente y las reparaciones se tornen costosas (Proverbios 27:23). Por esta razón, el propietario debe estar al tanto de la condición de los utensilios en el hogar. En la actualidad, la mayoría de personas no tienen rebaños de ovejas, pero sí tienen automóviles, casas, muebles y electrodomésticos, y deben cuidarlos para que su servicio se extienda. Cuando el propietario descuida sus enseres, éste tendrá que gastar dinero que pudiera emplear en cosas más útiles.
f. Las compras a crédito
La proliferación de tarjetas de crédito y la obtención de crédito fácil han ocasionado que muchos caigan en la red de la deuda. Debido a que el uso de la tarjeta facilita la compra de diversos artículos sin tener que pagar con dinero en efectivo, muchos son tentados a comprar más de lo que necesitan o pueden pagar. Como consecuencia, el comprador impulsivo termina pagando altas sumas de dinero por concepto de las altas tasas de interés que cobran las instituciones financieras. Todo esto aumenta la deuda y produce una paulatina auto-estrangulación financiera. La presión monetaria incrementa las tensiones personales y los problemas familiares. También lleva al deudor a tomar decisiones equivocadas.
g. La ausencia de un presupuesto
Un presupuesto financiero es un plan para coordinar y controlar los gastos. En este plan, se realiza un cómputo anticipado de todos los gastos generales de la vida cotidiana y de otras actividades especiales. El presupuesto ayuda a reducir las compras impulsivas y las deudas. El presupuesto también le brinda a la persona un cuadro real de sus posibilidades económicas. Sin esta herramienta, la mente de la mayoría de las personas se nubla en cuanto a su realidad monetaria y carece de la guía que la pudiera dirigir en las compras familiares. El siguiente capítulo expondrá la forma como se puede organizar un presupuesto familiar y presentará un modelo con el fin de ilustrar este concepto.
h. La ignorancia
Muchos nunca fueron educados en el hogar, la escuela o la iglesia acerca de la forma apropiada de administrar el dinero. Por esta razón, una buena cantidad de personas cae inocentemente en las redes de una sociedad cuya filosofía se centra en gastar para complacerse a sí misma. Esta filosofía los induce a tomar decisiones que más tarde los puede sumir en la desesperación.
i. La autocomplacencia
La autocomplacencia es el deseo de gratificarse a sí mismo. En muchos casos, el querer satisfacer un anhelo conduce a un buen número de individuos a no calcular el costo, ni a estar dispuesto a esperar para obtenerlo. Estas personas tienen la tendencia a pensar que necesitan todo y ahora. El concepto de empezar con poco e ir mejorando pacientemente el estilo de vida es rechazado. Muchos piensan que la adquisición de ciertos artículos es una recompensa que merecen tener por el arduo trabajo realizado en los últimos tiempos
Qué opinan ustedes de ese texto Deuteronomio. 28
Son pasaje que se habla de las bendiciones de Dios y también habla de las maldiciones de Dios, la primera parte del versículo 14 tiene que ver con las bendiciones de Dios
pero el versículo 12 dice específicamente que el una de las bendiciones que Dios da es que el ser humano es no tomar prestado, Entonces mi conclusión capaz me equivoco ahí usted me tiene que ayudar mi conclusión lógica es así Si algún ser humano está endeudado es porque Dios nos está bendiciendo ese ser Será muy extremista posición.
Oír atentamente a Dios sería el requisito para no estar metido en deudas.
¿Como lo podríamos poner de forma práctica, yo voy a oír al señor y no voy a tener deudas? ¿Parecer una cosa muy teórica muy idealista y sin sentido, todos los sábados voy a la iglesia estoy oyendo al Señor, y esto endeudado?
La lección mostraba que había tres causales.
La primera es la ignorancia. Muchas personas, incluso las instruidas, son analfabetas financieramente hablando. Simplemente, nunca estuvieron al tanto de los principios bíblicos (ni de los seculares) acerca de la administración del dinero. ¡No obstante, hay esperanza! Esta lección brindará un esquema sencillo de estos principios y cómo aplicarlos.
La segunda razón de las dificultades financieras es la codicia o el egoísmo.En respuesta a la publicidad y al deseo personal, la gente simplemente vive por encima de sus posibilidades. No está dispuesta a vivir con lo que realmente puede pagar. Muchos de estos también creen que son demasiado pobres para diezmar. Por consiguiente, viven sin la sabiduría y la bendición prometidas por Dios (ver Mal. 3:10, 11; Mat. 6:33). Hay esperanza para estas personas también, pero se requiere un cambio de corazón y un espíritu de contentamiento.
