La confesión

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2 Corintios 7:8–10 RVR60
8 Porque aunque os contristé con la carta, no me pesa, aunque entonces lo lamenté; porque veo que aquella carta, aunque por algún tiempo, os contristó. 9 Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte. 10 Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.
2 Corintios 7:8–10 NVI
8 Si bien los entristecí con mi carta, no me pesa. Es verdad que antes me pesó, porque me di cuenta de que por un tiempo mi carta los había entristecido. 9 Sin embargo, ahora me alegro, no porque se hayan entristecido sino porque su tristeza los llevó al arrepentimiento. Ustedes se entristecieron tal como Dios lo quiere, de modo que nosotros de ninguna manera los hemos perjudicado. 10 La tristeza que proviene de Dios produce el arrepentimiento que lleva a la salvación, de la cual no hay que arrepentirse, mientras que la tristeza del mundo produce la muerte.
2 Corintios 7:8–10 NTV
8 No lamento haberles enviado esa carta tan severa, aunque al principio sí me lamenté porque sé que les causó dolor durante un tiempo. 9 Ahora me alegro de haberla enviado, no porque los haya lastimado, sino porque el dolor hizo que se arrepintieran y cambiaran su conducta. Fue la clase de tristeza que Dios quiere que su pueblo tenga, de modo que no les hicimos daño de ninguna manera. 10 Pues la clase de tristeza que Dios desea que suframos nos aleja del pecado y trae como resultado salvación. No hay que lamentarse por esa clase de tristeza; pero la tristeza del mundo, al cual le falta arrepentimiento, resulta en muerte espiritual.
La confesión de nuestros pecados es otro aspecto vital de la oración que honra a Dios.
La confesión es tan importante para los cristianos que esta incluida en el modelo de oración que nos dejo Jesús
Lucas 11:1–4 RVR60
1 Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. 2 Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. 3 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. 4 Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.
Una oración de confesión genuina no recurre a las excusas personales o a la promesa de hacerlo mejor la próxima vez, sino que apela a la misericordia de Dios. ¿cómo los cristianos deben confesar sus pecados de una manera que manifieste un genuino arrepentimiento.?
Al orar debemos recordar quiénes somos y esto requiere que confesemos nuestros pecados y pidamos perdón al Señor.
Pero es necesario definir que es la verdadera confesión y el arrepentimiento.
Es importante para nosotros como cristianos que llevemos cuentas claras con Dios, que aunque nuestros pecados han sido clavados en la cruz 1 Pedro 2:2424 quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. y Cristo ha expiado todos los pecados que hemos cometido en el pasado, presente y futuro Romanos 3:2525 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados,” , aun así, en términos del progreso de nuestra santificación y el desarrollo de nuestra relación continua con Dios, todavía estamos llamados a venir ante Él de manera regular confesando nuestros pecados.
ADORACIÓN
Debemos recordar que entes de la confesión de pecados debemos santificar el nombre de Dios, esto quiere decir que debemos reconocer quien es Dios.
Necesitamos recordar quién es Dios y quiénes somos nosotros.
A lo largo de la Escrituras encontramos un patrón muy claro sobre la bondad y la justicia y la magnificencia y la santidad de Dios, y la pecaminosidad, la inconsistencia y la deslealtad de los seres humanos delante de Él.
A veces escuchas a los cristianos hablar de Jesús como si fuera solo un amigo, no es que no sea un amigo en el sentido de una persona leal y confiable que está comprometida contigo, sino como si fuera un compadre.
Él es el Rey de reyes y el Señor de señores. Entonces, nuestro acróstico de oración comienza no solo con una expresión de adoración, sino con una postura y una actitud de adoración.
La mayor parte del tiempo que oramos. Traemos nuestra lista de peticiones a Dios. Le decimos a Dios lo que está en nuestros corazones, lo que queremos que haga por nosotros. Y no hay nada de malo en llevar nuestras peticiones ante Dios.
