La piedad que Dios desea en la vida de las mujeres cristianas Tito 2:3-5

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La piedad que Dios desea en la vida de las mujeres cristianas parte 3
Tito 2:3-5
I. v.3 LA MUJER EXCELENTE:
La piedad en su conducta
A. Reverentes en su porte
B. No calumniadoras
C. No esclavas del vino
D. Maestras del bien
II. v.4-5 LA ESPOSA EXCELENTE:
La piedad en su hogar
A. Amar a sus maridos
B. Amar a sus hijos
C. Ser prudentes
D. Ser castas
E. Ser cuidadosas de su casa
F. Ser buenas
G. Ser sujetas a sus maridos
Prudentes: sophronas, σώφρονας σώφρων prudente, sensato sensatas, JAPF 88.94
Francisco Lacueva Lafarga, Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español, ed. Juan Carlos Cevallos A. (Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico; Editorial CLIE, 2016), Tit 2:5.

Strong 4996—LN 88.94 moderadamente, con dominio propio, sensatamente, sobriamente (RVR, LBLA), con dominio propio, buen juicio (DHH), con justicia (NVI) (Tit 2:12+)

Castas: santo (puro) adj. — tener las características de pureza ritual o moral; el contexto a menudo enfatiza uno sobre el otro.
ἁγνάς ἁγνός puro puras, JAPF 88.28
Francisco Lacueva Lafarga, Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español, ed. Juan Carlos Cevallos A. (Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico; Editorial CLIE, 2016), Tit 2:5.
ἁγνός, ή, όν. (compar. es ἁγνότερος; superl. ἁγνότατος). Puro, casto, santo, sagrado, expiado, purificado. A.T. מָהוֹר, Sal. 11:7; Sal. 18:10; Pr. 15:26. זָכָה; Pr. 20:9. זַךְ, Pr. 21:8.
N.T. A) De cosas: Fil. 4:8; Stg. 3:17; 1 P. 3:2.
B) De personas: 2 Co. 7:11; 2 Co. 11:2; 1 Ti. 5:22; Tit. 2:4–5; 1 Jn. 3:3.
Alfred E. Tuggy, Lexico griego-español del Nuevo Testamento (El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano, 2003), 8.
Ser cuidadosas de su casa: unica palabra en todo el nuevo testamento
οἰκουργούς οἰκουργός ama de casa amas de casa, JAPF 46.3
Francisco Lacueva Lafarga, Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español, ed. Juan Carlos Cevallos A. (Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico; Editorial CLIE, 2016), Tit 2:5.

3877 οἰκουργός (oikourgos), όν (on): adj.; ≡ Strong 3626—LN 46.3 ama de casa, relativo a estar ocupado en la casa, a trabajar en la casa (Tit 2:5+)

quehaceres del hogar adj. — caracterizado por aplicarse uno mismo diligentemente a cuidar la casa y del hogar; especialmente entendido como si fuera un oficio o vocación.
Ser buenas: ἀγαθάς ἀγαθός bueno, bondadoso bondadosas,  JAPF 88.1
Francisco Lacueva Lafarga, Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español, ed. Juan Carlos Cevallos A. (Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico; Editorial CLIE, 2016), Tit 2:5.
bueno adj. — tener cualidades deseables o positivas; especialmente las adecuadas para una cosa especificada. actitudes.

19 ἀγαθός (agathos), ή (ē), όν (on): adj.; ≡ DIBHeb 3201, 3202, 3206, 3208; Strong 18; TDNT 1.10—1. LN 88.1 bueno (cualidades morales en general) (Mt 19:16); 2. LN 65.20 bueno (valor), relativo a diferentes objetos, es decir, tierra (Lc 8:8); 3. LN 57.110 generoso (Mt 20:15); 4. LN 57.33 τὰ ἀγαθά (ta agatha), posesiones Lc 12:18+

Ser sujetas a sus maridos: ὑποτασσομένας ὑποτάσσω someter, subordinar, sujetar siendo sujetas VPPP-PAF 36.18
vos pasiva presente la acción recae en otra persona: su esposo
Francisco Lacueva Lafarga, Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español, ed. Juan Carlos Cevallos A. (Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico; Editorial CLIE, 2016), Tit 2:5.
ser sumiso v. — estar o llegar a estar inclinado o dispuesto a someterse a las órdenes o deseos de otros o a mostrar dicha inclinación.

