Sermón sin título (2)

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Hebreos 8:1–9:22 NBLA
Ahora bien, el punto principal de lo que se ha dicho es este: tenemos tal Sumo Sacerdote, que se ha sentado a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, como ministro del santuario y del tabernáculo verdadero, que el Señor erigió, no el hombre. Porque todo sumo sacerdote está constituido para presentar ofrendas y sacrificios, por lo cual es necesario que este Sumo Sacerdote también tenga algo que ofrecer. Así que si Él estuviera sobre la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo sacerdotes que presentan las ofrendas según la ley; los cuales sirven a lo que es copia y sombra de las cosas celestiales, tal como Moisés fue advertido por Dios cuando estaba a punto de erigir el tabernáculo. Pues, dice Él: «Haz todas las cosas conforme al modelo que te fue mostrado en el monte». Pero ahora Jesús ha obtenido un ministerio tanto mejor, por cuanto Él es también el mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas. Pues si aquel primer pacto hubiera sido sin defecto, no se hubiera buscado lugar para el segundo. Porque reprochándolos, Él dice: «Miren que vienen dias, dice el Señor, En que estableceré un nuevo pacto Con la casa de Israel y con la casa de Judá; No como el pacto que hice con sus padres El día que los tomé de la mano Para sacarlos de la tierra de Egipto; Porque no permanecieron en Mi pacto, Y yo me desentendí de ellos, dice el Señor. »Porque este es el pacto que Yo haré con la casa de Israel Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré Mis leyes en la mente de ellos, Y las escribiré sobre sus corazones. Yo seré su Dios, Y ellos serán Mi pueblo. »Y ninguno de ellos enseñará a su conciudadano Ni ninguno a su hermano, diciendo: “Conoce al Señor”, Porque todos Me conocerán, Desde el menor hasta el mayor de ellos. »Pues tendré misericordia de sus iniquidades, Y nunca más me acordaré de sus pecados». Cuando Dios dijo: «Un nuevo pacto», hizo anticuado al primero; y lo que se hace anticuado y envejece, está próximo a desaparecer. Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas para el culto y el santuario terrenal. Porque había un tabernáculo preparado en la parte anterior, en el cual estaban el candelabro, la mesa, y los panes consagrados. Este se llama el lugar santo. Y detrás del segundo velo había un tabernáculo llamado el Lugar Santísimo, el cual tenía el altar de oro del incienso y el arca del pacto cubierta toda de oro, en la cual había una urna de oro que contenía el maná y la vara de Aarón que retoñó y las tablas del pacto. Sobre el arca estaban los querubines de gloria que daban sombra al propiciatorio. Pero de estas cosas no se puede hablar ahora en detalle. Así preparadas estas cosas, los sacerdotes entran continuamente al primer tabernáculo para oficiar en el culto. Pero en el segundo, solo entra el sumo sacerdote una vez al año, no sin llevar sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados del pueblo cometidos en ignorancia. Queriendo el Espíritu Santo dar a entender esto: que el camino al Lugar Santísimo aún no había sido revelado en tanto que el primer tabernáculo permaneciera en pie. Esto es un símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto en su conciencia al que practica ese culto, ya que tienen que ver solo con comidas y bebidas, y diversos lavamientos, ordenanzas para el cuerpo impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas. Pero cuando Cristo apareció como Sumo Sacerdote de los bienes futuros, a través de un mayor y más perfecto tabernáculo, no hecho con manos, es decir, no de esta creación, entró al Lugar Santísimo una vez para siempre, no por medio de la sangre de machos cabríos y de becerros, sino por medio de Su propia sangre, obteniendo redención eterna. Porque si la sangre de los machos cabríos y de los toros, y la ceniza de la novilla, rociadas sobre los que se han contaminado, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, quien por el Espíritu eterno Él mismo se ofreció sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de obras muertas para servir al Dios vivo? Por eso Cristo es el mediador de un nuevo pacto, a fin de que habiendo tenido lugar una muerte para la redención de las transgresiones que se cometieron bajo el primer pacto, los que han sido llamados reciban la promesa de la herencia eterna. Porque donde hay un testamento, necesario es que ocurra la muerte del testador. Pues un testamento es válido solo en caso de muerte, puesto que no se pone en vigor mientras vive el testador. Por tanto, ni aun el primer pacto se inauguró sin sangre. Porque cuando Moisés terminó de promulgar todos los mandamientos a todo el pueblo, conforme a la ley, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua y lana escarlata e hisopo, y roció el libro mismo y a todo el pueblo, diciendo: «Esta es la sangre del pacto que Dios les ordenó a ustedes». De la misma manera roció con sangre el tabernáculo y todos los utensilios del ministerio. Y según la ley, casi todo ha de ser purificado con sangre, y sin derramamiento de sangre no hay perdón.
QUE EN CRISTO TENEMOS EL NUEVO PACTO, EL ENTRO EN EL REINO DE LOS CIELOS UNA VES POR SIEMPRE.
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