Es bueno, cuando estás en esta parte de la Adoración en tu oración es bueno que pienses en las muchas excelencias de Dios. Piensa en Sus atributos. Piensa en Su carácter. Piensa en Su ser y alábalo por ser quien es. De eso se trata la adoración
LA CONFESIÓN
Es apropiado que empecemos con el espíritu apropiado de adoración, recordando quién es Él, la santidad de Dios, eso debe moldear nuestra actitud cuando pasamos a la postura de confesión que surge de ella.
La confesión nace de darnos cuenta de la majestad de Dios.
EL VERDADERO ARREPENTIMIENTO INVOLUCRA LA CONTRICIÓN
Para que el espíritu de nuestra confesión sea uno que manifieste un arrepentimiento genuino. En teología hacemos distinción entre dos tipos de arrepentimiento: contrición y atrición.
Lo que queremos decir con «atrición» es el arrepentimiento que está motivado solo por el deseo de escapar y no pagar el costo de nuestro pecado.
Salmo 51:17 RVR60
17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.
Así que la verdadera confesión y el verdadero arrepentimiento implica un dolor piadoso por haber ofendido a Dios, un genuino alejamiento de nuestro pecado (eso es contrición genuina), no motivado solo por un boleto para salir del infierno o por temor al castigo.
Cuando ves a tus hijos pequeños con las manos en el frasco de galletas y los atrapas y tus manos están en tus caderas y te ven con esa expresión en la cara, y dicen: «¡Oh, Mami!, ¡Oh, Papi!, lo siento mucho, por favor no me castigues». Lo que estás viendo allí NO es contrición genuina. Lo que estás viendo es atrición, esto es un arrepentimiento que nace del miedo al castigo o a las consecuencias.
Ahora, si queremos entender cómo se supone que debe lucir este elemento de la oración, tenemos el modelo perfecto. Un modelo inspirado por Dios el Espíritu Santo en el Salmo 51, en el Antiguo Testamento.
Y este Salmo fue escrito por David después de que fue confrontado por el profeta Natán por su pecado con Betsabé. Ahora, permítanme recapitular eso un poco. Recuerdan la historia de David y Betsabé. David ya estaba casado. Tenía más de una esposa y su mirada se fijó en Betsabé mientras ella se bañaba y quedó locamente infatuado con ella.
Y no solo la tomó para él, sino que conspiró con sus generales para enviar a su esposo, Urías, que era un soldado leal a la corona, a David, e hizo que sus generales pusieran a Urías en el frente de batalla para asegurarse que lo mataran en batalla, y entonces de esa manera David quedarse con Betsabé para él.
SALMO 51
Y recuerden que cuando Natán vino a David, él le cuenta la parábola del hombre que tenía muchas ovejas y que vio a este pobre hombre que tenía una corderita, la cual era su única posesión y su orgullo y gozo. Hizo que esta corderita se quedara en su casa y comiera de su mesa y así fue. Pero este tipo rico y poderoso entró y confiscó la única corderita del hombre pobre.
Y cuando David oyó eso estaba furioso. Y le dijo a Natán: «No sucederá eso en mi reino». «No soportaré ese tipo de cosas». Y hace una perorata sobre la injusticia del hombre rico y poderoso quien había confiscado la corderita del hombre pobre. Y fue entonces cuando Natán mira a David y le dice: «David, tú eres aquel hombre». De repente, David despertó a la realidad de su culpa y a la gravedad de su crimen.
LA AUTO JUSTIFICACIÓN
Permítanme detenerme allí por un segundo y decir esto: David no es para nada atípico en ese sentido. Tenemos una asombrosa habilidad como seres humanos caídos para justificar nuestros pecados, para darnos argumentos ante nuestros pecados, para detener la voz acusadora de nuestra conciencia.
Proverbios 28:13 RVR60
13 El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.
Y, se necesita algo como la visión profética de un Natán para despertarnos de nuestro sueño dogmático en ese momento.