5718 ὑποτάσσομαι (hypotassomai), ὑποτάσσω (hypotassō): vb.; ≡ Strong 5293; TDNT 8.39—1. LN 36.18 (dep.) obedecer, ser obediente (Lc 2:51; Ef 5:22 v.l.); 2. LN 37.31 poner bajo control, poner en sujeción (1 Co 15:27; Ef 1:22; Fil 3:21; He 2:5, 8)

ὑποτάσσω. (fut. ὑποτάξω; 2 fut. pas. ὑποταγήσομαι; 1 aor. ὑπέταξα; 2 aor. pas. ὑπετάγην; perf. pas. ὑποτέταγμαι). Someter, subordinar, sujetar. Voz pas. Someterse a, obedecer, sujetarse a, estar bajo la autoridad de, estar sumiso. A.T. דָּבַר, Sal. 17:48(18:47). דּוּמִיָּה; Sal. 61:2(62:1). דָּמַם Sal. 36(37):7. כָּבַשׁ ni., 1 Cr. 22:18. מָשַׁל hi., Dn. 11:39. נָתַן יָד תַּחַת, 1 Cr. 29:24. פְּלַח, Dn. 7:27. רָדַד, Sal. 143(144):2. שִׂים qal. Hag. 2:18. שִׂים pe., Dn. 6:14(13). שִׁית, Sal. 8:7(6).

N.T. A) Someter, subordinar, sujetar: Ro. 8:20; 1 Co. 15:27–28; Ef. 1:22; Fil. 3:21; He. 2:5; He. 2:8.

B) Voz pas. someterse a, obedecer, sujetarse a, estar bajo la autoridad de, estar sumiso: Lc. 10:17; Lc. 10:20; Ro. 8:7; Ro. 8:20; Ro. 10:3; Ro. 13:1; Ro. 13:5; 1 Co. 14:32; 1 Co. 14:34; 1 Co. 15:27–28; 1 Co. 16:16; Ef. 5:21; Ef. 5:24; Col. 3:18; Tit. 2:9; Tit. 3:1; He. 2:8; He. 12:9; Stg. 4:7; 1 P. 2:13; 1 P. 2:18; 1 P. 3:22; 1 P. 5:5.

Propósito para que la palabra de Dios no sea blasfemada
Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Tit 2:5.

977. βλασφημέω blasfemar, decir una blasfemia, injuriar, hablar mal Mt 9:3; 26:65; 27:39; Mc 2:7; 3:28,29; 15:29; Lc 12:10; 22:65; 23:39; Jn 10:36; Hch 13:45; 18:6; 19:37; 26:11; Ro 2:24; 3:8; 14:16; 1Co 10:30; 1Ti 1:20; 6:1; Tit 2:5; 3:2; St 2:7; 1Pe 4:4; 2Pe 2:2,10,12; Jud 1:8,10; Ap 13:6; 16:9,11,21