La tercera razón por la que la gente tiene dificultades económicas es la desgracia personal. Es posible que haya experimentado una enfermedad grave sin un seguro de salud adecuado. Quizá la haya abandonado un cónyuge derrochador. Un desastre natural pudo haber acabado con sus posesiones. O pudo haber nacido y crecido en la más absoluta pobreza. También hay esperanza para esta gente. Aunque su camino será más difícil, los problemas pueden superarse. Se puede lograr el cambio con el apoyo de amigos cristianos, la orientación o la asistencia de consejeros piadosos, con trabajo denodado sumado a una buena educación, y la bendición y la providencia de Dios.
Principios bíblicos sobre las deudas
La Palabra de Dios no prohíbe que se pida prestado, pero sí advierte contra la adquisición de deudassin tener la capacidad financiera de pagarlas. Por esta razón, Dios brinda en su Palabra algunos principios relacionados con las deudas.
1. Debemos evitar las deudas
El plan de Dios para su pueblo es que esté libre de deudas. En lugar de pedir prestado, él prefiere que sus hijos presten a otros (Romanos 13:8; Deuteronomio 28:12). Las bendiciones que se reciben al estar libre de deudastrascienden el aspecto financiero e involucran la vida espiritual del cristiano. Nadie que esté esclavizado monetariamente puede tener libertad espiritual para servir al Creador de los cielos y la tierra.
2. El deudor es un esclavo del acreedor
El rey Salomón escribió que todo deudor se encuentra en una condición de servidumbre (Proverbios 22:7). En los tiempos de Cristo, el acreedor tenía el derecho y la autoridad de meter en la prisión, esclavizar, confiscar los bienes o vender los bienes y familiares cuando el deudor no cumplía con el pago de la deuda(Mateo 18:23-34). En la época moderna, las cosas no han cambiado mucho. El acreedor tiene la facultad de demandar al deudor ante un juez y exigir la cancelación del empréstito con sus intereses. En ocasiones, el reclamante puede optar por embargar el inmueble, casa o auto y venderlo para recuperar el capital invertido en el préstamo. En algunos casos, el endeudado puede terminar en la cárcel por incumplimiento a su obligación financiera.
Muchísimos no han aprendido a mantener sus gastos dentro de los límites de sus entradas. No aprenden a adaptarse a las circunstancias, y piden prestado una vez tras otra, y en esa forma quedan agobiados por las deudas, y en consecuencia se desaniman y se descorazonan.
3. Tomar prestado es permitido
En su Palabra, Dios no prohíbe hacer préstamos en caso de alguna necesidad real,
pero sí provee orientación con relación a ellos.
1. El préstamo no debe ser a largo plazo. El Señor estipuló en Su Palabra que la duración de un empréstito no podía ser más de siete años (Deuteronomio 15:1, 2).
2. Se deben evitar las garantías o fianzas (Proverbios 17:18; ver también Proverbios 22:3).
3. El prestatario tiene que pagar la deuda(Ecclesiastés 5:5). El creyente que incurra en una deuday no la cancele, manifiesta una actitud irresponsable y anticristiana. Dios llama impío al que toma prestado y no paga (Salmo 37:21).
4. Se deben evitar los extremos en la obra de Dios. Los extremos, especialmente los relacionados a los asuntos espirituales, no son sanos. Elena White ofrece amplia orientación en esta área.
Es correcto tomar prestado dinero para llevar adelante una obra que sabemos que Dios quiere que se realice. No debemos esperar rodeados de incomodidades y hacer la obra mucho más dura, porque no queremos tomar dinero prestado. Se han cometido errores al incurrir en deudas para hacer lo que bien habría podido esperar hasta un tiempo futuro. Pero existe el peligro de ir al otro extremo… Debemos obrar con sensatez. Debemos llevar a cabo la obra
Cómo hacemos para librarnos de las deudas
Algunas ideas.
1. Renueve la relación con Dios y decida servirlo
Este paso es el más fundamental de todos. Tomar la decisión de renovar la relación con Dios significa que el creyente debe reconocer que le ha fallado al Señor por no haber sido un sabio mayordomo de los bienes que él le ha confiado. También implica que él va a trabajar unido al Todopoderoso en el proceso de llegar a ser un mejor administrador. Dios lo va a dirigir y sostener en esta dura tarea (Deuteronomio 8:11-15; Salmos 37:4; 112:1-3; Proverbios 10:24; 22:3, 4)
2. Haga un inventario completo de la situación financiera
El deudor debe sentarse con su familia y determinar cuál es su verdadera condición financiera. El inventario que hagan debe incluir todos los ingresos y gastos familiares. También debe identificar todos los activos, su valor actual, y los diferentes tipos y cantidades de gastos. Un inventario bastante detallado le brindará un cuadro real de la situación monetaria en la familia.
3. Decida no incurrir en otras deudas
El deudor debe determinar no volver a hacer préstamos de ninguna clase. Esto incluye no volver a usar tarjetas de crédito u otras formas de crédito. El préstamo es la fuente más común de endeudamiento para el consumidor regular, particularmente para el norteamericano promedio. Entre más pronto deje de comprar a crédito, más pronto saldrá de deudas. Si deja de pedir dinero prestado, usted no incurrirá en más deudas innecesarias. “Decídase a no incurrir nunca más en otra deuda. Niéguese mil cosas antes que endeudarse. Durante toda su vida usted se ha estado metiendo en deudas. Evítelo como evitaría la viruela”.