Y así, cuando David tuvo esa experiencia, su arrepentimiento fue genuino y su oración de confesión se ha convertido en un modelo para los cristianos desde entonces.
Y tenemos al mejor Natan, al Espiritu Santo Juan 16:7-87 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.8 Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.
Entonces, veamos esta oración rápidamente en el Salmo 51:11 Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.” , donde David empieza clamando a Dios diciendo: «Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a Tu misericordia; conforme a lo inmenso de Tu compasión». Permítanme parar en ese punto.
Cuando David clama a Dios, no le pide a Dios justicia, porque entiende claramente que él es culpable. Más bien, se entrega a la misericordia de la corte.
No hay nada en este salmo en el que David esté diciendo: «Señor, lo siento, pero, Señor, tienes que entender que este no fue un buen día, tenía cosas en mi mente. Estaba bajo mucha presión». No hay nada en esa súplica que mitigue las circunstancias para excusar su pecado.
David sabe que es culpable. David no… no intenta justificar lo que hace. En cambio, solo clama a Dios por la misericordia de Dios. “conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.”«Trata conmigo según tu hesed, es decir, tu misericordia, tu tierna misericordia, tu amor fiel, porque esa es la única esperanza que tengo».
Y luego continúa diciendo: «Borra mis transgresiones».
Me encanta esa imagen que usa allí, porque es muy apropiada y es una con la que todas las personas de todos los tiempos pueden identificarse.
BORRAR
Salmo 51:2-32 Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado. 3 Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí.
David grita y dice: «Señor, bórralo, bórralo. Mi pecado está siempre delante de mí y no puedo soportar verlo. Me persigue. Haz que desaparezca». «Lávame por completo de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis transgresiones y mi pecado está siempre delante de mí».
Aquí es donde dice: «Siempre está ahí frente a mí. Dondequiera que voy, no importa dónde me dirija, veo mi culpa. Por tanto, Dios, estoy sucio. Necesito que me laven. Necesito que me limpien y te pido que borres todas estas cosas, que las borres de tu memoria».
Ahora, uno de los aspectos de los que habla la Biblia, otra vez, usando metáforas del perdón de Dios, es esta, que Dios dice Salmo 103:1212 Cuanto está lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.” : «Como está de lejos el oriente del occidente, así alejó de nosotros nuestras transgresiones».
En Isaías Él dice : Isaias 1:1818 Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.” «Vengan ahora, y razonemos, aunque sus pecados sean como la grana», ¿qué? «Como la nieve serán emblanquecidos. Aunque sean como el carmesí, como lana quedarán». Una vez más, Isaías está diciendo que Dios tiene la capacidad, el poder y el Espíritu para cambiar esa mancha sangrienta en nuestras manos y hacerla absolutamente blanca.
El perdón de Dios.
Y Él quita nuestras transgresiones de nosotros y no las recuerda nunca más contra nosotros.
Miqueas 7:19 RVR60
19 El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.
De nuevo, eso no significa que cuando Dios olvida nuestro pecado, Él tiene una pérdida de memoria. Obviamente, Dios es omnisciente y siempre sabe lo que sea que hayamos hecho, pero cuando dice que no lo recordará, quiere decir que no lo recordará más contra nosotros, nunca más.
Una vez son perdonados, son eliminados del registro.
Están borrados por así decirlo y Él nos hace limpios ante Sus ojos.
Ahora, es importante que lo entendamos porque no solo en un nivel vertical debemos entender lo que significa confesar nuestros pecados y lo que significa el arrepentimiento y lo que significa el perdón, sino también en un nivel horizontal.
Colosenses 3:13 RVR60
13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
Cuando le dices a alguien que lo perdonas, eso significa que ya NO tienes nada en contra suyo.
Nunca más lo mencionas. Está en el mar del olvido, PARA que la próxima vez que hagan lo mismo, no digas: «Van dos». Dices: «Esa es la primera», si de verdad perdonaste la primera vez. Porque esa es la forma en la que Dios trata con nosotros.
Y así, cuando venimos ante Él en oración, debemos venir en este espíritu que David ilustra para nosotros.