ser blasfemado (estado) v. — ser o llegar a ser calumniado; utilizado de Dios o algo consagrado a Dios.
COMENTARIO JUAN CALVINO
Comentario a las Epístolas Pastorales (Capítulo 2)
él desea que gobiernen su propia casa de una manera sobria y ordenada; les prohíbe vagar en lugares públicos; les ordena que sean castas, y al mismo tiempo modestas, como para que se sometan al dominio de su esposo; porque aquellas que exceden en otras virtudes, algunas veces se aprovechan de ello para actuar arrogante mente, y desobedecer a su marido.Cuando Pablo añade: para que la palabra de Dios no sea blasfemada, se supone que esto se relaciona estrictamente con las mujeres que estaban casadas con esposos incrédulos, y que podrían juzgar el Evangelio por la mala conducta de sus esposas; y esto parece ser confirmado en 1 Pedro 3:1. ¿Pero qué si no se refiere sólo a los esposos? Y ciertamente, es probable que él exiija tanta severidad en la vida como para no ocasionar que el Evangelio caiga en el desprecio del público por sus vicios. En cuanto a las otras partes del versículo, el lector las encontrará explicadas en el Comentario a la Primera Epístola a Timoteo.
COMENTARIO JOHN MCARTHUR
1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo, Tito (MUJERES JÓVENES)
En tercer lugar, las mujeres jóvenes y casadas deben ser prudentes.
Esta es la misma cualidad que debería caracterizar a los ancianos en la iglesia (1:8), a todos los hombres de edad (2:2) y de hecho a todos los creyentes (2:12). El sentido común y el buen juicio deberían mejorar con la edad, pero deberían ser evidentes incluso desde los comienzos de la vida adulta.
En cuarto lugar, las mujeres jóvenes deben ser castas.
Hagnos (castas) se refiere en primer término a la pureza moral, y de forma especial en este contexto, a la pureza sexual y a la fidelidad marital. Como las mujeres ancianas, y de hecho como todas las mujeres cristianas, las esposas jóvenes deben ataviarse “de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad” (1 Ti. 2:9–10). “Pudor” se refiere a control moral, a mantener bajo sujeción las pasiones, en especial las de tipo sexual. “Modestia” se refiere a un sentido saludable de vergüenza frente a decir cualquier cosa, hacer cualquier cosa o vestirse de cualquier manera que pueda ocasionar lujuria en un hombre.Pedro también se dirigió a las mujeres cristianas diciendo:Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos; como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza. (1 P. 3:3–6)
En quinto lugar, las mujeres jóvenes casadas deben ser cuidadosas de su casa.
Una de las cosas más difíciles de hacer para las esposas contemporáneas es sentirse satisfechas como amas de casa. Parte de la razón es que los electrodomésticos modernos y otras utilidades simplifican y reducen en gran manera el trabajo doméstico, y el tiempo que no se utiliza para algo constructivo produce aburrimiento, insatisfacción y con frecuencia mayores tentaciones.Sin embargo, la presión más grande sobre las esposas jóvenes en la actualidad es la saturación de nuestra cultura por los preceptos de las feministas radicales, quienes creen que la permanencia de las esposas en el hogar es una forma flagrante de servidumbre impuesta por los hombres de la cual necesitan liberarse todas las mujeres. Insisten sin ambages en que las mujeres deberían ser tan libres como los hombres para trabajar fuera del hogar en cualquier trabajo, con la intensidad y durante todo el tiempo que quieran.Por muchos años en los Estados Unidos, más del 50 por ciento de las madres con hijos menores de seis años han tenido trabajos fuera del hogar. El porcentaje es mucho mayor para las mujeres con hijos mayores de esa edad. En el año 2000 el 90 por ciento de todas las mujeres entre las edades de 16 y 65 años ya trabajaban fuera del hogar. Esa tendencia es estremecedora aun para muchos observadores seculares, quienes reconocen el daño hecho a los hijos pequeños que pasan gran parte de su tiempo con adultos que no son sus padres y reciben de ellos la mayor parte de su formación o falta de formación. Las estadísticas también dejan en claro que las aventuras fuera del matrimonio aumentan de forma exponencial con las mujeres que trabajan fuera del hogar, por la simple razón de que se exponen más a la tentación. Además de ello, con frecuencia terminan bajo la autoridad de un hombre diferente a su esposo (cp. Ef. 5:22, en especial la palabra “propios”), en un ambiente antitético frente a estándares cristianos de moralidad y funciones de género.Es trágico que muchas madres jóvenes se vean forzadas a tener trabajos fuera del hogar debido a que sus esposos han muerto, están en la prisión o las han dejado y no pagan el sostenimiento de los hijos, perdón debido a que nunca se han casado y sus propias familias son incapaces de ayudar o no están dispuestas a hacerlo. También es trágico que muchas iglesias y amigos cristianos desatienden su obligación de ayudar a las mujeres jóvenes que se encuentran atrapadas en esas situaciones difíciles. Lo cierto es que si la madre está lejos del hogar los hijos pequeños son cuidados fuera de casa, cuando en realidad necesitan estar allí cuanto más sea posible y no ser privados de la compañía y la instrucción de sus madres.Es obvio que las mujeres que no tienen hijos o cuyos hijos ya han crecido tienen menos obligaciones en el hogar y por lo tanto cuentan con mayor tiempo disponible. El punto no es tanto que el lugar de una mujer sea la casa, sino que su responsabilidad es el hogar. Es posible que tenga un trabajo razonable por fuera o que elija trabajar en la iglesia o servir en el ministerio a través de alguna entidad cristiana, en un hospital, una escuela o de muchas otras formas. Sin embargo, el hogar es el dominio y territorio especial de una mujer, y siempre debería ser su máxima prioridad. Allí es donde ella puede ofrecer más ánimo y apoyo a su esposo, y es el mejor lugar para ejercer la hospitalidad con amigos cristianos, vecinos incrédulos, así como misioneros u otros obreros cristianos que vienen de visita.
