Salmo 15
Salmo 15
15:1. David se preguntaba: ¿Quién habitará en el tabernáculo; i.e., el santuario del Señor? Éste se encontraba en el monte santo; i.e., en Sion, la ciudad de David (cf. 2 S. 6:10–12, 17 y el comentario de Sal. 2:6). La pregunta se refiere a quién es capaz de ser “huésped” del Señor y vivir en el lugar donde se encuentra su presencia. Es una pregunta espiritual: ¿quién puede acercarse a Dios y alabarlo en su morada?
15:2a–b. Primero se da respuesta a la pregunta del v. 1 en forma resumida (v. 2a–b) por medio de dos descripciones y después se amplía (vv. 2c–5) con otras ocho. La persona aceptable es el que a) anda en integridad y también, b) hace justicia en todas sus acciones. La metáfora de “andar” se usa a través de la Biblia para referirse al patrón personal de vida y conducta que sigue un individuo (cf. 1:1). “Que es íntegro” (tāmîm) significa cabal, sincero, completo o perfecto. Una persona justa vive en obediencia a Dios y mantiene una vida íntegra.
Sus actividades van en armonía con los estándares divinos; i.e., son justas. De esta manera, David declaró que si alguien quería presentarse delante del Señor en Sion, debía ser un siervo obediente y justo. Los malos y los hipócritas, no pueden entrar en el santuario.
(1) La primera característica del justo es que habla verdad en su corazón, con sinceridad. No es como los aduladores, que hablan en doble sentido (cf. 12:2). (2) Un hombre justo no calumnia con su lengua maliciosamente. (3) No hace mal a su prójimo, (4) ni admite reproche alguno contra su vecino con objeto de desacreditarlo. Un vecino (o amigo) es cualquier persona con la que entra en contacto. Las observaciones irreprochables de tal persona nunca llevan la intención de dañar o destruir a su prójimo.
(5) Asimismo, una persona justa, a cuyos ojos el vil es menospreciado, honra a los que temen a Jehová. Una persona “vil” (que viene de mā’as y por lo tanto no es la misma palabra que se trad. “corrompido” en 14:1) es reprobable y sin valor. Pero el que teme al Señor está llevando una vida de fe y obediencia.
(6) El justo cumple sus promesas aunque sea en daño suyo. Aun si hizo un juramento impulsivamente (Lv. 5:4), cumplirá su palabra cabalmente.
(7) Tampoco da su dinero … a usura (lit., “no les muerde”). No se aprovecha de una persona que debe pedir prestado. Prestar con interés a otro israelita estaba prohibido y se consideraba como el acto de un aprovechado (Éx. 22:25; Lv. 25:36).
(8) Una persona que no acepta el cohecho o soborno contra el inocente. Por supuesto que la ley prohibía esto (Dt. 27:25). Más bien, el justo abandera la causa del inocente y del necesitado.
15:5b. David llegó a la conclusión de que alguien que sigue este patrón de conducta en la vida; i.e., el que hace estas cosas, no resbalará jamás (cf. 16:8; 21:7; 30:6; 62:2, 6; 112:6). No sólo disfrutará compañerismo en la presencia de Dios, sino que también experimentará la bendición y seguridad divinas.
El hecho de que el salmista incluya diez características de la persona que califica para entrar al santuario de Dios (ese tipo de creyente es sincero, justo, honrado, no calumniador, no hace lo malo, no reprocha, distingue entre el bien y el mal, cumple sus promesas, no es usurero, y es insobornable) sugiere que pueden compararse con los diez mandamientos (aunque las dos listas no corresponden exactamente a la letra). La obediencia a la voluntad revelada de Dios es el requerimiento para participar completamente de las bendiciones de estar en el santuario.
Este salmo representa un grado de pureza ética notable para la época en que tuvo su origen: andar en integridad, obrar la justicia (v. 2a); decir la verdad (2b); no calumniar o ser chismoso (3); menospreciar lo malo y respetar lo bueno (4a, b); cumplir con su palabra (4c); no tomar usura (5a); no tomar cohecho (5b).