Ahora, él dice algo extraño aquí en el versículo 4 Salmo 51:44 Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio.” : «Contra Ti, contra Ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de Tus ojos». Si esta oración no fuera inspirada por el Espíritu Santo, me inclinaría a cuestionar aquí el razonamiento de David. Porque, en realidad, David pecó contra muchas más personas que solo contra Dios.
Pecó contra su esposa.
Pecó contra su propia familia.
Pecó contra Betsabé.
Pecó contra Urías.
Pecó contra sus generales.
Pecó contra todos los soldados de su ejército que eran leales a él, porque rompió la confianza de sus soldados.
Pecó contra toda la nación porque él era el rey y como rey se le confió el liderazgo y se suponía que debía imitar y reflejar la justicia de Dios para su pueblo y no lo hizo.
Es decir, transgredió contra todos en la ciudad. Entonces, ¿por qué dice: «Es contra ti y solo contra ti que he pecado»? Bueno, en última instancia, el pecado es una ofensa contra Dios. Es Su ley la que está siendo quebrantada. Y cuando quebrantamos la ley de Dios, estamos transgrediendo contra Él porque Él es quien da la ley.
Así que, en este punto, David no está tratando de minimizar su culpa ante los hombres, sino que está tratando de maximizar y enfrentarse a la totalidad de su culpa ante Dios.
Y es por eso que hace esta declaración: que es contra Dios. Luego continúa diciendo: «De manera que eres justo cuando hablas, y sin reproche cuando juzgas».
Este es el verdadero espíritu del arrepentimiento y sin estos elementos no tienes arrepentimiento.
Por mucho que apeles a la misericordia, por mucho que reconozcas tus malas acciones y todo eso, hasta que no llegues al lugar donde realmente crees que Dios sería perfectamente justo para exigir el castigo completo sobre ti, imponer un castigo completo sobre ti y exigir el pago completo de ti, realmente no te has arrepentido.
Mientras pienses que mereces el perdón o que mereces misericordia, realmente no te has arrepentido.
La persona verdaderamente penitente dice: «Dios, entiendo, no tengo ningún reclamo en este momento. Perdí todos mis derechos. Tienes todo el derecho de destruirme. Tienes todo el derecho de castigarme según la plena medida de la ley. Te pido que no lo hagas. Te suplico que no lo hagas, pero reconozco que, si lo haces, no tengo motivos para quejarme en tu contra». Este es un verdadero espíritu de contrición.
Luego continúa diciendo: Salmo 51:55 He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre.” «Yo nací en iniquidad, y en pecado me concibió mi madre». Ahora, esta es una parte muy importante de esta oración y una que fácilmente puede ser malinterpretada. Podríamos mirar esto y decir: «Bueno, después de todo, Dios, tú sabes, nací en pecado y fue en pecado que mi madre me concibió. Nací con naturaleza caída. Entonces, ¿qué esperas?». Es decir, esto podría entenderse como un intento de mencionar circunstancias atenuantes que reducirían el grado de culpa que David tiene.
Eso NO es lo que está diciendo. Más bien, está llevando su confesión un paso más allá. Él está diciendo: «Sé que nací en pecado. Y sé que fui concebido en pecado, sé que peco porque soy un pecador porque tengo una naturaleza corrupta que penetra en el núcleo mismo de mi ser y me estoy arrepintiendo de eso». No le está pasando la culpa a su madre. Él no le está pasando la culpa a Adán, en quien David cayó.
Sino que está reconociendo ese concepto tan difícil y profundo que la Biblia tiene de que somos realmente culpables de nuestra participación en la caída de Adán. Que el haber nacido «caídos» es un castigo justo de Dios por nuestra culpa incurrida en y con y a través de Adán.
Entonces, David no solo está pidiendo perdón por el pecado particular que ha cometido, sino que está orando por perdón por su carácter pecaminoso, su naturaleza pecaminosa.
Oración por el pecado en particular.