Con relación al mandato de ser cuidadosas de su casa, las esposas cristianas jóvenes deben cuidarse mucho de ser prudentes y sensibles, como se les amonesta antes en este versículo. Deben comunicarse con sus esposos y consultar con ellos para que haciendo uso del buen juicio se decida cuánto tiempo se puede pasar de manera justificada y sabia en actividades por fuera del hogar, bien sea en un trabajo asalariado o en alguna forma de servicio.
Cuando ellas tienen un deseo genuino de obedecer y honrar al Señor en todas las cosas y buscan la guía de su Palabra en oración, pueden tener la seguridad de que Él proveerá la sabiduría y resolución necesarias.
Las verdaderas víctimas en la actualidad no son mujeres que con disposición voluntaria mantienen lazos de amor con al Señor, sus esposos y sus hijos. Las verdaderas víctimas son más bien aquellas mujeres que han sido engañadas por ideas feministas, antibíblicas y satánicas acerca de liberarse de Dios y del hogar.
El hogar es donde una esposa puede suministrar las mejores expresiones de amor por su esposo. Es el lugar donde enseña y guía a sus hijos además de darles un ejemplo de piedad insustituible. Allí es protegida de relaciones abusivas e inmorales con otros hombres, y sobre todo en nuestro tiempo, en el hogar es protegida de influencias mundanas aun a pesar de las intromisiones impías de elementos nocivos como lo son muchos programas de televisión, revistas y otros. El hogar es donde ella tiene una oportunidad especial para mostrar hospitalidad y para dedicarse a hacer otras buenas obras.
El hogar es donde ella puede hallar una realización personal auténtica y satisfactoria, como cristiana y como mujer.
En sexto lugar, las mujeres jóvenes deben ser buenas, y el significado de esto es obvio. Han de ser amables, consideradas, amistosas, simpáticas y comprensivas, incluso con las personas que no merecen ese trato o que no les tratan bien a ellas. Ser buenas equivale a ser semejantes a Dios, “porque él es benigno para con los ingratos y malos”, como dijo Jesús (Lc. 6:35). De manera similar, Pablo amonesta a los creyentes a ser “benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Ef. 4:32).
En séptimo y último lugar, las mujeres jóvenes casadas deben ser sujetas a sus maridos. Al igual que todas las mujeres cristianas “casadas [deben estar] sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo” (Ef. 5:22–24; cp. 1 Ti. 2:11–14).
Carlos Spurgeon escribió este tributo hermoso a su esposa Susana:Ella se deleita en su esposo, en su persona, su carácter y su afecto; para ella, él no solo es el primero y único entre todos los hombres, sino que en sus ojos él es todo en todo. El amor de su corazón pertenece a él y solo a él. Él es su pequeño universo, su paraíso, su tesoro selecto. Ella se alegra de poder fundir su individualidad con la de él; no procura renombre para sí misma porque su honor se refleja en ella, y ella se regocija en esa honra. Ella defenderá su nombre hasta la muerte; él tendrá seguridad suficiente dondequiera que ella hable en su nombre. Su sonrisa de gratitud es toda la recompensa que ella busca. Hasta en su vestimenta ella piensa en él y no considera bello lo que a él disgusta.Él tiene muchos objetivos en la vida, algunos de los cuales ella no entiende del todo; pero ella cree en todos ellos y se deleita en hacer cualquier cosa que pueda para promoverlos. Tal esposa, como una verdadera cónyuge, hace realidad el modelo divino de la relación matrimonial y ejemplifica la clase de unidad que debemos mantener con nuestro Señor.
Para que la palabra de Dios no sea blasfemada es la segunda de cuatro cláusulas de propósito en este pasaje (véase también vv. 4, 8, 10).
Esta y la del versículo 10 se enfocan en glorificar la Palabra de Dios.En su primera carta a Timoteo, Pablo hace una admonición similar con un objetivo expresado en sentido negativo, dirigida a viudas jóvenes: “Quiero, pues, que las viudas jóvenes se casen, críen hijos, gobiernen su casa; que no den al adversario ninguna ocasión de maledicencia. Porque ya algunas se han apartado en pos de Satanás” (1 Ti. 5:14–15; cp. 3:7; 6:1). Siempre que se hace lo que Satanás quiere, sin importar qué sea, la gloria del Señor es afrentada y su palabra es blasfemada y deshonrada.