4. Haga un pacto solemne con Dios de pagar todas las deudas
Desarrolle un plan para pagar los débitos y fije una fecha tentativa para estar libre de deudas(Salmo 37:21). En la medida que Dios lo bendiga monetariamente, utilice el dinero para reducir la deuda, no para comprar otras cosas. Este paso es bastante crítico. Cuando muchos reciben algún dinero extra, simplemente lo gastan. Pero si el individuo es consciente del pacto que hizo con Dios, sabrá qué hacer con el dinero adicional. La persona deseará emplearlo en el plan para reducir la deuda. “Haga un pacto solemne con Dios prometiendo que mediante su bendición pagará sus deudas y luego a nadie deberá nada, aunque viva solamente de gachas y pan”.
5. Coloque las deudasen un orden descendente, de mayor a menor
La idea de colocar las deudasen un orden descendente es una buena estrategia para organizar el proceso de pagar los débitos. Personalmente, esta táctica me ayudó mucho a establecer un orden prioritario en el pago de mis deudas y aclarar la forma como habría de cancelarlas. La gráfica que se presenta a continuación puede servir como un modelo sugerente para reducir o eliminar la deuda.
Después de organizar la lista de débitos en orden descendente, el deudor debe comenzar a hacer los pagos mínimos cada mes en cada una de sus deudas. Luego,
en la medida que Dios lo bendice con dinero extra, el individuo debe de aumentar
el pago de las cuotas comenzando con las deudas que están al final de la lista. La
persona se sentirá gratamente sorprendida al notar cuán pronto puede cancelar
la deuda más pequeña.
Una vez que haya eliminado la primera deuda, el prestatario debe tomar el dinero que usaba para pagar la deuda cancelada y agregarlo al pago mínimo de la siguiente deuda que aparece en la lista. A medida que elimine las deudasmás pequeñas, el deudor tendrá más dinero disponible para añadirlo a las cuotas de los siguientes niveles en la lista.
Al comenzar con las deudasmás pequeñas, el individuo tendrá muchas ocasiones para alabar a Dios por sus bendiciones y por la libertad que está comenzando a experimentar. Cuando llegue al tope de la lista, esta persona va a poder emplear todo el dinero que una vez gastó en préstamos y créditos para agregárselo a la cuota mínima mensual de la hipoteca de la casa. De esta manera, usted podrá reducir la duración de la hipoteca y la cantidad de interés que tuviera que pagar.
Resulta muy fácil al comprar los víveres gastar veinticinco centavos en cosas extras. Cuide los centavos y los pesos se cuidarán solos. Son los centavos aquí y los centavos allá gastados para esto, aquello, y lo de más allá, que pronto suman pesos. Niéguese a complacer el yo, por lo menos mientras está asediado por las deudas… Niéguese a complacer su gusto, niéguese a satisfacer la complacencia del apetito; ahorre sus centavos y pague sus deudas. Elimínelas tan pronto como sea posible. Cuando nuevamente sea un hombre libre, no debiendo nada a nadie, habrá alcanzado una gran victoria
Los efectos de los problemas financieros
Los efectos de los problemas financieros son múltiples y están divididos en tres categorías principales:
1. Los efectos sobre la vida personal. Entre los efectos que pueden surgir en la vida de un individuo se encuentran:
a. La preocupación por el dinero y cómo pagar las deudas
b. La pérdida de amistades cuando uno se torna avaro, envidioso o es avergonzado por los prestamistas debido a las deudas.
c. El desarrollo de un sentido de culpa, envidia, celo, o resentimiento. La infelicidad y un vacío emocional que vienen cuando el principal interés en la vida del individuo es la acumulación de bienes. Si no se le presta atención a tiempo, este efecto puede llevar al individuo a contemplar el suicidio.
2. Los efectos sobre la vida familiar. Algunos de los efectos que emergen en la vida familiar incluyen:
a. El aumento frecuente de estrés en la relación familiar o marital por causa de las presiones financieras.
b. Los conflictos con los hijos y las separaciones o divorcios debido a las dificultades financieras de la familia.
3. Los efectos sobre la vida espiritual. Los efectos en la vida espiritual de un cristiano se pueden manifestar en:
a. Un decaimiento espiritual que sigue cuando la persona está muy preocupada por el dinero, tiene actitudes equivocadas, o viola los principios bíblicos relacionados con el manejo de dinero.
b. Una disminución del interés en asistir a los servicios de la iglesia o tomar parte activa en los diversos eventos, servicios, o cargos eclesiásticos.
c. Una reducción en la fidelidad y dadivosidad en devolver los diezmos y las ofrendas al Señor.