Rara vez hacemos eso. Lo hacemos de una manera diferente. Esta es la forma en la que oramos por perdón. «Querido Dios, por favor perdóname por todos mis pecados». Oramos por el perdón en general.
Ahora, eso NO es lo que David está haciendo aquí. Él está orando por el perdón en particular, por pecados específicos y la única generalización que está haciendo aquí no es por sus pecados en general, sino por su carácter en general. «Perdóname por lo que soy, por quien soy y por la disposición pecaminosa de mi corazón que desde mi nacimiento ha estado produciendo este tipo de comportamiento». Salmo 51:66 He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.” «Tú deseas la verdad en lo más íntimo, Y en lo secreto me harás conocer sabiduría». «No quieres la verdad en la superficie, sino la verdad que viene del corazón».
Salmo 51:77 Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré más blanco que la nieve.Y luego continúa y le pide a Dios que lo purifique con hisopo para que pueda ser limpio, que lo lave para que sea más blanco que la nieve.
Él dice Salmo 51:8-98 Hazme oír gozo y alegría, Y se recrearán los huesos que has abatido. 9 Esconde tu rostro de mis pecados, Y borra todas mis maldades.” : «Hazme oír gozo y alegría, haz que se regocijen los huesos que has quebrantado. Esconde Tu rostro de mis pecados, y borra todas mis iniquidades». Y luego le pide a Dios que cree en él un corazón nuevo y limpio, etc.
Permítanme pasar rápidamente al versículo 14. Él dice: Salmo 51:14-1714 Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación; Cantará mi lengua tu justicia. 15 Señor, abre mis labios, Y publicará mi boca tu alabanza. 16 Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; No quieres holocausto. 17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.” ”
¿Recuerdan lo que sucedió inmediatamente después de la visita a David por parte del profeta Natán? Cómo David era culpable de asesinato y adulterio y porque era culpable de estos delitos, David era culpable de delitos capitales. La pena, la pena civil por estos crímenes en el Antiguo Testamento era la muerte.
Pero Dios salvó a David de ese castigo y Natán le dijo a David que lo haría, que su vida sería perdonada. 2º Samuel 12:1313 Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová. Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás.” Pero, dijo, «el fruto de tu unión con Betsabé no se salvará».
Dios iba a requerir la vida del bebé. Y entonces nació el bebé. ¿Y recuerdan cómo sigue la historia? Cómo David entró en su habitación y durante siete días y siete noches no comió, ni bebió. Estaba de luto y en cenizas rogando a Dios en oración, intercediendo por la vida de ese bebé. Diciendo: «Por favor, por favor, por favor, Dios, no dejes que este bebé muera». Y, recuerdan que después de que pasó la semana, el bebé murió y los asistentes de David tenían miedo de ir a la habitación y decírselo porque vieron lo alterado que estaba y lo angustiado que estaba; tenían miedo de que si entraban y le anunciaban a David que el bebé había muerto, entonces David se haría daño.
Y los vio a ellos deambulando y mirando nerviosos a su habitación y David fue lo suficientemente inteligente como para saber lo que había pasado. Y, dijo, «El bebé murió, ¿cierto?» Le dijeron: «Sí». Y entonces, ¿qué hizo David? De inmediato se lavó la cara, se vistió, se ungió la cabeza con aceite, fue a la iglesia y alabó a Dios.
Tomó su castigo y alabó a Dios. Y él dijo: Salmo 51:16-1716 Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; No quieres holocausto. 17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.” «Oh Dios, si tú te deleitaras en sacrificios, yo los ofrecería; si quisieras holocaustos, yo los ofrecería. Pero los sacrificios de Dios son el espíritu contrito; el corazón contrito. Eso nunca lo despreciarás».
Y esa debe ser nuestra actitud cada vez que oramos. Que tan pronto como adoramos las maravillas de Dios, necesitamos contrastar la belleza de Su santidad con una confesión fresca de nuestras transgresiones ante Él en un espíritu de contrición.
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