Blasfemada es la traducción de blasphēmeō, que significa “difamar o deshonrar”. William Kelley traduce esta frase así: “para que la Palabra de Dios no sufra escándalo alguno”. El punto de Pablo es que no solo las cosas malas que decimos y hacemos, sino también las cosas buenas que dejamos de decir y hacer, deshonran a Dios y a su Palabra ante la iglesia y ante el mundo. Los incrédulos juzgan la autenticidad y el valor de nuestra fe más por nuestra manera de vivir que por nuestra teología. Al hacerlo, juzgan la verdad y el poder de la palabra de Dios por la forma en la que llevamos nuestra vida. El mundo juzga el evangelio, que es el corazón de la palabra de Dios, por el carácter de las personas que lo creen y que afirman ser transformadas por él. El filósofo alemán del siglo diecinueve Heinrich Heine dijo: “Muéstrenme sus vidas redimidas y quizás me sienta inclinado a creer en su Redentor”.Muchos esposos han rechazado a Dios y han hecho mofa de su palabra a causa de la conducta no piadosa de una esposa cristiana que no es amorosa ni sumisa (cp. 1 P. 3:1–2). Por supuesto, también es verdad que las vidas hipócritas de esposos, hijos, padres y otros parientes y amigos cristianos han tenido y continúan teniendo el mismo efecto trágico.A causa de su adulterio con Betsabé y su participación en la muerte violenta de su esposo Urías, el Señor dijo a David por medio del profeta Natán: “¿Por qué, pues, tuviste en poco la palabra de Jehová, haciendo lo malo delante de sus ojos?… Por lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me menospreciaste, y tomaste la mujer de Urías heteo para que fuese tu mujer… He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu misma casa” (2 S. 12:9–11). Aun después que David confesó y fue perdonado, el Señor prometió un castigo todavía mayor. “Por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová”, le explicó Natán, “el hijo que te ha nacido ciertamente morirá” (2 S. 12:14).Pablo denunció con intransigencia a los israelitas infieles diciendo: “He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío, y te apoyas en la ley, y te glorías en Dios, y conoces su voluntad, e instruido por la ley apruebas lo mejor, y confías en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas… Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo?… Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios? Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros” (Ro. 2:17–19, 21, 23–24; cp. Is. 52:5).Por cuanto “mientras la casa de Israel moraba en su tierra, la contaminó con sus caminos y con sus obras”, el Señor recordó a su pueblo: “Les esparcí por las naciones, y fueron dispersados por las tierras; conforme a sus caminos y conforme a sus obras les juzgué. Y cuando llegaron a las naciones adonde fueron, profanaron mi santo nombre, diciéndose de ellos: Estos son pueblo de Jehová, y de la tierra de él han salido” (Ez. 36:17, 19–20). Debido a que Israel vivió igual que los paganos inmorales e impíos, su Dios verdadero y santo fue envilecido, escarnecido y considerado como no más justo ni poderoso que los dioses paganos falsos y decadentes.La preocupación e interés positivos en vivir de tal modo que Dios y su Palabra no sean deshonrados, lo cual levanta una barrera entre los no salvos y el evangelio, se traducen en llevar una vida que pueda atraer a los no salvos a nuestro Señor de gracia.Jesús manda a sus seguidores: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mt. 5:16). Pablo dijo acerca de los creyentes en Corinto: “sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón” (2 Co. 3:3). Bien sea que se lo propongan o no, los cristianos son “cartas vivientes” de Cristo y en ocasiones son el único testimonio que el mundo tiene sobre el Señor y su evangelio de salvación.Parece que existe un número casi ilimitado de estrategias, metodologías y técnicas que han sido desarrolladas para ganar a las personas para Jesucristo. En la mayoría de los casos, la meta es noble y el deseo es digno de admiración. Además, aunque nuestras ideas, métodos y planeación humanos tienen un lugar adecuado en la obra de la iglesia de Cristo, siempre deben estar en congruencia con y subordinados a los requisitos y principios fundamentales para el evangelismo que Dios establece en su Palabra. Estos incluyen una proclamación clara de la pecaminosidad innata de todo hombre, su perdición y su necesidad perentoria de salvación, la cual solo puede alcanzarse mediante fe en la obra expiatoria y sustitutiva de Jesucristo, quien pagó el castigo pleno por el pecado y cuya justicia es acreditada al creyente penitente, arrepentido y perdonado.La única plataforma desde la cual deben predicar y testificar los cristianos es una vida transformada marcada por la virtud y la piedad. Hemos de vivir de tal manera “que [seamos] irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual [resplandecemos] como luminares en el mundo” (Fil. 2:15). Como hijos de Dios, deberíamos ser piadosos de la manera como Él manda: “Sed santos, porque yo soy santo” (1 P. 1:16). Somos “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que [anunciemos] las virtudes de aquel que [nos] llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 P. 2:9).Para que una persona quede convencida de que Dios le puede salvar del pecado, necesita observar a alguien quien ha sido salvo del pecado y que en la medida de lo posible vive una vida separada del pecado. Para que una persona se convenza de la esperanza que hay en Dios, se le debe mostrar a alguien que tenga esperanza mientras que antes solo tenía desesperación. Para que una persona sea convencida de que Dios puede proveernos de manera milagrosa amor, paz y felicidad, necesita que se le muestre a alguien que irradie en el presente esas bendiciones.
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